sábado, 28 de abril de 2012

4 DOMINGO DE PASCUA, B

Hechos 4,8-12
Salmo 117,1.8-9.21-23.26.28-29
1 Juan 3,1-2
Juan 10,11-18


Hechos 4,8-12

En aquellos días, Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo: "Jefes del pueblo y ancianos: Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, para saber cómo fue curado, sépanlo ustedes y sépalo todo el pueblo de Israel: este hombre ha quedado sano en el nombre de Jesús de Nazaret, a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó de entre los muertos. Este mismo Jesús es la piedra que ustedes, los constructores, han desechado y que ahora es la piedra angular. Ningún otro puede salvarnos, pues en la tierra no existe ninguna otra persona a quien Dios haya constituido como salvador nuestro".

Salmo 117,1.8-9.21-23.26.28-29:
La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular

Te damos gracias, Señor, porque eres bueno,
porque tu misericordia es eterna.
Más vale refugiarse en el Señor,
que poner en los hombres la confianza;
más vale refugiarse en el Señor,
que buscar con los fuertes una alianza.
R. La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular

Te doy gracias, Señor,
pues me escuchaste y fuiste para mí la salvación.
La piedra que desecharon los constructores,
es ahora la piedra angular.
Esto es obra de la mano del Señor,
es un milagro patente.
R. La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular

Bendito el que viene en nombre del Señor.
Que Dios desde su templo nos bendiga.
Tú eres mi Dios, y te doy gracias.
Tú eres mi Dios, y yo te alabo.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno,
porque tu misericordia es eterna.
R. La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular

1 Juan 3,1-2

Queridos hijos: Miren cuánto amor nos ha tenido el Padre, pues no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos. Si el mundo no nos reconoce, es porque tampoco lo ha reconocido a él. Hermanos míos, ahora somos hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado cómo seremos al fin. Y ya sabemos que, cuando él se manifieste, vamos a ser semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

Juan 10,11-18

En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: "Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas. En cambio, el asalariado, el que no es el pastor ni el dueño de las ovejas, cuando ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; el lobo se arroja sobre ellas y las dispersa, porque a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor, porque conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre. Yo doy la vida por mis ovejas. Tengo además otras ovejas que no son de este redil y es necesario que las traiga también a ellas; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor. El Padre me ama porque doy mi vida para volverla a tomar. Nadie me la quita; yo la doy porque quiero. Tengo poder para darla y lo tengo también para volverla a tomar. Este es el mandato que he recibido de mi Padre".

Comentario por Mons. Francisco Gonzalez, S.F.
Obispo Auxiliar de Washington, D.C.

Comenzamos la cuarta semana de Pascua y este domingo es conocido como el "domingo del Buen Pastor". Me gustaría que este domingo la homilía estuviera a cargo de algún laico, incluso, de haberlo pensado antes, hubiera pedido a alguno de los lectores que escribiera la reflexión para esta semana. Este es un domingo cuyas lecturas siempre me inquietan. Jesús en el evangelio (Jn. 10, 11-18) se nos presenta como "el Buen Pastor".

Dos características que Jesús se atribuye a sí mismo como "pastor bueno" son, primero que todo, disponibilidad para dar la vida por las ovejas y, en segundo lugar, conocimiento de las mismas. Sería interesante que nuestros rebaños tuvieran la oportunidad de decirnos a nosotros, los pastores, los sacerdotes, los ministros, los obispos, cómo ven nuestro pastoreo. ¿Qué nos dirían?

Esta misma pregunta la hace el prolífero y profundo escritor Alessandro Pronzato y él da la oportunidad a una "oveja" para que nos hable a los pastores. Creo que dice algo sobre ciertas posturas, que de vez en cuando encuentra en los pastores, posturas que son más de asalariado que de verdadero pastor, comparación que me ha dolido un tanto, tal vez bastante, pues si como dice la sabiduría popular que "las comparaciones son odiosas", ésta lo es en grado profundo. Entre asalariado y pastor debe haber una distancia sin medida.

La "oveja" sigue hablando al pastor y explicándole que no es simplemente la cuestión de dinero (en el bolsillo ya, en la mente y tal vez en el corazón) por lo que a veces proyecta la impresión de asalariado, mercenario, sino que también cuando cede "a las consideraciones de prestigio personal, éxito, popularidad, cuando interpreta su papel en clave de poder y de dominio, cuando en vez de servir se sirve de las personas, las instrumentaliza para sus fines, cuando defiende que el oficio le autoriza a disponer de ellas y las manipula".

El "pastor bueno" conoce sus ovejas y da la vida por ellas. Así lo hizo el "Buen Pastor" y, a eso mismo estamos llamados todos los que tenemos pastoreo a nuestro cuidado.

El cuidado del rebaño que se basa en la construcción de paredes y el uso de candados, el pastoreo por decreto y prohibición no es lo que Cristo nos dice, aunque en ocasiones esas cosas sean útiles e incluso necesarias, pero no hay nada mejor que el conocimiento personal de quienes se te han confiado (feligreses, estudiantes, hijos, ciudadanos) y la entrega de uno mismo a ellos, por su bien, por su protección contra el enemigo, por su salvación.

En este domingo del "Buen Pastor" tenemos que orar para que haya verdaderos "pastores buenos", sin olvidar que también se necesitan "ovejas buenas" que buscan, que tratan de formar "un rebaño ideal", ovejas que ayudan a sus pastores a un examen de conciencia y que, al mismo tiempo, reconocen toda esa gran labor que sus pastores hacen, incluso, en momentos difíciles, esa labor de cuidar un rebaño muy diverso, de reír con los que ríen y llorar con los que lloran, de orar con los que oran y de rezar por los que no lo hacen, de celebrar un bautismo y de acompañar al enfermo, de dar la bienvenida a los jóvenes y no negar el abrazo al que sufre de cualquier enfermedad.

miércoles, 25 de abril de 2012

Entusiasmo y sencillez en las homilias


El cardenal Robert Sarah, presidente del Consejo Pontificio "Cor Unum", ha animado en Valencia a los sacerdotes a poner de relieve "la centralidad de Cristo" en sus homilías no sólo con palabras, sino también con "el tono, las expresiones, la alegría, la sencillez y el entusiasmo", ya que "los fieles perciben el amor del celebrante a Cristo" en todo ello.

El purpurado guineano, que ha pronunciado una conferencia en la facultad de Teología "San Vicente Ferrer" con el título "La Palabra de Dios en la vida del sacerdote: oración y homilía", ha aconsejado también a los presbíteros evitar "homilías genéricas y abstractas que oculten la sencillez de la Palabra de Dios, así como inútiles divagaciones que corren el riesgo de atraer la atención más sobre el predicador que sobre el corazón del mensaje evangélico".

En este sentido, "debe quedar claro a los fieles que lo que interesa del predicador es mostrar a Cristo, que tiene que ser el centro de toda homilía", ha subrayado el cardenal Sarah, que ha apoyado su disertación principalmente en la exhortación apostólica "Verbum Domini" del papa Benedicto XVI "sobre la Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia".

"El sacerdote procurará con sus palabras que los fieles puedan descubrir el rostro amable de Cristo, que se encuentra en el Evangelio, que oigan y pongan en práctica las inspiraciones que el Espíritu Santo suscita en la proclamación de la Palabra de Dios".

Para poder desarrollar ese modo de predicar, el purpurado ha recomendado a los sacerdotes dedicar un "tiempo de preparación a la homilía" que incluya un "estudio meditativo íntimamente unido a la oración personal". De hecho, "el predicador tiene que ser el primero que tiene que dejarse interpelar por la Palabra de Dios que anuncia".

