lunes, 31 de octubre de 2022

TODOS LOS SANTOS de Fra Angelico


Todos los Santos (1423-24)
Fra Angelico
Pintura el temple sobre madera
31,9 x 63,5 cm 
National Gallery, Londres

Todos los Santos, por Johann König


Johann König
Oil Painting

Todos los Santos, por Alberto Durero


Alberto Durero

1 de Noviembre: Todos los Santos, por Celestiono Hueso



Cada día comentamos la vida y milagros de algún santo. De vez en cuando recibo un mensaje “Hoy es san fulanito, el santo de mi hijo” “hoy es san menganito, patrón de la Conchinchina. Aquí se hace una fiesta por todo lo alto.”

El año tiene 365 días y el número de los santos es incontable según dice el Apocalipsis por eso la Iglesia ha colocado la fiesta de hoy para que quepan todos los santos habidos y por haber. Desde el más sublime hasta San Cucufate, patrón de los carboneros.

También entran en esta celebración todas las personas que están en la presencia de Dios en su Reino. No están en la lista oficial de santos pero lo son. Entre ellos debe haber muchísimos familiares de cada uno de nosotros.

Bien, quiero recordar que los santos están para que los celebremos, pero sobre todo para recordarnos que los llamados a la santidad somos todos “Sean santos, porque yo soy santo” nos recuerda el Señor en el Antiguo Testamento; y Jesús nos dirá “sean perfectos como Dios es perfecto” Y es que en el Cielo hay una fiesta grande y estamos todos invitados. La entrada es solamente un corazón generoso cargado de amor. Eso sí es una fiesta como Dios manda. Vale la pena aceptar la invitación.

Hoy celebramos a todos los que ya acudieron y están celebrando la Fiesta que nunca se acaba porque es una fiesta de amor y el anfitrión es Dios.

Es un día de alegría aunque, infortunadamente, nosotros le hemos dado un sentido medio tristongo al celebrar a nuestros difuntos, acudiendo en masa a los cementerios, cuando la fiesta de los Fieles Difuntos, en realidad, es mañana. Una vez más confundimos la velocidad con el tocino.

Hoy sí, felicidades a todos y buenos días.

Los santos son nuestra gran familia, por el papa Francisco

Comentario del papa Francisco:
Los santos, que «pertenecen totalmente a Dios», son «nuestra gran familia»

En la fiesta de Todos los Santos, Francisco dijo que “sentimos particularmente viva la realidad de la comunión de los santos, nuestra gran familia, formada por todos los miembros de la Iglesia”, refiriéndose tanto a los que somos todavía peregrinos en la tierra como a aquellos que ya la han dejado por el Cielo.

Francisco se refirió a características esenciales de los santos: “Ellos son personas que pertenecen totalmente a Dios”.

Apoyándose en la imagen del libro del Apocalipsis, que habla del “sello de Dios” (7,2-4.9-14), dijo que “los santos pertenecen a Dios en modo pleno y exclusivo, son una propiedad.

Y preguntó si recordamos que en el Bautismo hemos recibido el “sello” de nuestro Padre celeste y nos hemos transformado en sus hijos, para explicar después que “los santos que hoy recordamos son precisamente aquellos que han vivido en la gracia de su Bautismo, han conservado íntegro el “sello” comportándose como hijos de Dios, tratando de imitar a Jesús”.

El Sucesor de Pedro explicó como segunda característica, que los santos son ejemplos para imitar.

Tanto los canonizados como los “de la puerta al lado” que, con la gracia de Dios se han esforzado por practicar el Evangelio en su vida ordinaria.

Dijo que “imitar sus gestos de amor y de misericordia es un poco como perpetuar su presencia en este mundo… estos gestos evangélicos son los únicos que resisten a la destrucción de la muerte: un acto de ternura, una ayuda generosa, un tiempo dedicado a escuchar, una visita, una palabra buena, una sonrisa… Ante nuestros ojos estos gestos pueden parecer insignificantes, pero a los ojos de Dios son eternos, porque el amor y la compasión son más fuertes que la muerte”.

Francisco pidió que “la Virgen María, Reina de Todos los Santos, nos ayude a confiarnos más de la gracia de Dios, para caminar con impulso en el camino de la santidad”, pidió que le confiáramos nuestro compromiso cotidiano, y le roguemos por nuestros queridos difuntos, “en la íntima esperanza de reencontrarnos un día, todos juntos, en la comunión gloriosa del Cielo”.

Noviembre 1: FIESTA DE TODOS LOS SANTOS (Lecturas)

Apocalípsis 7,2-4.9-14
Salmo 23,1-2.3-4ab.5-6: 
Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor
1 Juan 3,1-3
Mateo 5,1-12a


Apocalípsis 7,2-4.9-14

Yo, Juan, vi a otro ángel que subía del oriente llevando el sello del Dios vivo. Gritó con voz potente a los cuatro ángeles encargados de dañar a la tierra y al mar, diciéndoles: "No dañéis a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que marquemos en la frente a los siervos de nuestro Dios." Oí también el número de los marcados, ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de Israel. Después esto apareció en la visión una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritaban con voz potente: "¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!" Y todos los ángeles que estaban alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes cayeron rostro a tierra ante el trono, y rindieron homenaje a Dios, diciendo: "Amén. La alabanza y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza son de nuestro Dios, por los siglos de los siglos. Amén." Y uno de los ancianos me dijo: "Ésos que están vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido?" Yo le respondí: "Señor mío, tú lo sabrás." Él me respondió: "Éstos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero."

Salmo 23,1-2.3-4ab.5-6: 
Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.
R. Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos.
R. Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor

Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.
R. Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor


1 Juan 3,1-3

Queridos hermanos: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Todo el que tiene esperanza en él, se purifica a sí mismo, como él es puro.


