jueves, 31 de mayo de 2012

LA TRINIDAD DE ANDREI RUBLEV (1370-1440)



Los tres personajes tienen el mismo rostro. El autor expresa así la igual dignidad de los tres seres. Cada uno lleva además alguna pieza de vestido de color azul, color del cielo, símbolo de la naturaleza divina que los tres comparten. Pero cada personaje tiene unas características especiales que nos muestran quién es.

El personaje que ocupa la parte derecha del icono representa al Espíritu Santo. Sobre la túnica azul, signo de su divinidad, lleva un manto que tiene el verde de la hierba en primavera o de las hojas nuevas. Este color simboliza el poder del Espíritu Santo para renovar la vida sobre la tierra.

Detrás de la figura hay una montaña (un peña de color ocre justo encima del nimbo que rodea la cabeza). Las montañas son lugares de encuentro con Dios. Su mano toca la mesa, y comunica a la Tierra la santidad de Dios. En la liturgia católica, el sacerdote dice antes de la consagración "Santifica estos dones con la efusión del Espíritu..." y extiende sus manos sobre el altar.

El personaje del centro representa a Cristo. El color marrón de latúnica es signo de su humanidad. Una tira dorada muestra que es el Mesías rey. El árbol tras la figura podría ser la encina de Mambré, o el árbol del Edén, donde la serpiente engañó a Adán y Eva. o el árbol de la cruz, donde Cristo venció a la muerte. La liturgia juega con la imagen de ambos árboles, el del Edén y el del Calvario: "el que venció en un árbol es en un árbol vencido". La mano de Cristo se apoya sobre la mesa. Los dos dedos extendidos muestran que en Él se unen lo humano y lo divino. La cabeza de Cristo y su mirada se dirigen hacia su derecha.

Llevados por este movimiento también nosotros somos conducidos a contemplar al último de los tres personajes: el Padre. Cristo no nos retiene. Él nos muestra el rostro del Padre El personaje de la izquierda es el Padre. Un manto de un color indefinible cubre la túnica color azul. Dios invisible, fuente de todo ser, el origen sin origen, el inefable. Ambas manos sostienen el bastón, símbolo de su serena autoridad. Sobre su cabeza hay una casa: la morada de Dios. De ella nos dice Jesús: "En casa de mi Padre hay muchas moradas, voy a prepararos un sitio" (Jn 14,2). "Si alguno me ama, guardará mi palabra; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos con él morada" (Jn 14,23).

En el icono hay dos dos copas: una es claramente visible sobre la mesa. La otra puede ser visualizada siguiendo los perfiles de los personajes que representan al Padre y al Espíritu. Esta copa contiene a Cristo. Las dos copas son signo del cáliz eucarístico.





La mesa en el centro del icono es el altar. El cuadrado grabado en la cara frontal de la mesa simboliza al mundo (cuando se pintó el icono se creía que la tierra era cuadrada). El mundo entero se convierte en lugar de celebración cuando compartimos.

Por las miradas, el juego de sus manos y la inclinación de sus cabezas, los tres personajes forman un círculo que expresa la profunda comunión que les une. La Trinidad es esta comunión misteriosa. Pero este círculo no está cerrado. Se abre para incluir un cuarto personaje. ¡Ese personaje eres tú! Al practicar la acogida, somos acogidos por Dios mismo en la comunión del Padre, Hijo y Espíritu Santo.

SOLEMNIDAD DE LA SANTISIMA TRINIDAD

Deuteronomio 4,32-34.39-40
Salmo 32
Romanos 8,14-17
Mateo 28,18-20



Deuteronomio 4,32-34.39-40

En aquellos días, habló Moisés al pueblo y le dijo: "Pregunta a los tiempos pasados, investiga desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra. ¿Hubo jamás, desde un extremo al otro del cielo, una cosa tan grande como ésta? ¿Se oyó algo semejante? ¿Qué pueblo ha oído, sin perecer, que Dios le hable desde el fuego, como tú lo has oído? ¿Hubo algún dios que haya ido a buscarse un pueblo en medio de otro pueblo, a fuerza de pruebas, de milagros y de guerras, con mano fuerte y brazo poderoso? ¿Hubo acaso hechos tan grandes como los que, ante sus propios ojos, hizo por ustedes en Egipto el Señor su Dios? Reconoce, pues, y graba hoy en tu corazón que el Señor es el Dios del cielo y de la tierra y que no hay otro. Cumple sus leyes y mandamientos, que yo te prescribo hoy, para que seas feliz tú y tu descendencia, y para que vivas muchos años en la tierra que el Señor, tu Dios, te da para siempre".

Salmo 32: Dichoso el pueblo escogido por Dios.

Sincera es la palabra del Señor
y todas sus acciones son leales.
El ama la justicia y el derecho,
la tierra llena está de sus bondades.
R. Dichoso el pueblo escogido por Dios.

La palabra del Señor hizo los cielos
y su aliento, los astros;
pues el Señor habló y fue hecho todo;
lo mandó con su voz y surgió el orbe.
R. Dichoso el pueblo escogido por Dios.

Cuida el Señor de aquellos que lo temen
y en su bondad confían;
los salva de la muerte
y en épocas de hambre les da vida.
R. Dichoso el pueblo escogido por Dios.

En el Señor está nuestra esperanza,
pues él es nuestra ayuda y nuestro amparo.
Muéstrate bondadoso con nosotros,
puesto que en ti,Señor, hemos confiado.
R. Dichoso el pueblo escogido por Dios.

Romanos 8,14-17

Hermanos: Los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. No han recibido ustedes un espíritu de esclavos, que los haga temer de nuevo, sino un espíritu de hijos, en virtud del cual podemos llamar Padre a Dios. El mismo Espíritu Santo, a una con nuestro propio espíritu, da testimonio de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos también herederos de Dios y coherederos con Cristo, puesto que sufrimos con él para ser glorificados junto con él.

