miércoles, 30 de noviembre de 2022

Jueves de la primera semana de Adviento (Lecturas)

Isaías 26,1-6
Salmo 117,1.8-9.19-21.25-27a
Bendito el que viene en nombre del Señor
Mateo 7,21.24-27


Isaías 26,1-6

Aquel día, se cantará este canto en el país de Judá: "Tenemos una ciudad fuerte, ha puesto para salvarla murallas y baluartes: Abrid las puertas para que entre un pueblo justo, que observa la lealtad; su ánimo está firme y mantiene la paz, porque confía en ti. Confiad siempre en el Señor, porque el Señor es la Roca perpetua: doblegó a los habitantes de la altura y a la ciudad elevada; la humilló, la humilló hasta el suelo, la arrojó al polvo, y la pisan los pies, los pies del humilde, las pisadas de los pobres."


Salmo 117,1.8-9.19-21.25-27a
Bendito el que viene en nombre del Señor

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes.
R. Bendito el que viene en nombre del Señor

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
Ésta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
R. Bendito el que viene en nombre del Señor

Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina.
R. Bendito el que viene en nombre del Señor



En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "No todo el que me dice "Señor, Señor" entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente."

30 de noviembre: SAN ANDRÉS, Apóstol


30 de Noviembre: San Andrés, por Celestino Hueso SF


San Andrés
por José de Ribera


San Andrés era pescador. Pero además le interesaba la religión y se hizo discípulo de un profeta del desierto que invitaba al cambio de vida. Seguramente se hizo bautizar por él.

Un día pasó cerca del grupo un hombre muy especial. “Ese es el Salvador”, dice Juan el Bautista, el profeta del desierto. Andrés no necesita más. Se acerca a Jesús y le pregunta “¿Dónde vives?” “Ven y lo verás” será la respuesta.

Debió pasar un día de fábula porque llegó a casa más contento que unas pascuas y le faltó tiempo para decírselo a su hermano Simón.

Otro día que los dos hermanos se encontraban tendiendo las redes, se acercó Jesús y les dijo “si os venís conmigo os haré pescadores de hombres“ Y desde aquel momento Andrés y Simón al que el Señor cambió el nombre por Pedro; junto con Santiago y Juan, los Truenos, pasaron a ser los amigos más cercanos de Jesús.

Después de la Resurrección el Señor mandó a todos sus amigos “Id al mundo entero y llevad la buena noticia del Evangelio” Y Andrés dejó su tierra para cumplir el encargo del Señor por todo el imperio. Parece ser que murió mártir en Patras, crucificado como su Maestro pero en una cruz en forma de aspa que desde entonces se conoce como cruz de San Andrés.

Amigos que se llaman Andrés y son muy buena gente tengo a porrillo. Así es que felicidades a todos ellos y a todos los que llevan este bonito nombre.

Mateo 4,12-23: Dios ha aceptado nuestros límites, por M. Dolors Gaja, MN


Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, se retiró a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que habla dicho el profeta Isaías: "País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló." Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: "Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos." [Pasando junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: "Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres." Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron. Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.]

- Comentario por M. Dolors Gaja, MN

A modo de introducción:

Los primeros versículos parecen no decirnos mucho: nos sitúan temporalmente (después de que Juan fuera apresado) y geográficamente, aludiendo a la “pagana” Galilea como lugar de cumplimiento de las profecías, como lugar de Luz.

Y sin embargo ¡cuánto dicen! Porque nos sitúan al Hijo de Dios encarnado en un tiempo y unos acontecimientos históricos, nos lo sitúan en un espacio, una población concreta. Aluden, en definitiva, a la encarnación: Dios ha aceptado nuestros límites.

Y esos límites, la Galilea de los gentiles, son tierras de penumbra donde amanece la Luz. También nuestros límites pueden alumbrarse, iluminarse. Somos barro, pero somos gloria de Dios. Tenemos, a menudo, el corazón paganizado y, por eso mismo, somos sujetos de evangelización.

El imperativo de Jesús

La primera palabra de Jesús que el evangelista recoge es un programa de vida: Convertíos. Y Jesús nos da la razón de esa urgencia: el Reino de los Cielos ha llegado. Todo lo que anhelamos, todo aquello, y sobre todo, Aquel, que nuestro corazón espera está ya entre nosotros. No hace falta buscar más, no hace falta esperar más. Sólo girarse para ver.

Hoy el evangelio hace que nos preguntemos: ¿de qué tengo que convertirme? Y ¿a qué tengo que convertirme? Me parece importante el doble uso  de la preposición de/a. Porque quizá tengo que dejar atrás ciertas actitudes, darle la espalda…y seguramente tengo que ir hacia otras, abrazar nuevos criterios.

Pregúntate: ¿de qué debería despedirme? ¿qué debería abrazar en mi vida?

Los primeros discípulos

Preciosa la escena de la vocación de los cuatro primeros discípulos, dos parejas de hermanos. De entrada, eso ya dice mucho de las familias respectivas pues fueron capaces de moldear el corazón de sus hijos con anhelos de trascendencia, con altos ideales y corazón generoso. El relato sigue el mismo esquema en las dos llamadas:

Jesús pasa. Y pasa por mi vida también y me mira. “El mirar de Dios es amor” decía San Juan de la Cruz. ¿Siento sobre mi la mirada  amorosa de Jesús? ¿He experimentado que, aún cuando yo no mira a Jesús, que soy mirado amorosamente por Él?

Pasa en mi vida cotidiana. Nazaret es el paso de Dios en el día a día, en la oficina, los hospitales, las ollas y pucheros, las calles que barro…La llamada de Jesús viene en medio de la tarea diaria. Los cuatro hermanos eran pescadores y estaban pescando cuando oyeron la llamada de Jesús. ¿el trabajo me abruma y supone fuente de “ruido” que me impide el silencio interior o sé leer en el día a día los mensajes de Dios?

Venid conmigo. Jesús me llama para estar con Él, para vivir a su lado, para tener una profunda comunión con quien es fuente de vida: Dios. Quiere comunicarme su plenitud, sólo necesita que vaya con Él. Y una vez en Él, me envía a la misión. Porque me llama siempre en bien de la comunidad. Sea cual sea mi vocación, si la vivo desde la fe, es una vida en bien de los otros.

Al instante. La evangelización necesita ante todo corazones generosos. Nada más alejado de Dios que el “cálculo”. En el momento en que uno siente que es llamado a un servicio, una entrega, una consagración…todo va a depender de la generosidad del corazón. Los apóstoles dejaron las redes, dejaron cuanto les ataba. Quizá yo tenga también que romper alguna red.

