lunes, 25 de marzo de 2024

LUNES SANTO (Lecturas)

Isaías 42,1-7
Salmo 27,1-3.13-14: El Señor es mi luz y mi salvación
Juan 12,1-11


Isaías 42,1-7

Este es mi Servidor, a quien yo sostengo, mi elegido, en quien se complace mi alma. Yo he puesto mi espíritu sobre él para que lleve el derecho a las naciones. El no gritará, no levantará la voz ni la hará resonar por las calles. No romperá la caña quebrada ni apagará la mecha que arde débilmente. Expondrá el derecho con fidelidad; no desfallecerá ni se desalentará hasta implantar el derecho en la tierra, y las costas lejanas esperarán su Ley. Así habla Dios, el Señor, el que creó el cielo y lo desplegó, el que extendió la tierra y lo que ella produce, el que da el aliento al pueblo que la habita y el espíritu a los que caminan por ella. Yo, el Señor, te llamé en la justicia, te sostuve de la mano, te formé y te destiné a ser la alianza del pueblo, la luz de las naciones, para abrir los ojos de los ciegos, para hacer salir de la prisión a los cautivos y de la cárcel a los que habitan en las tinieblas.


Salmo 27,1-3.13-14: 
El Señor es mi luz y mi salvación

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién voy a tenerle miedo?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién podrá hacerme temblar?
R. El Señor es mi luz y mi salvación

Cuando me asaltan los malvados
para devorarme,
ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen.
R. El Señor es mi luz y mi salvación

Aunque se lance contra mí un ejército,
no temerá mi corazón;
aun cuando hagan la guerra contra mí,
tendré plena confianza en el Señor.
R. El Señor es mi luz y mi salvación

La bondad del Señor
espero ver en esta misma vida.
Armate de valor y fortaleza
y en el Señor confía.
R. El Señor es mi luz y mi salvación



Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania, donde estaba Lázaro, al que había resucitado. Allí le prepararon una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los comensales. María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume. Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo: "¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?". Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella. Jesús le respondió: "Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura. A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre". Entre tanto, una gran multitud de judíos se enteró de que Jesús estaba allí, y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado. Entonces los sumos sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos se apartaban de ellos y creían en Jesús, a causa de él.

sábado, 23 de marzo de 2024

Mc 14,66-72: Negaciones de Pedro

Negaciones de Pedro
Cf. Mt 26,69s; Lc 22,56s; cfr. Jn 18,17s 

66 Estaba Pedro abajo en el patio, cuando una sirvienta del sumo sacerdote, 
67 viendo que se calentaba, se le quedó mirando y le dijo: 
     —También tú estabas con el Nazareno, con Jesús. 
68 Él lo negó: —Ni sé ni entiendo lo que dices. Salió al vestíbulo [y un gallo cantó]. 

Cf. Mt 26,71-75; Lc 22,58-62; cfr. Jn 18,25-27

69 La sirvienta lo vio y empezó a decir otra vez a los presentes: 
     —Éste es uno de ellos. 
70 De nuevo lo negó. Al poco tiempo también los presentes decían a Pedro: 
     —Realmente eres de ellos, porque eres galileo. 
71 Entonces empezó a echar maldiciones y a jurar que no conocía al hombre del que hablaban. 
72 Al instante cantó por segunda vez el gallo. Pedro recordó lo que le había dicho Jesús: 
     Antes de que el gallo cante dos veces me habrás negado tres. Y se puso a llorar.


Mc 14,53-65: Jesús ante el Consejo

Jesús ante el Consejo
Cf. Mt 26,57s; Lc 22,54s; cfr. Jn 18,12-16 

53 Condujeron a Jesús a casa del sumo sacerdote, 
     y se reunieron todos los sumos sacerdotes con los ancianos y los letrados. 
54 Pedro le fue siguiendo a distancia hasta entrar en el palacio del sumo sacerdote. 
     Se quedó sentado con los empleados, calentándose junto al fuego. 

Cf. Mt 26,59-63a

55 El sumo sacerdote y el Consejo en pleno buscaban un testimonio contra Jesús 
     que permitiera condenarlo a muerte, y no lo encontraban, 
56 ya que aunque muchos testimoniaban en falso contra él, sus testimonios no concordaban. 
57 Algunos se levantaron y declararon en falso contra él: 
58 —Le hemos oído decir: Yo he de destruir este santuario, construido por manos humanas, 
     y en tres días construiré otro, no edificado con manos humanas. 
59 Pero tampoco en este punto concordaba el testimonio de ellos. 
60 Entonces el sumo sacerdote se puso de pie en medio y preguntó a Jesús: 
     —¿No respondes nada a lo que éstos declaran contra ti? 
61a Él callaba y no respondía nada. 

Cf. Mt 26,63b-66; Lc 22,66-71; cfr. Jn 18,19-21

61b De nuevo le preguntó el sumo sacerdote: —¿Eres tú el Mesías, el Hijo del Bendito? 
62 Jesús respondió: —Yo soy. Verán al Hijo del Hombre sentado a la derecha del Todopoderoso 
     y llegando entre las nubes del cielo. 
63 El sumo sacerdote, rasgándose sus vestiduras, dijo: —¿Qué falta nos hacen los testigos? 
64 Ustedes mismos han oído la blasfemia. ¿Qué les parece? Todos sentenciaron que era reo de muerte. 

Cf. Mt 26,67; Lc 22,63-65; cfr. Jn 18,22s

 65 Algunos se pusieron a escupirle, a taparle los ojos y darle bofetadas diciendo: 
      —¡Adivina quién fue! También los empleados le daban bofetadas.

Mc 32-52: Oración en el huerto y arresto de Jesús

Oración en el huerto
(Cf. Mt 26,36-46; cfr. Lc 22,39-46) 

32 Llegados al lugar llamado Getsemaní, dijo a sus discípulos: 
     —Siéntense aquí mientras yo voy a orar. 
33 Llevó con él a Pedro, Santiago y Juan y empezó a sentir tristeza y angustia. 
34 Entonces les dijo: —Siento una tristeza de muerte; quédense aquí y permanezcan despiertos. 
35 Se adelantó un poco, se postró en tierra y oraba que, si era posible, se alejara de él aquella hora. 
36 Decía: Abba, Padre, tú lo puedes todo, aparta de mí esta copa. 
     Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. 
37 Volvió, y los encontró dormidos. Dijo a Pedro: 
     —Simón, ¿duermes? ¿No has sido capaz de estar despierto una hora? 
38 Permanezcan despiertos y oren para no caer en la tentación. 
     El espíritu está dispuesto, pero la carne es débil. 
39 Se retiró otra vez y oró repitiendo las mismas palabras. 
40 Al volver, los encontró otra vez dormidos, porque los ojos se les cerraban de sueño; 
     y no supieron qué contestar. 
41 Volvió por tercera vez y les dijo: —¡Todavía dormidos y descansando! 
     Basta, ha llegado la hora en que el Hijo del Hombre será entregado en poder de los pecadores. 
42 Vamos, levántense, se acerca el traidor. 

Arresto de Jesús
(Cf. Mt 26,47-56; Lc 22,47-53; cfr. Jn 18,1-11)

43 Todavía estaba hablando cuando se presentó Judas, uno de los Doce, 
     y con él gente armada de espadas y palos, enviada por los sumos sacerdotes, 
     los letrados y los ancianos. 
44 El traidor les había dado una contraseña: Al que yo bese, ése es; arréstenlo y llévenlo con cuidado. 
45 Enseguida, acercándose a Jesús, le dijo: ¡Maestro!, y le dio un beso. 
46 Los otros se le tiraron encima y lo arrestaron. 
47 Uno de los presentes desenvainó la espada y de un tajo cortó una oreja 
     al sirviente del sumo sacerdote. 
48 Jesús se dirigió a ellos: 
     —Como si se tratara de un asaltante, han salido armados de espadas y palos para capturarme. 
49 Diariamente estaba con ustedes enseñando en el templo y no me arrestaron. 
     Pero se ha de cumplir la Escritura. 
50 Y todos lo abandonaron y huyeron. 

Un joven anónimo

51 Le seguía, también, un muchacho cubierto sólo por una sábana. Lo agarraron; 
52 pero él, soltando la sábana, se les escapó desnudo.


Mc 14, 12-31: Preparación de la cena pascual. Institución de la Eucaristía. Anuncio del abandono de sus discípulos

Preparación de la cena pascual
(Cf. Mt 26,17-19; Lc 22,7-13)

12 El primer día de los Ázimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, le dijeron los discípulos: 
     —¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua? 
13 Él envió a dos discípulos encargándoles:
      —Vayan a la ciudad y les saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua. Síganlo 
14  y donde entre, digan al dueño de casa: 
      Dice el Maestro que dónde está la sala en la que va a comer la cena de Pascua con sus discípulos. 
15 Él les mostrará un salón en el piso superior, preparado con divanes. Preparen allí la cena. 
16 Salieron los discípulos, se dirigieron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho 
     y prepararon la cena de Pascua. 