Mateo 28,18-20

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea y subieron al monte en el que Jesús los había citado. Al ver a Jesús, se postraron, aunque algunos titubeaban. Entonces, Jesús se acercó a ellos y les dijo: "Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y enseñen a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándolas a cumplir todo cuanto yo les he mandado; y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo".

Comentario por Mons. Francisco González, S.F.
Obispo Auxiliar de Washington, D.C.

En la última visita que hice a Tierra Santa junto con otros obispos, sacerdotes, seminaristas y laicos, vinieron a hablarnos varios líderes religiosos, entre otros. Uno de ellos, clavando su mirada en los obispos y con una gran sonrisa, nos dijo: "Acuérdense que todo empezó aquí en Galilea".

El pasaje evangélico que nos ofrece la Liturgia de la Palabra de esta Fiesta de la Santísima Trinidad, parece que quiere recordar a los Apóstoles este mismo pensamiento que el mencionado arzobispo nos ofreció: todo empezó en Galilea y por eso Jesús parece que quiere recordarles lo mismo. Él está a punto de partir y les lleva al lugar donde comenzó todo esto, en un monte de Galilea.

Antes de comenzar el ascenso a la ciudad Santa, Jesús caminó, recorrió Galilea y allí predicó e hizo discursos muy importantes, sana a enfermos, calma tempestades, expulsa a demonios, ha resucitado a muertos y ha hablado de eso tan extraordinario como es el Reino de Dios. Todo esto ha sucedido, los apóstoles han sido testigos y ahora, cuando él se reúne con ellos en el monte de Galilea que les había señalado, algunos se postran al verlo, pero hay otros, que a pesar de tanta prueba, siguen vacilando. Tal vez este es el itinerario de la fe: aceptación y duda, hay momentos que ni yuntas de caballos briosos pueden hacer que nuestra fe se tambalee, y en otras una suave sonrisa nos arrastra no solamente a la duda ligera, sino también a la apostasía rotunda.

Jesús se encuentra con ellos, todo se da por aceptado, y les da, les encarga una misión que comprende tres aspecto: hacer discípulos de todas las gentes, bautizarlos, al mismo tiempo que enseñarles a guardar todo lo que Él les ha mandado.

La tarea no es fácil, algo que ya les había advertido antes de la Pasión. Por eso tal vez les recuerda algo: "Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo". Algo que les debería traer a la memoria aquella otra frase cuando recibieron el llamado, el llamado para estar con Él y ser enviados.

Esta última promesa de estar con nosotros, no se refiere solamente a cuando recibimos la Sagrada Comunión, sino también cuando "dos o tres se reúnen en su nombre", y también de una forma muy particular e importante, Él se hace presente en los cruces de las calles cuando alguien se acerca al coche con la mano extendida pidiendo un dinerito, cuando nos acercamos a los "homeless" bajo un puente, y les ofrecemos una cobija para que se protejan; cuando llevamos unas sopas calientes para que comiéndolas sientan ese calorcito en el estómago, puedan poner una sonrisa en los labios; cuando, no faltaría más, regalamos nuestros boletos para el concierto que hemos esperado tanto tiempo, y nos vamos al hospital o a la cárcel a visitar aquellos que la familia y la sociedad ha olvidado.

El Señor está presente, muy presente, cuando hacemos una opción preferencial por los pobres y necesitados, pues da la impresión que en la abundancia y en el poder se nota menos su presencia, aunque, como muy bien sabemos, Dios es omnipresente.

Jesús en esa misión que les encarga, les recuerda que él ha recibido pleno poder o autoridad, y basado en ese poder y autoridad les encarga que continúen su misión, la de hacer discípulos. Esa es la gran tarea encomendada a los apóstoles, y a todo bautizado: hacer discípulos, gente que sin condiciones está dispuesta a seguirle. Sí se necesitará predicar, celebrar liturgias, tener bellas y conmovedoras procesiones, dar conferencias, edificar escuelas, escribir libros, establecer WebPages, y etc. Ojalá todo eso vaya dirigido a lo principal: hacer discípulos, verdaderos discípulos, convencidos testigos. El número tal vez no sea lo más necesario o indispensable, pues como dice un recién elegido abad: "Necesitamos cristianos serios, no en serie".

La Fiesta de la Santísima Trinidad, misterio central de nuestra fe, nos recuerde el trabajo que tenemos para crear una verdadera familia, donde todos cabemos. Ojalá aprendamos que lo más importante es nuestra filiación con Dios, nuestra relación con Jesús en el Espíritu Santo.

Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.

miércoles, 30 de mayo de 2012

LAICOS/ III Congreso de Laicos agustinos en Roma


La Orden de San Agustín, ha organizado en Roma, del 11 al 17 de julio, el III Congreso de Laicos agustinos: los participantes vendrán de todas partes del mundo para reflexionar sobre el tema "En camino con San Agustín: ser el cuerpo de Cristo para el mundo de hoy".

Los Agustinos Seculares han existido desde los orígenes de la Orden. Un nombre que implica una espiritualidad común, un proceso de formación y una estructura jurídica común. Es parte de la tradición agustiniana compartir el nombre. Esto es una consecuencia de la Iglesia como comunión, como fue proclamado por San Agustín.

"En cuanto a los agustinos Laicos hay que distinguir dos grupos principales", explica el padre Alejandro Moral OSA, responsable de organizar la conferencia. "En primer lugar están las Fraternidades laicales (FAS), en algún momento se llamó la Tercera Orden: tienen reglas, sus fueron aprobados por el padre prior general. Las Fraternidades, por tanto, tienen una fuerte relación con la Orden, son parte de la Orden, como dicen nuestras Constituciones".

Junto a la Fraternidades laicales "Hay otras personas que tienen una relación muy profunda con nuestra Orden pero que no forman parte de estas Fraternidades y no tienen estatutos pero cooperan con nosotros en tantas partes del mundo". "Esta conferencia internacional es una oportunidad común para encontrarse y compartir".