La coletilla final

Una vez iniciado el grupo Jesús sigue su tarea. El evangelista la resume con tres verbos: enseñar, proclamar y curar. Seguir a Jesús es ir por la vida enseñando la felicidad de ser cristiano, proclamando nuestra fe con nuestra vida y curando los corazones doloridos que a veces me encuentro en el camino. Todo un programa de vida.

Mateo 4,12-23: Comienzo de la predicación de Jesús. Primeros discípulos

Mateo 4,12-23

Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, se retiró a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que habla dicho el profeta Isaías: "País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló." Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: "Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos."
Pasando junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: "Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres." Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron. Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.

SOBRE EL MISMO TEMA:

30 de Noviembre: San Andrés, Apóstol (Lecturas)

Romanos 10,9-18
Salmo 18,2-3.4-5:
A toda la tierra alcanza su pregón
Mateo 4,18-22


Romanos 10,9-18

Si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación.Dice la Escritura: "Nadie que cree en él quedará defraudado." Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues "todo el que invoca el nombre del Señor se salvará". Ahora bien, ¿cómo van a invocarlo si no creen en él?; ¿cómo van a creer, si no oyen hablar de él?; y ¿cómo van a oír sin alguien que proclame?; y ¿cómo van a proclamar si no los envían? Lo dice la Escritura: "¡Qué hermosos los pies de los que anuncian el Evangelio!"Pero no todos han prestado oído al Evangelio; como dice Isaías: "Señor, ¿quién ha dado fe a nuestro mensaje?" Así, pues, la fe nace del mensaje, y el mensaje consiste en hablar de Cristo. Pero yo pregunto: "¿Es que no lo han oído?" Todo lo contrario: "A toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los límites del orbe su lenguaje."

Salmo 18,2-3.4-5
A toda la tierra alcanza su pregón

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa su mensaje,
la noche a la noche se lo susurra.
R. A toda la tierra alcanza su pregón

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.
R. A toda la tierra alcanza su pregón



En aquel tiempo, pasando Jesús ante el lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: "Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres." Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

lunes, 28 de noviembre de 2022

Martes de la primera semana de Adviento

Isaías 11,1-10
Salmo 71: Que en sus días florezca la justicia 
y la paz abunde eternamente
Lucas 10,21-24


Isaías 11,1-10

Aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de prudencia y sabiduría, espíritu de consejo y valentía, espíritu de ciencia y temor del Señor. Le inspirará el temor del Señor. No juzgará por apariencias ni sentenciará sólo de oídas; juzgará a los pobres con justicia, con rectitud a los desamparados. Herirá al violento con la vara de su boca, y al malvado con el aliento de sus labios. La justicia será cinturón de sus lomos, y la lealtad, cinturón de sus caderas. Habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos: un muchacho pequeño los pastorea. La vaca pastará con el oso, sus crías se tumbarán juntas; el león comerá paja con el buey. El niño jugará en la hura del áspid, la criatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente. No harán daño ni estrago por todo mi monte santo: porque está lleno el país de ciencia del Señor, como las aguas colman el mar. Aquel día, la raíz de Jesé se erguirá como enseña de los pueblos: la buscarán los gentiles, y será gloriosa su morada.


Salmo 71: Que en sus días florezca la justicia 
y la paz abunde eternamente

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.
R. Que en sus días florezca la justicia
y la paz abunde eternamente 

Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra.
R. Que en sus días florezca la justicia
y la paz abunde eternamente

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres.
R. Que en sus días florezca la justicia
y la paz abunde eternamente

Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol:
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.
R. Que en sus días florezca la justicia
y la paz abunde eternamente



En aquel tiempo, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó Jesús: "Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar." Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: "¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron."

domingo, 27 de noviembre de 2022

Lunes de la primera semana de Adviento

Isaías 2,1-5
Salmo 121: Vamos alegres a la casa del Señor
Mateo 8,5-11


Isaías 2,1-5

Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén: Al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor, en la cima de los montes, encumbrado sobre las montañas. Hacia él confluirán los gentiles, caminarán pueblos numerosos. Dirán: "Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob: él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén, la palabra del Señor." Será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra. Casa de Jacob, ven, caminemos a la luz del Señor.


Salmo 121: Vamos alegres a la casa del Señor

¡Qué alegría cuando me dijeron:
"Vamos a la casa del Señor"!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
R. Vamos alegres a la casa del Señor

Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.
R. Vamos alegres a la casa del Señor

Desead la paz a Jerusalén:
"Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios."
R. Vamos alegres a la casa del Señor

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: "La paz contigo."
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
R. Vamos alegres a la casa del Señor 



En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: "Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho." Jesús le contestó: "Voy yo a curarlo." Pero el centurión le replicó: "Señor, no soy quien para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace." Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: "Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos."


Mateo 8,5-17: "Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades"

Mateo 8,5-17

Mt 8,5-13: Curación del sirviente de un centurión

5 Al entrar en Cafarnaún, se le acercó un centurión, rogándole:
6 "Señor, mi sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente".
7 Jesús le dijo: "Yo mismo iré a curarlo".
8 Pero el centurión respondió: "Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra     y mi sirviente se sanará.
9 Porque cuando yo, que no soy más que un oficial subalterno, digo a uno de los soldados que están a 
   mis órdenes: "Ve", él va, y a otro: "Ven", él viene; y cuando digo a mi sirviente: "Tienes que hacer 
   esto", él lo hace".
10 Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: "Les aseguro que no he encontrado a nadie 
     en Israel que tenga tanta fe.
11 Por eso les digo que muchos vendrán de Oriente y de Occidente, y se sentarán a la mesa con 
     Abraham, Isaac y Jacob, en el Reino de los Cielos;
12 en cambio, los herederos del Reino serán arrojados afuera, a las tinieblas, donde habrá llantos y      
     rechinar de dientes". 
13 Y Jesús dijo al centurión: "Ve, y que suceda como has creído". Y el sirviente se curó en ese mismo 
     momento.

Mt 8,14-15: Curación de la suegra de Pedro
Cf. Marcos 1,29-31; Lucas 4,38-39

14 Cuando Jesús llegó a la casa de Pedro, encontró a la suegra de éste en cama con fiebre.
15 Le tocó la mano y se le pasó la fiebre. Ella se levantó y se puso a servirlo.

