miércoles, 30 de septiembre de 2015

JUEVES DE LA 26 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año I (Lecturas)

Nehemías 8,1-4a.5-6.7b-12
Salmo 18: Los mandatos del Señor son rectos 
y alegran el corazón
Lucas 10,1-12

Nehemías 8,1-4a.5-6.7b-12

En aquellos días, todo el pueblo se reunió como un solo hombre en la plaza que se abre ante la Puerta del Agua y pidió a Esdras, el escriba, que trajera el libro de la Ley de Moisés, que Dios había dado a Israel. El sacerdote Esdras trajo el libro de la Ley ante la asamblea, compuesta de hombres, mujeres y todos los que tenían uso de razón. Era el día primero del mes séptimo. En la plaza de la Puerta del Agua, desde el amanecer hasta el mediodía, estuvo leyendo el libro a los hombres, a las mujeres y a los que tenían uso de razón. Toda la gente seguía con atención la lectura de la Ley. Esdras, el escriba, estaba de pie en el púlpito de madera que había hecho para esta ocasión. Esdras abrió el libro a la vista de todo el pueblo -pues se hallaba en un puesto elevado- y, cuando lo abrió, toda la gente se puso en pie. Esdras bendijo al Señor, Dios grande, y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: "Amén, amén." Después se inclinaron y adoraron al Señor, rostro en tierra. Los levitas explicaron la Ley al pueblo, que se mantenía en sus puestos. Leían el libro de la ley de Dios con claridad y explicando el sentido, de forma que comprendieron la lectura. Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote y escriba, y los levitas que enseñaban al pueblo decían al pueblo entero: "Hoy es un día consagrado a nuestro Dios: No hagáis duelo ni lloréis." Porque el pueblo entero lloraba al escuchar las palabras de la Ley. Y añadieron: "Andad, comed buenas tajadas, bebed vino dulce y enviad porciones a quien no tiene, pues es un día consagrado a nuestro Dios. No estéis tristes, pues el gozo en el Señor es vuestra fortaleza." Los levitas acallaban al pueblo diciendo: "Silencio, que es un día santo; no estéis tristes." El pueblo se fue, comió, bebió, envió porciones y organizó una gran fiesta, porque había comprendido lo que le habían explicado.

Salmo 18: Los mandatos del Señor son rectos 
y alegran el corazón

La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante.
R. Los mandatos del Señor son rectos 
y alegran el corazón

Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos.
R. Los mandatos del Señor son rectos 
y alegran el corazón

La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y eternamente justos.
R. Los mandatos del Señor son rectos 
y alegran el corazón

Más preciosos que el oro,
más que el oro fino;
más dulces que la miel
de un panal que destila.
R. Los mandatos del Señor son rectos 
y alegran el corazón

Lucas 10,1-12

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: "La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa". Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios". Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: "Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios." Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo."

sábado, 26 de septiembre de 2015

DOMINGO DE LA 26 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año B (Lecturas)

Números 11, 25-29
Salmo 18: Los mandatos del Señor son rectos 
y alegran el corazón
Santiago 5, 16
Marcos 9, 38-43.45.47.48

Números 11, 25-29

El Señor bajó en la nube y habló a Moisés; tomó parte del espíritu que había en él y se lo pasó a los setenta ancianos. Cuando el espíritu de Moisés se posó sobre ellos, comenzaron a profetizar, pero esto no volvió a repetirse. Dos de ellos se habían quedado en el campamento, uno se llamaba Eldad y otro Medad. Aunque estaban entre los elegidos, no habían acudido a la tienda. Pero el espíritu vino también sobre ellos y se pusieron a profetizar en el campamento. Un muchacho corrió a decir a Moisés: «Eldad y Medad están profetizando en el campamento.» Josué, hijo de Nun, ayudante de Moisés desde joven, intervino diciendo: «¡Señor mío, Moisés, prohíbeselo!» Moisés replicó: «¿Tienes celos por mí? ¡Ojalá que todo el pueblo profetizara y el Señor infundiera en todos su espíritu!»

Salmo 18: Los mandatos del Señor son rectos 
y alegran el corazón

La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante.
R. Los mandatos del Señor son rectos 
y alegran el corazón

La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
R. Los mandatos del Señor son rectos 
y alegran el corazón

Aunque tu siervo vigila
para guardarlos con cuidado,
¿quién conoce sus faltas?
Absuélveme de lo que se me oculta.
R. Los mandatos del Señor son rectos 
y alegran el corazón

Preserva a tu siervo de la arrogancia,
para que no me domine:
así quedaré libre e inocente
del gran pecado.
R. Los mandatos del Señor son rectos 
y alegran el corazón

Santiago 5, 1-6

Vosotros los ricos, gemid y llorad ante las desgracias que se os avecinan. Vuestra riqueza está podrida y vuestros vestidos son pasto de la polilla. Vuestro oro y vuestra plata están oxidados y este óxido será un testimonio contra vosotros y corroerá vuestras carnes como fuego. ¿Para qué amontonar riquezas si estamos en los últimos días? Mirad, el jornal de los obreros que segaron vuestros campos y ha sido retenido por vosotros está clamando y los gritos de los segadores están llegando a oídos del Señor todopoderoso. En la tierra habéis vivido lujosamente y os habéis entregado al placer; con ello habéis engordado para el día de la matanza. Habéis condenado, habéis asesinado al inocente, y ya no os ofrece resistencia.

