viernes, 23 de septiembre de 2022

El Maniqueísmo en Occidente



En Occidente, el hogar del maniqueísmo estaba en África Proconsular, donde parece haber tenido un segundo apóstol inferior sólo a Manes, una nueva encarnación del paráclito, Adimanto. Antes de 296 el procónsul Juliano había escrito al emperador que los maniqueos alteraban la paz de la población. Tras el edicto de Diocleciano no se oyó más de ellos hasta los días de san Agustín

El más notorio fue Fausto de Mileve. De padres pobres, se había ido a Roma, y tras convertirse al maniqueísmo, estudió retórica. No era un hombre de erudición, pero su oratoria suave y agradable llamaba la atención y su fama en los círculos maniqueos era muy grande. Era episcopus maniqueo y se jactaba de haber dejado a su esposa e hijos. Llegó a Cartago en el año 383, y fue arrestado, pero los cristianos obtuvieron la conmutación de su sentencia a muerte por la de destierro. Hacia el año 400, escribió una obra en el que tergiversa el Nuevo Testamento para fundamentar el maniqueísmo. San Agustín le contestó en treinta y tres libros que contenían gran parte de su enseñanza.

San Agustín refutó a un cierto Fortunato en una discusión pública efectuada en los Baños de Sossio. Fortunato reconoció su derrota y se marchó del pueblo. El 7 de diciembre de 404 sostuvo una disputa con Félix, un sacerdote maniqueo. Lo convenció del error de sus caminos y le hizo decir “anatema a Manes”

San Agustín no escribió contra los maniqueos durante los últimos veinte años de su vida; de ahí, que se cree que la importancia de la secta había disminuido. Sin embargo, en 420, Urso, el prefecto imperial, arrestó a algunos maniqueos en Cartago y los hizo retractarse. Cuando los vándalos arrianos conquistaron África, los maniqueos pensaron en ganarse el clero arriano pero Hunerico (477-484), rey de los vándalos quemó a muchos de ellos y exilió a los demás. A finales del siglo VI, Gregorio Magno consideraba a África como el semillero del maniqueísmo. La misma advertencia es repetida por Gregorio II (731), y Nicolás II (1061).

Es de sobra sabido que san Agustín (383) encontró un hogar en la comunidad maniquea de Roma. Según el Liber Pontificalis, el papa Melquíades (311-314) había descubierto adeptos a la secta en Roma. El edicto de Valentiniano I (372) fue principalmente contra los maniqueos romanos. El llamado “Ambrosiastro” combatió el maniqueísmo en una gran cantidad de sus escritos (370-380). 

En los años 384-388 surgió en Roma una secta de maniqueos, llamada martari, o mat-colonos, que apoyados por un hombre rico llamado Constancio, trataron de fundar la vida monástica para los elegidos en contradicción con el mandato de Manes de que los elegidos debían ser itinerantes y predicar el evangelio maniqueo. La secta encontró una gran oposición entre sus correligionarios.

A partir de mediados del siglo VI el maniqueísmo aparentemente desapareció en Occidente. Sociedades secretas y sectas dualistas pueden haber existido sin conexión con Manes y su doctrina. Sin embargo, en el siglo XI la levadura del maniqueísmo seguía impregnando la mente de muchos que abrazaron la herejía de los cátaros.

No hay comentarios: