sábado, 26 de julio de 2014

Mt 16,13-23, por M. Dolors Gaja, MN.

Mt 16,13-23

Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos:
— ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?
Ellos dijeron:
— Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o uno de los profetas.
Díceles él:
— Y vosotros ¿quién decís que soy yo?
Simón Pedro contestó:
— Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.
Replicando Jesús le dijo:
— Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.
Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que él era el Cristo. Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer día. Tomándole aparte Pedro, se puso a reprenderle diciendo:
— ¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!
Pero él, volviéndose, dijo a Pedro:
— ¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!

SAN PEDRO Y SAN PABLO

La Iglesia celebra con esta solemnidad un canto a la diversidad. Sus piedras angulares, Pedro y Pablo, son espíritus muy distintos y representan, en cierto modo, las raíces y las alas. Son ambos necesarios pues vaso y agua se complementan.

Pedro es el que conoce a Jesús y le niega para volver a Él con un amor humilde. Pablo es el que da supremacía a la Ley para luego despojarse de ella y seguir una persona, desde el abandono. La iglesia está llamada a vivir siempre en la diferencia unida, está llamada a ser mi raíz y mi vuelo. Mi hogar y mi camino.

Pedro significa piedra. Mi fe debe ser firme como una roca porque sobre la Roca viva que es Cristo debe estar asentada. Paulus significa “pequeño”. Sólo desde la pequeñez que se abandona en manos de Dios puedo hacer algo grande.

¿QUIÉN ERES, JESÚS?

Jesús no deja indiferente. Sus palabras y sus gestos tienen repercusión, se comentan. Él lo sabe y lanza una pregunta a los apóstoles que, en principio, no compromete a nada, sólo a dar una información.

"Unos dicen que eres  Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o uno de los profetas."

En realidad la pregunta es sólo un trampolín para pasar a la que hoy nos sigue haciendo Jesús a cada uno de nosotros: ¿quién soy yo para ti?

Hazte esa pregunta y piensa si la contestas “dando información de catecismo” (Tú eres Dios, eres el Hijo de Dios…) o si la contestas desde el corazón, desde una relación absolutamente personal. Recuerda el pasaje de Emaús en el que los discípulos llaman a Jesús “forastero”. ¿Con qué nombre llamas tú a Jesús?

Pedro contesta en nombre de todos: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo". Imposible pensar que Pedro contestara eso tal como lo entendemos hoy. Está hablando la fe de la Iglesia después de la Resurrección de Jesús. Es un acto de fe rotundo que debemos renovar cada día.

Bienaventurado eres, Simón…y bienaventurados todos aquellos que creemos sin haber visto, aquello que hemos ido más allá de la carne y sangre, de la naturaleza humana por puro don. El don de la fe es el más grande que hemos recibido y eso nos exige comunicarlo, repartirlo: dad gratis lo que gratis recibisteis…

LOS SÍMBOLOS DE PEDRO

Ser piedra: El símbolo de la Roca es aplicado en todo el Antiguo testamento a Yahvé. Él es la Roca que nos salva, canta el pueblo de Israel. Y el profeta  exhorta: "Oídme vosotros, los que seguís la justicia, los que buscáis a Yahvé. Considerad la roca de la que habéis sido tallados y la cantera de la que habéis sido sacados. Mirad a Abrahán, vuestro padre y a Sara que os dio a luz; porque sólo a él lo llamé yo, lo bendije y lo multipliqué." (Is 51,1-2).

Roca es “el nombre” de Dios que ahora Jesús traspasa a Pedro en una clara indicación de su misión: ser imagen de Dios. La persona, lo reconozca o no, vive asentada sobre la Roca que es Dios pues sin Él no existiría. La Iglesia es la comunidad humana que reconoce esa Roca y vive en amor y gratitud hacia Ella. Y a su vez, es Roca para la fe de otros…

Las llaves: Todos conocemos la importancia de entregar la llave de casa a alguien, el número de cuenta corriente…o la contraseña de mi correo. Indica un abandono total que sólo nace del amor, una confianza extrema en el otro. Aún conociendo su debilidad y flaqueza, Jesús confía en Pedro total y absolutamente. Tanto que, cuando le haya ya fallado, volverá a entregarle las llaves de su Reino. Pregúntate ahora: ¿entrego yo a Jesús mis llaves? ¿Hay algún aspecto de mi vida que me reserve? ¿Me fío de Él como Él se fio de Pedro y se fía de mi?

LA ESPADA DE PABLO

Mientras Pedro es representado con unas llaves, Pablo se representa con una espada. Es el instrumento de su martirio pues como ciudadano romano que era (no así Pedro, que murió crucificado) no podía ser públicamente humillado y su ejecución debía mantener el honor. Por ello fue decapitado, muerte rápida pero, sobre todo, honrosa.

En un sentido amplio la espada puede aplicarse a su predicación pues la Palabra de Dios es “más córtante que una espada” y Pablo extendió el mensaje de Cristo por pueblos y naciones.

SATANÁS

Resulta sorprendente que después de tanta confianza como Jesús muestra en Pedro le llame Satanás. Originariamente esa palabra significa “enemigo” y por ello más tarde se llamó así al diablo que es, en realidad, el Enemigo de Dios. Pero todos podemos ser enemigos de Jesús… Basta imaginar la escena: a Jesús se le sigue, Él es quien va delante. Esa es la imagen y definición del cristiano: seguidor de Jesús. Pero cuando los planes de Jesús chocan con los de Pedro (ir a Jerusalén, ser entregado…) Pedro se pone delante de Jesús, quiere marcar él otro camino. Es entonces cuando Jesús le dice: quítate de mi vista…quítate de delante. Ese no es tu lugar, soy yo quien marco la ruta. Mientras no pienses como yo eres piedra de tropiezo…me obstaculizas el camino…

Pregúntate: ¿quisiera alguna vez marcar el ritmo de Dios?¿hay momentos en que su camino me escandaliza y quiero cambiarlo? ¿entorpezco con mi vida, que quizá no tenga criterios evangélicos, la difusión del mensaje de Cristo?

Acaba rezando por intercesión de San Pedro y San Pablo: convierte, Señor,  mi corazón y haz que siga tus pasos… 

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