lunes, 5 de julio de 2021

2 Corintios 3,12-18: La libertad apostólica

12 Animados con esta esperanza, nos comportamos con absoluta franqueza, 
13 y no como Moisés, que se cubría el rostro con un velo para impedir que los israelitas vieran 
     el fin de un esplendor pasajero. 
14 Pero se les oscureció el entendimiento, y ese mismo velo permanece hasta el día de hoy 
     en la lectura del Antiguo Testamento, porque es Cristo el que lo hace desaparecer. 
15 Sí, hasta el día de hoy aquel velo les cubre la inteligencia siempre que leen a Moisés. 
16 Pero al que se convierte al Señor, se le cae el velo. 
17 Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad. 
18 Nosotros, en cambio, con el rostro descubierto, reflejamos, como en un espejo, la gloria del Señor, 
     y somos transfigurados a su propia imagen con un esplendor cada vez más glorioso, por la acción 
     del Señor, que es Espíritu.

2 Corintios 3,4-11: La superioridad de la Nueva Alianza

2 Corintios 3,4-11
Miércoles de las 10 Semana del Tiempo Ordinario, Año I

4 Es Cristo el que nos da esta seguridad delante de Dios, 
5 no porque podamos atribuirnos algo que venga de nosotros mismos, 
   ya que toda nuestra capacidad viene de Dios. 
6 Él nos ha capacitado para que seamos los ministros de una Nueva Alianza, que no reside en la letra, 
   sino en el Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu da vida. 
7 Ahora bien, si el ministerio que lleva a la muerte –grabado sobre piedras– fue inaugurado con tanta 
   gloria que los israelitas no podían fijar sus ojos en el rostro de Moisés, por el resplandor –aunque 
   pasajero– de ese rostro, 
8 ¡cuánto más glorioso será el ministerio del Espíritu! 
9 Y si el ministerio que llevaba a la condenación fue tan glorioso, 
   ¡cuál no será la gloria del ministerio que conduce a la justicia! 
10 En realidad, aquello que fue glorioso bajo cierto aspecto ya no lo es más en comparación con esta 
     gloria extraordinaria. 
11 Porque si lo que era transitorio se ha manifestado con tanta gloria, ¡cuánto más glorioso será lo que 
     es permanente!

2 Corintios 3,1-3: Las credenciales de Pablo

1 ¿Comenzamos nuevamente a recomendarnos a nosotros mismos? ¿Acaso tenemos que presentarles 
   o recibir de ustedes cartas de recomendación, como hacen algunos? 
2 Ustedes mismos son nuestra carta, una carta escrita en nuestros corazones, conocida y leída 
   por todos los hombres. 
3 Evidentemente ustedes son una carta que Cristo escribió por intermedio nuestro, no con tinta, 
   sino con el Espíritu del Dios viviente, no en tablas de piedra, sino de carne, es decir, en los 
   corazones.

2 Corintios 2,12-17: Los frutos del ministerio apostólico

12 Cuando llegué a Tróade para anunciar la Buena Noticia de Jesús, aunque el Señor abrió una puerta 
     para mi predicación, 
13 estaba muy preocupado porque no encontré a mi hermano Tito; por eso, me despedí de ellos y partí 
     para Macedonia.
14 Demos gracias a Dios, que siempre nos hace triunfar en Cristo, y por intermedio nuestro propaga en 
     todas partes la fragancia de su conocimiento. 
15 Porque nosotros somos la fragancia de Cristo al servicio de Dios, tanto entre los que se salvan, 
     como entre los que se pierden: 
16 para estos, aroma de muerte, que conduce a la muerte; para aquellos, aroma de vida, 
     que conduce a la Vida. ¿Y quién es capaz de cumplir semejante tarea? 
17 Pero nosotros no somos como muchos que trafican con la Palabra de Dios, sino que hablamos con 
     sinceridad en nombre de Cristo, como enviados de Dios y en presencia del mismo Dios.

2 Corintios 2,5-11: El perdón al ofensor

5 Si alguien me entristeció, no me entristeció a mí solamente sino también, en cierta medida 
    –lo digo sin exagerar– a todos ustedes.
6 Pienso que es suficiente el castigo que la mayoría ha impuesto al ofensor. 
7 Conviene ahora perdonarlo y animarlo para que el pobre no quede agobiado por una pena excesiva. 
8 Por eso, les ruego que en este caso hagan prevalecer el amor. 
9 Antes les escribí para ponerlos a prueba y ver si son capaces de obedecer en todo. 
10 Pero ahora, yo también perdono al que ustedes perdonaron, y lo hago en la presencia de Cristo 
     por amor de ustedes, 
11 para que Satanás no saque ventaja de nosotros, ya que conocemos bien 
     sus intenciones.