Anuncio de la traición
(Cf. Mt 26,20-25; cfr. Lc 22,21-23; Jn 13,21-30) 

17 Al atardecer llegó con los Doce. 
18 Se pusieron a la mesa y, mientras comían, dijo Jesús: 
     —Les aseguro que uno de ustedes me va a entregar, uno que come conmigo. 
19 Entristecidos, empezaron a preguntarle uno por uno: —¿Soy yo? 
20 Les respondió: —Uno de los Doce, que moja el pan conmigo en la fuente. 
21 El Hijo del Hombre se va, como está escrito de él; 
     pero, ¡ay de aquel por quien el Hijo del Hombre será entregado! 
     Más le valdría a ese hombre no haber nacido. 

Institución de la Eucaristía 
(Cf. Mt 26,26-30; Lc 22,14-20; cfr. Jn 6,51-59; 1 Cor 11,23-25) 

22 Mientras cenaban, tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio diciendo: 
      —Tomen, esto es mi cuerpo. 
23 Y tomando la copa, pronunció la acción de gracias, se la dio y bebieron todos de ella. 
24 Les dijo: —Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, que se derrama por todos. 
25 Les aseguro que no volveré a beber el fruto de la vid hasta el día 
     en que beba el vino nuevo en el reino de Dios. 
26 Después cantaron los salmos y salieron hacia el monte de los Olivos. 

Anuncia el abandono de sus discípulos 
(Cf. Mt 26,31-35; Lc 22,31-34; cfr. Jn 13,36-38) 

27 Jesús les dijo: —Todos van a fallar, como está escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas. 
28 Pero, cuando resucite, iré delante de ustedes a Galilea. 
29 Pedro le contestó: —Aunque todos fallen, yo no. 
30 Le dijo Jesús: —Te aseguro que tú hoy mismo, esta noche, antes de que el gallo cante dos veces, 
     me habrás negado tres. 
31 Él insistió: —Aunque tenga que morir contigo, no te negaré. Lo mismo decían los demás


Mc 14,10-11: Traición de Judas

Traición de Judas
(Cf. Mt 26,14-16; Lc 22,3-6)

10 Judas Iscariote, uno de los Doce, se dirigió a los sumos sacerdotes para entregárselo. 
11Al oírlo se alegraron y prometieron darle dinero. Y él se puso a buscar una oportunidad para ello.

Marcos 14,1-9: Complot para matar a Jesús y unción en Betania

Complot para matar a Jesús
(Mt 26,1-5; Lc 22,1s; cfr. Jn 11,45-57)

1 Faltaban dos días para la fiesta de la Pascua y de los Ázimos. 
   Los sumos sacerdotes y los letrados buscaban apoderarse de él mediante un engaño para darle muerte. 
2 Pero decían que no debía ser durante las fiestas, para que no se amotinase el pueblo.

Unción en Betania
(Mt 26,6-13; cfr. Lc 7,36-50; Jn 12,1-8)

3 Estando él en Betania, invitado en casa de Simón el Leproso, 
   llegó una mujer con un frasco de perfume de nardo puro muy costoso. 
   Quebró el frasco y se lo derramó en la cabeza. 
4 Algunos comentaban indignados:
   —¿A qué viene este derroche de perfume? 
5 Se podía haberlo vendido por trescientos denarios para dárselos a los pobres.
   Y la reprendían.
6 Pero Jesús dijo:
   —Déjenla, ¿por qué la molestan? Ha hecho una obra buena conmigo. 
7 A los pobres los tendrán siempre entre ustedes y podrán socorrerlos cuando quieran; 
   pero a mí no siempre me tendrán.
8 Ha hecho lo que podía: se ha adelantado a preparar mi cuerpo para la sepultura. 
9 Les aseguro que en cualquier parte del mundo donde se proclame la Buena Noticia, 
   se mencionará también lo que ella ha hecho.

domingo, 17 de marzo de 2024

DOMINGO DE LA 5 SEMANA DE CUARESMA (Lecturas)

Jeremías 31,31-34 
Salmo 50,3-4.12-15: Crea en mí, Señor, un corazón puro
Hebreos 5,7-9
Juan 12,20-33

Jeremías 31,31-34

“Se acerca el tiempo, dice el Señor, en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva. No será como la alianza que hice con los padres de ustedes, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto. Ellos rompieron mi alianza y yo tuve que hacer un escarmiento con ellos. Esta será la alianza nueva que voy a hacer con la casa de Israel: Voy a poner mi ley en lo más profundo de su mente y voy a grabarla en sus corazones. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Ya nadie tendrá que instruir a su prójimo ni a su hermano, diciéndole: ‘Conoce al Señor’, porque todos me van a conocer, desde el más pequeño hasta el mayor de todos, cuando yo les perdone sus culpas y olvide para siempre sus pecados”.