Un Laico agustino es un cristiano que trata de tener una fe fuerte y fue educado en el pensamiento agustino siempre inmerso en la luz del Evangelio. Agustín a través de sus escritos ayuda a llegar a Dios, a meditar sobre el Evangelio.

"Los Laicos agustinos están colaborando con nosotros en las comunidades en las que también reciben formación: son personas de fe en la línea de San Agustín", dice el padre Moral. Los Laicos agustinos están presentes en más de quinientas cincuenta comunidades de Padres Agustinos repartidos por los cinco continentes: en el Congreso de Roma estarán representados por los ciento ochenta delegados.

Este Congreso, que se convoca cada seis años, ha alcanzado su tercera edición. "Durante estos años se ha realizado un buen camino pero todavía queda mucho por hacer, sobre todo ayudar a crecer a los varios grupos de laicos hacia una identidad común, un conocimiento recíproco y una estrecha red de colaboración".

En el Congreso se entregarán elementos para profundizar en la espiritualidad laical en su dimensión agustiniana siempre con una mirada dirigida hacia el mundo de hoy y a la necesidad de colaborar juntos al servicio del Evangelio.

No está en el último lugar también el deseo de hacer crecer las Fraternidades laicales (FAS) insertas pienamente en la Orden con una propuesta cada vez más clara y un servicio vivido junto a los religiosos y religiosas de la Familia Agustiniana.

Este año se ha invitado a participar a los Coordinadores de los grupos de laicos agustinos de todas las Circunscripciones de la Orden que, en comunión con los Superiores y las Superioras de las varias Circunscripciones, ya están trabajando o están dispuestos a crear una red de conocimiento y cada vez una más estrecha colaboración, ante todo en la realidad de la que provienen y en segundo lugar también entre las otras realidades de Laicos agustinos del mundo.

lunes, 28 de mayo de 2012

REFORMA DE LA IGLESIA/ La reforma debe venir desde dentro


Monseñor Juan del Río Martín
Arzobispo castrense de España,
Solemnidad de Pentecostés (2012)

La solemnidad de Pentecostés nos recuerda, año tras año, el envío del Espíritu Santo sobre los apóstoles y primeros discípulos de Jesús. Ese acontecimiento constituye la fuerza y el "alma" que impulsa permanente el peregrinar evangelizador de la Iglesia. Este nuevo pueblo de Dios no surgió por consensos humanos, ni por el impulso de una mística ideológica, como tampoco fue fruto de privilegios de raza o nación. Su origen está en la cruz, en el costado abierto de su Señor.

Ella es, ante todo, el misterio del amor de Dios a los hombres. Es el cuerpo de Cristo encarnado en la historia, que camina entre "consolaciones divinas y persecuciones de los hombres" (s. Agustín), hasta que vuelva su Redentor. Por eso mismo la Iglesia es visible y espiritual, divina y humana, santa y compuesta de pecadores. Su ser y misión se descubren únicamente desde el amor que nace de la fe en Jesucristo, Hijo de Dios vivo. Cuando falta este anhelo, todo queda reducido a mera estructura de poder. Por eso, frente el déficit de eclesialidad que sufrimos en el catolicismo, hace falta intensificar el amor y la pasión por la Iglesia, el sentirse orgulloso de ser miembro de ese cuerpo, de vivir y morir como un hijo en el seno de esta Santa Madre.

Nadie duda de que los tiempos que corren sean buenos. Nunca ha habido épocas ideales, siempre han existido"el trigo y la cizaña", los creyentes y los adversarios de la religión. En la actualidad, el cristianismo es la religión más perseguida del planeta. La Iglesia Católica sufre en su carne, en tantos países, el desprecio de su derecho a la libertad religiosa, llegando en algunos casos a producirse el triste fenómeno de la cristofobia.

Sin embargo, los enemigos no están únicamente fuera. También el "humus de Satanás" (Pablo VI) se ha filtrado en el seno de nuestras comunidades, produciendo una secularización de la vida cristiana, donde el disenso interno hace mella a todos los niveles. Se está tensando "la túnica inconsútil", y los extremismos de uno y otro signo quieren convertirse en paladines de la autenticidad. Mientras, los hostiles a la Iglesia se frotan las manos, viendo como los católicos se pelean entre sí. La gente sencilla, de fe, ve con asombro los escándalos de diversos tipos. La ignorancia religiosa crece día a día en todos los sectores. Diríamos en palabras del próximo nuevo Doctor de la Iglesia: "muchos son los frentes y muy gastada está la cristiandad" (S. Juan de Ávila).

Estas "turbulencias", internas y externas, que afronta la nave de Pedro sólo se superan recuperando la primacía de Dios en la vida de los cristianos, sobre todo a la hora de organizar las estructuras pastorales. Con razón dijo en su día el Cardenal Ratzinger: "lo que necesitamos no es una Iglesia más humana, sino una Iglesia más divina; sólo entonces será también verdaderamente humana". No se evangeliza acomodándose a la mentalidad del mundo, sino siendo luz, sal y fermento en medio de la sociedad que nos ha tocado vivir. El mero cambio de las organizaciones, sin la transformación de las personas, conduce a la predicación de un evangelio descafeinado y a una Iglesia sin solidez.

La verdadera reforma de la Iglesia es desde dentro hacia fuera. Nace de un corazón convertido a Jesucristo y de una mente bien formada. Los santos y los mártires son los artífices de la auténtica reforma. Si el sarmiento no está unido a la vid, no puede dar frutos, pero la Viña no es propiedad de aquéllos que se sienten seguros y poderosos, sino únicamente de Dios. Es Él quien en cada momento la cuida, la protege y manda obreros para que trabajen en ella. En estos tiempos de profundos cambios, el Señor no ha abandonado a su Iglesia. Ha puesto al frente de ella a Benedicto XVI, un Papa sabio y santo, que nos muestra dónde encontrar la Verdad y en qué consiste lo esencial de la fe en Jesucristo. Como ya dijo Jean Guitton hace muchos años: "la condición previa de esta nueva "reevangelización" es que sepamos qué es lo esencial de la fe católica… Nosotros, laicos, pedimos más que nunca a nuestros jefes espirituales que nos digan sin ambigüedades cuál es la fe, y por qué en caso de persecución habría que aceptar morir".

viernes, 25 de mayo de 2012

DOMINGO DE PENTECOSTES


Comentario de Mons. Francisco Gonzalez, S.F.


