domingo, 25 de junio de 2023

Lunes de la 12ª semana del Tiempo Ordinario, Año I (Lecturas)

Génesis 12,1-9
Salmo 32: Dichoso el pueblo 
que el Señor se escogió como heredad
Mateo 7,1-5



En aquellos días, el Señor dijo a Abrán: «Sal de tu tierra y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré. Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré, haré famoso tu nombre, y será una bendición. Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan. Con tu nombre se bendecirán todas las familias del mundo.» Abrán marchó, como le había dicho el Señor, y con él marchó Lot. Abran tenía setenta y cinco años cuando salió de Harán. Abrán llevó consigo a Saray, su mujer, a Lot, su sobrino, todo lo que había adquirido y todos los esclavos que había ganado en Harán. Salieron en dirección de Canaán y llegaron a la tierra de Canaán. Abrán atravesó el país hasta la región de Siquén, hasta la encina de Moré. En aquel tiempo habitaban allí los cananeos. El Señor se apareció a Abrán y le dijo: «A tu descendencia le daré esta tierra.» Él construyó allí un altar en honor del Señor, que se le había aparecido. Desde allí continuó hacia las montañas al este de Betel, y plantó allí su tienda, con Betel a poniente y Ay a levante; construyó allí un altar al Señor e invocó el nombre del Señor. Abrán se trasladó por etapas al Negueb.

Salmo 32,12-13.18-19.20.22
R. Dichoso el pueblo 
que el Señor se escogió como heredad

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres.
R. Dichoso el pueblo 
que el Señor se escogió como heredad

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre.
R. Dichoso el pueblo 
que el Señor se escogió como heredad

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
R. Dichoso el pueblo 
que el Señor se escogió como heredad



En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No juzguéis y no os juzgarán; porque os van a juzgar como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame que te saque la mota del ojo”, teniendo una viga en el tuyo? Hipócrita; sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano.»

sábado, 24 de junio de 2023

DOMINGO DE LA 12 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO A

"No tengan miedo" (Mt 10,26)

Liturgia de la Palabra:  

Comentarios:

Domingo de la 12º Semana del Tiempo Ordinario, Ciclo A (Lecturas)

Jeremías 20,10-13
Salmo 68,8-10.14.17.33-35:
Que me escuche tu gran bondad, Señor
Romanos 5,12-15
Mateo 10,26-33

Jeremías 20,10-13

Dijo Jeremías: «Oía el cuchicheo de la gente: "Pavor en torno; delatadlo, vamos a delatarlo." Mis amigos acechaban mi traspié." A ver si se deja seducir, y lo abatiremos, lo cogeremos y nos vengaremos de él." Pero el Señor está conmigo, como fuerte soldado; mis enemigos tropezarán y no podrán conmigo. Se avergonzarán de su fracaso con sonrojo eterno que no se olvidará. Señor de los ejércitos, que examinas al justo y sondeas lo íntimo del corazón, que yo vea la venganza que tomas de ellos, porque a ti encomendé mi causa. Cantad al Señor, alabad al Señor, que libró la vida del pobre de manos de los impíos.»

Salmo 68,8-10.14.17.33-35
R. Que me escuche tu gran bondad, Señor

Por ti he aguantado afrentas,
la vergüenza cubrió mi rostro.
Soy un extraño para mis hermanos,
un extranjero para los hijos de mi madre;
porque me devora el celo de tu templo,
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí.
R. Que me escuche tu gran bondad, Señor

Pero mi oración se dirige a ti,
Dios mío, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude.
Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia;
por tu gran compasión, vuélvete hacia mí.
R. Que me escuche tu gran bondad, Señor

Miradlo, los humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos.
Alábenlo el cielo y la tierra,
las aguas y cuanto bulle en ellas.
R. Que me escuche tu gran bondad, Señor

Romanos 5,12-15

Lo mismo que por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron. Porque, aunque antes de la Ley había pecado en el mundo, el pecado no se imputaba porque no había Ley. A pesar de eso, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso sobre los que no habían pecado con una transgresión como la de Adán, que era figura del que había de venir, Sin embargo, no hay proporción entre el delito y el don: si por la transgresión de uno murieron todos, mucho más, la gracia otorgada por Dios, el don de la gracia que correspondía a un solo hombre, Jesucristo, sobró para la multitud.


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse. Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; no hay comparación entre vosotros y los gorriones. Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo.»

24 de junio: Natividad de San Juan Bautista


Sobre Juan Bautista:

Isaías 49,1-13: La misión

La misión
Isaías 49,1-6

1 Escúchenme, islas; presten atención, pueblos lejanos: 
   Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. 
2 Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; 
   me hizo flecha puntiaguda, me guardó en su aljaba 