En este punto, ha citado a san Agustín al añadir que "pierde tiempo predicando exteriormente la Palabra de Dios quien no es oyente de ella en su interior".

Por otra parte, el cardenal Sarah ha exhortado a que, además de preparar con especial atención la homilía dominical y la de las solemnidades, "no se deje de ofrecer también, cuando sea posible, durante las misas del resto de días breves reflexiones apropiadas para ayudar a los fieles a acoger y hacer fructífera la palabra escuchada".

Por todo ello, ha animado a todos los cristianos, y en particular a los sacerdotes, a leer asiduamente la Biblia, a profundizar en su conocimiento y a dejarse interpelar por la Sagrada Escritura. Con su conferencia, ha quedado clausurado el ciclo de "Diálogos de Teología Almudí".

jueves, 19 de abril de 2012

3 DOMINGO DE PASCUA, B

Hechos 3,13-15.17-19
Salmo 4: En ti, Señor, confío. Aleluya.
1 Juan 2,1-5
Lucas 24,35-48



Hechos de los Apóstoles 3, 13-15. 17-19

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: "El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, a quien ustedes entregaron a Pilato, y a quien rechazaron en su presencia, cuando él ya había decidido ponerlo en libertad. Rechazaron al santo, al justo, y pidieron el indulto de un asesino; han dado muerte al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos y de ello nosotros somos testigos. Ahora bien, hermanos, yo sé que ustedes han obrado por ignorancia, de la misma manera que sus jefes; pero Dios cumplió así lo que había predicho por boca de los profetas: que su Mesías tenía que padecer. Por lo tanto, arrepiéntanse y conviértanse para que se les perdonen sus pecados".

Salmo 4: En ti, Señor, confío

Tú que conoces lo justo de mi causa,
Señor, responde a mi clamor.
Tú que me has sacado con bien de mis angustias,
apiádate y escucha mi oración.
R. En ti, Señor, confío

Admirable en bondad ha sido el Señor para conmigo,
y siempre que lo invoco me ha escuchado;
por eso en él confío.
En ti, Señor, confío

En paz, Señor, me acuesto y duermo en paz,
pues sólo tú, Señor, eres mi tranquilidad.
En ti, Señor, confío

Primera carta del apóstol san Juan 2, 1-5

Hijitos míos: Les escribo esto para que no pequen. Pero, si alguien peca, tenemos como intercesor ante el Padre, a Jesucristo, el justo. Porque él se ofreció como víctima de expiación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino por los del mundo entero. En esto tenemos una prueba de que conocemos a Dios: en que cumplimos sus mandamientos. Quien dice: "Yo lo conozco", pero no cumple sus mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él. Pero en aquel que cumple su palabra, el amor de Dios ha llegado a su plenitud, y precisamente en esto conocemos que estamos unidos a él.

Lucas 24, 35-48

Cuando los dos discípulos regresaron de Emaús y llegaron al sitio donde estaban reunidos los apóstoles, les contaron lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. Mientras hablaban de esas cosas, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Ellos, desconcertados y llenos de temor, creían ver un fantasma. Pero él les dijo: "No teman; soy yo. ¿Por qué se espantan? ¿Por qué surgen dudas en su interior? Miren mis manos y mis pies. Soy yo en persona. Tóquenme y convénzanse: un fantasma no tiene ni carne ni huesos, como ven que tengo yo". Y les mostró las manos y los pies. Pero como ellos no acababan de creer de pura alegría y seguían atónitos, les dijo: "¿Tienen aquí algo de comer?" Le ofrecieron un trozo de pescado asado; él lo tomó y se puso a comer delante de ellos. Después les dijo: "Lo que ha sucedido es aquello de que les hablaba yo, cuando aún estaba con ustedes: que tenía que cumplirse todo lo que estaba escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos". Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras y les dijo: "Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios y el perdón de los pecados.Ustedes son testigos de esto".

Comentario por Mons. Francisco González, S.F.,
Obispo Auxiliar de Washington, D.C.

Estamos ya en el tercer domingo de Pascua. La primera lectura nos ofrece una reflexión que podríamos explicar con el dicho de la sabiduría popular: "El hombre propone y Dios dispone".

En este pasaje de los Hechos de los Apóstoles nos acercamos a escuchar a Pedro que está echando un discurso. ¿Qué dice en el discurso? Sencillamente le recuerda a la gente lo que ellos hicieron y lo que Dios hizo, ellos mataron a Cristo, al Siervo (v.13), al Santo y Justo (v.14), al Señor de la vida (15) y que Dios lo resucitó.

Rehusarnos a ser hijos de Dios es una tragedia, no hay mayor bendición para el creyente en Dios que descansar y confiar en su maravillosa presencia y debe ser la más grande bienaventuranza, gozo nuestro. Su presencia nos da la fuerza para vivir, guía nuestros pensamientos, nos muestra el camino y nos ayuda a experimentar la bondad y el amor.

Cuantas veces cuando la historia la escribe el hombre, nos vamos a la deriva, sin embargo, cuando nos confiamos en Dios, las cosas van mejor. La tragedia de quererle quitar el puesto a Dios empezó hace mucho tiempo, nada más y nada menos que con Adán y Eva.

En la segunda lectura, San Juan concluye un tema que ya venían arrastrando por varios versículos: el pecado en la vida de aquellos que se dicen ser seguidores del Señor, o sea, la posibilidad de caer en pecado. Sin embargo, Él "les escribe para que no pequen", y para recordarles también que si alguno peca, tenemos un "abogado defensor" que intercede por nosotros ante Dios.

Jesús el día de su Resurrección, como que no quería que sus seguidores sufrieran y haciéndose presente entre ellos dijo: ‘Soy yo, no tengan miedo’. Él proclamó que vino para que tuviéramos vida en abundancia.

¿Quieres saber, hermano/a, si verdaderamente "conoces" al Señor? Mira tu conducta, si tu comportamiento va de acuerdo con la Palabra, entonces puedes decir que sí lo conoces, que sí lo amas. Por el hecho de tener "un defensor, un abogado" en Cristo, no hagamos conclusiones equivocadas o raras, pensando que no hay por qué preocuparse, que el abogado que tenemos es muy listo y que por eso podemos hacer lo que nos da la gana…

Volviendo a la primera lectura, vemos que Pedro recuerda a los que le escuchan: "Arrepiéntanse entonces y conviértanse, para que todos sus pecados sean perdonados". El arrepentimiento verdadero y sincero se requiere para recibir el perdón, de lo contrario tendríamos a Dios por tonto y nosotros seríamos unos mentirosos, unos embusteros.

El evangelio de este domingo termina también con el mismo tema al hablar Jesús Resucitado a sus discípulos, que se han quedado atónitos y asustados con su visita. Él les recuerda que en la predicación se debe invitar a la gente "a que se conviertan y les sean perdonados sus pecados".

La Resurrección disipa la monotonía y abre las puertas a la sorpresa. La Nueva Vida es el antídoto contra el aburrimiento espiritual, es el reto hacia el amor absoluto y sin límites ni condiciones. Jesús tanto antes de su muerte como después de la resurrección, quiere estar con sus amigos, y cuando ve que se alejan, Él mismo lo busca, como en el camino de Emaús y, se queda con ellos y, come con ellos. Él les desea y les da la paz.