Hemos llegado a la fiesta de Pentecostés. Esta fiesta era una de las principales del pueblo judío, bastante tiempo antes de Cristo y tuvo varios significados o motivos. Fue la fiesta de la cosecha. Mucha gente de pueblo, de esos pequeños, ven cómo sus graneros se han ido vaciando durante el año y se espera con ansia la recogida de la cosecha para volver a tener abundancia de provisiones.

La llegada del Espíritu también nos habla de abundancia, de todo ese poder y plenitud asociados con el Espíritu, para poder vivir una vida "de abundancia", de la que nos habla Jesús, que como Él nos dice: "vine para que tengáis vida, vida plena". También era recuerdo y celebración de la Ley dada en el monte Sinaí, que Jesús viene a perfeccionar por el poder de su Espíritu.

Para nosotros los católicos es también una de las principales celebraciones litúrgicas que conmemora la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles y el comienzo de la Iglesia. Un comienzo, una transformación de aquellos buenos hombres indecisos y un tanto miedosos, que todavía no las tenían todas consigo, y que una vez que el Espíritu se posó sobre ellos, quedaron transformados, su fe en el Resucitado penetró en sus mentes y traspasó su corazón, tanto que abandonando toda precaución salieron de su escondrijo y comenzaron a anunciar a Cristo con todo el entusiasmo del que fueron capaz, y con palabras y hechos que hasta los extranjeros les entendían, pues para hablar y entender la lengua del amor no se necesita asistir a una clase de idiomas.

En la carta a los Gálatas el apóstol Pablo habla de esos dos contingentes, la carne (valores del mundo) y el Espíritu. Ambos nos conducen por caminos, pero completamente desiguales. El autor de la carta nos habla de antagonismo. Por un lado la carne nos ofrece algo que es el producto del egoísmo, de un estar centrado en sí mismo, en el hombre que busca placer, peleas, destrucción del otro y completo olvido de Dios.

En el otro lado está el Espíritu que ofrece y facilita todo lo contrario, desde el amor, origen del bien (Dios es amor), disfrutando de la fraternidad en medio de una gran alegría, al querer y poder dar un buen servicio a los demás como resultado del dominio propio en solidaridad con los demás.

Este cambio que nos ofrece el Espíritu es por lo que grita el salmista: "Envía Señor tu Espíritu y renovarás la faz de la tierra", sí la volverá a hacer nueva como el mismo Dios creo el mundo declarando que todo lo que había hecho "era bueno", incluso "muy bueno".

Esa tremenda acción renovadora ya la vemos en Jesús cuando en los últimos tiempos de su vida, repetidamente anuncia a los suyos la venida del Espíritu que les guiará, les acompañará, les fortalecerá. Y en ese primer día de la semana, en el primer día de la nueva alianza, Jesús se presenta en medio de aquellos apóstoles, les desea y da todo lo mejor, eso es lo que significa paz, al mismo tiempo que les muestra sus manos y costado, las llagas que le produjeron los clavos y lanza, para que no tuvieran más dudas de quién era, e inmediatamente se llenaron de alegría, pues la verdad es que no podía ser de otra forma, cuando uno abre su corazón a Jesús.

A continuación viene la misión, la misión de continuar el encargo que Dios Padre le había dado a Él y por el que le había enviado, y así "exhaló su aliento sobre ellos", pues lo iban a necesitar. Es imposible cumplir con la misión que Jesús les da, sino es por la fuerza, la plenitud, la energía del soplo del Espíritu que cambia, transforma, que da nueva vida.

Hoy conmemoramos lo que pasó hace unos veinte siglos, y cuando pasa tanto tiempo podemos olvidarnos o caer en la rutina. La Iglesia de hoy como la del comienzo necesita abrirse al Espíritu, a su fuerza renovadora. Hoy todo el mundo habla de la nueva evangelización, se hacen planes, se construyen programas más o menos pastorales, se diseñan itinerario para conseguir ciertos objetivos basados en porcentajes y números de un tipo u otro.

Recemos que en medio de este maremagno de ideas y otras cosas, dejemos que se oiga la voz del Espíritu que vino para "convertirnos en verdaderos testigos de Dios en Jerusalén, en Washington, en Paris, en Roma, hasta los confines de la tierra, sin olvidar nuestras parroquias, conventos, hogares, escuelas y todos esos lugares en los que estamos pensando pero no nos atrevemos a mencionar".

viernes, 18 de mayo de 2012

DOMINGO DE LA ASCENSION DEL SEÑOR, B

Hechos 1,1-11
Salmo 46,2-3.6-9
Efesios 1,17-23
Marcos 16,15-20


Hechos de los Apóstoles (1,1-11

En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios. Una vez que comían juntos, les recomendó: «No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.» Ellos lo rodearon preguntándole: «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?» Jesús contestó: «No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo.» Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse.»

Salmo 46,2-3.6-9:
R/. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.


Pueblos todos batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra.
R/. Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas.

Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas;
tocad para Dios, tocad,
tocad para nuestro Rey, tocad.
R/. Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas.

Porque Dios es el rey del mundo;
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado.
R/. Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas.

Efesios 1,17-23

Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro. Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.

Marcos 16,15-20

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en m¡ nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.» Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.

Comentario de Mons. Francisco González, S.F.,
Obispo Auxiliar de Washington, D.C.


La Solemnidad de la Ascensión del Señor a los Cielos se celebra el jueves que le corresponde y así se sigue la tradición que se originó por los finales del siglo IV, ajustándose de alguna forma a lo que leemos en Hech.1,3.9-11. Sin embargo, por razones pastorales, en la mayoría de las diócesis de Estados Unidos y, en algunos países, la celebración de la Ascensión del Señor se ha trasladado al séptimo domingo de Pascua.

