San Wenceslao, mártir, duque de Bohemia, que, educado por su abuela santa Ludmila en sabiduría divina y humana, fue severo consigo, pacífico en la administración del reino y misericordioso para con los pobres, redimiendo para ser bautizados a esclavos paganos que estaban en Praga para ser vendidos. Después de sufrir muchas dificultades en gobernar a sus súbditos y formarles en la fe, traicionado por su hermano Boleslao fue asesinado por sicarios en la iglesia de Stara Boleslav, en Bohemia (929/935).
Sus padres
San Wenceslao es hijo de Vratislao, prudente, fervoroso y bondadoso príncipe cristiano, y de Drahomira, una princesa de genio fuerte, cruel y pérfido, de la pagana familia de Stodoronow, en Lutecia. La dualidad de este matrimonio cristiano-pagano tuvo mucha trascendencia en la vida del santo duque. El joven príncipe vio, pues, en el seno de su familia, los efectos de la lucha de una religión mixta; más tarde tuvo que enfrentarse con la misma en la vida de su propia nación.
Conflictos políticos y rivalidades religiosas
El problema se presentó más agudo cuando junto a las rivalidades religiosas se unieron los conflictos políticos. Aunque las primeras semillas de la fe católica la recibieron los bohemios de Bizancio, sin embargo, la magna labor misionera fue fruto de los misioneros occidentales, y precisamente de los alemanes. Este hecho originó, primero, las competencias de los ritos: eslavo con el romano, y más tarde, el influjo de los alemanes en la vida pública de los bohemios. Como efecto en contrario, surgió entonces, la rebelión pagana, la persecución de los cristianos, acaudillada por Drahomira; la conspiración de Boleslavia y, finalmente, el funesto plan del martirio de San Wenceslao.
Perfil humano y religioso
El panorama de aquella época era, por tanto, muy difícil y oscuro. Para superar todas estas dificultades, el bien de la nación y de las misiones católicas exigían un príncipe ágil, prudente y santo. Fue san Wenceslao quien mejor respondía a estas exigencias. Dirigido por su abuela, Ssanta Ludmila, se mostró inteligente, dócil y con una extraordinaria inclinación a todo lo bueno.
Más tarde, ya en el Colegio de los Nobles, bajo la dirección de un sabio maestro, estas virtudes brillaron aún más en el joven alumno. Intelectualmente se distinguía por su ingenio; espiritualmente, por su pureza de costumbres; por la devoción a Cristo en el Santísimo Sacramento y por su filial afecto a la Virgen Santísima. La profunda veneración que profesaba a la Virgen le hizo sentir un gran amor a la pureza: virtud que estuvo siempre presente en su carácter. A pesar de vivir este ambiente de santidad, Wenceslao no se olvidó de adquirir también las cualidades de un señor futuro soberano de Bohemia.
Se puede decir que entre los soberanos fue el único que profesara una fe tan eficiente, caridad tan ardiente y virtudes tan escogidas. Su culto a la sagrada Eucaristía no paraba en una mera veneración, sino que trascendía a los más pequeños detalles, como sembrar el trigo destinado al pan eucarístico y estrujar con sus mismas manos los racimos de uva que darían el vino para el santo sacrificio. Descalzo visitaba en noches frías y de nieve las iglesias para adorar al Santísimo. Una devoción no menos fervorosa a la Virgen Santísima le llevó a entregarse a Ella en voto de castidad para toda su vida.
Se puede decir que entre los soberanos fue el único que profesara una fe tan eficiente, caridad tan ardiente y virtudes tan escogidas. Su culto a la sagrada Eucaristía no paraba en una mera veneración, sino que trascendía a los más pequeños detalles, como sembrar el trigo destinado al pan eucarístico y estrujar con sus mismas manos los racimos de uva que darían el vino para el santo sacrificio. Descalzo visitaba en noches frías y de nieve las iglesias para adorar al Santísimo. Una devoción no menos fervorosa a la Virgen Santísima le llevó a entregarse a Ella en voto de castidad para toda su vida.
Golpe de Estado contra su madre
y en favor de la fe cristiana
En 925, tres años después de la repentina muerte de Vratislao, Wenceslao, considerándose preparado para el gobierno de su patria, dio un golpe de Estado y eliminó de la regencia a su madre pagana. Con ella eliminó también la lucha sin cuartel contra los cristianos y todos los privilegios que conquistaron, en aquellos tiempos, los paganos. Termina con las crueldades y salvajismo de aquellos idólatras y comienza una época de verdadera paz y labor constructiva.
Como señal externa de nuevo gobierno, Wenceslao hace un apoteósico traslado de las reliquias de su abuela, santa Ludmila, a la catedral de Praga. Elige con cuidado a sus ministros y jefes militares y comienza una intensa labor de propagación de la fe. En este ambiente, él mismo da ejemplo de vivir para Cristo: cumple con la ley de Dios, practica las virtudes cristianas, lleva una vida casi monacal, consagra horas a la oración y a la mortificación, defiende a los oprimidos, ayuda a los pobres, facilita la libertad a los cautivos y presos, etc. En el país organiza una política más humanitaria, elimina torturas y prohíbe la horca.
Muerte de Wenceslao
Pero la llama del odio se mantenía viva en el pagano corazón de Drahomira. Es más, existía también otra persona que meditaba cómo destituir y privar del trono al rey de Praga. Era su hermano menor, Boleslao. La ocasión no tardó en presentarse. Con motivo del nacimiento de un hijo suyo, Boleslao organizó grandes fiestas e invitó a Boleslavia a su hermano Wenceslao. El santo duque aceptó esta invitación y acudió a Boleslavia, donde fue recibido con todos los honores reales. Sin embargo, estas galas fueron una falsedad creada por su hermano. En medio de la alegría reinante, cuando Wenceslao, durante la noche, se dirigía a la próxima iglesia para su acostumbrada adoración, Boleslao le agredió, y junto con sus ayudantes, dio muerte a su indefenso y egregio huésped.
El martirio ocurrió el 28 de septiembre de 938. Bohemia se llenó de dolor. Los asesinos, después de un corto tiempo de júbilo, pronto recibieron su merecido castigo. Tanto Drahomira como Boleslao tuvieron una muerte miserable.
San Wenceslao fue proclamado Patrono de todos los países de la corona de los bohemios. El culto aumentaba, llegando en los siglos XI y XII, su efigie a adornar el ducado, la moneda de Bohemia. Bajo la bandera de san Wenceslao lucha el ejército y con la invocación del santo se desarrolla la labor nacional. En el siglo XIII nace el himno «Svaty Vaclave, vevodo cesek zeme…». y en la época de Juan Hus, el himno súplica. «Tú eres el soberano de estas tierras, san Wenceslao; no nos abandones…» La devoción es común, y las múltiples iglesias, como también los muchísimos monumentos dedicados al santo duque, testimonian el vivo amor hacia él de los checos.
El monumento más bello, obra del profesor Mysblek, adorna la mejor plaza de Praga. San Wenceslao, ayer como hoy, reina en Checoslovaquia.
Fuente: Mercaba.org
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