Salmo 50: Crea en mí, Señor, un corazón puro

Por tu inmensa compasión y misericordia,
Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas.
Lávame bien de todos mis delitos
y purifícame de mis pecados.
R. Crea en mí, Señor, un corazón puro

Crea en mí, Señor, un corazón puro,
un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos.
No me arrojes, Señor, lejos de ti,
ni retires de mí tu santo espíritu.
R. Crea en mí, Señor, un corazón puro

Devuélveme tu salvación, que regocija,
y mantén en mí un alma generosa.
Enseñaré a los descarriados
tus caminos y volverán a ti los pecadores.
R. Crea en mí, Señor, un corazón puro


Hermanos: Durante su vida mortal, Cristo ofreció oraciones y súplicas, con fuertes voces y lágrimas, a aquel que podía librarlo de la muerte, y fue escuchado por su piedad. A pesar de que era el Hijo, aprendió a obedecer padeciendo, y llegado a su perfección, se convirtió en la causa de la salvación eterna para todos los que lo obedecen.


Entre los que habían llegado a Jerusalén para adorar a Dios en la fiesta de Pascua, había algunos griegos, los cuales se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le pidieron: “Señor, quisiéramos ver a Jesús”. Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús y él les respondió: “Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado. Yo les aseguro que si el grano de trigo, sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre. Ahora que tengo miedo, ¿le voy a decir a mi Padre: ‘Padre, líbrame de esta hora’? No, pues precisamente para esta hora he venido. Padre, dale gloria a tu nombre”. Se oyó entonces una voz que decía: “Lo he glorificado y volveré a glorificarlo”. De entre los que estaban ahí presentes y oyeron aquella voz, unos decían que había sido un trueno; otros, que le había hablado un ángel. Pero Jesús les dijo: “Esa voz no ha venido por mí, sino por ustedes. Está llegando el juicio de este mundo; ya va a ser arrojado el príncipe de este mundo. Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí”. Dijo esto, indicando de qué manera habría de morir.

COMENTARIOS:

Hebreos 5,1-10: Jesús, Sumo Sacerdote

1 Porque todo Sumo Sacerdote es tomado de entre los hombres 
   y está puesto en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios 
   para ofrecer dones y sacrificios por los pecados;
2 y puede sentir compasión hacia los ignorantes y extraviados, 
   por estar también él envuelto en flaqueza.
3 Y a causa de esa misma flaqueza debe ofrecer por los pecados propios igual que por los del pueblo.
4 Y nadie se arroga tal dignidad, sino el llamado por Dios, lo mismo que Aarón.
5 De igual modo, tampoco Cristo se apropió la gloria del Sumo Sacerdocio, 
   sino que la tuvo de quien le dijo: Hijo mío eres tú; yo te he engendrado hoy.
6 Como también dice en otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre, a semejanza de Melquisedec.
7 El cual, habiendo ofrecido en los días de su vida mortal ruegos y súplicas 
   con poderoso clamor y lágrimas al que podía salvarle de la muerte, 
   fue escuchado por su actitud reverente,
8 y aun siendo Hijo, con lo que padeció experimentó la obediencia;
9 y llegado a la perfección, se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen,
10 proclamado por Dios Sumo Sacerdote a semejanza de Melquisedec.

sábado, 9 de marzo de 2024

DOMINGO DE LA 4 SEMANA DE CUARESMA, Año B (Lecturas)