Mt 8,16-17: Diversas curaciones
Cf. Marcos 1,32-34; Lucas 4,40-41

16 Al atardecer, le llevaron muchos endemoniados, y él, con su palabra, expulsó a los espíritus y curó a 
     todos los que estaban enfermos,
17 para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: Él tomó nuestras 
     debilidades y cargó sobre sí nuestras enfermedades.

sábado, 26 de noviembre de 2022

Las dos partes del Adviento


 
El Adviento comienza con las vísperas del domingo más cercano al 30 de noviembre y termina antes de las vísperas de la Navidad. 

Consta de cuatro semanas, que muestran claramente dos etapas. Aunque el Adviento es una unidad (como queda reflejado en la lectura casi diaria del profeta Isaías) contempla dos aspectos bien definidos: la venida escatologica y la venida historica del Señor (misterio de la Encarnación).

Primera etapa del Adviento:
Desde el primer domingo de Adviento hasta el 16 de diciembre

Comienza el primer domingo de adviento y termina el día 16 de diciembre. Durante la primera parte del Adviento meditamos la venida final (parusia) del Señor. La comunidad es invitada a prepararse para salir al encuentro del Señor. El mensaje y las enseñanzas de estos días presentan un tono escatológico, es decir, de anuncio del final de los tiempos y la actitud de vigilancia que hemos de cultivar.

Segunda parte del Adviento:
Desde el 17 hasta el 24 de diciembre

Durante la segunda parte del Adviento vamos a meditar el nacimiento de Jesús y su entrada en la historia (misterio de la encarnación). Estos días presentan un tono muy navideño, ya que contemplamos los anuncios de los nacimientos de Jesús y de Juan Bautista. El Adviento finaliza con la hora nona (tres de la tarde) del día 24 de diciembre, a media tarde.

Cuatro semanas: cuatro  temas

Son cuatro los temas que se presentan durante el Adviento:

Vigilancia: el Señor esta al llegar (1 domingo)
Conversión: rasgo predominante de la predicacion de Juan Bautista (2 domingo)
Testimonio: Maria, Madre de Dios, vive su llamada sirviendo al projimo (3 domingo)
Anuncio del nacimiento de Jesús a José y María (4 domingo)



¿Que son las vísperas?: las vísperas de la Navidad

Vísperas es el oficio divino vespertino (o de la tarde) en la liturgia de las horas, en las Iglesias católica y la ortodoxa. En general, es el rezo de la tarde, y en las fiestas solemnes, la tarde anterior a la celebración.

¿Qué días es vispera de Navidad?

La Nochebuena es la celebración litúrgica de la noche en que nació Jesús. la noche del 24 de diciembre es la víspera del día de Navidad, 25 de diciembre.

Significado de Liturgia

Etimología de la palabra "liturgia":

Liturgia proviene del griego λειτουργια (leitourgía), que significa obra del pueblo. Está compuesto por λαος (láos) = pueblo y εργον (érgon) = trabajo, obra. 

En el mundo helénico este término no tenía las connotaciones religiosas actuales, sino que hacía referencia a las obras que algún ciudadano hacía en favor del pueblo o a las funciones militares y políticas, etc.

En en Nuevo Testamento

En el Nuevo Testamento, escrito en el dialecto griego llamado κοινε (koiné), esta palabra se utiliza con cuatro significados fundamentales:

• Obra civil (7 veces): como el cuidar a los pobres, colectas, etc.

• Culto del templo (5 veces): como un sentido ritual, similar al culto del templo de Jerusalem.

• Ejercicio público de la religión (1 vez): Como la predicación que se hacía en las sinagogas 
  o en las plazas.

• Culto espiritual comunitario (2 veces): Como la asamblea litúrgica que se reúne para celebrar 
   en comunidad la fe.

La liturgia del pueblo de Dios trasciende las acciones y acontecimientos particulares, descubriendo en la historia la voluntad (acción) de Dios. En la acción litúrgica, que participa en la historia y la trasciende, el pueblo participa en la obra (creadora) de Dios (Jn 17,4).

La liturgia es...

Celebración del acontecimiento fundante de la Iglesia; plegaria que desborda el ámbito individual y comunitario para acercarse a lo divino.

La liturgia es la celebración de la Iglesia, que escucha, proclama, vive, el misterio de Dios a través de un ritual de la palabra y el gesto. Una vivencia donde Dios toma la iniciativa en la comunicación, la cual se hace "audible y visible" en la celebración; acción que debe ser continuamente actualizada y meditada para entender y ahondar en su significado.

La "plegaria liturgica" es respuesta de la comunidad a la acción (o al silencio) de Dios. Dios mismo es el animador de la liturgia y quien otorga la fuerza para vivir como cristianos.

La liturgia de la Iglesia es proclamación, petición, acción de gracias, que reconoce la gratuidad (don, gracia) de la revelación (experiencia de Dios) y que, por tanto, no se puede instrumentalizar o privatizar.

DOMINGO DE LA 1 SEMANA DE ADVIENTO, Ciclo A



Lecturas de la Misa

Mateo 24,37-44: Exhortación a la vigilancia y a la fidelidad

Mateo 24,37-41: Exhortación a la vigilancia y a la fidelidad
Cf. Mc 13,33-37; Lc 12, 35-40

37 Cuando venga el Hijo del hombre, sucederá como en tiempos de Noé.
38 En los días que precedieron al diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, 
     hasta que Noé entró en el arca;
39 y no sospechaban nada, hasta que llegó el diluvio y los arrastró a todos. 
     Los mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre.
40 De dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro dejado.
41 De dos mujeres que estén moliendo, una será llevada y la otra dejada.
42 Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor.
43 Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, 
     velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa.
44 Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada.

Primer Domingo de Adviento, Año A (Lecturas)

Isaías 2,1-5
Salmo 121: Vamos alegres a la casa del Señor
Romanos 13,11-14a
Mateo 24,37-44


Isaías 2,1-5

Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén: Al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor en la cima de los montes, encumbrado sobre las montañas. Hacia él confluirán los gentiles, caminarán pueblos numerosos. Dirán: «Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob: él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén, la palabra del Señor.» Será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra. Casa de Jacob, ven, caminemos a la luz del Señor.