Marcos 9, 38-43.45.47.48

En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no es de nuestro grupo.» Jesús replicó: «No se lo prohibáis, porque nadie que haga un milagro en mi nombre puede luego hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros está a favor nuestro. Os aseguro que el que os dé a beber un vaso de agua porque sois del Mesías no quedará sin recompensa. Al que sea ocasión de pecado para uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran del cuello una piedra de molino y lo echaran al mar. Y si tu mano es ocasión de pecado para ti, córtatela. Más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al fuego eterno que no se extingue. Y si tu pie es ocasión de pecado para ti, córtatelo. Más te vale entrar cojo en la vida, que ser arrojado con los dos pies al fuego eterno. Y si tu ojo es ocasión de pecado para ti, sácatelo. Más te vale entrar tuerto en el reino de Dios que ser arrojado con los dos ojos al fuego eterno, donde el gusano que roe no muere y el fuego no se extingue.»

sábado, 19 de septiembre de 2015

DOMINGO DE LA 25 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año B por Julio César Rioja, CMF

Sabiduría 2,12.17-20
Salmo 53: El Señor sostiene mi vida
Santiago 3,16-4,3
Marcos 9,30-37


Sabiduría 2,12.17-20

Se dijeron los impíos: «Acechemos al justo, que nos resulta incómodo: se opone a nuestras acciones,nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende nuestra educación errada; veamos si sus palabras son verdaderas, comprobando el desenlace de su vida. Si es el justo hijo de Dios, lo auxiliará y lo librará del poder de sus enemigos; lo someteremos a la prueba de la afrenta y la tortura, para comprobar su moderación y apreciar su paciencia; lo condenaremos a muerte ignominiosa, pues dice que hay quien se ocupa de él.»

Salmo 53: El Señor sostiene mi vida

Oh Dios, sálvame por tu nombre,
sal por mí con tu poder.
Oh Dios, escucha mi súplica,
atiende a mis palabras.
R. El Señor sostiene mi vida

Porque unos insolentes se alzan contra mí,
y hombres violentos me persiguen a muerte,
sin tener presente a Dios.
R. El Señor sostiene mi vida

Pero Dios es mi auxilio,
el Señor sostiene mi vida.
Te ofreceré un sacrificio voluntario,
dando gracias a tu nombre, que es bueno.
R. El Señor sostiene mi vida

Santiago 3,16-4,3

Donde hay envidias y rivalidades, hay desorden y toda clase de males. La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia. ¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, que luchan en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis, ardéis en envidia y no alcanzáis nada; os combatís y os hacéis la guerra. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para dar satisfacción a vuestras pasiones.

Marcos 9,30-37

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se entera se, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.» Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?» Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.» Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»

— Comentario por Julio César Rioja, cmf

Decía una vieja canción: “Todos queremos más y más y más y mucho más”, pero sobre todo, queremos ser más que los demás. En este clima social que nos invita a ser los primeros en todo, la sociedad de bienestar o mal-estar, nos ofrece demasiadas cosas y en abundancia, pero nada nos parece bastante. Nos cansamos enseguida, menospreciamos lo que tenemos y suspiramos por lo que no tenemos.

Lo resume bastante bien la segunda lectura de hoy, la carta del apóstol Santiago: “¿De dónde salen las luchas y los conflictos entre vosotros? ¿No es acaso de los deseos de placer que combaten en vuestro cuerpo? Codiciáis y no podéis tener; y acabáis asesinando. Ambicionáis algo y no podéis alcanzarlo; así que lucháis y peleáis”.

Mientras van de camino, Jesús sigue recordando cómo el domingo pasado: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará”. “Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle”.

Está claro, mientras Él habla de su muerte, ellos discuten sobre quién es el más importante. Mientras en las celebraciones hablamos del amor al prójimo, en la calle recelamos de los inmigrantes y no sentimos vergüenza como europeos, ante el éxodo Sirio. Nuestro ámbito de confort, como se dice ahora, produce una ceguera crónica, una alteración de la conciencia, que nos incapacita para comprender otras alternativas y una mudez para proclamar otros valores. La separación fe-vida sigue siendo el drama de nuestro tiempo.

El centro de este evangelio es el servicio: “Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos” y cuantas veces queremos ser iguales. Somos y estamos con los últimos, los pequeños, por lo tanto no vestimos, vivimos, consumimos, celebramos, como los primeros.

Lo importante no es ser más que nadie, sino servir como nadie, lo que cuenta no es subir, sino bajar, a cuantos cristianos y eclesiásticos nos sería imprescindible recordar esto. La ambición es una actitud que debería ser desterrada de la fe, lo mismo que el poder; el servicio no da más honor, ni prestigio, ni lucro. Servir es acoger a los más pequeños, “los niños”, es estar del lado de los últimos que son los preferidos, no importa que nosotros no seamos los primeros en el Reino, lo importante es que podamos ser los primeros en servir a nuestros hermanos más necesitados.

Así es Dios; no es como nos lo imaginamos, a nuestra manera, el más grande, el más poderoso. Eso son modos de pensar de los hombres que no de Dios: Quien pudiendo servir domina, ése es de este mundo, y quien pudiendo dominar sirve, ése es de Cristo. La grandeza de Dios consiste en que es dador de vida para todo el mundo. Y ésa es la verdadera grandeza de Jesús, que se puso al servicio de todos, ocupando el último puesto, en la cruz, lavando los pies, hasta dar la vida.

De manera que lo verdaderamente importante es el otro, no yo, los otros, no nosotros, todos, no sólo algunos, ni siquiera la mayoría, has oído bien todos, incluso esos que puedes estar pensando. Porque lo que importa y lo que debe contar, es la salvación del mundo, lo que hacemos para que este mundo ya sea un hogar donde tengamos sitio y cariño todos sin excepción.