En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: "Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo."

domingo, 30 de octubre de 2022

LUNES DE LA 31 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año II (Lecturas)

Filipenses 2,1-4
Salmo 130,1.2.3: 
Guarda mi alma en la paz junto a ti, Señor
Lucas 14,12-14



Hermanos: Si queréis darme el consuelo de Cristo y aliviarme con vuestro amor, si nos une el mismo Espíritu y tenéis entrañas compasivas, dadme esta gran alegría: manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir. No obréis por rivalidad ni por ostentación, dejaos guiar por la humildad y considerad siempre superiores a los demás. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás.

Salmo 130,1.2.3: 
Guarda mi alma en la paz junto a ti, Señor

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad.
R. Guarda mi alma en la paz junto a ti, Señor

Sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.
R. Guarda mi alma en la paz junto a ti, Señor

Espera Israel en el Señor
ahora y por siempre.
R. Guarda mi alma en la paz junto a ti, Señor



En aquel tiempo, dijo Jesús a uno de los principales fariseos que lo había invitado: "Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos."

Filipenses 2,1-11: Humillación y glorificación de Cristo


1 Si la exhortación en nombre de Cristo tiene algún valor, 
   si algo vale el consuelo que brota del amor o la comunión en el Espíritu, o la ternura y la compasión,
2 les ruego que hagan perfecta mi alegría, permaneciendo bien unidos. Tengan un mismo amor, 
   un mismo corazón, un mismo pensamiento.
3 No hagan nada por rivalidad o vanagloria, 
   y que la humildad los lleve a estimar a los otros como superiores a ustedes mismos.
4 Que cada uno busque no solamente su propio interés, sino también el de los demás.

2,5-11: La humillación y la glorificación de Cristo

5 Tengan entre ustedes los mismos sentimientos de Cristo Jesús.
6 Él, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios 
   como algo que debía guardar celosamente:
7 al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor 
   y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano,
8 se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz.
9 Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre,
10 para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos,
11 y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: "Jesucristo es el Señor".

Sobre los publicanos

 



Sobre Mateo, el publicano:

Zaqueo, el publicano:

Parábola del fariseo y el publicano:



Lucas 18,9-14: Parábola del fariseo y el publicano

Lucas 18,9-14


9 Y refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, 
   dijo también esta parábola: 
10 "Dos hombres subieron al Templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano. 
11 El fariseo, de pie, oraba en voz baja: 
     "Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, 
     que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. 
12 Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas". 
13 En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, 
     no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, 
     sino que se golpeaba el pecho, diciendo: 
     "¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!"
14 Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. 
     Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado".


SOBRE EL MISMO TEMA:

Lucas 5,27-32: Jesús llama a Leví

Lucas 5,27-32 

En aquel tiempo, Jesús vio a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: "Sígueme." Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Los fariseos y los escribas dijeron a sus discípulos, criticándolo: "¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?" Jesús les replicó: "No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan."

Marcos 2,13-17: Jesús llama a Leví, el cobrador de impuestos

Marcos 2,13-17
Sábado de la 1 Semana del Tiempo Ordinario, Año I y II

En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del lago; la gente acudía a él y les enseñaba. Al pasar vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: "Sígueme". Se levantó y lo siguió. Estando Jesús a la mesa en su casa, de entre los muchos que lo seguían, un grupo de recaudadores y otra gente de mala fama se sentaron con Jesús y sus discípulos. Algunos letrados fariseos, al ver que comía con recaudadores y otra gente de mala fama, les dijeron a los discípulos: "¡De modo que come con recaudadores y pecadores!"Jesús lo oyó y les dijo: "No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar justos, sino pecadores".

SOBRE EL MISMO TEMA:

Mateo 9,9-13: Jesús llama a Mateo



Mateo 9,9-13

Viernes de la 13 Semana del Tiempo Ordinario, Año III
21 de septiembre: San Mateo, Apóstol y Evangelista

En aquel tiempo vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: "Sígueme". El se levantó y lo siguió. Y estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: "¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?" Jesús lo oyó y dijo: "No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios": que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".

SOBRE EL MISMO TEMA

sábado, 29 de octubre de 2022

Lucas 19,1-10: La conversión de Zaqueo

Lucas 19,1-10
Martes de la 33 Semana del Tiempo Ordinario, I y II

En aquel tiempo entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió en una higuera para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: "Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa". El bajó en seguida, y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban diciendo: "Ha entrado ha hospedarse en casa de un pecador". Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: "Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más". Jesús le contestó: "Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido".


SOBRE EL MISMO TEMA:

¿Quiénes son los publicanos en el Nuevo Testamento?

Publicano, en los Evangelios, se deriva de publicanus de la Vulgata, y hace referencia a un miembro o empleado de las compañías financieras que arrendaban a los romanos la recolección de impuestos. 

Desde el tiempo de la República el estado romano se solucionó el problema de cobrar los impuestos en las provincias usando el método de ponerlos en subasta. El licitador más alto recibía autorización para exigir la suma de la provincia en cuestión. Tal sistema originaba oportunidades para las actividades corruptas de la compañía encargada de recaudar los impuestos y sus oficiales. 

Debido al odio natural e impotente de los judíos a los invasores romanos, aquellos judíos que se lucraban sirviendo a los gobernantes extranjeros eran objeto de la repulsa de sus paisanos. 

En los relatos evangélicos, los publicanos forman un grupo unido al de los “pecadores” y a los “paganos”. La actitud de Jesús hacia ellos, así como hacia otros grupos despreciados, es la de empatía. Un reproche que hacían a Jesús los escribas y fariseos, era su amistad y asociación con publicanos y pecadores. 

Consistentemente con esta conducta, Jesús llamó a Leví, o Mateo, el Publicano, para unirse al grupo de los apóstoles (Mt 9,9).

Los publicanos en los Evangelios

Mateo 9,10: Jesús llama a Mateo. Come en su casa y los fariseos se escándalizan ante los discípulos de Jesus porque come con publicanos y pecadores.

Mateo 21,31: “Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del Reino de los Cielos. Porque vino a vosotros Juan y no le creísteis; pero los publicanos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, no os arrepentisteis después para creerle”.