3 y me dijo: Tú eres mi siervo –Israel–, de quien estoy orgulloso. 
4 Mientras yo pensaba: En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas; 
   en realidad mi derecho lo defendía el Señor, mi salario lo tenía mi Dios.
5 Y ahora habla el Señor, que ya en el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, 
   para que le reuniese a Israel –tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza–:
6 Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; 
   te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.
7 Así dice el Señor, redentor y Santo de Israel, al despreciado, al aborrecido de las naciones, 
   al esclavo de los tiranos: Te verán los reyes, y se pondrán de pie; los príncipes, y se postrarán; 
   porque el Señor es fiel, porque el Santo de Israel te ha elegido. 
8 Así dice el Señor: En tiempo de gracia te he respondido, en el día de la salvación te he auxiliado; 
   te he defendido y constituido alianza del pueblo; para restaurar el país, 
   para repartir las herencias devastadas, 
9 para decir a los cautivos: Salgan; a los que están en tinieblas: 
   Vengan a la luz; aun por los caminos pastarán, tendrán praderas en todas las dunas; 
10 no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el viento ardiente ni el sol; 
     porque los conduce el que los compadece y los guía a manantiales de agua. 
11 Convertiré mis montes en caminos y mis senderos se nivelarán. 
12 Miren, unos vienen de un país remoto; miren, otros del norte y del occidente, 
     y aquellos del país de Siene. 
13 Grita de alegría, cielo; alégrate, tierra; prorrumpan en aclamaciones, montañas, 
     porque el Señor consuela a su pueblo y se compadece de los desamparados.

24 de junio: SAN JUAN BAUTISTA (Lecturas)

Isaías 49,1-6
Salmo 138,1-3.13-14.15:
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente
Hechos 13,22-26
Lucas 1,57-66.80


Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: "Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso." Mientras yo pensaba: "En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas", en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenía mi Dios. Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel -tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza-: "Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra."

Salmo 138,1-3.13-14.15:
Te doy gracias, 
porque me has escogido portentosamente

Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.
R. Te doy gracias, 
porque me has escogido portentosamente

Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras.
Conocías hasta el fondo de mi alma.
R. Te doy gracias, 
porque me has escogido portentosamente

No desconocías mis huesos,
cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra.
R. Te doy gracias, 
porque me has escogido portentosamente


En aquellos días, dijo Pablo: "Dios nombró rey a David, de quien hizo esta alabanza: "Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos." Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Antes de que llegara, Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión; y, cuando estaba para acabar su vida, decía: "Yo no soy quien pensáis; viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias." Hermanos, descendientes de Abrahán y todos los que teméis a Dios: a vosotros se os ha enviado este mensaje de salvación."


A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: "¡No! Se va a llamar Juan." Le replicaron: "Ninguno de tus parientes se llama así." Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. El pidió una tablilla y escribió: "Juan es su nombre." Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: "¿Qué va ser este niño?" Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.

Hechos 13,13-41: En Antioquía de Pisidia: discurso de Pablo

En Antioquía de Pisidia: discurso de Pablo

13 Navegando desde Pafos, Pablo y sus compañeros llegaron a Perge de Panfilia. 
     Juan se separó de ellos y se volvió a Jerusalén. 
14 Ellos continuaron desde Perge hasta Antioquía de Pisidia, 
     y entrando un sábado en la sinagoga, tomaron asiento. 
15 Terminada la lectura de la ley y los profetas, los jefes de la sinagoga les mandaron a decir: 
     —Hermanos, si tienen alguna palabra de aliento para el pueblo, pueden decirla. 
16 Pablo se levantó y, pidiendo silencio con la mano, dijo: 
     —Israelitas y todos los que temen a Dios, escúchenme: 
17 El Dios de este pueblo, el Dios de Israel eligió a nuestros padres y engrandeció al pueblo 
     mientras residía en Egipto. Más tarde, con brazo poderoso los sacó de allí 
18 y durante cuarenta años los condujo por el desierto. 
19 Aniquiló a siete pueblos paganos de Canaán y entregó su territorio en heredad a Israel, 
20 por cuatrocientos cincuenta años; les dio jueces hasta el profeta Samuel. 
21 Entonces pidieron un rey y Dios les dio a Saúl, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín, 
     que reinó cuarenta años. 
22 Lo depuso y nombró rey a David, de quien dio testimonio: Encontré a David, el de Jesé, 
     un hombre a mi gusto, que cumplirá todos mis deseos.
23 De la descendencia de David, según la promesa, sacó Dios a Jesús como salvador de Israel. 
24 Antes de su llegada Juan predicó un bautismo de penitencia a todo el pueblo de Israel.
25 Hacia el fin de su carrera mortal Juan dijo: Yo no soy el que ustedes creen; 
     detrás de mí viene uno al que no tengo derecho a quitarle las sandalias de los pies. 


26 Hermanos, descendientes de Abrahán, y todos los que temen a Dios: 
     A ustedes se les envía este mensaje de salvación. 
27 Los vecinos de Jerusalén y sus jefes no acogieron a Jesús ni entendieron las palabras 
     de los profetas que se leen cada sábado. Pero, al juzgarlo, las cumplieron. 
28 Pidieron a Pilato que lo condenara, aunque no encontraron causa para una sentencia de muerte.
29 Cuando se cumplió todo lo escrito de él lo descolgaron del madero y le dieron sepultura. 
30 Pero Dios lo resucitó de la muerte 
31 y se apareció durante muchos días a los que habían subido con él de Galilea a Jerusalén. 
     Ellos son hoy sus testigos ante el pueblo. 
32 Y nosotros, les anunciamos a ustedes esta Buena Noticia: 
     la promesa que Dios hizo a nuestros padres 
33 fue cumplida por él a sus descendientes, que somos nosotros, resucitando a Jesús, 
     como está escrito en el salmo segundo: Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy. 