Tenemos de todo y ya no nos cabe nada, queremos tener más que los demás, más dinero, más fama, el poder y disfrutar se están convirtiendo en horizonte y meta de muchas vidas. Pero lo importante es servir, no el puesto, en hacerse servidor de los otros, radica el señorío y el gozo. Grande es aquel que, en actitud de servicio, se interesa por el bien del prójimo. Toda una lección para nosotros ser los últimos en los honores y los primeros en el servicio.

“¿De qué discutíais por el camino?”, de qué hablamos y discutimos en nuestras comunidades y parroquias: “El que acoge a un niño, (pequeño, pobre, necesitado…),como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado”. ¿De esto hablamos?, pues entonces, somos fieles a las consignas y palabras del Evangelio. 

DOMINGO DE LA 25 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año B, por Francisco González, S.F.

Sabiduría 2,12.17-20
Salmo 53: El Señor sostiene mi vida
Santiago 3,16-4,3
Marcos 9,30-37


Sabiduría 2,12.17-20

Se dijeron los impíos: «Acechemos al justo, que nos resulta incómodo: se opone a nuestras acciones,nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende nuestra educación errada; veamos si sus palabras son verdaderas, comprobando el desenlace de su vida. Si es el justo hijo de Dios, lo auxiliará y lo librará del poder de sus enemigos; lo someteremos a la prueba de la afrenta y la tortura, para comprobar su moderación y apreciar su paciencia; lo condenaremos a muerte ignominiosa, pues dice que hay quien se ocupa de él.»

Salmo 53: El Señor sostiene mi vida

Oh Dios, sálvame por tu nombre,
sal por mí con tu poder.
Oh Dios, escucha mi súplica,
atiende a mis palabras.
R. El Señor sostiene mi vida

Porque unos insolentes se alzan contra mí,
y hombres violentos me persiguen a muerte,
sin tener presente a Dios.
R. El Señor sostiene mi vida

Pero Dios es mi auxilio,
el Señor sostiene mi vida.
Te ofreceré un sacrificio voluntario,
dando gracias a tu nombre, que es bueno.
R. El Señor sostiene mi vida

Santiago 3,16-4,3

Donde hay envidias y rivalidades, hay desorden y toda clase de males. La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia. ¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, que luchan en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis, ardéis en envidia y no alcanzáis nada; os combatís y os hacéis la guerra. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para dar satisfacción a vuestras pasiones.

Marcos 9,30-37

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se entera se, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.» Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?» Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.» Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»

Comentario de Mons. Francisco González, S.F.

En la primera lectura nos encontramos con ese enfrentamiento, de un lado el bueno y del otro el malo. Dos cosas parecen preocuparle al malo. Una es si el bueno aguantara los ataques y permanecerá como tal, y la segunda si un Dios vendrá para ayudarle.

Para el malo la simple existencia del bueno ya es razón para tratar de quitarlo del medio. Las obras del bueno son una acusación contra el malo, algo que no puede tolerar. Pero a pesar de todos los pesares, el justo confía en el Señor, y no usa sus sufrimientos para cuestionar a Dios.

El apóstol Santiago nos habla de las actitudes que nos pueden destruir, de esos deseos de la propia satisfacción, de los placeres. Cuando uno piensa exclusivamente en uno mismo y no consigue sus deseos, comienza a crear divisiones, peleas, guerras para obtener y acumular bienes que satisfagan sus ambiciones.

Por el contrario, el apóstol invita a buscar y aceptar la sabiduría que viene de “arriba” pues es pura, amante de la paz, constante, sincera, compasiva, dócil y llena de misericordia y buenas obras. Esta sabiduría, debemos concluir, hará posible la convivencia en paz y armonía. La primera lectura nos presenta al siervo que no pierde su fe ni esperanza en el Señor, a pesar de la persecución y el sufrimiento. En la segunda lectura el apóstol nos habla de la sabiduría de viene de arriba y da fruto, y del egoísmo que trae destrucción y muerte.

Entramos ahora en el evangelio, pasaje tomado de Marcos. A veces vemos a Jesús seguido o rodeado de grandes multitudes. En esta ocasión nos presenta a Jesús como evitando multitudes para dedicarse a los suyos, a los discípulos. Según caminan hacia Cafarnaún les va instruyendo, y les anuncia la muerte que él ha de sufrir, seguido de la resurrección. Parece que ellos oyeron solamente lo de la muerte, y eso les afectó, tanto que no aceptaron eso, posiblemente pensaron que no podía ser verdad, aunque por si acaso, no quisieron preguntarle.

Durante el camino comenzaron a discutir quien era el principal, el más importante.

Jesús sigue insistiendo en su final, mejor dicho en su pasión y muerte, pues el final es la resurrección. Pero eso de que no habrá un triunfo glorioso, con fiestas y banquetes, y condecoraciones y títulos nobiliarios para los que le han seguido, está afectando mucho a esos discípulos, aunque me da la impresión que afecta también a muchos en nuestros días. Incluso a los pastores no nos desagradan todas esas distinciones honoríficas, tanto en los títulos, como en las vestimentas, sin olvidar al trato y reverencias que recibimos.

Los discípulos, van detrás de Jesús, pero no le siguen pues a sus espaldas van por otro camino muy distinto del que el Señor y Maestro se ha trazado. Este único Señor y único Maestro decidió hacerse hombre, inmigrante, trabajador. No aceptó riquezas, honores ni poderío. Se convirtió en siervo de los demás, actuó en ocasiones como esclavo de los demás, se convirtió en alimento de los que quisieran recibirle, solo aceptó ser Coronado con espinas, y por trono eligió una cruz, y no dejó herencia porque en vida había dado todo a los demás, solo nos ha quedado, y la verdad es que no necesitamos nada más.