Lucas 7:34: "Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijisteis que tenía un demonio; vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: Mirad qué comilón y qué borracho, amigo de publicanos y pecadores".

Lucas 18,9-14: Parábola del fariseo y el publicano.


Lucas 19,1-10: La salvación de Zaqueo, por el papa Francisco


Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad. Vivía en ella un hombre rico llamado Zaqueo, jefe de los que cobraban impuestos para Roma. Quería conocer a Jesús, pero no conseguía verle, porque había mucha gente y Zaqueo era de baja estatura. Así que, echando a correr, se adelantó, y para alcanzar a verle se subió a un árbol junto al cual tenía que pasar Jesús.
Al llegar allí, Jesús miró hacia arriba y le dijo:
— Zaqueo, baja en seguida porque hoy he de quedarme en tu casa.
Zaqueo bajó aprisa, y con alegría recibió a Jesús. Al ver esto comenzaron todos a criticar a Jesús, diciendo que había ido a quedarse en casa de un pecador.  Pero Zaqueo, levantándose entonces, dijo al Señor:
— Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes; y si he robado algo a alguien, le devolveré cuatro veces más.
Jesús le dijo:
— Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque este hombre también es descendiente de Abraham. Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido.

Comentario por el papa Francisco
"La salvación de Zaqueo"

El papa Francisco, como cada domingo, se ha asomado a la ventana del estudio en el Palacio Apostólico del Vaticano, para rezar el ángelus con los fieles y los peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro. Estas son las palabras del Santo Padre para introducir la oración mariana:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de hoy nos presenta un hecho sucedido en Jericó, cuando Jesús llegó a la ciudad y fue acogido por la multitud (cfr Lc 19,1-10). En Jericó vivía Zaqueo, el jefe de los “publicanos”, es decir, de los recaudadores de impuestos.

Zaqueo era un colaborador rico de los odiados ocupantes romanos, un explotador de su pueblo. También él, por curiosidad, quería ver a Jesús, pero su condición de pecador público no le permitía acercarse al Maestro; aún más, era de baja estatura; por eso sube a un árbol, una higuera, en el camino por donde Jesús tenía que pasar.

Cuando llega cerca de ese árbol, Jesús levanta la mirada y le dice: Zaqueo, baja en seguida porque hoy he de quedarme en tu casa” (v. 5). ¡Podemos imaginar el estupor de Zaqueo!

¿Pero por qué Jesús dice ‘he de quedarme en tu casa’? ¿De qué deber se trata? Sabemos que su deber supremo es realizar el diseño del Padre sobre la humanidad, que se cumple en Jerusalén con su condena a muerte, la crucifixión y, al tercer día, la resurrección. Es el diseño de salvación de la misericordia del Padre. Y en este diseño está también la salvación de Zaqueo, un hombre deshonesto y despreciado por todos, y por eso necesitado de conversión. De hecho, el Evangelio dice que, cuando Jesús lo llamó, “comenzaron todos a criticar a Jesús, diciendo que había ido a quedarse en casa de un pecador” (v. 7).

El pueblo ve en él un villano, que se ha enriquecido a costa del prójimo. Y si Jesús hubiera dicho “baja tú, explotador, traidor del pueblo y ven a hablar conmigo para hacer cuentas’ seguro el pueblo hubiera aplaudido. Pero aquí comenzaron a murmurar (=escándalo). Jesús va a su casa, el pecador, el explotador.

Pero Jesús, guiado por la misericordia, le buscaba precisamente a él. Y cuando entra en casa de Zaqueo dice: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque este hombre también es descendiente de Abraham. Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido” (vv. 9-10).

La mirada de Jesús va más allá de los pecados y los prejuicios; y esto es importante  y debemos aprenderlo. Jesús ve a la persona con los ojos de Dios, que no se detiene en el mal pasado, sino que ve el bien futuro; no se detiene a las apariencias, sino que mira al corazón. Y aquí ha mirado el corazón herido de este hombre, herido del pecado, la avaricia, cosas feas que había hecho Zaqueo y mira este corazón herido y va ahí.

A veces tratamos corregir y convertir a un pecador reprochándole, echándole en cara sus errores y su comportamiento injusto. La actitud de Jesús con Zaqueo nos indica otro camino: el de mostrar a quien se equivoca su valor, ese valor que Dios continúa viendo a pesar de todo. A pesar de todos sus errores. Esto puede provocar una sorpresa positiva, que enternece el corazón y empuja a la persona a sacar lo bueno que tiene. Es el dar confianza a las personas que le hace crecer y cambiar.

Así se comporta Dios con todos nosotros: no está bloqueado por nuestro pecado, sino que lo supera con el amor y nos hace sentir la nostalgia del bien. Y esto, todos hemos sentido esta nostalgia del bien después de un error. Y así hace nuestro Padre Dios, así hace Jesús. No existe una persona que no tiene algo bueno. Esto mira Dios para sacarlo del mal.

Lucas 19,1-10: Escandalizar a la multitud, por Julio González, SF.


Jesús llegó a Jericó y comenzó a cruzar la ciudad. Resulta que había allí un hombre llamado Zaqueo, jefe de los recaudadores de impuestos, que era muy rico. Estaba tratando de ver quién era Jesús, pero la multitud se lo impedía, pues era de baja estatura. Por eso se adelantó corriendo y se subió a un árbol para poder verlo, ya que Jesús iba a pasar por allí.
Llegando al lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo:
—Zaqueo, baja en seguida. Tengo que quedarme hoy en tu casa.
Así que se apresuró a bajar y, muy contento, recibió a Jesús en su casa.
Al ver esto, todos empezaron a murmurar:
- Ha ido a hospedarse con un pecador.
Pero Zaqueo dijo resueltamente:
—Mira, Señor: Ahora mismo voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si en algo he defraudado a alguien, le devolveré cuatro veces la cantidad que sea.
—Hoy ha llegado la salvación a esta casa —le dijo Jesús—, ya que éste también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.