¿Cómo vivir y anunciar la Resurrección del Señor? Siendo testigo/s de su amor. Él nos busca… no nos escondamos. Él nos invita… no nos excusemos. Él nos muestra las llagas en sus manos y sus pies… no cerremos los ojos ante la verdad, ni ante la necesidad del hermano. Él nos invita a sentarnos con Él… no le demos un desaire. Él nos enciende el corazón con su Palabra… no apaguemos ese fuego divino. Él nos da la paz… no tengamos miedo.

miércoles, 18 de abril de 2012

Asociacion de la Sagrada Familia/ Retiro de Cuaresma, 2012


Agenda del retiro de cuaresma

1. Bienvenida y oracion
2. Primera charla:
    La historia de la Asociacion de la Sagrada Familia
    e Introduccion a la Iglesia domestica,
    por Mr. Emilio Martinez (Presidente)
3. Segunda charla:
    San Jose Manyanet y la Sagrada Familia de Nazaret:
    Espiritualidad y mision del santo,
    por el P. Javier Gutierrez, S.F.
4. Tercera charla:
    Bases para hacer de cada hogar un Nazaret,
    por el P. Julio Gonzalez, S.F.
5. Cuarta charla:
    Haciendo del Evangelio de Nazaret una realidad,
    por Terry Lopez y Shirley Herrera.
6. Mesa redonda:
    Desafios de las familias de hoy.
7. Oracion final y bendicion.


















Celadoras de Chimayo, Santa Cruz, Pojoaque, Espanola, Santa Fe y Los Alamos (New Mexico, USA)



















Con el matrimonio de celadores de Los Alamos (New Mexico, USA)



Celadores de Chimayo, Las Trampas, Rio Chiquito y Santa Fe.



















PP. Javier Gutierrez y Julio Gonzalez, S.F., con una celadora de Santa Cruz.


















Emilio Martinez presidente de la Asociacion de la Sagrada Familia en USA (con su esposa Josefina)

sábado, 14 de abril de 2012

SANTOS/ Benedicto XVI sobre el apóstol Tomás


Queridos hermanos y hermanas:

Prosiguiendo nuestros encuentros con los doce Apóstoles elegidos directamente por Jesús, hoy dedicamos nuestra atención a Tomás.

Siempre presente en las cuatro listas del Nuevo Testamento, es presentado en los tres primeros evangelios junto a Mateo (cf. Mt 10, 3; Mc 3, 18; Lc 6, 15), mientras que en los Hechos de los Apóstoles aparece junto a Felipe (cf. Hch 1, 13).

Su nombre deriva de una raíz hebrea, "ta'am", que significa "mellizo". De hecho, el evangelio de san Juan lo llama a veces con el apodo de "Dídimo" (cf. Jn 11, 16; 20, 24; 21, 2), que en griego quiere decir precisamente "mellizo". No se conoce el motivo de este apelativo.

El cuarto evangelio, sobre todo, nos ofrece algunos rasgos significativos de su personalidad. El primero es la exhortación que hizo a los demás apóstoles cuando Jesús, en un momento crítico de su vida, decidió ir a Betania para resucitar a Lázaro, acercándose así de manera peligrosa a Jerusalén (cf. Mc 10, 32). En esa ocasión Tomás dijo a sus condiscípulos: "Vayamos también nosotros a morir con él" (Jn 11, 16). Esta determinación para seguir al Maestro es verdaderamente ejemplar y nos da una lección valiosa: revela la total disponibilidad a seguir a Jesús hasta identificar su propia suerte con la de él y querer compartir con él la prueba suprema de la muerte.

En efecto, lo más importante es no alejarse nunca de Jesús. Por otra parte, cuando los evangelios utilizan el verbo "seguir", quieren dar a entender que adonde se dirige él tiene que ir también su discípulo. De este modo, la vida cristiana se define como una vida con Jesucristo, una vida que hay que pasar juntamente con él.

San Pablo escribe algo parecido cuando tranquiliza a los cristianos de Corinto con estas palabras: "En vida y muerte estáis unidos en mi corazón" (2 Co 7, 3). Obviamente, la relación que existe entre el Apóstol y sus cristianos es la misma que tiene que existir entre los cristianos y Jesús: morir juntos, vivir juntos, estar en su corazón como él está en el nuestro.

Una segunda intervención de Tomás se registra en la última Cena. En aquella ocasión, Jesús, prediciendo su muerte inminente, anuncia que irá a preparar un lugar para los discípulos a fin de que también ellos estén donde él se encuentre; y especifica: "Y adonde yo voy sabéis el camino" (Jn 14, 4).

Entonces Tomás interviene diciendo: "Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?" (Jn 14, 5). En realidad, al decir esto se sitúa en un nivel de comprensión más bien bajo; pero esas palabras ofrecen a Jesús la ocasión para pronunciar la célebre definición: "Yo soy el camino, la verdad y la vida" (Jn 14, 6). Por tanto, es en primer lugar a Tomás a quien se hace esta revelación, pero vale para todos nosotros y para todos los tiempos.

Cada vez que escuchamos o leemos estas palabras, podemos ponernos con el pensamiento junto a Tomás e imaginar que el Señor también habla con nosotros como habló con él. Al mismo tiempo, su pregunta también nos da el derecho, por decirlo así, de pedir aclaraciones a Jesús. Con frecuencia no lo comprendemos. Debemos tener el valor de decirle: no te entiendo, Señor, escúchame, ayúdame a comprender. De este modo, con esta sinceridad, que es el modo auténtico de orar, de hablar con Jesús, manifestamos nuestra escasa capacidad para comprender, pero al mismo tiempo asumimos la actitud de confianza de quien espera luz y fuerza de quien puede darlas.

Luego, es muy conocida, incluso es proverbial, la escena de la incredulidad de Tomás, que tuvo lugar ocho días después de la Pascua.

En un primer momento, no había creído que Jesús se había aparecido en su ausencia, y había dicho: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré" (Jn 20, 25).

En el fondo, estas palabras ponen de manifiesto la convicción de que a Jesús ya no se le debe reconocer por el rostro, sino más bien por las llagas. Tomás considera que los signos distintivos de la identidad de Jesús son ahora sobre todo las llagas, en las que se revela hasta qué punto nos ha amado. En esto el apóstol no se equivoca.

Como sabemos, ocho días después, Jesús vuelve a aparecerse a sus discípulos y en esta ocasión Tomás está presente. Y Jesús lo interpela: "Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente" (Jn 20, 27).

Tomás reacciona con la profesión de fe más espléndida del Nuevo Testamento: "Señor mío y Dios mío" (Jn 20, 28). A este respecto, san Agustín comenta: Tomás "veía y tocaba al hombre, pero confesaba su fe en Dios, a quien ni veía ni tocaba. Pero lo que veía y tocaba lo llevaba a creer en lo que hasta entonces había dudado" (In Iohann. 121, 5). El evangelista prosigue con una última frase de Jesús dirigida a Tomás: "Porque me has visto has creído. Bienaventurados los que crean sin haber visto" (Jn 20, 29).

Esta frase puede ponerse también en presente: "Bienaventurados los que no ven y creen". En todo caso, Jesús enuncia aquí un principio fundamental para los cristianos que vendrán después de Tomás, es decir, para todos nosotros. Es interesante observar cómo otro Tomás, el gran teólogo medieval de Aquino, une esta bienaventuranza con otra referida por san Lucas que parece opuesta: "Bienaventurados los ojos que ven lo que veis" (Lc 10, 23). Pero el Aquinate comenta: "Tiene mucho más mérito quien cree sin ver que quien cree viendo" (In Johann. XX, lectio VI, § 2566).