El pasaje evangélico concluye poniéndonos como ejemplo a un niño y esas palabras tan extraordinarias: “El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado” (Mc 9,37).

El niño hoy en día sufre, a veces porque no tiene lo necesario, y en otras veces porque de tanto que tiene (cosas materiales y caprichos) resulta vivir en una pobreza mayor. Hoy necesitamos, como Cristo hizo, abrazar al niño con un amor verdadero y sin límites; con una formación que le ayude a ser el ser que Dios quiere que sea; con una enseñanza para que modele su corazón y rodeado de la familia que le ayude a crecer “en edad, sabiduría y gracias”, como el mismo Jesús creció.

DOMINGO DE LA 25 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año B (Lecturas)

Sabiduría 2,12.17-20
Salmo 53: El Señor sostiene mi vida
Santiago 3,16-4,3
Marcos 9,30-37


Sabiduría 2,12.17-20

Se dijeron los impíos: «Acechemos al justo, que nos resulta incómodo: se opone a nuestras acciones,nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende nuestra educación errada; veamos si sus palabras son verdaderas, comprobando el desenlace de su vida. Si es el justo hijo de Dios, lo auxiliará y lo librará del poder de sus enemigos; lo someteremos a la prueba de la afrenta y la tortura, para comprobar su moderación y apreciar su paciencia; lo condenaremos a muerte ignominiosa, pues dice que hay quien se ocupa de él.»

Salmo 53: El Señor sostiene mi vida

Oh Dios, sálvame por tu nombre,
sal por mí con tu poder.
Oh Dios, escucha mi súplica,
atiende a mis palabras.
R. El Señor sostiene mi vida

Porque unos insolentes se alzan contra mí,
y hombres violentos me persiguen a muerte,
sin tener presente a Dios.
R. El Señor sostiene mi vida

Pero Dios es mi auxilio,
el Señor sostiene mi vida.
Te ofreceré un sacrificio voluntario,
dando gracias a tu nombre, que es bueno.
R. El Señor sostiene mi vida

Santiago 3,16-4,3

Donde hay envidias y rivalidades, hay desorden y toda clase de males. La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia. ¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, que luchan en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis, ardéis en envidia y no alcanzáis nada; os combatís y os hacéis la guerra. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para dar satisfacción a vuestras pasiones.

Marcos 9,30-37

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se entera se, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.» Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?» Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.» Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»

COMENTARIOS:
por Julio César Rioja CMF 
por Mons. Francisco González SF  

Lucas 8,4-15: Parábola del sembrador

Lucas 8,4-15
Sábado de la 24 Semana del Tiempo Ordinario, Año I y II

En aquel tiempo, se le juntaba a Jesús mucha gente y, al pasar por los pueblos, otros se iban añadiendo. Entonces les dijo esta parábola: «Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso y, al crecer, se secó por falta de humedad. Otro poco cayó entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y, al crecer, dio fruto al ciento por uno.» Dicho esto, exclamó: «El que tenga oídos para oír, que oiga.» Entonces le preguntaron los discípulos: «¿Qué significa esa parábola?» Él les respondió: «A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan. El sentido de la parábola es éste: La semilla es la palabra de Dios. Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al escucharla, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre zarzas son los que escuchan, pero, con los afanes y riquezas y placeres de la vida, se van ahogando y no maduran. Los de la tierra buena son los que con un corazón noble y generoso escuchan la palabra, la guardan y dan fruto perseverando.»

SÁBADO DE LA 24 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año I (Lecturas)

1 Timoteo 6,13-16
Salmo 99: Entrad en la presencia del Señor con vítores
Lucas 8,4-15

1 Timoteo 6,13-16

En presencia de Dios, que da la vida al universo, y de Cristo Jesús, que dio testimonio ante Poncio Pilato con tan noble profesión: te insisto en que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche, hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, que en tiempo oportuno mostrará el bienaventurado y único Soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único poseedor de la inmortalidad, que habita en una luz inaccesible, a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A él honor e imperio eterno. Amén.

Salmo 99: Entrad en la presencia del Señor con vítores

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.
R. Entrad en la presencia del Señor con vítores

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
R. Entrad en la presencia del Señor con vítores

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre.
R. Entrad en la presencia del Señor con vítores

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»
R. Entrad en la presencia del Señor con vítores

Lucas 8,4-15

En aquel tiempo, se le juntaba a Jesús mucha gente y, al pasar por los pueblos, otros se iban añadiendo. Entonces les dijo esta parábola: «Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso y, al crecer, se secó por falta de humedad. Otro poco cayó entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y, al crecer, dio fruto al ciento por uno.» Dicho esto, exclamó: «El que tenga oídos para oír, que oiga.» Entonces le preguntaron los discípulos: «¿Qué significa esa parábola?» Él les respondió: «A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan. El sentido de la parábola es éste: La semilla es la palabra de Dios. Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al escucharla, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre zarzas son los que escuchan, pero, con los afanes y riquezas y placeres de la vida, se van ahogando y no maduran. Los de la tierra buena son los que con un corazón noble y generoso escuchan la palabra, la guardan y dan fruto perseverando.»

jueves, 17 de septiembre de 2015

JUEVES DE LA 24 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año I (Lecturas)

1 Timoteo 4,12-16
Salmo 110: Grandes son las obras del Señor
Lucas 7,36-50

1 Timoteo 4,12-16

Querido hermano: Nadie te desprecie por ser joven; sé tú un modelo para los fieles, en el hablar y en la conducta, en el amor, la fe y la honradez. Mientras llego, preocúpate de la lectura pública, de animar y enseñar. No descuides el don que posees, que se te concedió por indicación de una profecía con la imposición de manos de los presbíteros. Preocúpate de esas cosas y dedícate a ellas, para que todos vean cómo adelantas. Cuídate tú y cuida la enseñanza; sé constante; si lo haces, te salvarás a ti y a los que te escuchan.