Salmo 121: Vamos alegres a la casa del Señor

Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
R. Vamos alegres a la casa del Señor

Allá suben las tribus, las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.
R. Vamos alegres a la casa del Señor

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
R. Vamos alegres a la casa del Señor

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
R. Vamos alegres a la casa del Señor



Hermanos: Daos cuenta del momento en que vivís; ya es hora de despertaros del sueño, porque ahora nuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer. La noche está avanzada, el día se echa encima: dejemos las actividades de las tinieblas y pertrechémonos con las armas de la luz. Conduzcámonos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas ni borracheras, nada de lujuria ni desenfreno, nada de riñas ni pendencias. Vestíos del Señor Jesucristo.



En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.» 

viernes, 25 de noviembre de 2022

SÁBADO DE LA 34 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año II (Lecturas)

Apocalípsis 22,1-7
Salmo 94: Marana tha! Ven, Señor Jesús
Lucas 21,34-36

Apocalípsis 22,1-7

El ángel del Señor me mostró a mí, Juan, el río de agua viva, luciente como el cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. A mitad de la calle de la ciudad, a ambos lados del río, crecía un árbol de la vida; da doce cosechas, una cada mes del año, y las hojas del árbol sirven de medicina a las naciones. Allí no habrá ya nada maldito. En la ciudad estarán el trono de Dios y el del Cordero, y sus siervos le prestarán servicio, lo verán cara a cara y llevarán su nombre en la frente. Ya no habrá más noche, ni necesitarán luz de lámpara o del sol, porque el Señor Dios irradiará luz sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos. Me dijo: "Estas palabras son ciertas y verdaderas. El Señor Dios, que inspira a los profetas, ha enviado su ángel para que mostrase a sus siervos lo que tiene que pasar muy pronto. Mira que estoy para llegar. Dichoso quien hace caso del mensaje profético contenido en este libro."


Salmo 94: Marana tha! Ven, Señor Jesús

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
R. Marana tha! Ven, Señor Jesús

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
R. Marana tha! Ven, Señor Jesús

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
R. Marana tha! Ven, Señor Jesús



En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre."

¿Enmanuel o Jesús?

Con dos versículos de diferencia, san Mateo indica dos de los nombres que recibirá el Niño nacido de la Virgen: Le pondrás por nombre Jesús... Se le pondrá por nombre Emmanuel (Mt 1,21.23).

No hay oposición entre ambos nombres porque el nombre que se anuncia en Isaías (Emmanuel) es el nombre profético de Cristo, y el nombre de Jesús es su nombre propio y personal. El nombre profético indica lo que significará para los hombres el nacimiento de este niño. Será “Dios con nosotros”.

Así, se lee en el mismo Isaías, cuando dice a Jerusalén: Desde ahora te llamarás ciudad del Justo, ciudad Fiel’ (Is 1,26), no porque hubiese de llamarse así materialmente, sino porque tenía desde entonces una cierta conveniencia a causa de la purificación que en ella haría Yahvé.

O, como dice a este propósito san Jerónimo, ‘significan lo mismo Jesús que Emmanuel, no al oído, sino al sentido’ (Profesores de Salamanca, “Biblia Comentada”, tomo II, B.A.C., Madrid 1964, p. 30).

Enmanuel

Expresa la naturaleza, la personalidad del Hijo de María. El nombre se contiene en la profecía que Isaías proclama ante el desconfiado Acaz, cinco siglos antes del advenimiento del anunciado en ella: He aquí que una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarán su nombre Emmanuel, Dios con nosotros (Is 7,14).

“Emmanuel”: Dios con nosotros. Jesús es Dios; el Dios adorable que hizo el cielo y la tierra y a quien sirven los ángeles. Sin dejar de ser Dios se “hunde” en nuestra historia y en nuestro mundo para convivir con los hombres que Él ha creado: Se hizo ver en la tierra y conversó con los hombres (Ba 3,38).

Emmanuel expresa quién es el que nace: es Dios que se hace carne. Por eso el ángel dijo a María: lo que nacerá de ti será santo, será llamado Hijo de Dios (Lc 1,35).

Jesús

Le pondrás por nombre Jesús porque Él salvará a su pueblo de sus pecados (Mt 1,21). Este nombre expresa la misión del Hijo de Dios al encarnarse. Revela el motivo de la encarnación. Jesús en lengua hebrea se dice "Yehoshuah" y quiere decir "Yahvéh salva", "Dios salva".

¿Quién puede perdonar los pecados sino Dios?, se preguntan los enemigos de Cristo, escandalizados no sólo porque ha curado a un paralítico en Cafarnaúm sino porque se ha anunciado la remisión de sus pecados (cf. Mc 2,7). Han entendido que de esta manera se iguala a Dios, y no se equivocan: sólo Dios puede perdonar los pecados de los hombres. Esto es lo que nos revela con su nombre.

Muchos hebreos se llamaron Jesús por casualidad, decía Maldonado en el siglo de oro español, “Cristo, en cambio, por determinado consejo, no humano sino divino. Aquellos que lo llevaron antes que Él no fueron verdaderos salvadores, y Cristo lo es más todavía de lo que el hombre acierta a significar. Para ellos era nombre común y vulgar; para Cristo fue peculiar y, según el profeta había predicho, propio y singular, porque de la manera que de Cristo se dijo, a nadie le conviene más que a Él, ya que no hay en otro alguno salud” (Juan de Maldonado, Comentarios a San Mateo, B.A.C., Madrid 1950, p. 133).


ENMANUEL



Significado de la palabra Adviento

El Adviento es el tiempo de la venida del Señor. Eso significa la palabra latina “adventus”: venida, advenimiento. Esta palabra se aplicaba principalmente a la llegada de algún personaje importante; por eso, los cristianos se la dedican a Jesús.

El papa Benedicto XVI ha explicado el sentido cristiano y la exigencia espiritual de la palabra “adventus”:

“La palabra latina ‘adventus’ se refiere a la venida de Cristo y pone en primer plano el movimiento de Dios hacia la humanidad, al que cada uno está llamado a responder con la apertura, la espera, la búsqueda y la adhesión. Y al igual que Dios es libre al revelarse y entregarse, porque sólo lo mueve el amor, también la persona humana es libre al dar su asentimiento, aunque tenga la obligación de darlo: Dios espera una respuesta de amor. Durante estos días la liturgia nos presenta como modelo perfecto de esa respuesta a la Virgen María, a quien el próximo 8 de diciembre contemplaremos en el misterio de la Inmaculada Concepción” (Angelus 4-XII-2005).