2 Cronicas 36,14-16.19-23
Salmo 136: Tu recuerdo, Señor, es mi alegría
Efesios 2,4-10
Juan 3,14-21


2 Crónicas 36,14-16.19-23

En aquellos días, todos los sumos sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades, practicando todas las abominables costumbres de los paganos, y mancharon la casa del Señor, que él se había consagrado en Jerusalén. El Señor, Dios de sus padres, los exhortó continuamente por medio de sus mensajeros, porque sentía compasión de su pueblo y quería preservar su santuario. Pero ellos se burlaron de los mensajeros de Dios, despreciaron sus advertencias y se mofaron de sus profetas, hasta que la ira del Señor contra su pueblo llegó a tal grado, que ya no hubo remedio. Envió entonces contra ellos al rey de los caldeos. Incendiaron la casa de Dios y derribaron las murallas de Jerusalén, pegaron fuego a todos los palacios y destruyeron todos sus objetos preciosos. A los que escaparon de la espada, los llevaron cautivos a Babilonia, donde fueron esclavos del rey y de sus hijos, hasta que el reino pasó al dominio de los persas, para que se cumpliera lo que dijo Dios por boca del profeta Jeremías: Hasta que el país haya pagado sus sábados perdidos, descansará de la desolación, hasta que se cumplan setenta años. En el año primero de Ciro, rey de Persia, en cumplimiento de las palabras que habló el Señor por boca de Jeremías, el Señor inspiró a Ciro, rey de los persas, el cual mandó proclamar de palabra y por escrito en todo su reino, lo siguiente: “Así habla Ciro, rey de Persia: El Señor, Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra y me ha mandado que le edifique una casa en Jerusalén de Judá. En consecuencia, todo aquel que pertenezca a este pueblo, que parta hacia allá, y que su Dios lo acompañe”.

Salmo 136: Tu recuerdo, Señor, es mi alegría

Junto a los ríos de Babilonia
nos sentábamos a llorar de nostalgia;
de los sauces que estaban
en la orilla colgamos nuestras arpas.
R. Tu recuerdo, Señor, es mi alegría

Aquellos que cautivos nos tenían
pidieron que cantáramos.
Decían los opresores:
“Algún cantar de Sión, alegres, cántennos”.
R. Tu recuerdo, Señor, es mi alegría

Pero, ¿cómo podríamos cantar un himno
al Señor en tierra extraña?
¡Que la mano derecha se me seque,
si de ti, Jerusalén, yo me olvidara!
R. Tu recuerdo, Señor, es mi alegría

¡Que se me pegue al paladar la lengua,
Jerusalén, si no te recordara,
o si, fuera de ti,
alguna otra alegría yo buscara!
R. Tu recuerdo, Señor, es mi alegría

Efesios 2,4-10

Hermanos: La misericordia y el amor de Dios son muy grandes; porque nosotros estábamos muertos por nuestros pecados, y él nos dio la vida con Cristo y en Cristo. Por pura generosidad suya, hemos sido salvados. Con Cristo y en Cristo nos ha resucitado y con él nos ha reservado un sitio en el cielo. Así, en todos los tiempos, Dios muestra, por medio de Jesús, la incomparable riqueza de su gracia y de su bondad para con nosotros. En efecto, ustedes han sido salvados por la gracia, mediante la fe; y esto no se debe a ustedes mismos, sino que es un don de Dios. Tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir, porque somos hechura de Dios, creados por medio de Cristo Jesús, para hacer el bien que Dios ha dispuesto que hagamos.


En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: “Así como levantó Moisés la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él. El que cree en él no será condenado; pero el que no cree ya está condenado, por no haber creído en el nombre del Hijo único de Dios. La causa de la condenación es ésta: habiendo venido la luz al mundo, los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo aquel que hace el mal, aborrece la luz y no se acerca a ella, para que sus obras no se descubran. En cambio, el que obra, el bien conforme a la verdad, se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios”.

domingo, 3 de marzo de 2024

DOMINGO DE LA 3 SEMANA DE CUARESMA, ciclo B


Comentarios:

Exodo 20,1-17:Proclamación del decálogo

Exodo 20,1-17:Proclamación del decálogo
Cf. Deuteronomio 5,1-21

1 Entonces pronunció Dios todas estas palabras diciendo:
2 "Yo, Yahveh, soy tu Dios, que te he sacado del país de Egipto, de la casa de servidumbre.
3 No habrá para ti otros dioses delante de mí.
4 No te harás escultura ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, 
   ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra.
5 No te postrarás ante ellas ni les darás culto, porque yo Yahveh, tu Dios, soy un Dios celoso, 
   que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación 
   de los que me odian,
6 y tengo misericordia por millares con los que me aman y guardan mis mandamientos.
7 No tomarás en falso el nombre de Yahveh, tu Dios; 
   porque Yahveh no dejará sin castigo a quien toma su nombre en falso.
8 Recuerda el día del sábado para santificarlo.
9 Seis días trabajarás y harás todos tus trabajos,
10 pero el día séptimo es día de descanso para Yahveh, tu Dios. 
     No harás ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu ganado, 
     ni el forastero que habita en tu ciudad.
11 Pues en seis días hizo Yahveh el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto contienen, 
     y el séptimo descansó; por eso bendijo Yahveh el día del sábado y lo hizo sagrado.
12 Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que Yahveh, tu Dios, 
     te va a dar.
13 No matarás.
14 No cometerás adulterio.
15 No robarás.
16 No darás testimonio falso contra tu prójimo.
17 No codiciarás la casa de tu prójimo, ni codiciarás la mujer de tu prójimo, 
     ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo."