Salmo 110: Grandes son las obras del Señor

Justicia y verdad son las obras de sus manos,
todos sus preceptos merecen confianza:
son estables para siempre jamás,
se han de cumplir con verdad y rectitud.
R. Grandes son las obras del Señor

Envió la redención a su pueblo,
ratificó para siempre su alianza,
su nombre es sagrado y temible.
R. Grandes son las obras del Señor

Primicia de la sabiduría es el temor del Señor,
tienen buen juicio los que lo practican;
la alabanza del Señor dura por siempre.
R. Grandes son las obras del Señor

Lucas 7,36-50

En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo: "Si éste fuera profeta, sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora." Jesús tomó la palabra y le dijo: "Simón, tengo algo que decirte." El respondió: "Dímelo, maestro." Jesús le dijo: "Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?" Simón contestó: "Supongo que aquel a quien le perdonó más." Jesús le dijo: "Has juzgado rectamente."Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: "¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella, en cambio, me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor; pero al que poco se le perdona, poco ama." Y a ella le dijo: "Tus pecados están perdonados." Los demás convidados empezaron a decir entre sí: "¿Quién es esté, que hasta perdona pecados?" Pero Jesús dijo a la mujer: "Tu fe te ha salvado, vete en paz."

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Lucas 7,31-35: "¿A quién se parecen los hombres de esta generación?"

Lucas 7,31-35
Miércoles de la 24 Semana del Tiempo Ordinario, Año I

En aquel tiempo, dijo el Señor: "¿A quién se parecen los hombres de esta generación? ¿A quién los compararemos? Se parecen a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros: "Tocamos la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis." Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijisteis que tenía un demonio; vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: "Mirad qué comilón y qué borracho, amigo de publicanos y pecadores." Sin embargo, los discípulos de la sabiduría le han dado la razón."

MIÉRCOLES DE LA 24 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año I (Lecturas)

1 Timoteo 3,14-16
Salmo 110: Grandes son las obras del Señor
Lucas 7,31-35

1 Timoteo 3,14-16

Querido hermano: Aunque espero ir a verte pronto, te escribo esto por si me retraso; quiero que sepas cómo hay que conducirse en la casa de Dios, es decir, en la asamblea de Dios vivo, columna y base de la verdad. Sin discusión, grande es el ministerio que veneramos: Manifestado en la carne, justificado en el Espíritu, contemplado por los ángeles, predicado a los paganos, creído en el mundo, llevado a la gloria.

Salmo 110: Grandes son las obras del Señor

Doy gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman.
R. Grandes son las obras del Señor

Esplendor y belleza son su obra,
su generosidad dura por siempre;
ha hecho maravillas memorables,
el Señor es piadoso y clemente.
R. Grandes son las obras del Señor

Él da alimento a sus fieles,
recordando siempre su alianza;
mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,
dándoles la heredad de los gentiles.
R. Grandes son las obras del Señor

Lucas 7,31-35

En aquel tiempo, dijo el Señor: "¿A quién se parecen los hombres de esta generación? ¿A quién los compararemos? Se parecen a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros: "Tocamos la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis." Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijisteis que tenía un demonio; vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: "Mirad qué comilón y qué borracho, amigo de publicanos y pecadopres." Sin embargo, los discípulos de la sabiduría le han dado la razón."

lunes, 14 de septiembre de 2015

Juan 3,13-17: "Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo"

Juan 3,13-17
Fiesta de la Exaltación de la Cruz

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: "Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen el él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él."

sábado, 12 de septiembre de 2015

DOMINGO DE LA 24 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año B, por Francisco González, S.F.

Isaías 50, 5-9
Salmo 114
Santiago 2, 14-18
Marcos 8, 27-35


Isaías 50, 5-9

El Señor me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado. Tengo cerca a mi defensor, ¿quién pleiteará contra mí? Comparezcamos juntos. ¿Quién tiene algo contra mí? Que se me acerque. Mirad, el Señor me ayuda, ¿quién me condenará?

Sal 114, 1-2. 3-4. 5-6. 8-9:
Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida


Amo al Señor, porque escucha mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco.
R. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida

Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
«Señor, salva mi vida.»
R. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida

El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas, me salvó.
R. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida

Arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas, mis pies de la caída.
Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida.
R. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida

Santiago 2,14-18

¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Es que esa fe lo podrá salvar? Supongamos que un hermano o una hermana andan sin ropa y faltos del alimento diario, y que uno de vosotros les dice: «Dios os ampare; abrigaos y llenaos el estómago», y no les dais lo necesario para el cuerpo; ¿de qué sirve? Esto pasa con la fe: si no tiene obras, por sí sola está muerta. Alguno dirá: «Tú tienes fe, y yo tengo obras. Enséñame tu fe sin obras, y yo, por las obras, te probaré mi fe.»

Marcos 8,27-35

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Felipe; por el camino, preguntó a sus díscípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos le contestaron: «Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas.» Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?» Pedro le contestó: «Tú eres el Mesías.» Él les prohibió terminantemente decirselo a nadie. Y empezó a instruirlos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días.» Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!» Después llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.»

Comentario de Mons. Francisco González, S.F.
Obispo Auxiliar de Washington, D.C.


Este es el tercer poema o “cántico del Siervo” (1º lectura). Leyéndolo completo es una gran lección para nosotros. Pareciera que “el siervo” nos indica que la misión que le ha sido encomendada no es fácil, que encuentra resistencia y que cambiar las cosas no es tan sencillo: hay muchos que se resisten.

El “siervo de Yahvé” está dispuesto a sufrir lo que haya que sufrir, de hecho “ofrece sus espaldas, su rostro” para recibir los golpes que quieran darle: las injurias y los escupos. A todo está dispuesto. Está seguro que Dios le protegerá, le defenderá contra todo lo que los malos quieran echarle encima.

¡Qué retrato tan perfecto de lo que a Cristo le tocó vivir! ¿Se podría también aplicar a nosotros? ¿Actuamos con tanta fidelidad a la misión que por el bautismo, todos nosotros hemos recibido?

Continuemos con las preguntas. Jesús (evangelio de hoy) hace una pregunta a los discípulos acerca de la opinión de la gente sobre su identidad. Ellos mencionan personajes del pasado. El Maestro entonces les hace una pregunta que exige una respuesta personal: ¿Quién decís que soy yo?

Pedro que al parecer responde en nombre de todos: lo proclama Mesías. Cabe preguntarnos si Pedro verdaderamente sabía lo que decía, pues al proclamarle como “Cristo”, parece hacerlo de acuerdo con la mentalidad que ellos tenían de lo que el Mesías debía ser: “El libertador”, el restaurador de la gloria de Israel al estilo de David. Sin embargo Jesús, el verdadero “Mesías”, iba en otra dirección.

Después de recibir sus respuestas, Jesús les anuncia que van camino de Jerusalén donde él “sufrirá mucho y será rechazado por los notables, los jefes… y que sería condenado a muerte y que resucitaría al tercer día”.

Semejante declaración de Jesús destrozaba por completo las aspiraciones y esquemas de Pedro -y sus compañeros-, quien por eso se lleva a Jesús a un lado para “reprenderle” por las barbaridades que decía. ¡Pobre Pedro! ¡Pobres apóstoles! ¡Pobres nosotros! Siempre vamos buscando, por lo menos, un poquito de gloria, un poco de algo que nos coloque en el pedestal, un reconocimiento de nuestra valía y, aquí tenemos a Jesús, quien después de haber hecho tanto bien a todos, después de haber sanado a enfermos, consolado a los afligidos, resucitado a muertos, que aún habiendo dado comida a tantos hambrientos, va a terminar mal, pues según dice Él mismo lo van a condenar a muerte.

Tanto Pedro y los otros apóstoles, como muchos de nosotros, miembros del clero incluidos, se nos hace tan cuesta arriba el mesianismo de Cristo que no busca el triunfalismo, sino ser el verdadero “siervo de Yahvé”, el siervo que “da todo para ganar a todos, que pierde su vida para ganarla, que se entrega con toda generosidad para triunfar con toda humildad”.

El seguimiento de Cristo, sólo se puede dar desde la cruz, grande o pequeña, pesada o ligera, pero siempre personal, como la pregunta de Jesús: ¿Quién dices que soy yo? Hay momentos en los que debo estudiar, leer y buscar en los documentos de la Iglesia, en los escritos de grandes teólogos, historiadores y místicos, pero también hay un momento en el que, con todo respeto, cerramos todos esos volúmenes y los colocamos en el librero y ahí a solas, le digo a Jesús quién es Él para mí.

La respuesta requiere un compromiso, como nos recuerda Santiago (2º lectura): “Si la fe no se demuestra con las obras, está completamente muerta”.

DOMINGO DE LA 24 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año B

Isaías 50, 5-9
Salmo 114: Caminaré en presencia del Señor 
en el país de la vida.
Santiago 2, 14-18
Marcos 8, 27-35

Isaías 50, 5-9

El Señor me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado. Tengo cerca a mi defensor, ¿quién pleiteará contra mí? Comparezcamos juntos. ¿Quién tiene algo contra mí? Que se me acerque. Mirad, el Señor me ayuda, ¿quién me condenará?

Salmo 114, 1-2. 3-4. 5-6. 8-9:
R. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida

Amo al Señor, porque escucha mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco.
R. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida

Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
«Señor, salva mi vida.»
R. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida

El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas, me salvó.
R. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida

Arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas, mis pies de la caída.
Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida.
R. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida

Santiago 2,14-18

¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Es que esa fe lo podrá salvar? Supongamos que un hermano o una hermana andan sin ropa y faltos del alimento diario, y que uno de vosotros les dice: «Dios os ampare; abrigaos y llenaos el estómago», y no les dais lo necesario para el cuerpo; ¿de qué sirve? Esto pasa con la fe: si no tiene obras, por sí sola está muerta. Alguno dirá: «Tú tienes fe, y yo tengo obras. Enséñame tu fe sin obras, y yo, por las obras, te probaré mi fe.»

Marcos 8,27-35

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Felipe; por el camino, preguntó a sus díscípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos le contestaron: «Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas.» Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?» Pedro le contestó: «Tú eres el Mesías.» Él les prohibió terminantemente decirselo a nadie. Y empezó a instruirlos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días.» Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!» Después llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.»

COMENTARIOS:
por Mons. Francisco González SF  

viernes, 11 de septiembre de 2015

VIERNES DE LA 23 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año I (Lecturas)

I Timoteo 1,1-2.12-14
Salmo 15: Tú, Señor, eres el lote de mi heredad
Lucas 6,39-42

I Timoteo 1,1-2.12-14

Pablo, apóstol de Cristo Jesús por disposición de Dios, nuestro salvador, y de Jesucristo, nuestra esperanza, a Timoteo, verdadero hijo en la fe. Te deseo la gracia, la misericordia y la paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro. Doy gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, que me hizo capaz, se fió de mí y me confió este ministerio. Eso que yo antes era un blasfemo, un perseguidor y un insolente. Pero Dios tuvo compasión de mí, porque yo no era creyente y no sabía lo que hacía. El Señor derrochó su gracia en mí, dándome la fe y el amor en Cristo Jesús.