El tiempo litúrgico del Adviento es el tiempo de Dios que viene hacia nosotros y que reclama nuestra acogida de fe y amor. Nuestra espera no es la espera de los hombres y mujeres de la Antigua Alianza que no habían recibido aún al Salvador. Nosotros ya hemos conocido su venida hace dos mil años en Belén. Pero la venida histórica de Jesús en la humildad de nuestra carne, deja en nosotros el anhelo de una venida más plena. Por eso decimos que el Adviento celebra una triple venida del Señor:

Primero: la venida histórica, cuando asumió nuestra carne y nació de Santa María siempre Virgen.

Segundo: la que se realiza en nuestra existencia personal, iniciada por el Bautismo y continuada en los sacramentos, especialmente en la Eucaristía, donde está presente. El Señor viene a nosotros en los sucesos de cada día, en los acontecimientos de la historia y manifiesta así que la vida cristiana es permanente Adviento.

Y tercero: la venida definitiva o escatológica, al final de los tiempos, cuando el Jesús instaure definitivamente el Reino de Dios.


¿Cuál es el núcleo de la vivencia del Adviento?, por Cardenal Joseph Ratzinger

El Adviento y la Navidad han experimentado un incremento de su aspecto externo y festivo profano tal, que en el seno de la Iglesia surge la aspiración a un Adviento auténtico: la insuficiencia de ese ánimo festivo se deja sentir y nuestras aspiraciones apuntan el núcleo del acontecimiento, ese alimento del espíritu fuerte y consistente del que nos queda un reflejo en las palabras piadosas con que nos felicitamos las pascuas. ¿Cuál es ese núcleo de la vivencia del Adviento?

Significado del Adviento

Podemos tomar como punto de partida la palabra Adviento; este término no significa espera, como podría suponerse, sino que es la traducción de la palabra griega parusía, que significa presencia, o mejor dicho, llegada, es decir, presencia comenzada.

En la antigüedad se usaba para designar la presencia de un rey o señor, o también del dios al que se rinde culto y que regala a sus fieles el tiempo de su parusía. Es decir, que el Adviento significa la presencia comenzada de Dios mismo. Por eso nos recuerda dos cosas:

a) que la presencia de Dios en el mundo ya ha comenzado, 
    y que él ya está presente de una manera oculta;

b) que esa presencia de Dios acaba de comenzar, aún no es total, 
    sino que esta en proceso de crecimiento y maduración.

Su presencia ya ha comenzado, y somos nosotros, los creyentes, quienes hemos de hacerlo presente en el mundo. Es por medio de nuestra fe, esperanza y amor como él quiere hacer brillar la luz en la noche del mundo.

Luz en medio de la noche

De modo que las luces que encendamos en las noches oscuras de este invierno serán a la vez consuelo y advertencia: certeza consoladora de que la luz del mundo se ha encendido ya en la noche oscura de Belén y ha cambiado la noche del pecado humano en la noche santa del perdón divino; por otra parte, la conciencia de que esta luz solamente puede —y solamente quiere— seguir brillando si es sostenida por aquellos que, por ser cristianos, continúan a través de los tiempos la obra de Cristo.

La luz de Cristo quiere iluminar la noche del mundo a través de la luz que somos nosotros; su presencia ya iniciada ha de seguir creciendo por medio de nosotros.

Cuando en la noche santa suene una y otra vez el himno Hodie Christus natus est, debemos recordar que el inicio que se produjo en Belén ha de ser en nosotros inicio permanente, que aquella noche santa es nuevamente un hoy cada vez que un hombre permite que la luz del bien haga desaparecer en él las tinieblas del egoísmo (...) el niño-Dios nace allí donde se obra por inspiración del amor del Señor, donde se hace algo más que intercambiar regalos.

Adviento significa presencia de Dios ya comenzada pero, también, tan sólo comenzada. Esto implica que el cristiano no mira solamente a lo que ya ha sido y ya ha pasado, sino también a lo que está por venir.

En medio de todas las desgracias del mundo tiene la certeza de que la simiente de luz sigue creciendo oculta, hasta que un día el bien triunfará definitivamente y todo le estará sometido: el día que Cristo vuelva. Sabe que la presencia de Dios, que acaba de comenzar, será un día presencia total. Y esta certeza le hace libre, le presta un apoyo definitivo (...).

"Alegraos en el Señor"

(...) «“Alegraos, una vez más os lo digo: alegraos”. La alegría es fundamental en el cristianismo, que es por esencia evangelium, buena nueva.

Y sin embargo es ahí donde el mundo se equivoca, y sale de la Iglesia en nombre de la alegría, pretendiendo que el cristianismo se la arrebata al hombre con todos sus preceptos y prohibiciones. 
Ciertamente, la alegría de Cristo no es tan fácil de ver como el placer banal que nace de cualquier diversión. Pero sería falso traducir las palabras: Alegraos en el Señor por estas otras: Alegraos, pero en el Señor, como si en la segunda frase se quisiera recortar lo afirmado en la primera.

Significa sencillamente alegraos en el Señor, ya que el apóstol evidentemente cree que toda verdadera alegría está en el Señor, y que fuera de él no puede haber ninguna. Y de hecho es verdad que toda alegría que se da fuera de él o contra él no satisface, sino que, al contrario, arrastra al hombre a un remolino del que no puede estar verdaderamente contento.

Por eso aquí se nos hace saber que la verdadera alegría no llega hasta que no la trae Cristo, y que de lo que se trata en nuestra vida es de aprender a ver y comprender a Cristo, el Dios de la gracia, la luz y la alegría del mundo. Pues nuestra alegría no será auténtica hasta que deje de apoyarse en cosas que pueden sernos arrebatadas y destruidas, y se fundamente en la más íntima profundidad de nuestra existencia, imposible de sernos arrebatada por fuerza alguna del mundo. Toda pérdida externa debería hacernos avanzar un paso hacia esa intimidad y hacernos más maduros para nuestra vida auténtica.

Así se echa de ver que los dos cuadros laterales del tríptico de Adviento, Juan y María, apuntan al centro, a Cristo, desde el que son comprensibles. Celebrar el Adviento significa, dicho una vez más, despertar a la vida la presencia de Dios oculta en nosotros. Juan y María nos enseñan a hacerlo. Para ello hay que andar un camino de conversión, de alejamiento de lo visible y acercamiento a lo invisible.

Andando ese camino somos capaces de ver la maravilla de la gracia y aprendemos que no hay alegría más luminosa para el hombre y para el mundo que la de la gracia, que ha aparecido en Cristo. El mundo no es un conjunto de penas y dolores, toda la angustia que exista en el mundo está amparada por una misericordia amorosa, está dominada y superada por la benevolencia, el perdón y la salvación de Dios.