34 Y que lo ha resucitado para que nunca se someta a la corrupción está anunciado así: 
     Cumpliré las santas promesas hechas a David, aquellas que no pueden fallar. 
35 Y en otro lugar dice: No permitirás que tu fiel sufra la corrupción. 
36 Ahora bien, David, después de haber cumplido la voluntad de Dios durante su propia generación, 
     murió, fue sepultado y sufrió la corrupción. 
37 En cambio, el que Dios resucitó no sufrió la corrupción.
38 Sépanlo, hermanos, se les anuncia el perdón de los pecados por medio de él, 
39 y todo el que crea será perdonado de todo lo que no pudo perdonar la ley de Moisés. 
40 ¡Tengan cuidado! Que no les suceda lo anunciado por los profetas: 
41 Ustedes, los que desprecian, llénense de estupor y ocúltense: Porque en estos días voy a realizar 
     algo que si alguien lo contara no lo podrían creer.

Lucas 1,57-66: Nacimiento y circuncisión de Juan Bautista

Lucas 1,57-66

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo:
— ¡No! Se va a llamar Juan.
Le replicaron:
— Ninguno de tus parientes se llama así.
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió:
— Juan es su nombre.
Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: ¿Qué va a ser este niño? Porque la mano del Señor estaba con él.

SOBRE EL MISMO TEMA:

sábado, 17 de junio de 2023

Domingo de la 11 Semana del Tiempo Ordinario, Año A

Exodo 19:2-6a 
Salmo 99: Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
Romanos 5:6-11 
Mateo 9:36-10:8



En aquellos días, los israelitas llegaron al desierto del Sinaí y acamparon allí, frente al monte. Moisés subió hacia Dios. El Señor lo llamó desde el monte, diciendo:
—«Así dirás a la casa de Jacob, y esto anunciarás a los israelitas: «Ya habéis visto lo que he hecho con los egipcios, y cómo a vosotros os he llevado sobre alas de águila y os he traído a mí. Ahora, pues, si de veras escucháis mi voz y guardáis mi alianza, vosotros seréis mi propiedad personal entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra; seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa»».


Salmo 99,2.3.5
R. Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores, 
R. Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. 
R. Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño

El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades. 
R. Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño


Hermanos: Cuando nosotros todavía estábamos sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir; mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros. ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por él salvos del castigo! Si, cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida! Y no sólo eso, sino que también nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación.


En aquel tiempo, al ver Jesús a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos:
—«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».
Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia. Éstos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo, el publicano; Santiago el Alfeo, y Tadeo; Simón el Celote, y Judas Iscariote, el que lo entregó. A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:
—«No vayáis a tierra de gentiles, ni entréis en las ciudades de Samaria, sino id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis».

Exodo 19,1-15: El Señor propone la alianza

Exodo 19,1-15

1 Al tercer mes después de la salida de Egipto, ese mismo día, 
   llegaron los hijos de Israel al desierto de Sinaí.
2 Partieron de Refidim, y al llegar al desierto de Sinaí acamparon en el desierto. 
   Allí acampó Israel frente al monte.
3 Moisés subió hacia Dios. Yahveh le llamó desde el monte, y le dijo: 
   "Así dirás a la casa de Jacob y esto anunciarás a los hijos de Israel:
4 "Ya habéis visto lo que he hecho con los egipcios, y cómo a vosotros os he llevado sobre alas de águila 
   y os he traído a mí.
5 Ahora, pues, si de veras escucháis mi voz y guardáis mi alianza, 
   vosotros seréis mi propiedad personal entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra;
6 seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa." 
   Estas son las palabras que has de decir a los hijos de Israel."
7 Fue, pues, Moisés y convocó a los ancianos del pueblo 
   y les expuso todas estas palabras que Yahveh le había mandado.
8 Todo el pueblo a una respondió diciendo: "Haremos todo cuanto ha dicho Yahveh." 
    Y Moisés llevó a Yahveh la respuesta del pueblo.
9 Dijo Yahveh a Moisés: "Mira: Voy a presentarme a ti en una densa nube para que el pueblo 
   me oiga hablar contigo, y así te dé crédito para siempre." 
   Y Moisés refirió a Yahveh las palabras del pueblo.
10 Yahveh dijo a Moisés: "Ve donde el pueblo y haz que se santifiquen hoy y mañana; 
     que laven sus vestidos
11 y estén preparados para el tercer día; porque al día tercero descenderá Yahveh 
     a la vista de todo el pueblo sobre el monte Sinaí.
12 Deslinda el contorno de la montaña, y di: 
     Guardaos de subir al monte y aun de tocar su falda. Todo aquel que toque el monte morirá.
13 Pero nadie pondrá la mano sobre el culpable, sino que será lapidado o asaeteado; 
     sea hombre o bestia, no quedará con vida. Cuando resuene el cuerno, subirán ellos al monte."
14 Bajó, pues, Moisés del monte, adonde estaba el pueblo, y ellos lavaron sus vestidos.
15 Y dijo al pueblo: "Estad preparados para el tercer día, y absteneos de mujer." 

martes, 13 de junio de 2023

Miércoles de la 10ª semana del Tiempo Ordinario, ciclo II

1Reyes 18,20-39
Salmo 15:1b-2ab,4,5ab,8,11: 
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti
Mateo 5,17-19