En efecto, la carta a los Hebreos, recordando toda la serie de los antiguos patriarcas bíblicos, que creyeron en Dios sin ver el cumplimiento de sus promesas, define la fe como "garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven" (Hb 11, 1).

El caso del apóstol Tomás es importante para nosotros al menos por tres motivos: primero, porque nos conforta en nuestras inseguridades; en segundo lugar, porque nos demuestra que toda duda puede tener un final luminoso más allá de toda incertidumbre; y, por último, porque las palabras que le dirigió Jesús nos recuerdan el auténtico sentido de la fe madura y nos alientan a continuar, a pesar de las dificultades, por el camino de fidelidad a él.

El cuarto evangelio nos ha conservado una última referencia a Tomás, al presentarlo como testigo del Resucitado en el momento sucesivo de la pesca milagrosa en el lago de Tiberíades (cf. Jn 21, 2). En esa ocasión, es mencionado incluso inmediatamente después de Simón Pedro: signo evidente de la notable importancia de que gozaba en el ámbito de las primeras comunidades cristianas. De hecho, en su nombre fueron escritos después los Hechos y el Evangelio de Tomás, ambos apócrifos, pero en cualquier caso importantes para el estudio de los orígenes cristianos.

Recordemos, por último, que según una antigua tradición Tomás evangelizó primero Siria y Persia (así lo dice ya Orígenes, según refiere Eusebio de Cesarea, Hist. eccl. 3, 1), y luego se dirigió hasta el oeste de la India (cf. Hechos de Tomás 1-2 y 17 ss), desde donde después el cristianismo llegó también al sur de la India. Con esta perspectiva misionera terminamos nuestra reflexión, deseando que el ejemplo de Tomás confirme cada vez más nuestra fe en Jesucristo, nuestro Señor y nuestro Dios.

Vaticano, Audiencia General del miercoles, 27 de septiembre del 2006.

ARTE/ Saint Thomas Altarpiece (Cologne, Germany)










Saint Thomas Altarpiece, Wallraf-Richartz Museum, Cologne, Germany.

SANTOS/ Santo Tomás Apóstol (fiesta: 3 de julio)



Tomás llamado Dídimo. En aquel tiempo muchas personas en Israel tenían dos nombres: uno en hebreo y otro en griego. Tomás, es el nombre hebreo del apóstol, mientras que en griego es "Dídimo", que significa: el gemelo.

La tradición dice que el apóstol Tomás fue martirizado proclamando el evangelio en la India el 3 de julio del año 72. Antes lo había proclamado en Persia.

El evangelio según san Juan narra tres episodios donde la presencia del apóstol Tomás es relevante:

— Primer episodio:

Jesús se dirige por última vez a Jerusalén. Los discípulos tienen miedo de lo que pueda suceder y le dicen: "Los judíos quieren matarte y ¿vuelves allá? Tomás, llamado Dídimo, dijo a los demás: Vayamos también nosotros y muramos con Él" (Jn 11:16).

— Segundo episodio:

Durante la cena pascual, Jesús dice a los apóstoles: "A donde yo voy, ya sabéis el camino". Tomás le responde: "Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?" (Jn 14:15). Le dice Jesús: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí".

Jesús menciona tres cosas muy importantes: el Camino, la Verdad y la Vida. Todo israelita quería encontrar el camino, la verdad y la verdadera vida para llegar a la santidad. Por su experiencia en el desierto sabían que si equivocaban el camino morirían. Jesús les dice que él mismo es el Camino, la Verdad y la Vida.

Si preguntamos: ¿Dónde está el hospital más cercano? Tal vez escuchemos algo parecido a esto: "Siga por esta calle y después de tres cruces tome la calle de la derecha. Entonces, verá el hospital". De esta persona debemos fiarnos. Pero si nos dice: "Sígame, que yo voy para allá", entonces nuestra tranquilidad es total. Jesús nos dijo cuál era el camino para llegar y, al mismo tiempo: "Yo voy para allá, síganme".

— Tercer episodio:

Tomás no estaba con los apóstoles en la primera aparición de Jesús (Jn 20:24):

Los discípulos le dicen: "Hemos visto al Señor". Tomás les contesta: "Si no veo en sus manos los agujeros de los clavos, y no meto mis dedos en los agujeros sus clavos, y no meto mi mano en la herida de su constado, no creeré". Ocho días después estaban los discípulos reunidos y Tomás con ellos. Se presentó Jesús y dijo a Tomás: "Acerca tu dedo: aquí tienes mis manos. Trae tu mano y métela en la herida de mi costado, y no seas incrédulo sino creyente". Tomás le contesta: "Señor mío y Dios mío". Jesús le dijo: "Has creído porque me has visto. Dichosos los que creen sin ver".

CHRISTIAN SYMBOLS/ The Mother Pelican


















The mother pelican is a popular medieval symbol for Christ. She is shown surrounded by her chicks and pecking her chest to feed them on her own blood when no other food is available, even if it means she might die.

This image reflects Christ giving his blood for the life of the world and is often depicted on altars to connect with Christ’s presence in the body and blood of the Eucharist.

The Resurrection (1475), by Giovanni Bellini



The central focus of worship in a medieval Catholic church was the altar. Here the priest consecrated the bread and wine so that it became the Body and Blood of Christ. Immediately after the bread had been consecrated, he lifted it high, so that all the members of the congregation could see it.

Now imagine the drama of this scene played against the backdrop of Bellini's 'Resurrection', an altarpiece standing immediately behind the altar. As the priest raised the Host towards heaven, his action was echoed by the figure of Christ, rising heavenward from his tomb. The parallel could not have been more obvious. The image echoed what was happening in the Mass.

This was reinforced by subtle parallels in the painting. The shape of the coffin of Jesus was similar to the altar's design; on the altar itself lay a white cloth not unlike the now-discarded shroud; and a dawn sky, with budding twigs on the trees, hinted at renewal in Nature. Even some cheeky rabbits, symbols of new life, gamboled at Jesus' feet.

Source: http://www.bible-art.info/Resurrection.htm

Easter Morning (2001), by He Qi




He Qi (pronounced "Huh Chee"), is known internationally in the world of contemporary sacred art. His works have been exhibited in some of the great cities of the world. His paintings have also been seen in various media outlets such as the BBC and Hong Kong Cable TV, and have been featured in many publications, such as Asian Week, Far Eastern Economic Review, and Christianity Today. In addition, reproductions of his work grace the covers of several christian books, including a "History of Christian Art," and 12 of his paintings were used by the Presbyterian (PCUSA) calendar in 2004.

Few artists have a PhD., but Dr. He Qi earned that title in 1993 at Nanjing Art Institute, and went on to teach at Nanjing Union Theological Seminary. Dr. He Qi was the 2005-2006 Paul T. Lauby artist in residence at the Overseas Ministries Study Center, and was also featured in the 2007 exhibition "The Christian Story: Five Asian Artists Today" at the Museum of Biblical Art (MOBIA) in New York City.

Dr. He Qi was a professor at the Nanjing Union Theological Seminary and a tutor for master candidate students in the Philosophy Department of Nanjing University. He is also a member of the China Art Association and a council member of the Asian Christian Art Association (please check www.asianchristianart.org for more information about He Qi).