Quien celebre así el Adviento podrá hablar con derecho de la Navidad feliz bienaventurada y llena de gracia. Y conocerá cómo la verdad contenida en la felicitación navideña es algo mucho mayor que ese sentimiento romántico de los que la celebran como una especie de diversión de carnaval».

Estar preparados

«En el capitulo 13 que Pablo escribió a los cristianos en Roma, dice el Apóstol lo siguiente:

“La noche va muy avanzada y se acerca ya el día. Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y vistamos las armas de la luz. Andemos decentemente y como de día, no viviendo en comilonas y borracheras, ni en amancebamientos y libertinajes, ni en querellas y envidias, antes vestíos del Señor Jesucristo...” 

Según eso, Adviento significa ponerse en pie, despertar, sacudirse del sueño. ¿Qué quiere decir Pablo? Con términos como “comilonas, borracheras, amancebamientos y querellas” ha expresado claramente lo que entiende por noche. Las comilonas nocturnas, con todos sus acompañamientos, son para él la expresión de lo que significa la noche y el sueño del hombre. Esos banquetes se convierten para San Pablo en imagen del mundo pagano en general que, viviendo de espaldas a la verdadera vocación humana, se hunde en lo material, permanece en la oscuridad sin verdad, duerme a pesar del ruido y del ajetreo.

La comilona nocturna aparece como imagen de un mundo malogrado. ¿No debemos reconocer con espanto cuan frecuentemente describe Pablo de ese modo nuestro paganizado presente? Despertarse del sueño significa sublevarse contra el conformismo del mundo y de nuestra época, sacudirnos, con valor para la virtud v la fe, sueño que nos invita a desentendernos a nuestra vocación y nuestras mejor posibilidades.

Tal vez las canciones del Adviento, que oímos de nuevo esta semana se tornen señales luminosas para nosotros que nos muestra el camino y nos permiten reconocer que hay una promesa más grande que la el dinero, el poder y el placer. Estar despiertos para Dios y para los demás hombres: he ahí el tipo de vigilancia a la que se refiere el Adviento, la vigilancia que descubre la luz y proporciona más claridad al mundo.

Juan Bautista y María

Juan el Bautista y María son los dos grandes prototipos de la existencia propia del Adviento. Por eso, dominan la liturgia de ese período.

¡Fijémonos primero en Juan el Bautista! Está ante nosotros exigiendo y actuando, ejerciendo, pues, ejemplarmente la tarea masculina. Él es el que llama con todo rigor a la metanoia, a transformar nuestro modo de pensar. Quien quiera ser cristiano debe cambiar continuamente sus pensamientos.

Nuestro punto de vista natural es, desde luego, querer afirmarnos siempre a nosotros mismos, pagar con la misma moneda, ponernos siempre en el centro.

Quien quiera encontrar a Dios tiene que convertirse interiormente una y otra vez, caminar en la dirección opuesta. Todo ello se ha de extender también a nuestro modo de comprender la vida en su conjunto.

Día tras día nos topamos con el mundo de lo visible. Tan violentamente penetra en nosotros a través de carteles, la radio, el tráfico y demás fenómenos de la vida diaria, que somos inducidos a pensar que sólo existe él. Sin embargo, lo invisible es, en verdad, más excelso y posee más valor que todo lo visible.

Una sola alma es, según la soberbia expresión de Pascal, más valiosa que el universo visible. Mas para percibirlo de forma viva es preciso convertirse, transformarse interiormente, vencer la ilusión de lo visible y hacerse sensible, afinar el oído y el espíritu para percibir lo invisible.

Aceptar esta realidad es más importante que todo lo que, día tras día, se abalanza violentamente sobre nosotros. Metanoeite: dad una nueva dirección a vuestra mente, disponedla para percibir la presencia de Dios en el mundo, cambiad vuestro modo de pensar, considerar que Dios se hará presente en el mundo en vosotros y por vosotros.

Ni siquiera Juan el Bautista se eximió del difícil acontecimiento de transformar su pensamiento, del deber de convertirse. ¡Cuán cierto es que éste es también el destino del sacerdote y de cada cristiano que anuncia a Cristo, al que conocemos y no conocemos!».



EL ADVIENTO EN EL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA, nn. 522-524.

II. Los misterios de la infancia y de la vida oculta de Jesús

Los preparativos

522 La venida del Hijo de Dios a la tierra es un acontecimiento tan inmenso que Dios quiso prepararlo durante siglos. Ritos y sacrificios, figuras y símbolos de la "Primera Alianza"(Hb 9,15), todo lo hace converger hacia Cristo; anuncia esta venida por boca de los profetas que se suceden en Israel. Además, despierta en el corazón de los paganos una espera, aún confusa, de esta venida.

523 San Juan Bautista es el precursor (cf. Hch 13, 24) inmediato del Señor, enviado para prepararle el camino (cf. Mt 3, 3). "Profeta del Altísimo" (Lc 1, 76), sobrepasa a todos los profetas (cf. Lc 7, 26), de los que es el último (cf. Mt 11,13), e inaugura el Evangelio (cf. Hch 1,22; Lc 16,16); desde el seno de su madre ( cf. Lc 1,41) saluda la venida de Cristo y encuentra su alegría en ser "el amigo del esposo" (Jn 3, 29) a quien señala como "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Jn 1, 29). Precediendo a Jesús "con el espíritu y el poder de Elías" (Lc 1,17), da testimonio de él mediante su predicación, su bautismo de conversión y finalmente con su martirio (cf. Mc 6,17-29).

524 Al celebrar anualmente la liturgia de Adviento, la Iglesia actualiza esta espera del Mesías: participando en la larga preparación de la primera venida del Salvador, los fieles renuevan el ardiente deseo de su segunda Venida (cf. Ap 22,17). Celebrando la natividad y el martirio del Precursor, la Iglesia se une al deseo de éste: "Es preciso que él crezca y que yo disminuya" (Jn 3, 30).