La reflexión de esta semana la centramos en dicha fiesta. La primera lectura nos habla de las apariciones de Jesús a sus discípulos después de la resurrección, del mandato que les dio de ser testigos de él en el mundo entero, de la preocupación de los apóstoles acerca del reino de Israel, de cómo se elevó a los cielos en presencia de ellos y de la visión de los dos hombres que anunciaban la próxima venida de Jesús, quien sube al cielo con su cuerpo glorificado. En su ausencia su misión está en las manos de la Iglesia, guiada por el Espíritu Santo.

Esta fiesta de la Ascensión tiene un tanto de ambigüedad: "ausencia-presencia" de Cristo en el mundo, del Cristo que bajó a los infiernos, pero que ahora "está sentado a la derecha del Padre".

Mientras Jesús era levantado al cielo los apóstoles se "quedaron mirando fijamente al cielo". Menos mal que aquellos dos enviados de Dios les despertaron de su ensimismamiento. Siempre hay esos que se pasan la vida "mirando al cielo", pensando que todo se nos va a dar hecho desde lo alto y no se dan cuenta que, tanto entonces como ahora, hay que continuar lo que Cristo comenzó. Las celebraciones litúrgicas y devocionales no son toda la vida del discípulo, hay que tener una preocupación profunda y genuina por todos nuestros hermanos/as.

En la segunda lectura (Ef 1,17-23), la glorificación de Cristo produce una transformación radical de la humanidad. La energía de Cristo resucitado involucra y compromete a toda la Iglesia, que es su cuerpo en la historia, a vivir la novedad de la pascua y a anunciarla en el mundo.

La "hora" de Cristo fue su muerte, resurrección y glorificación. Ahora es la "hora" del testigo, de la Iglesia, de nosotros, ahora es nuestra hora.

Hermano/a, ¿cómo tomas tú el mandato de Jesús de ser su testigo? ¿en qué forma eres testigo del Señor en tu familia, trabajo, vecindario/barrio, escuela, comunidad de fe?

En el evangelio encontramos inmediatamente la misión que anuncia, son las últimas palabras que dijo Cristo a los apóstoles: "a todo el mundo la Buena Nueva". Una misión clara y comprometedora: Id y haced discípulos a todos los pueblos. Se trata de ir hasta los confines de la tierra para que resuene el pregón de Dios. ¿Cuál es esta Buena Nueva? Ni más ni menos que el mismo Cristo, su persona y también su mensaje.

Esta persona y su mensaje vienen exigiendo toma de posiciones ante la vida, ante Dios, ante todo lo que es la creación. No se puede ser testigo cambiando constantemente de alianzas, de opiniones y de compromisos. Como dice el pueblo: al pan, pan y al vino, vino. Cristo lo expresa de una forma tajante en el reto que él ofrece: O conmigo o contra mí.

Al celebrar esta fiesta de la Ascensión nos podemos dar cuenta que tiene un doble sentido: fin y principio, fin de la estancia de Jesús físicamente entre nosotros y principio de la Iglesia, la Iglesia de los apóstoles, de los enviados por el Espíritu del Señor Jesús. Esta es la fiesta en que podemos decir que todo está cumplido y que todo falta por hacer.

Todavía nos falta mucho por hacer para poder vivir en ese reino que Cristo vino a establecer. Todavía nos hacen falta más testigos que vivan un verdadero testimonio cristiano. Todavía nos faltan proclamadores de la Buena Nueva. Lo que ya tenemos es a Cristo Resucitado y Glorificado.

viernes, 11 de mayo de 2012

6 DOMINGO DE PASCUA, B

Hechos 10,25-26.34-45.44-48
Salmo 97
1 Juan 4,7-10
Juan 15,9-17


Hechos 10,25-26.34-45.44-48

Cuando iba a entrar Pedro, Cornelio salió a su encuentro y se echó a sus pies a modo de homenaje, pero Pedro lo levantó diciendo:
– Levántate, que soy un hombre como tú
Pedro tomó la palabra y dijo:
– Está claro que Dios no hace distinciones: acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea.
Todavía estaba hablando Pedro, cuando cayó el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban sus palabras. Al oírlos hablar en lenguas extrañas y proclamar la grandeza de Dios, los creyentes circuncisos, que habían venido con Pedro, se sorprendieron de que el don del Espíritu Santo se derramara también sobre los gentiles. Pedro añadió:
– ¿Se puede negar el agua del bautismo a los que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros?
Y mandó bautizarlos en el nombre de Jesucristo. Le rogaron que se quedara unos días con ellos.

Salmo 97: "El Señor rebela a las naciones su justicia"

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas,
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.
R.- El Señor rebela a las naciones su justicia

El señor de a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
Se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel.
R.- El Señor rebela a las naciones su justicia

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclamad al Señor, tierra entera,
gritad, vitoread, tocad.
R.- El Señor rebela a las naciones su justicia

1 Juan 4,7-10

Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que me ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene en que Dios mandó al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo, como víctima de propiciación por nuestros pecados.

Juan 15,9-17

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
– Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido; y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.

Comentario de Mons. Francisco González, S.F.
Obispo Auxiliar de Washington, D.C.

Creo que es bueno que antes de comenzar esta reflexión dominical, hagamos un paréntesis en lo que se refiere al comentario y reflexión bíblica, y aprovechemos la oportunidad para felicitar a las madres, deseándoles todo lo mejor. Poetas, escritores, artistas de una rama y otra han dedicado palabras y obras a exaltar a la madre, a esa mujer con la que hemos formado un cuerpo, que nos ha dado vida, que nos ha cuidado, que nos ha ido guiando, aconsejándonos y que por encima de todo, nos ha amado sin medida.