Salmo 15: Tú, Señor, eres el lote de mi heredad

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: "Tú eres mi bien."
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano.
R. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad

Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
R. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
R. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad

Lucas 6,39-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos una parábola: "¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? Un discípulo no es más que su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano."

jueves, 10 de septiembre de 2015

Lucas 6:27-38, Fe en imágenes

Lucas 6,27-38


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen. Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo. ¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos.Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros."

JUEVES DE LA 23 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año I (Lecturas)

Colosenses 3,12-17
Salmo 150: Todo ser que alienta alabe al Señor
Lucas 6,27-38

Colosenses 3,12-17

Hermanos: Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite en vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

Salmo 150: Todo ser que alienta alabe al Señor

Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su fuerte firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.
R. Todo ser que alienta alabe al Señor

Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,
alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas.
R. Todo ser que alienta alabe al Señor

Alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta alabe al Señor.
R. Todo ser que alienta alabe al Señor

Lucas 6,27-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen. Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo. ¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos.Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros."

domingo, 6 de septiembre de 2015

DOMINGO DE LA 23 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año B

Isaías 35,4-7
Salmo 145: Alaba, alma mía, al Señor
Santiago 2,1-5
Marcos 7,31-37

Isaías 35,4-7

Decid a los cobardes de corazón: «Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios que trae el desquite, viene en persona, resarcirá y os salvará.» Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantar. Porque han brotado aguas en el desierto, torrentes en la estepa el páramo será un estanque, lo reseco un manantial.

Salmo 145: Alaba, alma mía, al Señor

Que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos.
R. Alaba, alma mía, al Señor

El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos,
el Señor guarda a los peregrinos.
R. Alaba, alma mía, al Señor

Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.
R. Alaba, alma mía, al Señor

Santiago 2,1-5

No juntéis la fe en nuestro Señor Jesucristo glorioso con el favoritismo. Por ejemplo: llegan dos hombres a la reunión litúrgica. Uno va bien vestido y hasta con anillos en los dedos; el otro es un pobre andrajoso. Veis al bien vestido y le decís: «Por favor, siéntate aquí, en el puesto reservado.» Al pobre, en cambio: «Estáte ahí de pie o siéntate en el suelo.» Si hacéis eso, ¿no sois inconsecuentes y juzgáis con criterios malos? Queridos hermanos, escuchad: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino, que prometió a los que lo aman?

Marcos 7,31-37

En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos. Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá», esto es: «Ábrete.»
Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.»

COMENTARIO:

sábado, 5 de septiembre de 2015

Lucas 6,1-5: El Hijo del hombre es Señor del sábado

Lucas 6, 1-5
Sábado de la 22 Semana del Tiempo Ordinario I y II,

Un sábado, Jesús atravesaba un sembrado; sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas con las manos, se comían el grano. Unos fariseos les preguntaron: "¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?" Jesús les replicó: "¿No habéis leído lo que hizo David cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios, tomó los panes presentados -que sólo pueden comer los sacerdotes-, comió él y les dio a sus compañeros". Y añadió: "El Hijo del hombre es señor del sábado".

viernes, 4 de septiembre de 2015

VIERNES DE LA SEMANA 22 DEL TIEMPO ORDINARIO, Año I (Lecturas)

Colosenses 1,15-20
Salmo 99: Entrad en la presencia del Señor con vítores
Lucas 5,33-39

Colosenses 1,15-20

Cristo Jesús es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque por medio de él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades; todo fue creado por él y para él. Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él. Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo. Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Salmo 99: Entrad en la presencia del Señor con vítores

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.
R. Entrad en la presencia del Señor con vítores

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
R. Entrad en la presencia del Señor con vítores

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre.
R. Entrad en la presencia del Señor con vítores

"El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades."
R. Entrad en la presencia del Señor con vítores

Lucas 5,33-39

En aquel tiempo, dijeron a Jesús los fariseos y los escribas: "Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber." Jesús les contestó: "¿Queréis que ayunen los amigos del novio mientras el novio está con ellos? Llegará el día en que se lo lleven, y entonces ayunarán. "Y añadió esta parábola: "Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque se estropea el nuevo, y la pieza no le pega al viejo. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino nuevo revienta los odres, se derrama, y los odres se estropean. A vino nuevo, odres nuevos. Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: "Está bueno el añejo."

jueves, 3 de septiembre de 2015

Si no me dejan ser padrino, apostato.


JUEVES DE LA 22 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año I, por el papa Francisco

Colosenses 1,9-14
Salmo 97: El Señor da a conocer su victoria
Lucas 5,1-11

Colosenses 1,9-14

Hermanos: Desde que nos enteramos de vuestra conducta, no dejamos de rezar a Dios por vosotros y de pedir que consigáis un conocimiento perfecto de su voluntad, con toda sabiduría e inteligencia espiritual. De esta manera, vuestra conducta será digna del Señor, agradándole en todo; fructificaréis en toda clase de obras buenas y aumentará vuestro conocimiento de Dios. El poder de su gloria os dará fuerza para soportar todo con paciencia y magnanimidad, con alegría, dando gracias al Padre, que os ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados.

Salmo 97: El Señor da a conocer su victoria

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y de su fidelidad
en favor de la casa de Israel.
R. El Señor da a conocer su victoria

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad.
R. El Señor da a conocer su victoria

Tocad la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor.
R. El Señor da a conocer su victoria

Lucas 5,1-11

En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: "Rema mar adentro, y echad las redes para pescar." Simón contestó: "Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes." Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: "Apártate de mí, Señor, que soy un pecador." Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: "No temas; desde ahora serás pescador de hombres." Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron".