He has been committed to the artistic creation of modern Chinese Christian Art since 1983. He hopes to help change the "foreign image" of Christianity in China by using artistic language, and at the same time, to supplement Chinese Art the way Buddhist art did in ancient times. In his works, He Qi has blended together Chinese folk customs and traditional Chinese painting techniques with the western art of the Middle and Modern Ages, and has created an artistic style of color-on-paper painting.

Dr. He Qi was the first among Mainland Chinese to earn Ph.D. in the Religious art after Cultural Revolution. He wrote his dissertation while studying at Hamburg Art Institute in Germany, where he was also able to pursue research in medieval art. His work has been well received overseas: He has exhibited in Kyoto, Hong Kong, Geneve, Hamburg, London, St.Paul, San Francisco, Berkeley and Madison., NewHaven,Minneapolis, St.Paul, Madison, Washington, Princeton, Detroit, Tornoto, as well as in mainland China.

He won the 20th Century Award for Achievement in the field of Religious Art Theory and Christian Art Creation by the International Biographical Centre Cambridge, England.

His art works have been introduced through some main medias such as: BBC, HK Cable TV, Asian Week, Far Eastern Economic Review, Christianity Today, Upper Room, Augsburg Fortress, Sing Tao Daily News, The World Daily, etc.

viernes, 13 de abril de 2012

Resurrection of Christ and the women at the tomb (1440), by Fra Angelico, fresco




Oh, to have been a Dominican monk living in the Convent of San Marco, Florence in the late 15th century. The walls of the dormitories and cells were painted with wonderful scenes from the life of Christ, so the silence of monastic life was flooded instead with thoughts of Jesus Christ. This painting of the Resurrection of Christ, and the Women at the Tomb was painted during the artist's stay in the convent, 1436-46.

The figures are arranged with simple formality, and yet it would be wrong to think there was a lack of sophistication: Fra Angelico is intent only on his subject, and he does not distract the viewer with unnecessary details.

The grace and dignity of the women does not conceal their grief; they turn for some explanation to the figure of the angel who should, by its nature, be physically insubstantial but instead has a sort of reassuring solidity and authority. Dominic prays, head bowed and eyes lowered. The Risen Christ watches over them all.

Source: http://www.bible-art.info/Resurrection.htm

ART/ Two Disciples at the Tomb (1905), by Henry Ossawa Tanner
























An introduction to Tanner's artistic career and strong Christian beliefs. Explore Tanner's very human depiction of a religious subject taken from the Gospel of Saint John.

The reverent mood of Henry Ossawa Tanner's Two Disciples at the Tomb testifies to the painter's deeply held Christian beliefs. The son of a prominent minister of the African Methodist Episcopal Church, Tanner regarded his faith as central to his racial identity. Themes of salvation and resurrection held a particular poignancy for African Americans of Tanner's generation; while his father was a second-generation freedman, his mother had been born into slavery. Inspired by a passage from the Gospel of Saint John, Two Disciples at the Tomb depicts Peter and John as they view evidence of Christ's ascent into heaven: the empty tomb and a discarded linen shroud. By emphasizing the deeply personal nature of each man's response to the miraculous event, Tanner gave the religious subject a genuine human dimension, while at the same time presenting a reassuring allegory of promised redemption.

As a student at the Pennsylvania Academy of the Fine Arts, Philadelphia, in the 1880s, Tanner emulated the forceful Realism practiced by his teacher Thomas Eakins. His encounters with racial prejudice prompted him to leave the United States, and in 1891 he traveled to Paris to complete his education. There, Tanner's race proved to be less an obstacle to his success than it had been at home, and, although he never relinquished his American citizenship, he lived the rest of his life in France. By 1897, when he took a brief tour to Egypt and Palestine, Tanner had established an international reputation for his biblical imagery, prompting an American critic to hail him as the "Poet Painter of the Holy Land."

The Risen Christ (1957), by Michel Ciry, Paris.




How far this is from the triumphant medieval paintings of the Resurrected Christ. What a dramatic contrast to the Christ-figures of Rembrandt or della Francesca. The difference perfectly illustrates the changed image of Christ that exists in today's world.

The twentieth century has seen a de-mythologizing of Christian beliefs. Jesus' humanity has been emphasized at the expense of his divinity - indeed people often find it difficult to understand what is meant by the 'divinity' of Christ. The idea of the 'historical Christ' has taken a firm hold of the modern mind, at the expense of Jesus as God.

http://www.bible-art.info/Resurrection.htm

La Resurrección de Cristo (1612), de Peter Paul Rubens




Entre las obras que representan los pasajes más importantes de la Biblia, una de las más famosas es La Resurrección de Cristo, del pintor flamenco Rubens, que fuera realizada en el año 1612 y que decora las paredes de la Catedral de Amberes.

La pintura fue llevada a cabo junto con otras muchas piezas que le fueron encargadas a Rubens para decorar las iglesias de Amberes, luego que estas fueran despojadas de imágenes por la doctrina protestante de los años anteriores.

La confianza recayó en el maestro flamenco gracias a sus éxitos obtenidos con las obras "La erección de la cruz" y "El descendimiento", por lo que así comenzó un trabajo de casi 60 retablos para las iglesias de la ciudad y sus alrededores, siendo la "Resurrección de Cristo" el más destacado de todos.

En la obra se puede apreciar un esquema típico flamenco, ya que la misma no presenta una narración uniforme de los hechos sino que cuenta con una división de escenas, siendo la del medio la que contiene el asunto principal.

En la imagen de la izquierda se puede apreciar la figura de San Juan Bautista, mientras que a la derecha se observa una santa portando la palma del martirio, la cual se encuentra sobre un pedestal entre las ruinas de un templo clásico, como si se tratara de una estatua pictórica.

Por otra parte en el centro, donde se desarrolla el principal motivo de la obra, se puede apreciar la resurrección de Jesús luego de cumplidos los tres días de su muerte. Cristo se alza rodeado de un halo de luz, mientras los soldados que custodiaban el sepulcro observan el acontecimiento con gestos de sorpresa y pánico.

Los cuerpos de ls soldados se presentan en posturas forzadas, mientras que el de Jesús expresa serenidad y equilibrio, marcando un contraste simbólico muy característico de las pinturas del movimiento Barroco.

Aunque se trata de una obra muy personal de Rubens, se puede ver cierta influencia del artista italiano Caravaggio en el juego de luces y sombras, mientras que la potente musculatura que poseen los diferentes personajes está inspirada en las grandes obras del también pintor italiano Miguel Ángel.



SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA, B


Hechos 4,32-35
Salmo 117,2-4.15-17.22-24
1 Juan 5,1-6
Juan 20,19-31


Hechos de los Apóstoles 4, 32-35

En el grupo de los creyentes, todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenían. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor con mucho valor. Y Dios los miraba a todos con mucho agrado. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles; luego, se distribuía según lo que necesitaba cada uno.

SALMO 117:
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
R. Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia

La diestra del señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigo, me castigo el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
R. Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia

La piedra que desecharon los arquitectos,
es ahora la piedra angular.
Es el señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Este es el día que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
R. Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia

Primera Carta del Apóstol San Juan 5, 1-6

Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a Aquel que da el ser, ama también al que ha nacido de Él. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. Pues en esto consiste el amor a Dios: que guardamos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Este es el que vino con agua y con sangre: Jesucristo. No solo con agua, sino con agua y con sangre: y el Espíritu es quien da testimonio, porque el espíritu es la verdad.