Comentario de Julio González, S.F:
Escandalizar a la multitud

En este episodio Jesús escandaliza no solamente a los fariseos y escribas (maestros de la ley) sino también a la multitud, al ciudadano de a pie. Cuando Jesús se "autoinvitó" a la casa de Zaqueo, jefe de los recaudadores de impuestos, los ciudadanos explotados se sintieron defraudados y ofendidos. Jesús iba a la "guarida" de Zaqueo. Para algunos, entrar en la casa de Zaqueo, significaba reconocer el modo de vida de este indeseable.

Zaqueo era odiado por el pueblo. Jesús sabía que comer en su mesa era un gesto incomprensible para la mayoría. Además, Zaqueo podía malinterpretar aquella comida.

Ahora no me preocupa que muchos se escandalizaran del comportamiento de Jesús en aquel tiempo; lo que me preocupa es que todavía hoy algunos hijos e hijas de la Iglesia sigan escandalizándose de esos gestos. En el gesto de entrar en la casa de un pecador y comer con él, siempre habrá un misterio que no podemos comprender del todo. Porque Jesús no llama a Zaqueo para recriminarle su manera de vivir y oír su confesión. ¡Claro que Zaqueo puede está contento! La presencia de Jesús en su casa le trae honra (¿justificación?) y, por eso, los ciudadanos explotados se escandalizan.

Pero Zaqueo está de buenas y habla utilizando el corazón en vez de la cabeza: "Mira, Jesús, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes y si en algo he defraudado a alguien, le devolveré cuatro veces la cantidad".

Ahora nos podemos hacer una idea de la riqueza de Zaqueo. Dar cuatro veces la cantidad que ha defraudado nos muestra que Zaqueo era inmensamente rico. Los recaudadores eran profesionales en sacar provecho de los impuestos a los ciudadanos, pues vivían de eso. Y Zaqueo era el jefe.

Este episodio me hace imaginar que las mil familias más ricas del planeta dan la mitad de sus fortunas a los pobres y cuatro veces la cantidad que han esquilmado a los trabajadores de sus industrias, empresas y mercados. Entonces, me digo, un mundo mejor es posible para los pobres. Sin embargo, la respuesta de Jesús no va en esa dirección, sino que otra vez se centra en Zaqueo y en su familia: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa".


DOMINGO DE LA 31 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año C (Lecturas)

Sabiduría 11:22-12:2
Salmo 144,1-2.8-9.10-11.13cd-14:
Bendecire tu nombre por siempre jamas, 
Dios mio, mi rey
2 Tesalonicenses 1:11-2:2
Lucas 19:1-10


Sabiduría 11,22–12,2

Tú de todos tienes compasión, porque lo puedes todo y no te fijas en los pecados de los hombres, para que se arrepientan. Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado. ¿Cómo podrían existir los seres, si tú no lo hubieras querido? ¿Cómo podrían conservarse, si tú no lo ordenaras? Tú tienes compasión de todos, porque todos, Señor, te pertenecen y amas todo lo que tiene vida, porque en todos los seres está tu espíritu inmortal. Por eso, a los que pecan los corriges y reprendes poco a poco, y les haces reconocer sus faltas, para que apartándose del mal crean en ti, Señor.


Salmo 144,1-2.8-9.10-11.13cd-14
Bendeciré tu nombre por siempre, 
Dios mío, mi rey

Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.
R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey

El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas.
R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas.
R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey

El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan.
R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey


Tesalonicenses 1,11–2,2

Con este fin oramos siempre por vosotros, pidiendo a nuestro Dios que os tenga por dignos de haber sido llamados por él, y que cumpla con su poder todos vuestros buenos deseos y los trabajos que realizáis impulsados por la fe. De esta manera el nombre de nuestro señor Jesús será honrado por vuestra causa, y él os honrará conforme a la bondad de nuestro Dios y del señor Jesucristo. Ahora, hermanos, en cuanto al regreso de nuestro señor Jesucristo y a nuestra reunión con él, os rogamos que no cambiéis fácilmente de manera de pensar ni os dejéis asustar por ningún mensaje espiritual, discurso o carta que recibáis, como si fuera nuestra, diciendo que el día del Señor ya ha llegado.


Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad. Vivía en ella un hombre rico llamado Zaqueo, jefe de los que cobraban impuestos para Roma. Quería conocer a Jesús, pero no conseguía verle, porque había mucha gente y Zaqueo era de baja estatura. Así que, echando a correr, se adelantó, y para alcanzar a verle se subió a un árbol junto al cual tenía que pasar Jesús.
Al llegar allí, Jesús miró hacia arriba y le dijo:
— Zaqueo, baja en seguida porque hoy he de quedarme en tu casa.
Zaqueo bajó aprisa, y con alegría recibió a Jesús. Al ver esto comenzaron todos a criticar a Jesús, diciendo que había ido a quedarse en casa de un pecador.  Pero Zaqueo, levantándose entonces, dijo al Señor:
— Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes; y si he robado algo a alguien, le devolveré cuatro veces más.
Jesús le dijo:
— Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque este hombre también es descendiente de Abraham. Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido.

SOBRE ESTE DOMINGO:

Sobre la Autoridad

 



Atar y desatar:

Citas del Antiguo Testamento:

Citas del Nuevo Testamento:




Comentarios:

Vocabulario:


Etimología de la palabra "autoridad"

La palabra "autoridad", que viene del latín "auctoritas", se derivó de "auctor", que significa "aumentar", "promover", "progresar" o "lo que hace crecer o ayuda a crecer"; por lo tanto, se define como aquello que "ayuda a crecer bien".

Es lo contrario de tiranía, porque el interés del tirano es mantener en una infancia perpetua a los que quiere someter.

Sobre el Principio de Autoridad

El principio de autoridad es el que utiliza las palabras, hechos, o recomendaciones de una persona que tiene buena reputación en un determinado asunto para incitarnos a tomar una decisión, incluso en contra de nuestros intereses personales.

Principio de autoridad es el procedimiento, expresado con la locución latina “magister dixit”, por el que una proposición se acepta por el solo hecho de estar afirmada en un texto considerado como cierto y no sujeto a debate. 