VIERNES DE LA 34 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año II

Apocalípsis 20,1-4.11-15
Salmo 83: Ésta es la morada de Dios con los hombres
Lucas 21,29-33


Apocalipsis 20,1-4.11-15

Yo, Juan, vi un ángel que bajaba del cielo llevando la llave del abismo y una cadena grande en la mano. Agarró al dragón, que es la serpiente primordial, el diablo o Satanás, y lo encadenó para mil años; lo arrojó al abismo, echó la llave y poso un sello encima, para que no pueda extraviar a las naciones antes que se cumplan los mil años. Después tiene que estar suelto por un poco de tiempo. Vi también unos tronos y en ellos se sentaron los encargados de juzgar; vi también las almas de los decapitados por el testimonio de Jesús y la palabra de Dios, los que no habían rendido homenaje a la bestia ni a su estatua y no habían recibido su señal en la frente ni en la mano. Éstos volvieron a la vida y reinaron con Cristo mil años. Luego vi un trono blanco y grande, y al que estaba sentado en él. A su presencia desaparecieron cielo y tierra, porque no hay sitio para ellos. Vi a los muertos, pequeños y grandes, de pie ante el trono. Se abrieron los libros y se abrió otro libro, el libro de la vida. Los muertos fueron juzgados según sus obras, escritas en los libros. El mar entregó sus muertos, muerte y abismo entregaron sus muertos, y todos fueron juzgados según sus obras. Después muerte y abismo fueron arrojados al lago de fuego-el lago de fuego es la segunda muerte-. Los que no estaban escritos en el libro de la vida fueron arrojados al lago de fuego. Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra han pasado, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo.

Salmo 83: Ésta es la morada de Dios con los hombres

Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo.
R. Ésta es la morada de Dios con los hombres

Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor de los ejércitos,
Rey mío y Dios mío.
R. Ésta es la morada de Dios con los hombres

Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre.
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza:
caminan de baluarte en baluarte.
R. Ésta es la morada de Dios con los hombres



En aquel tiempo puso Jesús una comparación a sus discípulos: "Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que la primavera está cerca. Pues cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el Reino de Dios. Os aseguro que, antes que pase esta generación, todo eso se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán".

Lucas 21,29-33: "Cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios"

Lucas 21,29-33
Viernes de la 34 Semana del Tiempo Ordinario I y II


En aquel tiempo, puso Jesús una parábola a sus discípulos: "Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que el verano está cerca. Pues, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. Os aseguro que antes que pase esta generación todo eso se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán."


SOBRE EL MISMO TEMA:

Martirio de San Clemente I Romano



Sabemos del martirio de Clemente I de Roma por las actas tardías (s. IV) que realzan la figura del santo. El emperador Trajano desterró a Clemente al Quersoneso, en Crimea (sur de Rusia), condenándole a trabajos forzados en una cantera, por negarse a dar culto a los ídolos. 

Un día las autoridades le exigieron que adorara a Júpiter. Clemente dijo que solo adoraba al verdadero Dios. Entonces fue arrojado al mar y para que los cristianos no pudieran venerar su cadáver le fue atado al cuello un ancla. Un ángel enviado por Dios hizo en el fondo del mar un magnífico sepulcro de mármol. Los fieles podían visitar la tumba del santo porque la marea retrocede cada año dos millas, revelando un santuario que contiene los huesos del mártir. Esta narración no es anterior al siglo IV, y es conocida para san Gregorio de Tours en el siglo VI.

Algunos han encontrado en el ancla un símbolo de la iconografía cristiana que sugiere la firmeza de la fe y la seguridad de la unidad que Clemente defendió al mantener el principio de la autoridad primacial de la sede romana. En las persecuciones, el obispo de Roma es el indicutible y supremo representante del magisterio.

San Cirilo y san Metodio llevaron a Roma en el año 860 los restos de san Clemente, los cuales fueron recibidos con gran solemnidad. Adriano II las depositó junto con los de san Ignacio de Antioquía en el altar mayor de la basílica de San Clemente en Roma. El ancla parece ser la única evidencia de identidad pero no podemos deducir de la narración que perteneciera a los huesos dispersos (vea Acta SS., 9 marzo, II, 20).

El primero en mencionar a san Clemente como mártir es Rufino (c. 400). En el año 417, el papa san Zósimo relata el juicio y absolución parcial del hereje Celestio en la basílica de San Clemente. Zósimo había elegido esta iglesia porque Clemente había aprendido la fe de san Pedro, y había dado su vida por ella (Ep. II). También es llamado mártir por el escritor conocido como Predestinato (c. 430) y por el sínodo de Vaison en 442.

Clemente I, Obispo de Roma: tercer sucesor de san Pedro



Los primeros sucesores de san Pedro en la Iglesia de Roma fueron Lino (hasta el año 80) y Anacleto, también llamado Cleto (80-92). “Después de ellos —cuenta san Ireneo—, en tercer lugar desde los Apóstoles, accedió al episcopado Clemente, que no sólo vio a los propios Apóstoles, sino que con ellos conversó y pudo valorar detenidamente tanto la predicación como la tradición apostólica”.

Se suele situar la elección de Clemente en el año 88 y su muerte en 97. El Liber Pontificalis le asigna nueve años de episcopado en tiempos de los emperadores Galba y Vespasiano, y el martirio por la fe; mientras que la cronología de Eusebio de Cesarea (Historia eclesiástica III, 15) y Jerónimo de Estridón (Vir. ill. 15) sitúan su muerte en el tercer año del reinado de Trajano, es decir, en el año 101.

Según Tertuliano, que escribía hacia el 199, la Iglesia romana reclamaba que Clemente fue ordenado por san Pedro (De Praescript., XXXII), y san Jerónimo nos dice que en su tiempo “la mayoría de los latinos” afirmaban que Clemente era el sucesor inmediato del Apóstol (De viris illustr., XV). Los primeros testimonios escritos muestran gran variedad. 

La lista de Papas más antigua es la que hizo san Hegesipo en tiempos del papa san Aniceto, (c. 160 d.C.), citada por san Epifanio (Haere., XXVII, 6). Esta lista fue utilizada por san Ireneo (Haer.,III. III), por Julio Africano, que compuso una cronografía en el año 222, por el autor de un poema latino contra Marción en el siglo III o IV y por san Hipólito, cuya cronología se extiende hasta el año 234, y probablemente se halla en el Catálogo Liberiano de 354. El catálogo mismo fue adoptado en el Liber Pontificalis

Lista de los primeros papas en los documentos más antiguos:

• Hegesipo. ap Epifanio, Canon de la Misa: Lino, Cleto, Clemente

• Ireneo, Julio Africano en Eusebio: Lino, Anacleto, Clemente

• Jerónimo: Lino, Anacleto, Clemente

• Poema contra Marción: Lino, Cleto, Anacleto, Clemente

• Hipólito, “Liberian Catal.”; “Liber Pontif.”: Lino, Clemente, Cleto, Anacleto

• Optato, Agustín: Lino, Clemente, Anacleto

En la actualidad ningún crítico duda de que Cleto, Anacleto y Anencleto sean la misma persona. Anacleto es un error latino; Cleto es una forma corta (y más cristiana) de Anencleto. 