Evangelio según San Juan 20, 19-31

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
– Paz a vosotros.
Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
– Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
Y dicho esto exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
– Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos.
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
– Hemos visto al Señor.
Pero él les contestó:
– Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.
A los ocho días estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
– Paz a vosotros.
Luego dijo a Tomás:
– Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
Contestó Tomás:
– ¡Señor mío y Dios mío!
Jesús le dijo:
– ¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.
Muchos otros signos que están escritos en este libro hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su Nombre.

Comentario por Mons. Francisco González, S.F.
Obispo Auxiliar de Washington, D.C.

Hemos celebrado, y con gran alegría, la Fiesta de la Pascua. Muchos en nuestra Iglesia local entraron por la recepción de los sacramentos de la Iniciación Cristiana. Hemos oído de nuevo el canto del aleluya, del Gloria, las flores han vuelto a adornar el santuario de nuestras templos, y la música gloriosa, solemne y triunfal ha sonado hasta con trompetas. ¡El Señor ha resucitado!

Pero la cosa no ha acabado ahí, todo eso sería muy poco para anunciar la Resurrección del Señor. Todo eso es algo que también lo teníamos antes de empezar la Cuaresma. La Resurrección del Señor nos llama, nos exige comenzar una nueva vida, para lo cual debemos mirarnos a nosotros mismos, de forma parecida como nos muestra la televisión anunciado productos de belleza o dietas milagrosas, o sea, un antes y un después. A veces, también es verdad, el resultado es más producto de la imaginación que la realidad.

¿Como nos miramos en el antes? Pues con ese antiguo método de la vida espiritual: examen de conciencia.

Hoy la sagrada liturgia de la Palabra nos ofrece una imagen del "antes" de la vida de los primeros cristianos. Es la segunda retrato que nos hace el libro de los Hechos acerca de como vivían los primeros cristianos. Si hemos de enfatizar algo es esa fraternidad que existía entre todos ellos: "Los creyentes pensaban y sentían lo mismo" y como consecuencia de esta fraternidad "nadie consideraba como propio nada de lo que poseía"…"No había entre ellos necesitados"… pues sus líderes (los apóstoles) "repartían (víveres, dinero, etc.) a cada uno según su necesidad".

Para la reflexión: buscando por el Internet podemos averiguar quiénes son los que viven en la abundancia o primer mundo (la gran mayoría cristianos) y los que malviven en la miseria, en ese llamado tercer mundo. Si, es verdad, que se practica la caridad, aunque quedamos un poco cortos sobre la justicia y la fraternidad, desde donde podríamos pensar en la necesidad de los hermanos.

La Resurrección nos invita, nos impele, nos exige una vida nueva.

Jesús el día de su Resurrección, ya por la tarde, se presenta en medio de los discípulos. Los encontró como estaba el día, ya casi sin luz. Ellos estaban con las puertas atrancadas, llenos de miedo, o sea casi sin respiración, como en una tumba paralizados por el temor a la autoridad judía.

Jesús es extraordinario. Hacia un poco más de cuarenta y ocho horas que uno le había vendido, el otro le había negado dos veces y a la tercera juro no conocerlo, los demás le habían abandonado por la vía rápida, o sea, habían salido corriendo y, sin embargo, Él no se lo menciona nada de ello, sino que con el saludo de paz los quiere tranquilizar. Con esa paz, que no es como hoy se entiende, o sea simple ausencia de guerra o violencia, sino más bien esa tranquilidad del alma, el sosiego que hace ver las cosas de muy distinta manera, de una forma que se traduce en fraternidad, en acercamiento, en reconciliación.

Jesús mismo, quien en esos signos del Reino, esos milagros que anunciaban su llegada, comenzaba limpiando a las personas de sus pecados, la mejor forma de reconciliación, ese salir de mi egoísmo para centrarme en la necesidad del otro y en la gloria de Dios. Esta es la nueva vida, este es el después de nuestro encuentro personal con el Resucitado, que de la misma manera que "soplo" sobre los discípulos dándoles el Espíritu Santo, así continua haciéndolo con nosotros, algo que nos recuerda otros pasajes de la Escritura, en particular cuando Dios dio el soplo de vida a la criatura suya que salía de sus manos.

Si queremos vivir la nueva vida en el Espíritu del Resucitado, no podemos quedarnos atrancados dentro de nuestro Corazón, como Jesús encontró a los discípulos.

ARTE/ La Resurrección de Cristo (1643-1645) de Piero della Francesca




La Resurrección de Cristo es una obra realizada por el pintor renacentista italiano Piero della Francesca.(1415-1492). Mide 225 cm de alto y 200 cm de ancho.

Realizó esta obra entre el año 1463 y 1465. Fue pintada en Arezzo, cerca de su ciudad natal, al tiempo que trabajaba en los frescos de la Leyenda de la Santa Cruz.

Esta obra es notable por utilizar diversas perspectivas. Se trata de una composición en tres planos: el paisaje, Cristo saliendo del sepulcro y los soldados dormidos.

Tiene una inenarrable solemnidad, que le da la composición piramidal y la hierática frontalidad de Cristo. La base del triángulo la forman los soldados dormidos y el ángulo superior por la cabeza de Cristo.

El foco de la composición está constituido por Jesucristo, de pie, saliendo de la tumba y mirando de frente al espectador. Con su mano levanta la toga rosa y el pie lo posa en el borde de la tumba. Todas sus heridas son visibles.

La figura de Cristo divide el paisaje en dos partes: lo que queda a la derecha exuberante, con árboles frondosos, vivos, en primavera, simbolizando el nuevo nacimiento; lo que queda a la izquierda moribundo, árboles de invierno que simbolizan la muerte. Estos símbolos recuerdan a los frescos sobre el Buen y el Mal gobierno de Lorenzetti en Siena que tanto influyeron sobre la pintura toscana.

A los pies, los soldados dormidos sobre la tierra quedan separados de Cristo por la línea horizontal del sarcófago.

Piero della Francesca se representa a sí mismo a los pies del sarcófago (el soldado a la derecha de Cristo). El asta de la bandera con la cruz de parte güelfa lo pone en contacto directo con la divinidad, como si ésta inspirase al Piero político. Otros consideran que se trata de una bandera simbólica de la resurrección, blanca con una cruz roja (la de los cruzados).

Al juzgar por la posición, un soldado acaba de despertar, y contempla a Cristo resucitado. Además, existe una posible incongruencia anatómica en el soldado dormido que se apoya en la lanza, quien carece de piernas.

ARTE/ La Resurrección de Cristo (1499-1502), de Rafael Sanzio



Fecha: 1500-01
Museo: Museo de Sao Paulo
Características: 52 x 44 cm.
Material: Oleo sobre tabla
Estilo: Renacimiento Italiano

Los orígenes de la pintura de Rafael están relacionados con su maestro Perugino, cuya influencia se pude apreciar en esta tabla sobre la que algunos especialistas dudan de la autoría. Existen dos dibujos de Rafael muy relacionados con esta obra lo que sirve a los críticos para considerarla auténtica.

En la composición encontramos grandes dosis del estilo peruginesco, sin olvidar referencias a Pinturicchio (las armaduras, cartelas y sarcófago profusamente decorados), Filippino Lippi (los ángeles) o la Pintura Flamenca (el paisaje del fondo acentuándose la perspectiva).

La estructura de la escena es muy acertada, creando acentuados escorzos que contrastan con el estatismo de la figura de Cristo, protagonista y eje central de la composición.

En esta obra podemos apreciar aun cierto aire quattrocentista aunque exista un significativo deseo del pintor por integrar las figuras en el espacio.

El colorido es acertado, abundando las tonalidades rojas, destacando su brillo y luminosidad.

