jueves, 3 de septiembre de 2015

3 de septiembre: SAN GREGORIO MAGNO, por Celestino Hueso, S.F.


Hoy le toca el turno a un santo de primera división. San Gregorio Magno.

Su tatarabuelo y su bisabuelo fueron Papas, (recuerdo que en esa época los curas, y por tanto también los Papas, eran casados) sus padres Gordiano y Silvia, y sus tías Emiliana y Tarsilia tienen un nombre algo rarillo pero son santos, y él, un gran cristiano que se preparó bien para ser alguien en el mundo.

Pronto el emperador le nombra prefecto de Roma y ante sí se abre un brillante porvenir, pero, siguiendo los ejemplos de sus mayores él lo que anhela es ser santo, así que renuncia a todo y se hace monje benedictino en su propio palacio que transforma en monasterio.

La dicha le duró poco, apenas cuatro años, porque el Papa Pelagio lo ordenó diácono y lo nombró Nuncio en Constantinopla.

Apenas regresa a Roma se enfada el río Tíber, en medio de una tormenta, y se desborda causando una epidemia de peste que se lleva por delante a mucha gente, entre otros al Papa Pelagio.

Roma elige Papa a Gregorio. (Creo que no es necesario recordar que en esa época los obispos y el Papa los elegía el pueblo, los cardenales no tenían voz ni voto).

Como Papa destaca por su celo, su preocupación por el pueblo y sus ganas de hacer de la Iglesia un auténtico testimonio del Reino de los cielos abierto al mundo entero, por eso envía a San Agustín de Canterbury a evangelizar Inglaterra, afligido porque había visto un grupo de esclavos rubios y de ojos azules que llamaron su atención; al saber que eran Anglos (ingleses) dijo “non angli sed angeli” “no son anglos, son ángeles” o lo que es lo mismo “no son esclavos, son almas de Dios”.

Finalmente fue él quien organizó el canto de la Iglesia que se conoce desde entonces como “canto gregoriano” y el primer Papa que se presentó como “siervo de los siervos de Dios”

Felicidades a los Gregorio.

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