En aquellos días, el rey Ajab despachó órdenes a todo Israel y los profetas de Baal se reunieron en el monte Carmelo. Elías se acercó a la gente y dijo:
— ¿Hasta cuándo vais a caminar con muletas? Si el Señor es el verdadero Dios, seguidlo; si lo es Baal, seguid a Baal.
La gente no respondió una palabra. Entonces Elías les dijo:
— He quedado yo solo como profeta del Señor, mientras que los profetas de Baal son cuatrocientos cincuenta. Que nos den dos novillos: vosotros elegid uno; que lo descuarticen y lo pongan sobre la leña, sin prenderle fuego; yo prepararé el otro novillo y lo pondré sobre la leña, sin prenderle fuego. Vosotros invocaréis a vuestro dios, y yo invocaré al Señor; y el dios que responda enviando fuego, ése es el Dios verdadero.
Toda la gente asintió:
— ¡Buena idea!
Elías dijo a los profetas de Baal:
— Elegid un novillo y preparadlo vosotros primero, porque sois más. Luego invocad a vuestro dios, pero sin encender el fuego.
Cogieron el novillo que les dieron, lo prepararon y estuvieron invocando a Baal desde la mañana hasta mediodía:
— ¡Baal, respóndenos!
Pero no se oía una voz ni una respuesta, mientras brincaban alrededor del altar que habían hecho.
Al mediodía, Elías empezó a reírse de ellos:
— ¡Gritad más fuerte! Baal es dios, pero estará meditando, o bien ocupado, o estará de viaje; ¡a lo mejor está durmiendo y se despierta!
Entonces gritaron más fuerte; y se hicieron cortaduras, según su costumbre, con cuchillos y punzones, hasta chorrear sangre por todo el cuerpo. Pasado el mediodía, entraron en trance, y así estuvieron hasta la hora de la ofrenda. Pero no se oía una voz, ni una palabra, ni una respuesta.
Entonces Elías dijo a la gente:
— ¡Acercaos!
Se acercaron todos, y él reconstruyó el altar del Señor, que estaba demolido: cogió doce piedras, una por cada tribu de Jacob, a quien el Señor había dicho: «Te llamarás Israel»; con las piedras levantó un altar en honor del Señor, hizo una zanja alrededor del altar, como para sembrar dos fanegas; apiló la leña, descuartizó el novillo, lo puso sobre la leña y dijo:
— Llenad cuatro cántaros de agua y derramadla sobre la víctima y la leña.
Luego dijo:
— ¡Otra vez!
Y lo hicieron otra vez. Añadió:
— ¡Otra vez!
Y lo repitieron por tercera vez. El agua corrió alrededor del altar, e incluso la zanja se llenó de agua. Llegada la hora de la ofrenda, el profeta Elías se acercó y oró:
— ¡Señor, Dios de Abrahán, Isaac e Israel! Que se vea hoy que tú eres el Dios de Israel, y yo tu siervo, que he hecho esto por orden tuya. Respóndeme, Señor, respóndeme, para que sepa este pueblo que tú, Señor, eres el Dios verdadero, y que eres tú quien les cambiará el corazón.
Entonces el Señor envió un rayo que abrasó la víctima, la leña, las piedras y el polvo, y secó el agua de la zanja. Al verlo, cayeron todos sobre su rostro, exclamando:
— ¡El Señor es el Dios verdadero! ¡El Señor es el Dios verdadero!


Salmo 15:1b-2ab,4,5ab,8,11: 
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti

Protégeme, Dios mío,
que me refugio en ti;
yo digo al Señor:
«Tú eres mi bien.»
R. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti

Multiplican las estatuas de dioses extraños;
no derramaré sus libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis labios.
R. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti

El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
R. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
R. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti



En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No creáis que he venido a abolir la Ley o los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el Reino de los cielos.» 

lunes, 12 de junio de 2023

13 Junio: San Antonio de Padua, por CH



La verdad es que ni se llamaba Antonio ni era de Padua. Su nombre de pila es Fernando y es portugués; al hacerse fraile franciscano es cuando toma el nombre de Antonio. Y lo de Padua le viene…

Bueno, todos sabemos que Dios escribe recto con líneas torcidas. Resulta que nuestro santo se fue al norte de África a convertir moros pero se enfermó de mala manera y tuvo que regresar, el barco tuvo un tropiezo y fue a parar a Mesina y allí se quedó.

Seguramente habría pasado como un frailecillo más si no hubiera sido porque se presentó una ordenación sacerdotal en Forlì, lugar donde se encontraba. Franciscanos y Dominicos no se pusieron de acuerdo sobre quien predicaría y el uno por el otro la casa sin barrer, se llegó la hora y nadie había preparado nada. Le tocó la china a nuestro santo y ahí se descubrió que era un predicador formidable. De ahí a Padua donde murió; pero antes de morir hizo mucho bien ocupándose de los pobres y con su predicación.

También alcanzó fama de milagrero. Se cuenta, por ejemplo, que en una ocasión en que nadie acudió a escucharle, impedidos por los herejes, Antonio se paró en la orilla del mar y dijo “Oigan la Palabra de Dios, ustedes, los peces del mar ya que los pecadores no la quieren escuchar” y aquello se convirtió en un hervidero de sardinas, boquerones, langostinos y hasta algún tiburón había. Ante tal prodigio también llegaron los pecadores.

Es el patrono de los pobres, de ahí que a algunas limosnas especiales que se dan para alcanzar su intercesión, se les llama “Pan de los pobres”

Hace años, allá en Medellín, una chica me preguntó “Padre ¿qué hago para conseguir novio?” Me pilló en fuera de juego y tuve que decirle “yo de eso y de castrar ranas sé lo mismo”, supongo que lo mismo le debe pasar a san Antonio por eso no sé porque se le invoca para esos menesteres; debe ser porque como decía el papa León XIII, san Antonio es el Santo de todo el mundo.

Bueno, pues felicidades a los Antonio que lo celebren hoy.

SOBRE EL MISMO TEMA:

13 de junio: SAN ANTONIO DE PADUA

1 Reyes 21,1-16
Salmo 5:2-3ab,4b-6a,6b-7: 
Atiende a mis gemidos, Señor
Mt 5,38-42


1 Reyes 21,1-16

Por aquel tiempo, Nabot, el de Yezrael, tenía una viña pegando al palacio de Ajab, rey de Samaria. Ajab le propuso: "Dame la viña para hacerme yo una huerta, porque está al lado, pegando a mi casa; yo te daré en cambio una viña mejor o, si prefieres, te pago en dinero." Nabot respondió: "¡Dios me libre de cederte la heredad de mis padres!" Ajab marchó a casa malhumorado y enfurecido por la respuesta de Nabot, el de Yezrael, aquello de: "No te cederé la heredad de mis padres." Se tumbó en la cama, volvió la cara y no quiso probar alimento. Su esposa Jezabel se le acercó y le dijo: "¿Por qué estás de mal humor y no quieres probar alimento?" Él contestó: "Es que hablé a Nabot, el de Yezrael, y le propuse: "Véndeme la viña o, si prefieres, te la cambio por otra." Y me dice: "No te doy mi viña."" Entonces Jezabel dijo: "¿Y eres tú el que manda en Israel? ¡Arriba! A comer, que te sentará bien. ¡Yo te daré la viña de Nabot, el de Yezrael!" Escribió unas cartas en nombre de Ajab, las selló con el sello del rey y las envió a los ancianos y notables de la ciudad, paisanos de Nabot. Las cartas decían: "Proclamad un ayuno y sentad a Nabot en primera fila. Sentad en frente a dos canallas que declaren contra él: "Has maldecido a Dios y al rey.,' Lo sacáis afuera y lo apedreáis hasta que muera." Los paisanos de Nabot, los ancianos y notables que vivían en la ciudad, hicieron tal como les decía Jezabel, según estaba escrito en las cartas que habían recibido. Proclamaron un ayuno y sentaron a Nabot en primera fila; llegaron dos canallas, se le sentaron enfrente y testificaron contra Nabot públicamente: "Nabot ha maldecido a Dios y al rey." Lo sacaron fuera de la ciudad y lo apedrearon hasta que murió. Entonces informaron a Jezabel: "Nabot ha muerto apedreado." En cuanto oyó Jezabel que Nabot había muerto apedreado, dijo a Ajab: "Hala, toma posesión de la viña de Nabot, el de Yezrael, que no quiso vendértela. Nabot ya no vive, ha muerto." En cuanto oyó Ajab que Nabot había muerto, se levantó y bajó a tomar posesión de la viña de Nabot, el de Yezrael.

Salmo 5:2-3ab,4b-6a,6b-7:
R. Atiende a mis gemidos, Señor 

Señor, escucha mis palabras,
atiende a mis gemidos,
haz caso de mis gritos de auxilio,
Rey mío y Dios mío.
R. Atiende a mis gemidos, Señor 

Tú no eres un Dios que ame la maldad,
ni el malvado es tu huésped,
ni el arrogante se mantiene en tu presencia.
R. Atiende a mis gemidos, Señor 

Detestas a los malhechores,
destruyes a los mentirosos;
al hombre sanguinario y traicionero
lo aborrece el Señor.
R. Atiende a mis gemidos, Señor 



En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "Sabéis que está mandado: "Ojo por ojo, diente por diente". Pues yo os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñalo dos; a quien te pide, dale; y al que te pide prestado, no lo rehúyas".

13 de junio: SAN ANTONIO DE PADUA

domingo, 11 de junio de 2023

Lunes de la 10 Semana del Tiempo Ordinario, Año I

II Corintios 1,1-7
Salmo 33:  Gustad y ved qué bueno es el Señor
Mateo 5,1-12


Pablo, apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, y el hermano Timoteo, a la Iglesia de Dios que está en Corinto y a todos los santos que residen en toda Acaya: os deseamos la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. ¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios del consuelo! Él nos alienta en nuestras luchas hasta el punto de poder nosotros alentar a los demás en cualquier lucha, repartiendo con ellos el ánimo que nosotros recibimos de Dios. Si los sufrimientos de Cristo rebosan sobre nosotros, gracias a Cristo rebosa en proporción nuestro ánimo. Si nos toca luchar, es para vuestro aliento y salvación; si recibimos aliento, es para comunicaros un aliento con el que podáis aguantar los mismos sufrimientos que padecemos nosotros. Nos dais firmes motivos de esperanza, pues sabemos que si sois compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo.