SOBRE EL MISMO TEMA:  

DOMINGO DE LA 3 SEMANA DE CUARESMA, Ciclo B (Lecturas)

Exodo 20,1-17 
Salmo 18,8-11: 
1 Corintios 1,22-25
Juan 2,13-25


En aquellos días, el Señor promulgó estos preceptos para su pueblo en el monte Sinaí, diciendo:
“Yo soy el Señor, tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto y de la esclavitud. No tendrás otros dioses fuera de mí; no te fabricarás ídolos ni imagen alguna de lo que hay arriba, en el cielo, o abajo, en la tierra, o en el agua, y debajo de la tierra. No adorarás nada de eso ni le rendirás culto, porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso, que castiga la maldad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de aquellos que me odian; pero soy misericordioso hasta la milésima generación de aquellos que me aman y cumplen mis mandamientos. No harás mal uso del nombre del Señor, tu Dios, porque no dejará el Señor sin castigo a quien haga mal uso de su nombre. Acuérdate de santificar el sábado. Seis días trabajarás y en ellos harás todos tus quehaceres; pero el día séptimo es día de descanso, dedicado al Señor, tu Dios. No harás en él trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales, ni el forastero que viva contigo. Porque en seis días hizo el Señor el cielo, la tierra, el mar y cuanto hay en ellos, pero el séptimo, descansó. Por eso bendijo el Señor el sábado y lo santificó. Honra a tu padre y a tu madre para que vivas largos años en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar. No matarás. No cometerás adulterio. No robarás. No darás falso testimonio contra tu prójimo. No codiciarás la casa de tu prójimo, ni a su mujer, ni a su esclavo, ni a su esclava, ni su buey, ni su burro, ni cosa alguna que le pertenezca”.

Salmo 18: Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna

La ley del Señor es perfecta del todo
y reconforta el alma;
inmutables son las palabras del Señor
y hacen sabio al sencillo.
R. Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna

En los mandamientos del Señor
hay rectitud y alegría para el corazón;
son luz los preceptos del Señor
para alumbrar el camino.
R. Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna

La voluntad de Dios es santa
y para siempre estable;
los mandamientos del Señor
son verdaderos y enteramente justos.
R. Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna

Que te sean gratas las palabras de mi boca
y los anhelos de mi corazón.
Haz, Señor, que siempre te busque,
pues eres mi refugio y salvación.
R. Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna

1 Corintios 1,22-25

Hermanos: los judíos exigen señales milagrosas y los paganos piden sabiduría. Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, que es escándalo para los judíos y locura para los paganos; en cambio, para los llamados, sean judíos o paganos, Cristo es la fuerza y la sabiduría de Dios. Porque la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fuerza de los hombres.


Cuando se acercaba la Pascua de los judíos, Jesús llegó a Jerusalén y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas con sus mesas. Entonces hizo un látigo de cordeles y los echó del templo, con todo y sus ovejas y bueyes; a los cambistas les volcó las mesas y les tiró al suelo las monedas; y a los que vendían palomas les dijo: “Quiten todo de aquí y no conviertan en un mercado la casa de mi Padre”. En ese momento, sus discípulos se acordaron de lo que estaba escrito: El celo de tu casa me devora. Después intervinieron los judíos para preguntarle: “¿Qué señal nos das de que tienes autoridad para actuar así?” Jesús les respondió: “Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré”. Replicaron los judíos: “Cuarenta y seis años se ha llevado la construcción del templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?” Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Por eso, cuando resucitó Jesús de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho aquello y creyeron en la Escritura y en las palabras que Jesús había dicho. Mientras estuvo en Jerusalén para las fiestas de Pascua, muchos creyeron en él, al ver los prodigios que hacía. Pero Jesús no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba que nadie le descubriera lo que es el hombre, porque él sabía lo que hay en el hombre.