Tan maravillosa es la vocación y dignidad de la madre, que hasta el mismo Dios se buscó la suya, para que al hacerse uno de nosotros no ser diferente, y poder disfrutar de ese tesoro como todos los demás seres humanos.

Lo mismo que el amor de nuestras madres no tiene límites, tampoco debe tenerlos nuestro agradecimiento hacia nuestra propia madre, hacia todas las madres. Hoy que todos buscaremos el regalito especial para dárselo, ojalá decidamos que todos los días, son "el día de nuestra madre", que milagrosamente, y cada una de ellas, siempre es la mejor de todas. ¡Feliz Día de la Madre!

En la primera lectura se nos da una lección extraordinaria, y es que para Dios, no hay distinción de personas. Pedro rompe barreras entre los diferentes grupos, por un lado la comunidad judía y por otra los gentiles, que incluso antes de ser bautizados ya han recibido el Espíritu Santo.

Pasando a la primera carta de Juan nos recuerda ese mandato/necesidad de amarnos unos a otros, es en ese amor como podemos comenzar a amar al mismo Dios, llegando hasta tal punto que el "discípulos amado" nos asegura que quien no ama, no ha conocido a Dios. Nos recuerda que es en el amor como Dios manda a su Hijo como propiciación por nuestros pecados, y así, en este tema, entramos en el evangelio, el evangelio del mismo apóstol, en su capítulo 15.

En este corto pasaje evangélico se menciona el verbo amar y amor nueve veces: el amor de Dios, de Jesús, y entre nosotros y hacia Él. En un principio tal vez no nos demos cuenta de todo lo que implica pues la palabra amor ha sido y es tan usada y abusada que su verdadera esencia se ha perdido un poco, tal vez un mucho.

Jesús habla y pone el ejemplo del amor entre Él y el Padre, y lo mismo que el Padre le ama, Él nos ama a nosotros, y nos pide que permanezcamos en su amor, algo que solo conseguiremos si cumplimos sus mandamientos, como Él cumple con la voluntad del Padre. La consecuencia de todo eso es nuestro gozo y felicidad.

Parece que sea un deseo innato en cada uno de nosotros el buscar la felicidad, incluso se ha declarado un derecho humano. Hay una expresión muy común en referencia a los seres queridos que es muy significativa y que confirma lo dicho: "Con tal de que sea feliz…"

El caso es dónde buscamos esa felicidad. Los medios de comunicación, libros, conferencistas van dando recetas, prometiendo toneladas de felicidad a quienes compren y usen ciertos productos. Se busca la felicidad en el poder, en el placer, en el dinero, en infinidad de productos y lugares y solo se consigue una pequeña y muy imperfecta muestra de lo que verdaderamente es.

Jesús nos habla del amor, que permaneciendo unidos a Él podremos participar de su gozo, de su alegría, de su felicidad y así ese gozo, alegría y felicidad será completo, y para ayudarnos a vivir en ese amor, lo eleva a mandamiento y lo extendió a todos: "Amaos los unos a los otros". Poniéndose como ejemplo: "Como yo os he amado" -sin límites, sin condiciones, dándolo todo, incluso la propia vida por el hermano/a.

Unidos a Cristo al haber respondido a su llamado, nos recuerda eso mismo, que el llamado viene de Él, y ese llamado trae consigo una misión, la de dar fruto abundante en su nombre.

Cuando lo pensamos bien, nos damos cuenta de lo bendecido que estamos: es Cristo mismo que nos llama a ser sus ministros, sus embajadores, los continuadores de su misión, la misión de salvar al mundo por el amor.

Alguien muy acertadamente ha dicho que el infierno es la vida de los que no aman, ni son amados. Cristo nos llama a una vida llena y feliz.

lunes, 7 de mayo de 2012

Vocabulario religioso/ Significado de CEROFERARIO

CEROFERARIO: Nombre del que lleva el cirio. Se dice de los acólitos que llevan los candelabros con los cirios encendidos abriendo la procesión junto a la cruz o el evangelario, o acompañando al diacono cuando va a proclamar el evangelio.





Vocabulario religioso/ Significado de CENOTAFIO

CENOTAFIO: Monumento sepulcral. En este monumento funerario el cadaver de la persona a quien se dedica no está. Así lo muestra la etimología de la palabra cenotafio: keno significa vacío, y taphos significa tumba: tumba vacía.







Vocabulario religioso/ Significado de CATEDRA

CÁTEDRA: Del griego cathedra. Kata: en alto; hedra: asiento. Se llama cátedra a un asiento solemne que tiene un sentido simbólico. Cátedra del Espíritu Santo: así se llamaba al púlpito desde donde se predicaba.

Cuando se dice que el papa habla ex catedra es que habla desde la plenitud de su magisterio. La cátedra se aplica sobre todo a la sede del obispo en su iglesia (catedral porque contiene la cátedra del obispo, como iglesia madre de todas las demás de la diócesis); también se dice de la de la abad en su iglesia. La cátedra episcopal está al fondo del ábside detrás del altar. Desde ella, situada de modo que pueda ver y ser visto por su comunidad, preside y predica el obispo. Es símbolo del ministerio episcopal, de su magisterio y de su autoridad pastoral.







viernes, 4 de mayo de 2012

5 DOMINGO DE PASCUA, B

Hechos 9,26-31
Salmo 21,26-28.30-32
1 Juan 3,18-24
Juan 15,1-8


 

Hechos 9,26-31

Cuando Pablo regresó a Jerusalén, trató de unirse a los discípulos, pero todos le tenían miedo, porque no creían que se hubiera convertido en discípulo. Entonces, Bernabé lo presentó a los apóstoles y les refirió cómo Saulo había visto al Señor en el camino, cómo el Señor le había hablado y cómo él había predicado, en Damasco, con valentía, en el nombre de Jesús. Desde entonces, vivió con ellos en Jerusalén, iba y venía, predicando abiertamente en el nombre del Señor, hablaba y discutía con los judíos de habla griega y éstos intentaban matarlo. Al enterarse de esto, los hermanos condujeron a Pablo a Cesarea y lo despacharon a Tarso. En aquellos días, las comunidades cristianas gozaban de paz en toda Judea, Galilea y Samaria, con lo cual se iban consolidando, progresaban en la fidelidad a Dios y se multiplicaban, animadas por el Espíritu Santo.