Esto ocurría con la escolástica medieval, que consideraba fuente de conocimiento de autoridad incuestionable no sólo a las Sagradas Escrituras (cuya consideración de "reveladas por Dios" hacía inconcebible toda posible crítica), sino también a los textos supervivientes de la Antigüedad clásica (sobre todo Aristóteles, Claudio Ptolomeo, Hipócrates, Galeno, etc.) que habían adquirido tal prestigio que se consideraban fuera de toda posible crítica. 

La utilización de este tipo de argumentos entra en crisis con la revolución científica de los siglos XVI y XVII, entre la que se incluye el denominado debate de los antiguos y los modernos; aunque no fue hasta la Ilustración del siglo XVIII cuando el método científico moderno puede considerarse como de uso general. 

"Sapere Aude"

“Sapere aude” es una locución latina que significa: “atrévete a saber, atrévete a pensar, ten el valor de utilizar tu propia razón”.

Su divulgación se debe al filósofo Immanuel Kant en su ensayo Respuesta a la pregunta: ¿Qué es Ilustración?, aunque su uso original se da en la Epístola II de Horacio del Epistularum liber primus:
Dimidium facti, qui coepit, habet: sapere aude, / incipe ("Quien ha comenzado, ya ha hecho la mitad: atrévete a saber, empieza").

La frase fue acuñada por Horacio en el siglo I a. C. y se encuentra en una epístola a su amigo Lolius. Tiene muchas traducciones, pero en el contexto de la carta (en la cual trata sobre los múltiples procedimientos que Ulises usó en su regreso de Troya para superar las pruebas a las que se enfrentó) se puede entender como «tener el valor de usar tu habilidad para pensar».

Desde entonces se utiliza muy frecuentemente como tópico literario y también como lema de varias universidades

No obstante, la resistencia a cualquier nueva idea científica no desapareció, como probaron los debates en torno al darwinismo. Tal resistencia es objeto central de los estudios de Karl Popper y Thomas Kuhn (conceptos de revolución científica y cambio de paradigma).


Significado del nombre "Adán"



El sentido de la palabra Adán

El término “Adán” está extendido en la Biblia y ofrece una amplia gama de significados. Cuando un judío pronunciaba esta palabra, estaba lejos de pensar ante todo en el primer hombre. Fuera del relato de la creación, en el que la expresión es ambigua, Adán sólo designa con certeza al primer hombre en cuatro pasajes de la Biblia: Gen 4,1.25; 5,1.3ss; Tob 8,6. 

Habitualmente, se traduce el término por “hombre” en general (Job 14,1), las “gentes” (Is 6,12), “alguien” (Ecl 2,12), “uno” (Zac 13,5), “nadie” (1Re 8,46; Sal 105,14), “ser humano” (Os 11,4; Sal 94,11). El sentido colectivo domina en la utilización del término.

Hijo de Adán

Lo mismo se puede decir de la expresión “hijo de Adán”, que no se refiere nunca a un descendiente del individuo Adán, sino que es un paralelo de “hombre” (Job 25,6; Sal 8,5), o designa a una persona (Jer 49,18.33), o a una colectividad (Prov 8,31 Sal 45,3; 1Re 8,39.42). 

Utilizada en contraste con “Dios”, la expresión subraya —al igual que el término «carne»—, la condición perecedera y débil de la humanidad: «Desde lo alto de los cielos mira Yahveh y ve a todos los hijos de Adán» (Sal 33,13 Gen 11,5 Sal 36,8; Jer 32,19). Los «hijos de Adán» son, pues, los humanos según su condición terrenal. 

Etimología de la palabra Adán

Esto viene insinuado por la etimología popular de la palabra, que la hace derivar de “adamah = suelo, tierra”; por tanto, Adán es el terroso, el que fue hecho del polvo de la tierra.

Alcance teológico de Adán

La semántica de la palabra Adán nos prepara para conocer su alcance teológico: no podemos contentarnos con ver en el primer Adán un individuo de tantos. Esto indica el sorprendente paso del singular al plural en la palabra de Dios creador: “Hagamos a Adán a nuestra imagen...” (Gen 1,26).

Los tres primeros capítulos del Génesis son como un prólogo al Pentateuco. Pero no tienen una sola procedencia; fueron escritos en dos tiempos y por dos redactores sucesivos, el yahvista (Gen 2-3) y el sacerdotal (Gen 1). 

Sorprende comprobar que estos relatos no dejaron la menor huella en la literatura hasta el siglo II antes de J.C. Entonces, se vuelve a estos episodios para explicar la causa de la muerte del hombre: el Eclesiástico denuncia a la mujer (Eclo 25,24), y el Libro de la Sabiduría, al diablo (Sab 2,24).

La creencia en la universalidad del pecado se afirma cada vez más. Es la condición adámica descrita por el salmista: “Pecador me concibió mi madre” (Sal 51,7). En otro lugar se describe al hombre como un ser maravilloso, algo así como un ángel, colocado en el huerto de Dios y caído por un pecado de soberbia (Ez 28,13-19; Gen 2,10-15; 3,22s). 

Un Dios alfarero plasma al hombre (Jer 1,5; Is 45,9; Gen 2,7), él mismo lo hace retornar al polvo (Sal 90,3; Gen 3,19). “¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes, o el hijo del hombre para que te acuerdes de él? Le has hecho poco menor que Dios; le has coronado de gloria y de honor. Le diste el señorío sobre las obras de tus manos, todo lo has puesto debajo de sus pies” (Sal 8,5ss Gen 1,26ss 2,19s)

Después del pecado, Dios no solo aparece como el Señor (Ez 28,13s Gen 10-14) que destrona al soberbio y le hace volver a sus modestos orígenes (Ez 28,16-19 Gen 3,23s), sino que es también el Dios paciente que educa lentamente a su hijo (Os 11,3s; Ez 16; Gen 2,8; 3,21). 

Los profetas anunciaron un fin de los tiempos semejante al antiguo paraíso (Os 2,20; Is 11,6-9); quedará suprimida la muerte (Is 25,8; Dan 12,2; Gen 3,15), e incluso un misterioso Hijo del hombre de naturaleza celeste aparecerá vencedor sobre las nubes (Dan 7,13s).

Adán, nuestro antepasado

En una primera reflexión sobre la condición humana, el redactor yahvista, convencido de que Adán incluye a todos sus descendientes, anuncia que un dia todos los hombres serán redimidos. El redacrtor sacerdotal (Gen 1), por su parte, revela que el hombre ha sido creado a imagen de Dios; posteriormente, con la ayuda de las genealogías (Gen 5,10), muestra que todos los hombres (más allá de Israel) forman una unidad: el género humano.

Hacia una teología del nuevo Adán

El Nuevo Testamento asume la teología del Antiguo Testamento al enseñar que todos los hombres descienden de Adán (Hechos 17,26), o que los primeros padres son el prototipo de la pareja conyugal (Mt 19,4ss 1Tim 2,13s) que debe ser restaurada en la humanidad nueva. 

La novedad del Nuevo Testamento reside en la presentación de Jesucristo como el nuevo Adán. Los apócrifos, habían atraído la atención hacia la recapitulación de todos los hombres pecadores en Adán; Jesús mismo se había presentado como el Hijo del hombre, queriendo mostrar que era de la raza humana y que debía cumplir la profecía de Daniel. 

San Lucas hace una primera tentativa de comparación de Jesús con Adán: el que acaba de triunfar de la tentación es “hijo de Adán, hijo de Dios»” (Lc 3,38), verdadero Adán, que resistió al tentador. 

Se puede reconocer también en un himno paulino (Flp 2,6-11) el contraste intencionado entre Adán, que quiso apoderarse de la condición divina, y Jesús, que no la retuvo ambiciosamente.

El último y verdadero Adán

1Cor 15,45-49 opone vivamente los dos tipos según los cuales estamos constituidos; el primer hombre, Adán, fue hecho alma viva, terrena, psíquica; “el último Adán es un espíritu que da la vida”, pues es celestial, espiritual. A la escena de los origenes corresponde la escena del fin de los tiempos, pero un abismo separa la segunda creación de la primera, lo espiritual de lo carnal, lo celestial de lo terrenal.

En Rom 5,12-21, Pablo dice que Adán era “la figura del que debía venir”. Apoyándose en la convicción de que el acto del primer Adán tuvo un efecto universal, la muerte (1Cor 15,21s) llama a la acción redentora de Cristo, segundo Adán. Pero muestra las diferencias: en Adán, la desobediencia, la condenación y la muerte; en Jesucristo, la obediencia, la justificación y la vida. Además, por Adán entré el pecado en el mundo; por Cristo, sobreabundó la gracia, cuya fuente es él mismo.

Finalmente, la unión fecunda de Adán y de Eva anunciaba la unión de Cristo y de la Iglesia; ésta, a su vez, viene a ser el misterio en que se funda el matrimonio cristiano (Ef 5,25-33 1Cor 6,16).

El cristiano y el doble Adán

El cristiano, hijo de Adán por su nacimiento y renacido en Cristo por su fe, conserva una relación doble con el primero y el último Adán. El relato de los origenes, lejos de invitar al hombre a disculparse con el primer pecador, enseña a cada uno que Adán es él mismo, con su fragilidad, su pecado y su deber de despojarse del hombre viejo, según la expresión de san Pablo Ef 4,22s Col 3,9s. 

Y esto para «revestirse de Jesucristo, el hombre nuevo»; así su destino entero se inserta en el drama del doble Adán. O más bien halla en Cristo al hombre por excelencia: según el comentario que del Sal 8,5ss hace Heb 2,5-9, el que provisionalmente fue colocado por debajo de los ángeles para merecer la salvación de todos los hombres, recibió la gloria prometida al verdadero Adán.

Sobre la Violencia


Jesús frente a la violencia en el Evangelio de Mateo:

Textos
Expulsión de los mercaderes del templo de Jerusalén:

El verdadero enemigo de Cristo y los cristianos:

Violencia contra el reino de los cielos:

El Sermón de la Montaña: nuevo discurso sobre Dios


El Cristo del Sermón de la Montaña revela el mundo de los hombres tal como es -un espacio infestado por la violencia-, pero, al mismo tiempo, interpela a sus discípulos a fin de construir un nuevo orden de valores donde cada uno sea respetado por lo que es, acogiendo su identidad y encomendándolo a Dios, cuyo amor no discrimina. 

A la violencia, constitutiva de toda sociedad humana, el Jesús del Sermón de la Montaña invita a un cambio radical, a una oposición no-violenta que es, verdaderamente, una declaración de guerra a la violencia de los hombres. 

Ahora bien, el Sermón de la Montaña contiene, por su radicalidad, una violencia hecha a la lógica del mundo: un nuevo discurso sobre Dios que suscita violencia y oposición contra aquél que es el predicador. Jesús deberá, pues, asumir la violencia que sus palabras provocan. Por lo que sólo la Pasión permitirá que se realice plenamente, en Jesús, ese nuevo discurso sobre Dios.

Tesis 5: En el Sermón de la Montaña, y de manera programática, el Jesús de Mateo rompe con la lógica de la violencia. La Palabra que él pronuncia es realmente Palabra de alteridad en tanto que enuncia lo inaudito. El Sermón de la Montaña anticipa aquello que se va a realizar plenamente en la Pasión de Jesús. La muerte en cruz es el lugar donde Jesús muestra, con toda fuerza, la palabra inaudita del Sermón de la Montaña. En el Gólgota, Jesús se revela verdaderamente como «Hijo de Dios» que rompe la lógica de la violencia y ofrece un lugar donde descubrir el nuevo rostro del Padre que el Sermón de la Montaña anunciaba.

Conclusión

Dentro del contexto de la narración mateana, Mt 11,12 sitúa los ministerios de Juan Bautista y del Jesús terrestre en un período de conflicto violento que caracteriza la proximidad del Reino de Dios. En términos apocalípticos, una lucha sin tregua se desencadena entre Dios y sus aliados, por un lado, y el mundo de los hombres, bajo el poder del diablo (Mt 4,8), por otro. En esta lucha, Jesús adopta la siguiente actitud: por una parte, anuncia la justicia retributiva de Dios sobre aquéllos que se oponen a la venida del Reino; por otra, proclama la palabra radicalmente no violenta del Sermón de la Montaña.

En Mateo, la cruz revela la violencia última contra Jesús. Contrariamente a lo que se pudiera esperar (véase Mt 22,41), el fruto de esa violencia no sería el juicio, sino el advenimiento de un tiempo nuevo donde la alianza y el perdón (Mt 26,28) serán proclamados, de ahora en adelante, por los discípulos de Jesús (Mt 28,16-20).


La "sangre del justo" como signo de cambio


Jesús anuncia en Mt 23,30.35, en línea con la tradición veterotestamentaria, que la sangre de los justos y de los profetas debe caer sobre los escribas y fariseos. 

El Dios de la retribución se halla aquí en el corazón de las invectivas de Jesús. Judas sufre esta lógica retributiva, habiendo «entregado sangre inocente» (Mt 27,4), precedido por la palabra de Jesús que pronunció sobre él (Mt 26,24). Después de su muerte es enterrado en el campo de la sangre (27,6-8). Por otro lado, Pilato se «lava las manos» y se declara inocente de la sangre de Jesús (27,24), a lo que el pueblo responde que su sangre recaiga sobre ellos y sobre sus hijos (27,25). El homicidio llama al homicidio, la sangre llama a la sangre. Nos encontramos todavía ante la ley del talión, la ley de la sangre.

Existe, sin embargo, otra interpretación propuesta por Jesús en camino hacia su Pasión y ya no del Jesús de las invectivas de Mt 23: durante la última cena, Jesús anuncia que su sangre será derramada «por muchos para el perdón de los pecados» (26,28). Ya no habrá más venganza, esa sangre será el signo de la Alianza y del perdón. 

Entre Mt 23,30 y Mt 26,28 hay, pues, un verdadero cambio: la sangre ya no recae como una maldición, sino que se convierte en signo de perdón.

Tesis 4: En la tradición veterotestamentaria, la sangre derramada injustamente reclama reparación,
es decir, la sangre del culpable debe ser derramada en compensación. En el Evangelio de Mateo, especialmente en el capítulo 23, Jesús se vale de esta lógica retributiva para pronunciar la condena sobre escribas y fariseos. Es durante la última cena que esta lógica se rompe: la sangre de Jesús es signo de alianza y perdón.

La violencia del Dios de Jesús contra sus oponentes


Uno se pregunta si tal violencia de los hombres no hace que el Reino de Dios se vuelva él mismo violento, si el predicador del Reino no es llevado él mismo a responder a la violencia de los hombres por medio de una violencia vengativa de Dios. En la lógica cultural y religiosa de Mateo, la violencia contra los profetas demanda un juicio de Dios. 

Es cierto que en el primer Evangelio encontramos palabras de venganza, por tanto violentas, de Jesús. La siguiente enumeración nos permitirá hacernos una idea de la importancia del tema de la violencia retributiva (justicia retributiva) del Dios del Jesús mateano:

Mt 11,21-24: maldición contra Corozaín, Betsaida y Cafarnaún (v. 23: «Y tú Cafarnaún... ¡Hasta el abismo te hundirás! Mt 13,36-43: explicación de la parábola de la cizaña (v. 42: «y los arrojarán al horno de fuego: allí será el llanto y el rechinar de dientes».

Mt 18,23-35; parábola del siervo sin entrañas (v. 34: «Y encolerizado su señor, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que debía»).

Mt 22,11-14: parábola del banquete nupcial (v. 7: «Se airó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad»).

Mt 23: invectivas contra escribas y fariseos; las siete maldiciones, de una extraña violencia verbal (v. 33: «¡Serpientes, raza de víboras! ¿Cómo vais a escapar a la condenación de la gehenna?»).

Mt 25,14-33: parábola de los talentos (v. 30: «Y a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes»).

Mt 21,33-45: parábola de los viñadores homicidas. La violencia retributiva alcanza aquí su paroxismo. 

El homicidio representa aquí el gesto último por el que se intenta ser propietario de la viña. La violencia engendra entonces violencia: el dueño castiga a los miserables haciéndoles correr la misma suerte que ellos han hecho correr a sus siervos y a su propio hijo. Importa, sin embargo, apuntar algunas diferencias entre la violencia sufrida por Jesús y Juan Bautista, y la violencia divina, anunciada por Jesús, sobre sus enemigos:

1. El Jesús de Mateo apela a la venganza, pero él no se venga. En otras palabras, la palabra de Jesús es a veces violenta, pero no sus actos. El episodio de los vendedores expulsados del Templo (Mt 21,12-13) no entra dentro de la categoría de la violencia retributiva, sino que constituye un gesto de purificación del Lugar Santo.

2. El lenguaje que utiliza normalmente el Jesús de Mateo es un lenguaje parabólico. El lenguaje metafórico puede considerarse un medio para desviar la llamada a la violencia. A no ser que se haga «violencia» al texto, las parábolas que acabamos de ver no pueden ser directamente aplicadas a Dios. No son más que imágenes y aproximaciones.

3. El marco narrativo al que Mateo somete a ciertas parábolas de juicio podría llevar a matizar la violencia de los propósitos. Así, en Mt 18, la parábola del siervo sin entrañas (vv. 23-35) es precedida por la parábola de la oveja perdida (vv. 12-14).

4. En la tradición veterotestamentaria, la función del lenguaje de juicio recurre a la repetición. El Jesús de Mateo ha mostrado que la amenaza del juicio divino no concierne sólo a Israel o a los incrédulos, sino también a figuras del relato en las que los miembros de la comunidad mateana pueden, sin duda, reconocerse (el siervo sin entrañas, el banquete nupcial...).