— Comentario por el papa Francisco

Es difícil decir «yo soy pecador», admitirlo, pero eso es lo que nos abre a Jesús, explica el Papa
Francisco, en la misa matinal de Santa Marta

En la medida que nos reconocemos pecadores, nos abrimos al asombro del encuentro con Jesús. Lo indicó el santo padre Francisco en la misa de este jueves por la mañana celebrada en la residencia Santa Marta.

El evangelio del día narra que Pedro confía en el Señor y tira las redes obteniendo una pesca milagrosa, tras una noche de trabajo en vano.

El Papa en su comentarlo señala la fe como un encuentro con Jesús y confía que le gusta pensar: "Jesús pasaba la mayor parte de su tiempo en las calles, con la gente, y al anochecer se retiraba solo a rezar”.

Hay dos modos de encontrar al Señor: el primero es el de Pedro, de los apóstoles y del pueblo. “El evangelio usa la misma palabra sobre esta gente, sobre el pueblo, los apóstoles, y Pedro: se quedaron asombrados”. Y el pueblo “sentía este estupor y decía: Él habla con autoridad. Nunca un hombre ha hablado así”.

En cambio entre los que encontraban a Jesús había otro grupo que no dejaba al asombro entrar en sus corazones. Los doctores de la Ley hacían sus cálculos, tomaban distancia y decían; ´es inteligente, dice cosas verdaderas, pero a nosotros no nos conviene´.

Los mismos demonios --observó el Papa-- confesaban que Jesús era el ´Hijo de Dios´, pero como los doctores de la Ley y los malos fariseos “no tenían la capacidad de asombrarse, estaban cerrados en su autosuficiencia, en su soberbia. Pedro reconoce que Jesús es el Mesías, pero confiesa que es un pecador”. Los demonios “llegan a decir la verdad sobre él”. Mientras que los doctores de la Ley si bien dice “es inteligente, es un rabino capaz, hace milagros”, no dicen “Somos soberbios, somos autosuficientes, somos pecadores”. La incapacidad de reconocerse pecadores nos aleja de la verdadera confesión de Jesucristo.

Es fácil decir que Jesús es el Señor, difícil en cambio reconocerse pecadores. Es la diferencia entre la humildad del publicano que se reconoce pecador y la soberbia del fariseo que habla bien de sí mismo:

“Esta capacidad de decir que somos pecadores nos abre al estupor que nos lleva a encontrar verdaderamente a Jesucristo. También en nuestras parroquias, en la sociedad, entre las personas consagradas: ¿Cuántas son las personas capaces de decir que Jesús es el Señor?, muchas. Pero es difícil decir: ´Soy un pecador, soy una pecadora´. Es más fácil decirlo de los otros, ¿verdad? Cuando se dicen los chismes... Todos somos doctores en ésto, ¿verdad?

Para llegar a un verdadero encuentro con Jesús es necesaria una doble confesión: “Tu eres el hijo de Dios y yo soy un pecador”, pero no en teoría, sino por esto, por esto y por esto...”.

Pedro --indica el Papa-- después se olvida del estupor del encuentro y lo reniega. Pero porque “es humilde se deja encontrar por el Señor, y cuando sus miradas se encuentran él llora, vuelve a la confesión: Soy pecador”.

Y el Papa concluye: “El Señor nos de la gracia de encontrarlo y también de dejarnos que Él nos encuentre. Nos de la gracia hermosa de este estupor del encuentro.

Fuente: religionenlibertad.com

3 de septiembre: SAN GREGORIO MAGNO, por Celestino Hueso, S.F.


Hoy le toca el turno a un santo de primera división. San Gregorio Magno.

Su tatarabuelo y su bisabuelo fueron Papas, (recuerdo que en esa época los curas, y por tanto también los Papas, eran casados) sus padres Gordiano y Silvia, y sus tías Emiliana y Tarsilia tienen un nombre algo rarillo pero son santos, y él, un gran cristiano que se preparó bien para ser alguien en el mundo.

Pronto el emperador le nombra prefecto de Roma y ante sí se abre un brillante porvenir, pero, siguiendo los ejemplos de sus mayores él lo que anhela es ser santo, así que renuncia a todo y se hace monje benedictino en su propio palacio que transforma en monasterio.

La dicha le duró poco, apenas cuatro años, porque el Papa Pelagio lo ordenó diácono y lo nombró Nuncio en Constantinopla.

Apenas regresa a Roma se enfada el río Tíber, en medio de una tormenta, y se desborda causando una epidemia de peste que se lleva por delante a mucha gente, entre otros al Papa Pelagio.

Roma elige Papa a Gregorio. (Creo que no es necesario recordar que en esa época los obispos y el Papa los elegía el pueblo, los cardenales no tenían voz ni voto).

Como Papa destaca por su celo, su preocupación por el pueblo y sus ganas de hacer de la Iglesia un auténtico testimonio del Reino de los cielos abierto al mundo entero, por eso envía a San Agustín de Canterbury a evangelizar Inglaterra, afligido porque había visto un grupo de esclavos rubios y de ojos azules que llamaron su atención; al saber que eran Anglos (ingleses) dijo “non angli sed angeli” “no son anglos, son ángeles” o lo que es lo mismo “no son esclavos, son almas de Dios”.

Finalmente fue él quien organizó el canto de la Iglesia que se conoce desde entonces como “canto gregoriano” y el primer Papa que se presentó como “siervo de los siervos de Dios”

Felicidades a los Gregorio.