martes, 6 de septiembre de 2022

Doctrinas gnósticas: el primer hombre



Las especulaciones sobre el primer hombre (Protanthropos, Adam) ocupan un lugar prominente en varios sistemas gnósticos. Según recoge en su obra san Ireneo (Contra la Herejías I.29.3), el eón Autogenes emite un Anthropos, llamado también Adamas. Tiene un compañero, Perfecto Conocimiento, y recibe una fuerza irresistible, de manera que todo lo viviente se apoya en él.

Según Valentino, Adam fue creado en el nombre de Anthrôpos. Los demonios le temen por su relación con el hombre pre-existente.

En la Pistis Sofía el eón Jeu es llamado primer hombre: es el vigilante de la luz, el mensajero del primer precepto. Jeu, el primer hombrees el rey de la Luz y su trono está sobre todas las cosas. Él es la meta de todas las almas. El Hijo del Hombre es el mismo ser después de haber sido individualizado en seres existentes hundidos en la materia.

El Anthrôpos gnóstico es un elemento cosmogónico, distinto de la materia, concebido hipostáticamente como emanación de dios (se pone de nuevo en evidecia sincretismo gnóstico y la fusión de doctrinas), y aún no oscurecido por el contacto con la materia. La mente del Anthrôpos puede personificarse en la razón de algunos seres humanos, pero sin asumir su corporeidad. Los gnósticos conciben la razón como el alma del mundo.

Esta especulación sobre el Anthrôpos es la base del maniqueismo. Para combatir contra la oscuridad, Dios crea los cinco mundos, los doce elementos y al hombre eterno. Pero este hombre es vencido por el mal y absorbido por la oscuridad. El universo actual está en la agonía de parto para entregar al hombre a la oscuridad. 

En las homilías clementinas el Anthrôpos cosmogónico está mezclado con el primer hombre, Adán: “El verdadero profeta, que atraviesa todas las edades y se apresura a descansar”; “el Cristo, que existió desde el principio y existe siempre, que estuvo presente en cada generación de una manera oculta, pero siempre presente”. Adán, usando el lenguaje de modernista, es la divinidad inmanente en el mundo y siempre manifestándose a la consciencia interior de los elegidos.

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