Salmo 33:  Gustad y ved qué bueno es el Señor

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. 
R. Gustad y ved qué bueno es el Señor

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. 
R. Gustad y ved qué bueno es el Señor

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva de sus angustias. 
R. Gustad y ved qué bueno es el Señor

El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protégé.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.
R. Gustad y ved qué bueno es el Señor


En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: "Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros."

sábado, 10 de junio de 2023

Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, Ciclo A (Lecturas)

Deuteronomio 8,2-3.14b-16a
Salmo 147,12-13.14-15.19-20:
Glorifica al Señor, Jerusalén
1 Corintios 10,16-17
Juan 6,51-58


Deuteronomio 8,2-3.14b-16a

Moisés habló al pueblo, diciendo: «Recuerda el camino que el Señor, tu Dios, te ha hecho recorrer estos cuarenta años por el desierto; para afligirte, para ponerte a prueba y conocer tus intenciones: si guardas sus preceptos o no. Él te afligió, haciéndote pasar hambre, y después te alimentó con el maná, que tú no conocías ni conocieron tus padres, para enseñarte que no sólo vive el hombre de pan sino de todo cuanto sale de la boca de Dios. No te olvides del Señor, tu Dios, que te sacó de Egipto, de la esclavitud, que te hizo recorrer aquel desierto inmenso y terrible, con dragones y alacranes, un sequedal sin una gota de agua, que sacó agua para ti de una roca de pedernal; que te alimentó en el desierto con un maná que no conocían tus padres.»

Salmo 147,12-13.14-15.19-20
R. Glorifica al Señor, Jerusalén

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti.
R. Glorifica al Señor, Jerusalén

Ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz.
R. Glorifica al Señor, Jerusalén

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.
R. Glorifica al Señor, Jerusalén



El cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo? El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan.




En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»
Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.»

SOLEMNIDAD DEL CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO, C (Lecturas)

Génesis 14, 18-20
Salmo 109: Tú eres sacerdote eterno, 
según el rito de Melquisedec
I Corintios 11, 23-26
Lucas 9,11b-17


En aquellos días, Melquisedec, rey de Salén, sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y vino y bendijo a Abrán, diciendo: "Bendito sea Abrán por el Dios altísimo, creador de cielo y tierra; bendito sea el Dios altísimo, que te ha entregado tus enemigos." Y Abrán le dio un décimo de cada cosa.


Salmo 109: Tú eres sacerdote eterno, 
según el rito de Melquisedec

Oráculo del Señor a mi Señor:
"Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos estrado de tus pies."
R.  Tú eres sacerdote eterno, 
según el rito de Melquisedec

Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
R.  Tú eres sacerdote eterno, 
según el rito de Melquisedec

"Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora."
R.  Tú eres sacerdote eterno, 
según el rito de Melquisedec

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
"Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec."
R.  Tú eres sacerdote eterno, 
según el rito de Melquisedec



Hermanos: Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó un pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: "Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía." Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: "Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía." Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.



En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío del reino de Dios y curó a los que lo necesitaban. Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle: "Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado." Él les contestó: "Dadles vosotros de comer." Ellos replicaron: "No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío." Porque eran unos cinco mil hombres. Jesús dijo a sus discípulos: "Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta." Lo hicieron así, y todos se echaron. Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.

Solemnidad del Corpus Christi


Liturgia de la Palabra:       
Año A: Lecturas 
             Los dos cuerpos de Cristo 

Año B: Lecturas
            ¡En medio de vosotros hay uno a quien no conocéis!
            Francisco González, S.F.

Año C: Lecturas
             Francisco González, S.F.
             Julio González, S.F.

SOLEMNIDAD DEL CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO, C, por Julio González, S.F.

Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, Año C
Comentario de Julio González, S.F.

La Iglesia no cree en un Dios escondido, invisible, alejado de las personas. Dios se muestra de muchas y muy diferentes maneras.

Algunos creyentes se encuentran con el misterio de Dios principalmente en la naturaleza: en todas sus creaturas. Otros creyentes encuentran a Dios, sobre todo, en su libro sagrado. Para la Iglesia, Dios está siempre presente, nunca se ha apartado de nuestro lado, y podemos encontrar señales de su presencia en toda la creación. Pero no todas las señales que observamos a nuestro alrededor nos hablan de Dios de la misma manera, por ejemplo, un río, un árbol, una piedra, no nos habla de la misma manera de Dios que un ser humano; y, entre los seres humanos, no todos nos muestran una imagen real de Dios (algunos llegan incluso a deformar la imagen de Dios). La Iglesia afirma que todas las personas hemos sido creadas a imagen y semejanza de Dios, pero la imagen fiel y real de Dios la hallamos en Jesucristo.

El sacramento de la Eucaristía nos pone en la presencia de Jesucristo. La Iglesia cree que Cristo está presente en el pan y el vino eucarísticos. ¿Por qué? Porque Jesús mismo se lo dijo a sus discípulos: “Tomen y coman, este es mi cuerpo que será entregado por vosotros”, "el pan que yo les daré es vida para el mundo".

Muchos, entonces, no entendieron; es más, estas palabras les resultaban escandalosas. Algunos acusaron a Jesús de blasfemo porque Dios había alimentado a su pueblo en el desierto con el pan bajado del cielo y, ahora, Jesús de Nazaret afirmaba que podía hacer los mismo.