2 Corintios 1,23-2,1-4: Razones de Pablo para no volver a Corinto

23 Pongo a Dios por testigo, y lo juro por mi propia vida, que si no volví a Corinto fue por 
     consideración hacia ustedes. 
24 Porque no pretendemos imponer nuestro dominio sobre la fe de ustedes, ya que ustedes 
     permanecen firmes en la fe: lo que queremos es aumentarles el gozo.

2 1 Estoy decidido a no hacerles otra visita que sea para ustedes motivo de tristeza.
2 Porque si yo los entristezco, ¿quién me podrá alegrar, sino el mismo a quien yo entristecí? 
3 Y si les he escrito lo que ustedes ya saben, fue para no apenarme al llegar, a causa de aquellos que 
   debían alegrarme, porque estoy convencido de que mi alegría es también la de ustedes. 
4 Verdaderamente les escribí con gran aflicción y angustia, y con muchas lágrimas, no para 
   entristecerlos, sino para demostrarles el profundo afecto que les tengo.

2 Corintios 1,12-22: La sinceridad de Pablo

12 Este es para nosotros un motivo de orgullo: el testimonio que nos da nuestra conciencia de que 
     siempre, y particularmente en relación con ustedes, nos hemos comportado con la santidad y la 
     sinceridad que proceden de Dios, movidos, no por una sabiduría puramente humana, sino por la 
     gracia de Dios. 
13 En efecto, nuestras cartas no son ambiguas: no hay en ellas más de lo que ustedes pueden leer y 
     entender. Y espero que comprenderán plenamente 
14 –como ya lo han comprendido en parte– que en el Día de nuestro Señor Jesús, podrán sentirse 
     orgullosos de nosotros, como nosotros de ustedes.
15 Convencido de esto, me propuse visitarlos primero a ustedes, para darles una nueva alegría, 
16 y de allí pasar a Macedonia. Después, a mi regreso de Macedonia, ustedes me ayudarían a 
     proseguir mi viaje a Judea. 
17 Al proponerme esto, ¿obré precipitadamente?, ¿o bien mis proyectos estaban fundados en motivos 
     puramente humanos, de manera que yo digo al mismo tiempo "sí" y "no"? 
18 Les aseguro, por la fidelidad de Dios, que nuestro lenguaje con ustedes no es hoy "sí", y mañana "no". 
19 Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, el que nosotros hemos anunciado entre ustedes –tanto Silvano y 
     Timoteo, como yo mismo– no fue "sí" y "no", sino solamente "sí". 
20 En efecto, todas las promesas de Dios encuentran su "sí" en Jesús, de manera que por él decimos 
     "Amén" a Dios, para gloria suya. 
21 Y es Dios el que nos reconforta en Cristo, a nosotros y a ustedes; el que nos ha ungido, 
22 el que también nos ha marcado con su sello y ha puesto en nuestros corazones las primicias del 
     Espíritu.

2 Corintios 1,1-11: Saludo inicial y acción de gracias

2 Corintios 1,1-11

1 Pablo, Apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, saludan a la Iglesia de Dios 
   que reside en Corinto, junto con todos los santos que viven en la provincia de Acaya. 
2 Llegue a ustedes la gracia y la paz que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.
3 Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias y Dios de todo 
   consuelo, 
4 que nos reconforta en todas nuestras tribulaciones, para que nosotros podamos dar a los que sufren el 
   mismo consuelo que recibimos de Dios. 
5 Porque así como participamos abundantemente de los sufrimientos de Cristo, también por medio de 
   Cristo abunda nuestro consuelo. 
6 Si sufrimos, es para consuelo y salvación de ustedes; si somos consolados, también es para consuelo 
   de ustedes, y esto les permite soportar con constancia los mismos sufrimientos que nosotros 
   padecemos. 
7 Por eso, tenemos una esperanza bien fundada con respecto a ustedes, sabiendo que si comparten 
   nuestras tribulaciones, también compartirán nuestro consuelo.
8 Queremos, hermanos, que ustedes conozcan la tribulación que debimos sufrir en la provincia de Asia: la 
   carga fue tan grande que no podíamos sobrellevarla, al extremo de pensar que estábamos a punto de 
   perder la vida. 
9 Soportamos en nuestra propia carne una sentencia de muerte, y así aprendimos a no poner nuestra 
   confianza en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos. 
10 Él nos libró y nos librará de ese peligro mortal. Sí, esperamos que también nos librará en el futuro. 
11 Ustedes también nos ayudarán con su oración, y de esa manera, siendo muchos los que interceden por 
     nosotros, también serán muchos los que darán gracias por el beneficio recibido.