Otra interesante novedad la encontramos en la expresividad de los rostros de los personajes, anticipando la faceta de retratista de Rafael.

El sueño de San José, de Georges de la Tour, por Luis Manuel Ruiz
























Georges de La Tour fue un maestro barroco francés que vivió entre 1593-1652 y desarrolló casi toda su carrera en Lorena (Francia). Sus cuadros reproducen una novedosa combinación de luces y sombras. Las escenas que pinta suelen consistir en interiores cuyas profundidades quedan sumidas en una indistinta tonalidad negra invadida por un resplandor de misteriosa claridad sobrenatural procedente de un rincón, de lo alto de una mesilla o la llama de una palmatoria.

El sueño de San José no es una excepción. Debemos suponer que el suceso tiene lugar en una habitación, tal vez en la cocina o la salita de la casa de adobe que el anciano debe de compartir con María, pero el fondo es tan abstracto que se presta a cualquier conjetura.

La lengua de fuego (lumbre de la lámpara) está ahí, dando solidez a los personajes, dotando de relieve a las arrugas de José y subrayando las líneas del volumen que sostiene; pero de ella sólo percibimos el testimonio indirecto de un penacho sobre el brazo del joven, y el nimbo que irradia el centro del cuadro y que permanece en tinieblas.

La lección de La Tour puede ser: aquello que vivifica, que presta sentido, que nos permite reconocer nuestro entorno, puede permanecer oculto; sin embargo, no por ello deja de prestarnos su luz.

El joven, naturalmente, es un ángel. Bastante modesto, doméstico y de andar por casa, si lo comparamos con los ampulosos hermafroditas que pueblan los escenarios de Murillo, Zurbarán y otros artistas.

Algo que me maravilla e inquieta en el cuadro es el ojo del ángel. Miradlo bien, ampliad la imagen si es necesario. Os daréis cuenta de su completa negrura. Supongo que el pintor quiso declarar con ese detalle, con la ausencia de esclerótica y una pupila rotunda como una acusación, que el joven procedía de otro mundo y que las cosas que se ven en ese más allá se parecen sólo de lejos a las que podemos presenciar en este suelo nuestro.

Por otra parte, no sabemos a ciencia cierta qué mundo exacto es el que retrata la escena. Es decir, no sabemos si José duerme y es visitado por el ángel sin advertirlo o el ángel se le aparece dentro del sueño. ¿La imagen del cuadro es un sueño de José o lo que contemplaría un espectador desde fuera de la habitación? ¿Es sólo posible ver a los ángeles en sueños?

jueves, 12 de abril de 2012

San Jose, Carpintero, de George de La Tour. Oleo sobre lienzo. 1642, Barroco. Museo del Louvre, Paris (Francia)


La obra mide 137 cm de alto y 102 cm de ancho.

En el cuadro, José de Nazaret trabaja una viga delante del niño Jesús, que lo ilumina con una vela. La vigueta que José está serrando se interpreta como una prefiguración de la madera de la cruz en la que morirá.

Esta pintura muestra el interés de Georges de La Tour en las diversas fuentes de luz. Es una obra de madurez del pintor, plenamente tenebrista. La fuente de luz artificial es explícita: una vela.

Esta fuente de luz modela abruptamente las figuras, mientras que el resto se sume en la oscuridad. Se crean interesantes sombras en la pared del fondo, así como en el traje del Niño y en el suelo, producida esta última por su sandalia. El niño sujeta la vela con una mano, mientras coloca otra delante. Con gran maestría se representan las sombras en la mano derecha de Jesús, así como la forma en que la luz incide en la mano izquierda, haciendo traslúcidos los desdos y filtrándose entre ellos.

La pintura es casi monocroma. El rostro de José está tratado con trazos gruesos de pintura que evidencias sus arrugas. Una mancha gruesa de pintura representa la barba.

Etimología de la palabra “Adefesio”: del latín "ad Ephesios", a los efesios, por la epístola de san Pablo a los habitantes de Éfeso. Persona de aspecto ridículo, es el sentido familiar actual, pero indica “disparate, ridiculez”, por la inutilidad de la prédica de san Pablo ante los efesios, que no solo no le escucharon, sino que intentaron darle muerte con martirio.

Etimología de la palabra “Acólito”: del griego akotlythos: compañero. En realidad se daba ese nombre en Grecia a los esclavos privilegiados que acompañaban a sus señores a todas partes. La palabra griega deriva a su vez de kéleuthos: camino (el que seguían juntos los compañeros).
















Seminaristas recibiendo el ministerio del acolitado.

sábado, 7 de abril de 2012

Etimología de la palabra “alegría”: del latín: alacer, alacris: que salta de gozo y nada le perturba, es feliz (san Isidoro de Sevilla); rápido, vivaz, animado, con vida. De ahí también las palabras alegre, alegrar y alegro (a través del italiano allegro).

DOMINGO DE PASCUA DE RESURRECCION (Misa del día)


Hechos 10,34-43
Salmo 117,1-2.16-17.22-23
Colosenses 3,1-4
Juan 20,1-9


Hechos 10,34-43

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: «Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección. Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados.»

Salmo 117,1-2.16-17.22-23:
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo


Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
R. Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo


La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
R. Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo


La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
R. Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo


Colosenses 3,1-4

Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria.

Secuencia

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.

«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?»
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,

los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.»

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádatede la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.

Juan 20,1-9

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.» Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

Comentario de Mons. Francisco Gonzalez, S.F.
Obispo Auxiliar de Washington, D.C.

Hoy es domingo de Pascua, Domingo de Resurrección. Cristo ha resucitado para ya nunca más morir. Ha vencido al pecado y a la muerte. Él ha cancelado TODA NUESTRA DEUDA.

Estos meses que hemos estado viviendo aquí en la ciudad de Washington y en la nación, todas esas manifestaciones por un mundo más justo en política económica. Por el respeto de las diferentes razas. En las masivas procesiones, hemos visto y reflexionado acerca de la gran misericordia de Dios al mandar a su Hijo Jesucristo para redimir nuestra deuda adquirida por nuestro pecado.

También hemos tenido más presente esa lucha constante entre el bien y el mal, entre el egoísmo y la generosidad, entre el odio y el amor, entre la ofensa y el perdón. Tanto el tiempo litúrgico que hemos estado viviendo, como los hechos de los que hablan las noticias nos recuerdan el egoísmo de muchos seres humanos, la avaricia desbordada, la corrupción, las injusticias y toda esa cantidad de odio que existe en sectores de la población por causa de la religión, de la raza y la cultura. Jesús nos promete estar siempre con nosotros.

Dejemos atrás nuestros miedos, egoísmo, soberbias y tantos otros sentimientos negativos que sólo empobrecen nuestro espíritu. Pidámosle que nos ayude a despojarnos de todo lo que nos limite y de las cadenas que nos quitan la libertad "así como Cristo fue resucitado de entre los muertos... así también nosotros empezamos una vida nueva" (Rom 6,4).

Él únicamente nos pide que seamos evangelizadores de palabra y de obra. Además, estos días nos hacen pensar en la otra cara de la moneda o de la vida. También hay mucho bien en nuestros días, sobre todo para aquellos que quieren verlo.

Hay quienes siguen haciendo el bien sin mirar a quien, hay esos que trabajan por la paz y la justicia y lo hacen sin aspaviento. A veces es difícil encontrar quienes se solidarizan con los pobres, porque se consagran a ellos "la mano izquierda no se entera de lo que hace la derecha".

