lunes, 24 de octubre de 2022

Orígenes de Alejandría (185-253)


Eusebio de Cesarea dedica a Orígenes casi todo el libro sexto de su Historia Eclesiástica. Eusebio había recogido cien de cartas de Oríegnes y, en colaboración con el mártir san Pánfilo, había compuesto la Apología de Orígenes. Eusebio vivó en Cesarea, donde se conservaba la biblioteca de Orígenes.

Hallamos más información sobre Orígenes en la Despedida (In Originem prosphonetica ac panegyrica oratio) que san Gregorio Taumaturgo dedica a su maestro; y, también, en las controversias de san Jerónimo y Rufino, en san Epifanio, y en Focio.

Familia y primeros años

Orígenes es egipcio, probablemente alejandrino. Nació hacia el año 185. Su padre, Leónidas, que se había cuidado de que recibiera una buena educación tanto en las ciencias sagradas como en las profanas, murió mártir en el año 202, cuando Orígenes, el mayor de siete hermanos, tenía 17 años. Orígenes demostraría a lo largo de su vida deseos de imitarle. 

Hijo de mártir

Cuando Orígenes tenía diecisiete años, en el décimo año del emperador Septimio Severo, se produjo en Alejandría la persecución contra los cristianos. Clemente de Alejandría, su maestro, abandonó la ciudad, y el padre de Orígenes, Leónidas, fue encarcelado. Su hijo anhelaba ardientemente el martirio, pero no pudo lleva a cabo este deseo porque su madre escondió sus ropas, impidiendo así que saliera de casa. 

Entonces escribió a su padre, exhortándolo a no desfallecer en el supremo testimonio de la fe. Y cuando Leónidas fue decapitado, el joven Orígenes sintió que debía seguir su ejemplo. Cuarenta años más tarde, mientras predicaba en Cesarea, declaró: “De nada me sirve haber tenido un padre mártir si no tengo una buena conducta y no honro la nobleza de mi estirpe, esto es, el martirio de mi padre y el testimonio que lo hizo ilustre en Cristo” (Hom. Ez. 4, 8).

Docente

Debido a la persecución, los bienes de Leónidas fueron confiscados y Orígenes comenzó a trabajar como maestro para ayudar a la familia. Reunió a su alrededor a muchos discípulos tanto por el nivel de sus enseñanzas como por el ejemplo de su vida.

Nada hay mas conmovedor que el cuadro que Eusebio ha dibujado de la juventud del Orígenes, tan estudioso, desinteresado, austero y puro (VI, III y VI). Sentado en la silla de su maestro Clemente, que había huído de Alejandría durante la persecución contra los cristianos, el ya maestro Orígenes reconoció que necesitaba completar su formación. De ahí, que frecuentara las escuelas filosóficas, sobre todo la de Ammonius Saccas, fundador del neoplatonismo y maestro de Plotino, dedicándose al estudio de Platón y los Estoicos. Seguía de este modo los pasos de sus predecesores Panteno, Clemente y Heraclio, que le habría de suceder. Después, cuando éste compartió las labores en la escuela de la catedral, se dedicó al estudio del hebreo, frecuentando a ciertos judíos que le ayudaban a resolver sus dificultades.

También emprendió varios viajes: a la Roma del emperador Caracalla, siendo Papa, Ceferino, en el 212, «para ver la antiquísima Iglesia de los romanos». En el año 215, la persecución de Caracalla se intensificó en Egipto y Orígenes fue a Palestina, donde Teocisto de Cesarea y Alejandro de Jerusalén le invitaron a predicar aunque aún era un laico. Hacia el 218, la emperatriz Julia Avida Mamea, madre de Alejandro Severo, lo llevó a Antioquía para que le enseñara folosofía (VI, XXI).