5. La violencia puesta en boca del Jesús mateano (véase Mt 23 en particular) se explica también por el contexto histórico en el que está insertada la comunidad. En cierto modo, uno se puede preguntar si la violencia verbal no tiene un efecto catalizador de una violencia física o moral experimentada.

Tesis 2: En Mateo, Jesús y los jefes del pueblo se hallan en una relación de violencia recíproca, en el sentido de que Jesús, mediante su actitud y sus palabras, provoca a los jefes del pueblo y, por otro lado, los jefes del pueblo rechazan a Jesús. En el transfondo del discurso del Jesús de Mateo se divisa un Dios justo a la vez que violento, un Dios temible que restituye a cada uno según sus obras. Este juicio divino, siempre bajo forma metafórica, es trasladado a un futuro escatológico que evita que Jesús y sus discípulos resulten en el tiempo presente como los depositarios. Es decir, las palabras de juicio resuenan como una advertencia dirigida de igual manera a los discípulos.

La muerte de Jesús como fin de la violencia en Dios

En la lógica narrativa de Mateo, la muerte de Jesús es la última violencia contra el Reino. La última violencia hecha a Dios en la persona de su Hijo. Sin embargo, esta última violencia que debería haber conducido lógicamente a una violencia de rechazo de Dios mismo (véase la parábola de los viñadores homicidas) se transforma en Jesús en la aceptación de la no violencia y de la no venganza, tanto en hechos como en palabras. Esta aceptación de la violencia sin demandar la venganza se opera en tres etapas:

1. En Getsemaní (Mt 26,36-35), Jesús acepta sufrir la violencia al aceptar la voluntad de su Padre (v. 39).

2. En el momento de su arresto (Mt 26,47-56), Jesús acepta no hacer intervenir la fuerza divina y así no responder con violencia a la violencia: «En esto, uno de los que estaban con Jesús echó mano a su espada, la sacó e, hiriendo al siervo del Sumo Sacerdote, le cortó la oreja. Dícele entonces Jesús: Vuelve tu espada a su sitio, porque todos los que empuñen espada, a espada perecerán, ¿O piensas que no puedo yo rogar a mi Padre, que pondría al punto a mi disposición más de doce legiones de ángeles?» (Mt 26,51-53).

3. Cuando Jesús muere (Mt 27,45-50), muere con él y por él una imagen de Dios: en la cruz muere el Dios de la venganza y de la retribución. 

Pueden señalarse, a continuación, cuatro puntos complementarios:

I. Es interesante constatar que fuera de una notable excepción (la parábola de los viñadores homicidas), las numerosas palabras de Jesús anunciando el juicio de Dios no están en relación con su muerte próxima. Incluso las palabras del Hijo del hombre como depositario del juicio divino no establecen ningún lazo entre dicho juicio y la muerte de Jesús (véase Mt 13,41; 16,27; 24-25).

II. Como signo narrativo del cambio que se opera, se indica el paso de la palabra virulenta de los discursos proféticos (véase Mt 23 y 24-25 en particular) al silencio de aquél que es entregado a la violencia de los hombres.

III. El abandono de Jesús por Dios, el fin del sistema antiguo (el velo del Templo rasgado) y la confesión de Jesús como «Hijo de Dios» (27,54), se proponen en Mateo dentro del marco de una interpretación apocalíptica de la cruz. Este marco apocalíptico es subrayado narrativamente por las tradiciones relativas al temblor de tierra y a la apertura de las tumbas que Mateo incluye en el relato de la muerte de Jesús (Mt 27,51b-53). Para él y con la muerte de Jesús, el eón antiguo ha acabado, el eón nuevo comienza.

IV. Es de notar también que el Jesús resucitado no pronuncia ninguna palabra de venganza ni de llamada al juicio.

Tesis 3: En un principio, Jesús llama a un juicio que él reclama de Dios, a una violencia divina que refleja, sin duda, la suya. En Getsemaní, él se rinde a la voluntad de su Dios y se abandona así a la violencia de los hombres. En la cruz, es su Dios quien le abandona: «¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?» Dicho abandono marca en Jesús el fin de una cierta comprensión de Dios. Leído desde el marco de puesta en escena apocalíptica de Mateo, la muerte de Jesús puede ser interpretada no sólo como fin de la violencia de Dios, sino como fin del sacrificio comprendido como sistema de reparación violenta de la falta: con la muerte de Jesús, empieza un tiempo nuevo donde el antiguo orden de cosas no tiene ya cabida.

Sábado de la 30ª semana del Tiempo Ordinario, Año II (Lecturas)

Filipenses 1,18b-26
Salmo 41: Mi alma tiene sed del Dios vivo
Lucas 14,1.7-11



De la manera que sea, con segundas intenciones o con sinceridad, se anuncia a Cristo, y yo me alegro; y me seguiré alegrando, porque sé que esto será para mi bien, gracias a vuestras oraciones y al Espíritu de Jesucristo que me socorre. Lo espero con impaciencia, porque en ningún caso saldré derrotado; al contrario, ahora, como siempre, Cristo será glorificado abiertamente en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir. Pero, si el vivir esta vida mortal me supone trabajo fructífero, no sé qué escoger. Me encuentro en este dilema: por un lado, deseo partir para estar con Cristo, que es con mucho lo mejor; pero, por otro, quedarme en esta vida veo que es más necesario para vosotros. Convencido de esto, siento que me quedaré y estaré a vuestro lado, para que avancéis alegres en la fe, de modo que el orgullo que sentís por mí en Jesucristo rebose cuando me encuentre de nuevo entre vosotros.


Salmo 41: Mi alma tiene sed del Dios vivo

Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío.
R. Mi alma tiene sed del Dios vivo

Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
R. Mi alma tiene sed del Dios vivo

Recuerdo como marchaba a la cabeza del grupo
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta.
R. Mi alma tiene sed del Dios vivo



Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: «Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: "Cédele el puesto a éste." Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba." Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»