domingo, 4 de julio de 2021

Gálatas 6,1-10: Las exigencias del amor

1 Hermanos, si alguien es sorprendido en alguna falta, ustedes, los que están animados 
   por el Espíritu, corríjanlo con dulzura. Piensa que también tú puedes ser tentado.
2 Ayúdense mutuamente a llevar las cargas, y así cumplirán la Ley de Cristo. 
3 Si alguien se imagina ser algo, se engaña, porque en realidad no es nada. 
4 Que cada uno examine su propia conducta, y así podrá encontrar en sí mismo y no en los demás, 
   un motivo de satisfacción. 
5 Porque cada uno tiene que llevar su propia carga.
6 El que recibe la enseñanza de la Palabra, que haga participar de todos sus bienes al que lo instruye.
7 No se engañen: nadie se burla de Dios. Se recoge lo que se siembra: 
8 el que siembra para satisfacer su carne, de la carne recogerá sólo la corrupción; 
   y el que siembra según el Espíritu, del Espíritu recogerá la Vida eterna. 
9 No nos cansemos de hacer el bien, porque la cosecha llegará a su tiempo si no desfallecemos. 
10 Por lo tanto, mientras estamos a tiempo hagamos el bien a todos, 
     pero especialmente a nuestros hermanos en la fe.

Gálatas 5,16-26: El Espíritu y la carne

Gálatas 5,16,26

16 Yo los exhorto a que se dejen conducir por el Espíritu de Dios, 
     y así no serán arrastrados por los deseos de la carne. 
17 Porque la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne. 
     Ambos luchan entre sí, y por eso, ustedes no pueden hacer todo el bien que quieren. 
18 Pero si están animados por el Espíritu, ya no están sometidos a la Ley. 
19 Se sabe muy bien cuáles son las obras de la carne: fornicación, impureza y libertinaje, 
20 idolatría y superstición, enemistades y peleas, rivalidades y violencias, ambiciones y discordias,  
     sectarismos, disensiones 
21 y envidias, ebriedades y orgías, y todos los excesos de esta naturaleza. 
     Les vuelvo a repetir que los que hacen estas cosas no poseerán el Reino de Dios. 
22 Por el contrario, el fruto del Espíritu es: amor, alegría y paz, magnanimidad, afabilidad, 
     bondad y confianza, 
23 mansedumbre y temperancia. Frente a estas cosas, la Ley está de más, 
24 porque los que pertenecen a Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones 
     y sus malos deseos. 
25 Si vivimos animados por el Espíritu, dejémonos conducir también por él. 
26 No busquemos la vanagloria, provocándonos los unos a los otros y envidiándonos mutuamente.

Gálatas 5,7-12: El escándalo de la cruz

7 ¡Ustedes andaban tan bien! ¿Quién les impidió mantenerse fieles a la verdad? 
8 ¡No habrá sido a instancias de aquel que los llama! 
9 «Un poco de levadura hace fermentar toda la masa». 
10 Yo espero en el Señor que ustedes no cambiarán de parecer. 
     En cuanto a aquel que los está perturbando, será castigado, sea quien sea. 
11 Hermanos, si yo predicara todavía la circuncisión, no me perseguirían. 
     ¡Pero entonces, habría terminado el escándalo de la cruz! 
12 En cuanto a los agitadores, ojalá que llegaran hasta la mutilación total.

Gálatas 5,1-6: Exhortación a mantenerse en la libertad de la fe

Gálatas 5,1-6

1 Esta es la libertad que nos ha dado Cristo. Manténganse firmes para no caer de nuevo 
   bajo el yugo de la esclavitud. 
2 Yo mismo, Pablo, les digo: si ustedes se hacen circuncidar, Cristo no les servirá de nada. 
3 Les vuelvo a insistir: todos los que se circuncidan, están obligados a observar íntegramente la Ley. 
4 Si ustedes buscan la justicia por medio de la Ley, han roto con Cristo y quedan fuera del dominio 
   de la gracia. 
5 Porque a nosotros, el Espíritu nos hace esperar por la fe los bienes de la justicia. 
6 En efecto, en Cristo Jesús, ya no cuenta la circuncisión ni la incircuncisión, 
   sino la fe que obra por medio del amor.