Todavía hay gente, que como Cristo, da la vida por los demás, como Monseñor Oscar Arnulfo Romero, que ahora, hace un par de semanas, se cumplieron treinta y dos años de su resurrección, lo mismo que todos esos otros "romeros, que aunque sean anónimos y se escriban con minúscula, también son un símbolo de "vida nueva y de esperanza".

Esa es la pascua, el tránsito, el paso de lo negativo a lo positivo, de la obscuridad a la luz, de la muerte a la vida. La pascua es "tumba vacía".

En la primera lectura (Hech. 10, 34-43) escuchamos el discurso de Pedro en la casa del centurión romano. Un discurso semejante a otros que encontramos en los mismos Hechos donde se habla de Jesús, qué es lo que él hizo, cómo murió, su resurrección, el testimonio de testigos que vivieron con él y que vino para la salvación de todos.

En la segunda lectura (Col. 3, 1-4) se nos habla de un nuevo orden. Nuestra fe en la Resurrección de Cristo nos pide que "pensemos y busquemos las cosas de arriba, donde se encuentra Cristo, y no en las de la tierra". Esta disyuntiva se encuentra expresada en Pablo en formas distintas, pero muy acentuada: "carne-espíritu", "hombre viejo y hombre nuevo", "legalismo y liberación", "pecado y gracia"... Tú, hermano/a que estás celebrando esta Pascua, ¿cuál es tu decisión? ¿por cuál de ellas te inclinas?

El evangelio (Jn. 20, 1-9) es un reto. Idas y venidas de unos y otros y "todavía no habían comprendido las Escrituras".

Cuando leemos, estudiamos la Sagrada Biblia, ¿lo hacemos principalmente para conocer la historia de Jesús o para comprometernos con su enseñanza y persona? ¡Este es el día que hizo el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo! (Sal. 117)

¡Aleluya, aleluya, aleluya!

lunes, 2 de abril de 2012

Miercoles Santo (Semana Santa)


Isaías 50,4-9a
Salmo 68: Señor, que me escuche tu gran bondad el día de tu favor
Mateo 26,14-25


Lectura del libro de Isaías 50,4-9a

Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados. El Señor me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado. Tengo cerca a mi defensor, ¿quién pleiteará contra mí? Comparezcamos juntos. ¿Quién tiene algo contra mí? Que se me acerque. Mirad, el Señor me ayuda, ¿quién me condenará?

Salmo 68,8-10.21-22.31.33-34
R. Señor, que me escuche tu gran bondad el día de tu favor


Por ti he aguantado afrentas,
la vergüenza cubrió mi rostro.
Soy un extraño para mis hermanos,
un extranjero para los hijos de mi madre;
porque me devora el celo de tu templo,
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí.
R. Señor, que me escuche tu gran bondad el día de tu favor

La afrenta me destroza el corazón, y desfallezco.
Espero compasión, y no la hay;
consoladores, y no los encuentro.
En mi comida me echaron hiel,
para mi sed me dieron vinagre.
R. Señor, que me escuche tu gran bondad el día de tu favor

Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias.
Miradlo, los humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos.
R. Señor, que me escuche tu gran bondad el día de tu favor

Lectura del santo evangelio según san Mateo 26,14-25

En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, a los sumos sacerdotes y les propuso:
— ¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?
Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo. El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
— ¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?
Él contestó:
— ld a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: ‘El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos.’
Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:
— Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.
Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:
— ¿Soy yo acaso, Señor?
Él respondió:
— El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido.
Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:
— ¿Soy yo acaso, Maestro?
Él respondió:
— Tú lo has dicho.

Martes Santo (Semana Santa)


Isaías 49,1-6
Salmo 70: Mi boca contará tu salvación, Señor
Juan 13,21-33.36-38


Lectura del libro de Isaías 49,1-6

Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: «Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso.» Mientras yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas», en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenía mi Dios. Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel –tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza–: «Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.»

Salmo 70,1-2.3-4a.5-6ab.15.17
R. Mi boca contará tu salvación, Señor


A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para siempre;
tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
inclina a mí tu oído, y sálvame.
R. Mi boca contará tu salvación, Señor

Sé tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios mío, líbrame de la mano perversa.
R. Mi boca contará tu salvación, Señor

Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías.
R. Mi boca contará tu salvación, Señor

Mi boca contará tu auxilio,
y todo el día tu salvación.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas.
R. Mi boca contará tu salvación, Señor

Lectura del santo evangelio según san Juan 13,21-33.36-38

En aquel tiempo, Jesús, profundamente conmovido, dijo:
— Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.
Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía. Uno de ellos, el que Jesús tanto amaba, estaba reclinado a la mesa junto a su pecho. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía. Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó:
— Señor, ¿quién es?
Le contestó Jesús:
— Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado.
Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. Detrás del pan, entró en él Satanás.
Entonces Jesús le dijo:
— Lo que tienes que hacer hazlo en seguida.
Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche.
Cuando salió, dijo Jesús:
— Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros: "Donde yo voy, vosotros no podéis ir."
Simón Pedro le dijo:
— Señor, ¿a dónde vas?
Jesús le respondió:
— Adonde yo voy no me puedes acompañar ahora, me acompañarás más tarde.
Pedro replicó:
— Señor, ¿por qué no puedo acompañarte ahora? Daré mi vida por ti.
Jesús le contestó:
— ¿Con que darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces.

Lunes Santo (Semana Santa)


Isaías 42,1-7
Salmo 27,1-3.13-14: El Señor es mi luz y mi salvación
Juan 12,1-11


Libro de Isaías 42,1-7

Este es mi Servidor, a quien yo sostengo, mi elegido, en quien se complace mi alma. Yo he puesto mi espíritu sobre él para que lleve el derecho a las naciones. El no gritará, no levantará la voz ni la hará resonar por las calles. No romperá la caña quebrada ni apagará la mecha que arde débilmente. Expondrá el derecho con fidelidad; no desfallecerá ni se desalentará hasta implantar el derecho en la tierra, y las costas lejanas esperarán su Ley. Así habla Dios, el Señor, el que creó el cielo y lo desplegó, el que extendió la tierra y lo que ella produce, el que da el aliento al pueblo que la habita y el espíritu a los que caminan por ella. Yo, el Señor, te llamé en la justicia, te sostuve de la mano, te formé y te destiné a ser la alianza del pueblo, la luz de las naciones, para abrir los ojos de los ciegos, para hacer salir de la prisión a los cautivos y de la cárcel a los que habitan en las tinieblas.

Salmo 27,1-3.13-14.: El Señor es mi luz y mi salvación

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién voy a tenerle miedo?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién podrá hacerme temblar?
R. El Señor es mi luz y mi salvación

Cuando me asaltan los malvados
para devorarme,
ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen.
R. El Señor es mi luz y mi salvación

Aunque se lance contra mí un ejército,
no temerá mi corazón;
aun cuando hagan la guerra contra mí,
tendré plena confianza en el Señor.
R. El Señor es mi luz y mi salvación

La bondad del Señor
espero ver en esta misma vida.
Armate de valor y fortaleza
y en el Señor confía.
R. El Señor es mi luz y mi salvación

Evangelio según san Juan 12,1-11

Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania, donde estaba Lázaro, al que había resucitado. Allí le prepararon una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los comensales. María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume. Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo: "¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?". Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella. Jesús le respondió: "Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura. A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre". Entre tanto, una gran multitud de judíos se enteró de que Jesús estaba allí, y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado. Entonces los sumos sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos se apartaban de ellos y creían en Jesús, a causa de él.