Sin la presencia de Jesús en la Eucaristía la vida de las primeras comunidades cristianas no se entendería. La comunión eucarística de los discípulos es una comunión en Jesús y la perseverancia en la fe de los primeros cristianos a través de los conflictos, persecuciones, juicios y martirio, no se podría explicar si no fuera porque Jesucristo está presente en todos ellos, y lo está a través de la comunión eucarística.

jueves, 8 de junio de 2023

Tobías 11,5-17: Vuelta de Tobías

Tobías 11,5-17


En aquellos días, Ana estaba sentada, oteando el camino por donde tenía que llegar su hijo. Tuvo el presentimiento de que llegaba, y dijo al padre:
— Mira, viene tu hijo con su compañero.
Rafael dijo a Tobías, antes de llegar a casa:
— Estoy seguro de que tu padre recuperará la vista. Úntale los ojos con la hiel del pez; el remedio hará que las nubes de los ojos se contraigan y se le desprendan. Tu padre recobrará la vista y verá la luz.
Ana fue corriendo a arrojarse al cuello de su hijo, diciéndole:
— Te veo, hijo, ya puedo morirme.
Y se echó a llorar. Tobit se puso en pie y, tropezando, salió por la puerta del patio. Tobías fue hacia él con la hiel del pez en la mano; le sopló en los ojos, le agarró la mano y le dijo:
— Ánimo, padre.
Le echó el remedio, se lo aplicó y luego con las dos manos le quitó como una piel de los lagrimales. Tobit se le arrojó al cuello, llorando, mientras decía:
— Te veo, hijo, luz de mis ojos.
Luego añadió:
— Bendito sea Dios, bendito su gran nombre, benditos todos sus santos ángeles. Que su nombre glorioso nos proteja, porque si antes me castigó, ahora veo a mi hijo Tobías.
Tobías entró en casa contento y bendiciendo a Dios a voz en cuello. Luego le contó a su padre lo bien que les había salido el viaje: traía el dinero y se había casado con Sara, la hija de Ragüel:
— Está ya cerca, a las puertas de Nínive.
Tobit salió al encuentro de su nuera, hacia las puertas de Nínive. Iba contento y bendiciendo a Dios, y los ninivitas, al verlo caminar con paso firme y sin ningún lazarillo, se sorprendían. Tobit les confesaba abiertamente que Dios había tenido misericordia y le había devuelto la vista. Cuando llegó cerca de Sara, mujer de su hijo Tobías, le echó esta bendición:
— ¡Bien venida, hija! Bendito sea tu Dios, que te ha traído aquí. Bendito sea tu padre, bendito mi hijo Tobías, y bendita tú, hija. ¡Bien venida a ésta tu casa! Que goces de alegría y bienestar. Entra, hija.
Todos los judíos de Nínive celebraron aquel día una gran fiesta.

VIERNES DE LA 9 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año I (Lecturas)

Tobías 11,5-17
Salmo 145,1-2.6b-7.8-9a.9bc-10:
Alaba, alma mía, al Señor
Marcos 12,35-37



En aquellos días, Ana estaba sentada, oteando el camino por donde tenía que llegar su hijo. Tuvo el presentimiento de que llegaba, y dijo al padre:
— Mira, viene tu hijo con su compañero.
Rafael dijo a Tobías, antes de llegar a casa:
— Estoy seguro de que tu padre recuperará la vista. Úntale los ojos con la hiel del pez; el remedio hará que las nubes de los ojos se contraigan y se le desprendan. Tu padre recobrará la vista y verá la luz.
Ana fue corriendo a arrojarse al cuello de su hijo, diciéndole:
— Te veo, hijo, ya puedo morirme.
Y se echó a llorar. Tobit se puso en pie y, tropezando, salió por la puerta del patio. Tobías fue hacia él con la hiel del pez en la mano; le sopló en los ojos, le agarró la mano y le dijo:
— Ánimo, padre.
Le echó el remedio, se lo aplicó y luego con las dos manos le quitó como una piel de los lagrimales. Tobit se le arrojó al cuello, llorando, mientras decía:
— Te veo, hijo, luz de mis ojos.
Luego añadió:
— Bendito sea Dios, bendito su gran nombre, benditos todos sus santos ángeles. Que su nombre glorioso nos proteja, porque si antes me castigó, ahora veo a mi hijo Tobías.
Tobías entró en casa contento y bendiciendo a Dios a voz en cuello. Luego le contó a su padre lo bien que les había salido el viaje: traía el dinero y se había casado con Sara, la hija de Ragüel:
— Está ya cerca, a las puertas de Nínive.
Tobit salió al encuentro de su nuera, hacia las puertas de Nínive. Iba contento y bendiciendo a Dios, y los ninivitas, al verlo caminar con paso firme y sin ningún lazarillo, se sorprendían. Tobit les confesaba abiertamente que Dios había tenido misericordia y le había devuelto la vista. Cuando llegó cerca de Sara, mujer de su hijo Tobías, le echó esta bendición:
— ¡Bien venida, hija! Bendito sea tu Dios, que te ha traído aquí. Bendito sea tu padre, bendito mi hijo Tobías, y bendita tú, hija. ¡Bien venida a ésta tu casa! Que goces de alegría y bienestar. Entra, hija.
Todos los judíos de Nínive celebraron aquel día una gran fiesta.