Gálatas 4,21-31: Las dos Alianzas


21 Ustedes que quieren someterse a la Ley, díganme: ¿No entienden lo que dice la Ley? 
22 Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos: uno de su esclava y otro de su mujer, 
     que era libre. 
23 El hijo de la esclava nació según la carne; en cambio, el hijo de la mujer libre, 
     nació en virtud de la promesa. 
24 Hay en todo esto un simbolismo: estas dos mujeres representan las dos Alianzas. 
     La primera Alianza, la del monte Sinaí, que engendró un pueblo para la esclavitud, 
     está representada por Agar, 
25 porque el monte Sinaí está en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, 
     ya que ella con sus hijos viven en la esclavitud. 
26 Pero hay otra Jerusalén, la celestial, que es libre, y ella es nuestra madre. 
27 Porque dice la Escritura: ¡Alégrate, tú que eres estéril y no das a luz; 
     prorrumpe en gritos de alegría, tú que no conoces los dolores del parto! 
     Porque serán más numerosos los hijos de la mujer abandonada que los hijos de la que tiene 
     marido. 
28 Nosotros, hermanos, somos como Isaac, hijos de la promesa. 
29 Y así como entonces el hijo nacido según la carne perseguía al hijo nacido por obra del Espíritu, 
     así también sucede ahora. 
30 Pero dice la Escritura: Echa a la esclava y a su hijo, porque el hijo de la esclava no va a compartir 
     la herencia con el hijo de la mujer libre. 
31 Por lo tanto, hermanos, no somos hijos de una esclava, sino de la mujer libre.

Gálatas 4,12-20: Reconvención afectuosa

12 Les ruego, hermanos, que se hagan semejantes a mí, como yo me hice semejante a ustedes. 
     En realidad, no me han ofendido en nada. 
13 Ya saben que fue en ocasión de una enfermedad cuando les prediqué por primera vez 
     la Buena Noticia. 
14 A pesar de que mi aspecto físico era una prueba para ustedes, no me desdeñaron 
     ni me despreciaron; todo lo contrario, me recibieron como a un ángel de Dios, 
     como a Cristo Jesús. 
15 ¿Dónde está la alegría que sintieron entonces? Yo mismo puedo atestiguar que, de ser posible, 
     se habrían arrancado los ojos para dármelos. 
16 ¿Y ahora me he convertido en enemigo de ustedes por decirles la verdad? 
17 El interés que los otros demuestran por ustedes no es bueno: lo que quieren es separarlos de mí, 
     para que se interesen por ellos. 
18 Está bien interesarse por los demás, con tal que ese interés sea verdadero y para siempre, 
     y no sólo cuando yo estoy entre ustedes. 
19 ¡Hijos míos, por quienes estoy sufriendo nuevamente los dolores del parto hasta que Cristo 
     sea formado en ustedes! 
20 Ahora mismo desearía estar allí para hablarles de otra manera, 
     porque ya no sé cómo proceder con ustedes.

Gálatas 4,8-11: El peligro de recaer en la esclavitud de la Ley

8 Antes, cuando ustedes no conocían a Dios, estaban al servicio de dioses que no lo son realmente. 
9 Pero ahora, que conocen a Dios  o mejor dicho, que son conocidos por él  
   ¿cómo es posible que se vuelvan otra vez a esos elementos sin fuerza ni valor, 
   para someterse nuevamente a ellos? 
10 ¡Observar los días, los meses, las estaciones y los años! 
11 Francamente, temo haber trabajado inútilmente por ustedes.

Gálatas 4,1-7: La filiación divina

1 Voy a ser más explícito: el heredero, mientras es menor de edad, 
   aunque sea propietario de todos sus bienes, en nada se diferencia de un esclavo. 
2 En efecto, hasta la edad fijada por su padre, está bajo la dependencia de sus tutores 
   y administradores. 
3 Así también nosotros, cuando éramos menores de edad, 
   estábamos sometidos a los elementos del mundo. 
4 Pero cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, 
   nacido de una mujer y sujeto a la Ley, 
5 para redimir a los que estaban sometidos a la Ley y hacernos hijos adoptivos. 
6 Y la prueba de que ustedes son hijos, es que Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, 
   que clama a Dios llamándolo: ¡Abba!, es decir, ¡Padre! 
7 Así, ya no eres más esclavo, sino hijo, y por lo tanto, heredero por la gracia de Dios.