San Ireneo dice que Clemente “vio a los Apóstoles benditos y conversó con ellos y que aún le sonaba en sus oídos la predicación de los Apóstoles, y tenía su tradición ante sus ojos, y no era él solo sino que aún sobrevivían muchos a los que los Apóstoles les habían enseñado”. 

Epifanio también dice que Clemente fue contemporáneo de Pedro y Pablo. Pero a Lino y a Cleto se le atribuyeron doce años a cada uno en la lista. Esto haría casi imposible que Clemente hubiera sido  contemporáneo de Pedro y Pablo. Más aún, Epifanio (loc. cit) afirma: ”No sabemos con certeza si él recibió la ordenación episcopal de Pedro durante la vida de los Apóstoles y declinó el oficio, pues él dice en una de sus epístolas escribe: ‘Me retiro, me voy, que la gente de Dios esté en paz”, (pues hemos hallado esto establecido en ciertas memorias) o si fue nombrado por el obispo Cleto después de que éste sucediera a los Apóstoles”. Probablemente Epifanio quiere decir que Hegesipo dijo que Clemente había sido ordenado por Pedro y que declinó ser obispo, aunque 24 años después realmente ejerció como tal durante nueve años.


¿Quién fue Clemente I de Roma?


Clemente I de Roma es el tercer sucesor de san Pedro como obispo de la Iglesia de Roma (cuarto Papa de la Iglesia Católica), después de Lino y Cleto. Su Pontificado fue del año 93 al 101. Clemente está incluido en el Canon de la Misa y aparece mencionado en los antiguos calendarios. Es considerado el primero de los Padres Apóstolicos. Su fiesta se celebra el 23 de noviembre. Ha dejado un escrito genuino, una Carta a la Iglesia de Corinto, y muchas otras que se le atribuyen.

¿Quién fue Clemente I?

Algunas Actas legendarias presentan a Clemente emparentado con la familia imperial, como si fuera primo de Domiciano. Orígenes. Eusebio, Epifanio y Jerónimo, identifican a Clemente con el colaborador de san Pablo (Flp 4,3), si embargo, este Clemente era probablemente un filipense. 

A mitad del siglo XIX se acostumbraba identificarlo con el cónsul del año 95, Flavio Clemente, quien fue martirizado al final de su consulado por su primo hermano, el emperador Domiciano, por el crimen de “ateísmo”. Pero los antiguos muestran que el papa Clemente I vivió hasta el reinado de Trajano.

Es improbable que Clemente fuera miembro de la familia imperial. El uso continuo del Antiguo Testamento en su Carta a la Iglesia de Corinto sugiere que era de origen judío. Probablemente fue un liberto o hijo de un liberto de la casa del emperador. Sabemos que hubo cristianos en la casa de Nerón (Flp 4,22). Es muy probable que los portadores de la carta de Clemente a la Iglesia de Corinto (Claudio Efebo y Valerio Vito) pertenecieran a la familia imperial pues los nombres de Claudio y Valerio aparecen con frecuencia en inscripciones entre los libertos del emperador Claudio y su esposa Valeria Mesalina.

A través de su Carta a la Iglesia de Corinto se conoce a un Papa muy familiarizado con el Antiguo y Nuevo Testamento, y experimentado en el espíritu de oración. Habla de forma apasionada de la fe, con humildad y autoridad a partes iguales. Expone la existencia de la autoridad jerárquica proveniente de la voluntad fundacional de Cristo, y llama a la comunidad universal de los creyentes "cuerpo de Cristo" y "rebaño". No falta el recurso a la "tradición recibida" para llegar a la concordia de la fe y recuperar la paz.

jueves, 24 de noviembre de 2022

25 de noviembre Santa Catalina de Alejandría



Santa Catalina, mártir, que, según la tradición, fue una virgen de Alejandría dotada tanto de agudo ingenio y sabiduría como de fortaleza de ánimo. Su cuerpo se venera piadosamente en el célebre monasterio del monte Sinaí.

Los datos históricos sobre esta santa, decapitada el 24 ó 25 de noviembre del año 305 por orden del emperador Maximino, son muy escasos. El episodio de su martirio inspiró una leyenda que tiene el siguiente desarrollo, común a las más antiguas redacciones griegas y a una árabe.

Habiendo el Emperador promulgado un edicto que ordenaba ofrecer sacrificios a los dioses, una joven cristiana de nombre Hecaterina, hija única de un noble de Alejandría, extraordinariamente bella, rica y docta, se trasladó al templo e interpeló en público al Emperador.

A tal interpelación siguió un debate religiosofilosófico entre ella y los mejores retóricos, convocados por el Emperador (que en la leyenda recibe el nombre de Majencio), los cuales al final se declararon vencidos: condenados a la hoguera, se convirtieron y pidieron a Catalina la señal de Cristo (en este episodio se basa la invocación de santa Catalina como patrona de los filósofos).

El Emperador ofreció en vano a Catalina la corona imperial; entonces la hizo golpear con nervios de buey y mandó que fuera encarcelada. Durante los 12 días de prisión recibió milagrosamente alimento de una paloma y llegó a convertir a la misma emperatriz Augusta y al tribuno Porfirio.

Condenada a sufrir el tormento de la rueda, se vio librada por un ángel. Por último el Emperador ordenó que fuera decapitada. De sus venas surgió leche en vez de sangre, mientras cuatro ángeles transportaron el cuerpo al Monte Sinaí.

El núcleo original de esta narración podría ser anterior al s.VII. En Occidente, la leyenda se enriqueció entre los s. XIII y XIV con el episodio de la conversión de Catalina a la fe cristiana. Amplia y diversa es la serie de redacciones latinas y romances que desarrollan en verso o en prosa los dos episodios, a veces separados y otras veces unidos.

Los episodios de la leyenda han sido abundantemente representados en la iconografía y en el arte. La traza más antigua de culto se nos da por una pintura del s.VIII descubierta en 1948 en la basílica romana de San Lorenzo.

De los elementos de la antigua leyenda, ha quedado sobre todo en el culto popular la rueda para caracterizar a la santa. Es considerada generalmente protectora de las muchachas y de las núbiles, cuya edad honró con su ciencia y su virtud.