R. Alaba, alma mía, al Señor

Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista.
R. Alaba, alma mía, al Señor

Que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos.
R. Alaba, alma mía, al Señor

El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos.
R. Alaba, alma mía, al Señor

Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sion, de edad en edad.
R. Alaba, alma mía, al Señor



En aquel tiempo, mientras enseñaba en el templo, Jesús preguntó: «¿Cómo dicen los escribas que el Mesías es hijo de David? El mismo David, inspirado por el Espíritu Santo, dice: "Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies." Si el mismo David lo llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?»  La gente, que era mucha, disfrutaba escuchándolo.

9 de junio: San Efrén, diácono y doctor


Nació en Mesopotamia poco antes de proclamarse el edicto de Milán, firmado por el emperador Constantino y a través del cual dejó de perseguirse a los cristianos; pero eso a él no le facilitó las cosas para nada ya que, aunque su madre era una cristiana de oro puro, su padre era un sacerdote pagano y algo cafre. De ahí que recibiera el bautismo a los 18 años y hubiera de vivir de su propio trabajo como empleado de unos baños públicos en Edesa. ¡Ojo, no confundir, eran baños de verdad, aunque no se tratara de nuestras piscinas actuales!

Poco después los persas atacaron su ciudad y el santo tuvo que acudir a defenderla. En esa época ya era diácono.

San Efrén fue conocido como “el arpa del Espíritu Santo” porque trasmitía su enseñanza cristiana a través de la poesía. Y, además, era un poeta superior, aunque unos cuantos escalones por debajo de san Juan de la Cruz que es el “no va más”. ¡Eso sí, con el arpa era un hacha!

El 9 de Junio del año 373 se averió un arpa en el cielo y san Efrén fue llamado a repararla. Allá se quedó formando parte de los coros celestiales.

Buenos días

9 de junio: SAN EFRÉN, diácono y doctor


por CH

miércoles, 7 de junio de 2023

Miércoles de la 9 Semana del Tiempo Ordinario, Año impar (lecturas)

Tobías 3,1-11a.16-17a
Salmo 24,2-3.4-5ab.6-7bc.8-9:
A tí, Señor, levanto mi alma
Marcos 12,18-27



En aquellos días, profundamente afligido, sollocé, me eché a llorar y empecé a rezar entre sollozos: "Señor, tú eres justo, todas tus obras son justas; tú actúas con misericordia y lealtad, tú eres el juez del mundo. Tú, Señor, acuérdate de mí y mírame; no me castigues por mis pecados, mis errores y los de mis padres, cometidos en tu presencia, desobedeciendo tus mandatos. Nos has entregado al saqueo, al destierro y a la muerte, nos has hecho refrán, comentario y burla de todas las naciones donde nos has dispersado. Sí, todas tus sentencias son justas cuando me tratas así por mis pecados, porque no hemos cumplido tus mandatos ni hemos procedido lealmente en tu presencia. Haz ahora de mí lo que te guste. Manda que me quiten la vida, y desapareceré de la faz de la tierra y en tierra me convertiré. Porque más vale morir que vivir, después de oír ultrajes que no merezco y verme invadido de tristeza. Manda, Señor, que yo me libre de esta prueba; déjame marchar a la eterna morada y no me apartes tu rostro, Señor, porque más me vale morir que vivir pasando esta prueba y escuchando tales ultrajes." Aquel mismo día, Sara, hija de Ragüel, el de Ecbatana de Media, tuvo que soportar también los insultos de una criada de su padre; porque Sara se había casado siete veces, pero el maldito demonio Asmodeo fue matando a todos los maridos, cuando iban a unirse a ella según costumbre. La criada le dijo: "Eres tú la que matas a tus maridos. Te han casado ya con siete, y no llevas el apellido ni siquera de uno. Porque ellos hayan muerto, ¿a qué nos castigas por su culpa? ¡Vete con ellos! ¡Que no veamos nunca ni un hijo ni una hija tuya!" Entonces Sara, profundamente afligida, se echó a llorar y subió al piso de arriba de la casa, con intención de ahorcarse. Pero lo pensó otra vez, y se dijo: "¡Van a echárselo en cara a mi padre! Le dirán que la única hija que tenía, tan querida, se ahorcó al verse hecha una desgraciada. Y mandaré a la tumba a mi anciano padre, de puro dolor. Será mejor no ahorcarme, sino pedir al Señor la muerte, y así ya no tendré que oír más insultos." Extendió las manos hacia la ventana y rezó.


A tí, Señor, levanto mi alma

Dios mío, en ti confío,
no quede yo defraudado,
que no triunfen de mí mis enemigos;
pues los que esperan en ti no quedan defraudados,
mientras que el fracaso malogra a los traidores.
R. A tí, Señor, levanto mi alma

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador.
R. A tí, Señor, levanto mi alma

Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor.
R. A tí, Señor, levanto mi alma

El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes.
R. A tí, Señor, levanto mi alma



En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, de los que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron: "Maestro, Moisés nos dejó escrito: "Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero no hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano." Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos; el segundo se casó con la viuda y murió también sin hijos; lo mismo el tercero; y ninguno de los siete dejó hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección y vuelvan a la vida, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete han estado casados con ella." Jesús les respondió: "Estáis equivocados, porque no entendéis la Escritura ni el poder de Dios. Cuando resuciten, ni los hombres ni las mujeres se casarán; serán como ángeles del cielo. Y a propósito de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en el episodio de la zarza, lo que le dijo Dios: "Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob"? No es Dios de muertos, sino de vivos. Estáis muy equivocados."