Predica aunque no es sacerdote y es ordenado aunque está castrado; excomulgado

Hacia el 216, después de que Caracalla saqueara Alejandría, mandando cerrar las escuelas y persiguiendo a los maestros, Orígenes marchó a Palestina. Allí, a petición de los obispos y sin ser sacerdote, predicó sermones y explicó las Escrituras para refutar a algunos herejes, por recomendación de su obispo Demetrio de Alejandría. Entonces, los obispos de Jerusalén, Alejandro, y de Cesarea, Teocisto, le ordenaron de sacerdote.

El obispo de Alejandría, Demetrio, protestó contra esta ordenación, a pesar de que le había dado cartas de recomendación, porque había tenido lugar sin su conocimiento y porque Orígenes, en su juventud, interpretando literalmente un consejo de los evangelios (cfr Mt 19,12), se había castrado, haciéndose inhábil para recibir el sacerdocio. En el 231, en sendas reuniones sinodales de Alejandría, Orígenes fue excomulgado y depuesto del sacerdocio, excomunión que fue renovada por el obispo siguiente.

Si se ha de creer a Eusebio (VI, VIII) , estaba celoso de la creciente influencia de su catequista. A su vuelta a Alejandría enseguida vio Orígenes que su obispo era poco amistoso para con él y salió de Egipto (231). Los detalles de este asunto los expone Eusebio en su segundo libro, que se ha perdido “Apología de Orígenes”; según Focio, que leyó la obra, se celebraron dos concilios en Alejandría uno de los cuales pronunció un decreto de destierro contra Orígenes mientras que el otro de deponía de su sacerdocio (Biblioth. cod. 118). San Jerónimo declara expresamente que no fue condenado por ningún punto doctrinal.

Fundador de una escuela de teología en Cesarea de Palestina

Al ser expulsado de Alejandría, Orígenes se traslada a Cesarea de Palestina (232), con su protector y amigo el obispo Teocisto, fundando allí una nueva escuela y trabajando en su Comentario a San Juan. Enseguida se vio rodeado de discípulos. Entre los más distinguidos estaba san Gregorio Taumaturgo que con su hermano Apolodoro asistió a las lecciones de Orígenes durante cinco años y al dejarle le entregó su famoso Discurso de Despedida

Durante la persecución del emperador Maximino (235-37), Orígenes visitó a su amigo san Firmiliano, obispo de Cesarea de Capadocia, que le hizo permanecer allí durante un largo período. Se instaló en casa de una dama cristiana llamada Juliana que había heredado los escritos de Símaco, el traductor del Antiguo testamento (Palladius, Hist. Laus., 147). 

Los años siguientes los dedicó a la composición de sus Comentarios, aunque se hace mención de algunas excursiones a los santos lugares, un viaje a Atenas (Eusebius, VI, XXXII), y dos viajes a Arabia, en uno de los cuales rescató de la herejía al obispo Berilo de Bostra, un patripasiano (Eusebius, VI, XXXIII; S. Jerónimo De viris ill., lx), y el otro para refutar a herejes que negaban la Resurrección (Eusebius, Hist. eccl., VI, XXXVII). 

La edad no disminuyó sus actividades. Con más de 60 años escribió Contra Celsum y  Comentarios a San Mateo. La persecución de Decio (250) le impidió seguir con esas obras. Fue encarcelado y torturado, pero su coraje no le falló y desde la prisión escribió cartas que respiran el espíritu de los mártires (Eusebius, Hist. eccl., VI, XXXIX). 

Al morir Decio aún vivía, pero murió probablemente como resultado de sus sufrimientos durante la persecución (253 ó 254), a los sesenta y nueve años (Eusebius, Hist. eccl., VII, i). Sus últimos días lo pasó en Tiro. 

Fue enterrado con honores como confesor de la fe y durante un tiempo su sepulcro que estaba detrás del altar mayor de la catedral de Tiro fue visitado por peregrinos. Nada queda de la catedral excepto una masa de ruinas y se desconoce el lugar exacto de su tumba.

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