Salmo 21: Bendito sea el Señor. Aleluya.

Le cumpliré mis promesas al Señor
delante de sus fieles.
Los pobres comerán hasta saciarse
y alabarán al Señor los que lo buscan:
su corazón ha de vivir para siempre.
R. Bendito sea el Señor. Aleluya.

Recordarán al Señor y volverán a él
desde los últimos lugares del mundo;
en su presencia se postrarán
todas las familias de los pueblos.
Sólo ante él se postrarán todos los que mueren.
R. Bendito sea el Señor. Aleluya.

Mi descendencia lo servirá
y le contará a la siguiente generación,
al pueblo que ha de nacer,
la justicia del Señor y todo lo que él ha hecho.
R. Bendito sea el Señor. Aleluya.

Primera carta de Juan 3,18-24

Hijos míos: No amemos solamente de palabra; amemos de verdad y con las obras. En esto conoceremos que somos de la verdad y delante de Dios tranquilizaremos nuestra conciencia de cualquier cosa que ella nos reprochare, porque Dios es más grande que nuestra conciencia y todo lo conoce. Si nuestra conciencia no nos remuerde, entonces, hermanos míos, nuestra confianza en Dios es total. Puesto que cumplimos los mandamientos de Dios y hacemos lo que le agrada, ciertamente obtendremos de él todo lo que le pidamos. Ahora bien, éste es su mandamiento: que creamos en la persona de Jesucristo, su Hijo, y nos amemos los unos a los otros, conforme al precepto que nos dio. Quien cumple sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él. En esto conocemos, por el Espíritu que él nos ha dado, que él permanece en nosotros.

Juan 15,1-8

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Al sarmiento que no da fruto en mí, él lo arranca, y al que da fruto lo poda para que dé más fruto. Ustedes ya están purificados por las palabras que les he dicho. Permanezcan en mí y yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes,si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante, porque sin mí nada pueden hacer. Al que no permanece en mí se le echa fuera, como al sarmiento, y se seca; luego lo recogen, lo arrojan al fuego y arde. Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá. La gloria de mi Padre consiste en que den mucho fruto y se manifiesten así como discípulos míos".

Comentario de Mons. Francisco González, S.F.,
Obispo Auxiliar de Washington, D.C.

Estamos en un momento clave con esta lectura de los Hechos de los Apóstoles. Hasta ahora Pedro era, sin duda, el protagonista. Él es el que se ha presentado como líder del grupo, el que ha hablado ante el pueblo y sus líderes. Con la visita que Saulo hace a Jerusalén, comienza una nueva etapa en la evangelización, que nunca debemos olvidar, es, como decía el papa Pablo VI, la razón principal para la existencia de la Iglesia: "Ser testigos de Jesús en Jerusalén, Judea, Samaria, hasta los confines de la tierra".

Cuando Saulo (Pablo) llega a Jerusalén, su presencia produce miedo. La comunidad conocía sus "hazañas" persecutorias y por eso guardan distancia. Es Bernabé quien hace de puente y los acerca, les habla del antes y el ahora, de la aparición del Señor en el camino a Damasco y de su poder para el cambio: de perseguidor a perseguido y predicador valiente en el nombre de Jesús.

Hermano/a, cuando el Señor se nos manifiesta, algo que hace constantemente y en diversas formas, si le escuchamos como el apóstol hizo en su camino a Damasco, cosas maravillosas pueden pasar en nuestras vidas, incluso las más insospechadas.

En la segunda lectura nos encontramos ante un gran reto: la autenticidad. Alguien decía que el pecado más grave de nuestro tiempo era la mediocridad. En ocasiones nos falta profundidad en nuestras convicciones. Hay quienes se contentan con ceremonias y ritos, pero el Señor nos pide más: "No amemos con puras palabras y de labios afuera, sino verdaderamente y con obras".

Para saber que estamos en la verdad necesitamos, dice: "Creer en Jesucristo y que nos amemos unos a otros". De esta forma establecemos la relación con Dios, aunque como muy acertadamente apunta Juan Miguel Díaz, no somos nosotros quienes iniciamos la relación, sino que quien la pone en marcha es el don del Espíritu Santo.

Y si hablamos de relación no podemos pasar por alto el evangelio de este quinto domingo de Pascua.

La vid, la viña, el viñador son conceptos muy comunes en la región mediterránea y, en la tradición bíblica se pueden referir al pueblo de Israel, a la esposa, etcétera. Aquí Jesús se declara ser la Vid verdadera, legítima, ya la salvación nos viene por ende de la pertenencia a Cristo y Él proclama al Padre el viñador. Al realizarse en sí mismo, en plenitud, siendo la vid fecunda de Dios en obras de justicia y caridad, glorifica a su Padre, cosechando frutos de entrañable y amorosa obediencia.

El viñador quiere fruto que provenga de nuestra vida aferrada a su Hijo, Jesús, y de nuestra fidelidad, del cumplimiento de sus enseñanzas y los mandamientos. Así como también nos lo indica San Juan (segunda lectura): "El que cumple sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él". Los sarmientos que no están produciendo fruto, el viñador los corta y son arrojados al fuego. El que está produciendo también es limpiado para que dé más fruto.

Estamos llamados a dar fruto y a permanecer en Él. El cristiano no puede quedarse con los brazos cruzados ante el hermano. El cristiano no puede apartarse de Jesús. La autenticidad, un concepto muy de los escritos de San Juan, exige permanencia en el Señor y dar fruto.

Al hablar de la permanencia en el Señor, podríamos hablar también en el sentido de depositar nuestras preocupaciones, de poner nuestras ocupaciones en las manos de Dios. Sabemos que permanecemos en el Señor cuando, como alguien ha señalado, el amor ha pasado de ser mandamiento a iluminar el sentido de tu vida; cuando la oración ha dejado de ser una práctica religiosa y está desplegando lo mejor de ti; cuando, sin darte cuenta, todo se te unifica: la oración y la vida, el amor de Dios y tu libertad, las relaciones y la soledad (J. Garrido).

jueves, 3 de mayo de 2012

Vocabulario religioso/ CASULLA

CASULLA: Vestidura que el sacerdote se reviste por encima del alba y la estola a modo de capa o manto amplio abierto por los lados y con un hueco para la cabeza. Deriva de la penula (manto romano). Es la vestidura que caracteriza al que preside la eucaristía. Uno de los gestos complementarios de la ordenación del presbítero es la vestición de la casulla.


Vocabulario religioso/ Capa Pluvial

CAPA PLUVIAL: Manto circular abierto. Los obispos pueden vestir la capa magna en las solemnidades de su diócesis. La capa más empleada en liturgia es la capa pluvial (de lluvia) que diversos ministros, presbíteros, clérigos, monjes... visten con capucha o sin ella, con un broche en la parte delantera. Lo hacen sobre todo en las procesiones dentro o fuera de la iglesia y durante el oficio divino, la bendición con el Santísimo o la bendición de las campanas.


Significado de CANON

CANON: Regla, norma. Se aplica a muchas realidades: cánones de la convivencia o del arte, del código de Derecho, libros canónicos, horas canónicas del oficio divino, canonización del los santos. En liturgia: oración central de la eucaristía, pero ha tenido otros nombres: anáfora y, ahora sobre todo, plegaria eucarística, que expresa mejor su contenido.

Significado de CANDELA, CANDELERO y CANDELABRO

CANDELA: También candelabro, candelaria. Del latin candere: arder. Vela o cirio. 

CANDELERO: Soporte para la vela o candela, siendo la palmatoria su versión más pequeña, y el cirio pascual la más solemne y adornada. 

CANDELABRO: Candelero con varios brazos para varias velas. Tienen un sentido simbólico y práctico. Expresan fe, fiesta, ofrenda, presencia de lo divino en el clima de culto.


CANDELA



CANDELERO



CANDELABRO

Vocabulario religioso/ Significado de CAMANDULEAR y CAMANDULERO

CAMANDULEAR: Ostentar falsa o exagerada devoción. En Salamanca: corretear, chismear. CAMANDULERO: Adj. fam. hipócrita, astuto, embustero y bellaco.

Significado de CALENDA, Calenda de Navidad

Del latin calenda, y del gr. kaleo: llamar, anunciar. En el calendario romano, calenda o calendae es el día primero de mes. Remitir algo irónicamente ad calendas graecas es asegurar que nunca llegará a suceder porque los griegos no tienen esta fecha. 

Calenda de Navidad

En la liturgia católica, calenda de Navidad, o anuncio de la Navidad, que se proclama en la víspera de Navidad, o en el rito de entrada a la misa de media noche, o de la principal del dia. Otra calenda, es el que se hace el día de la epifanía (seis de enero).

miércoles, 2 de mayo de 2012

Vocabulario religioso/ Significado de BALANDRAN

BALANDRÁN: Vestidura talar ancha y con esclavina que suelen usar los eclesiásticos.


Vocabulario religioso/ Significado de Breviario

BREVIARIO: Volumen en que se halla concentrado todo el oficio divino. A partir de la reforma del Vaticano II su nombre es Liturgia de las Horas. Apunta, por una parte, al carácter de celebración y, por otra, al ritmo del tiempo en la alabanza eclesial de cada jornada.

Vocabulario religioso/ Significado de BINAR

BINAR: Del latín binare, de binus: doble. Significa arar por segunda vez la tierra o cavar de nuevo la viña. En liturgia: indica el hecho de decir dos misas el mismo día.

Vocabulario religioso/ Significado de BALDAQUINO o CIBORIO

BALDAQUINO: También baldaquín. Tela de seda que forma como un palio, dosel, o pabellón sobre el altar o sobre el trono o el lecho. Sobre el altar resalta su importancia y su centralidad en la iglesia.

Cuando es de madera o metal se llama CIBORIO, como en las iglesias románicas y en las grandes basílicas. A veces es portatil como el palio usado para la procesión con el Santísimo o la umbrela para la entrada del obispo.




Vocabulario religioso/ Significado de BACULO

BÁCULO: Bastón, cayado. Indica apoyo o su función de ayuda para caminar y, sobre todo, autoridad por el paralelo con la vara o bastón con que el pastor guía y gobierna a su rebaño.












Vocabulario religioso/ Significado de ANTIPENDIO


















ANTIPENDIO: Del latin Antependium. Velo o tela rica que cubre la parte delantera de algunos altares. Solía ser un lienzo costoso, o bien, unos adornos de metal o tablas de madera pintada que daban estética al altar en su cara dirigida al la comunidad.

Vocabulario religioso/ Significado de ANAMNESIS

ANÁMNESIS: Memorial, conmemoración, recuerdo. Connota no sólo un recuerdo subjetivo sino una actualización del hecho que se recuerda. Apunta también al futuro; de algún modo lo anticipa.

Vocabulario religioso/ Significado de AMITO

















AMITO: Del latin amictus, de amicio-amici: rodear, envolver. Pieza de lienzo blanco rectangular a modo de pañuelo de hombros que visten los ministros de la liturgia debajo del alba. Se ata a la cintura con unas tiras o cintas cruzadas. Puede tener la finalidad de preservar el sudor el alba o cubrir más elegantemente el cuello, por eso se puede prescindir del amito si ya el alba cuida de esta estética.

Significado de AMBON



AMBÓN: Del latin ambon y del griego anabaino, significa "subir". Designaba un sitio elevado, la tribuna con barandilla y atril cerca de la nave desde la que se proclamaba la palabra. Sitio reservado para el anuncio de la pablaba de Dios.