viernes, 16 de septiembre de 2022

Doctrinas maniqueas



Gnosticismo versus cristianismo

Manes fue un verdadero gnóstico que enseñaba la liberación de las esclavitudes humanas y terrenales a través del conocimiento. El maniqueísmo del siglo III se presentaba como una religión de la razón a diferencia de la credulidad cristiana. Explicaba el origen, la composición y el futuro del universo. Tenía respuesta para todo y despreciaba el cristianismo, al que acusaba de que sus respuestas eran una invención simple y fantástica para los que no tenían acceso a un verdadero conocimiento. Durante un tiempo pareció ganar la competición por el conocimiento al cristianismo por la minuciosidad y expansión de sus creencias.

Cosmogonía maniquea

Antes de la existencia del cielo y la tierra, había dos principios, uno bueno y otro malo. El principio bueno habita en el Reino de la Luz y es llamado Padre de la Majestad (Megethos, Abba D'rabbutha), o el Padre con las Cuatro Caras o Personas (tetraprosopon)

Probablemente por influencia de los zervanitas (cosmogonía iraní) consideraban al tiempo, la luz, la fuerza y la bondad como manifestaciones del Primer Ser o Padre de todo. Fuera del Padre están sus cinco tabernáculos o shechinatha: la inteligencia, la razón, el pensamiento, la reflexión y la voluntad. "Tabernáculo", para los maniqueos, significaba morada, tienda de campaña, y gloria o presencia divina, como en el Antiguo Testamento. 

Estos cinco tabernáculos eran presentados como los pisos de un edificio –con la voluntad en el piso más alto–. También eran llamados eones o mundos (beata secula en los escritos de san Agustín). En otras fuentes maniqueas los cinco miembros son: longanimidad, conocimiento, razón, discreción y entendimiento. Además de estos cinco tabernáculos, o cuerpos espirituales, el la inteligencia del Padre tiene otros cinco atributos: amor, fe, verdad, magnanimidad y sabiduría. 

El Padre de Luz, junto con el aire y la tierra (de luz), constituyen el pleroma maniqueo. El mundo de luz es infinito, y sólo tiene un límite, por debajo, donde está la esfera de la oscuridad

Al Padre de la Luz se opone el Rey de la Oscuridad, a quien los maniqueos no llaman “Dios”. El pleroma oscuro del Reino de la Oscurad es triple: los dos primeros (Heshuha y Humana) tienen los cinco atributos, eones o mundos: aliento pestilente, viento abrasador, oscuridad, niebla, fuego consumidor; el tercero tiene los cinco siguientes: pozos de veneno, columnas de humo, profundidades abismales, fétidos pantanos así como columnas de fuego. Esta división muestra la influencia de los antiguos caldeos en Mesopotamia.

Estos dos poderes (Luz y Oscuridad) podrían haber vivido en paz, si el Rey de la Oscuridad no hubiese decidido invadir el Reino de la Luz. Al acercarse el Rey del Caos, el terror se apoderó de los cinco eones de luz. La encarnación del mal se llama Satán o Ur-diablo (Diabolos protos, Iblis Kadim, en las fuentes árabes) y es presentado como un monstruo mitad pez, mitad pájaro, con cuatro pies y cabeza de león, que se lanzó hacia arriba, es decir, hacia la luz. Entonces, del Padre de la Luz emanó la Madre de la Vida, y de ésta emanó al Primer-hombre. Los tres constituyen una trinidad

El Primer-Hombre

Manes asimila ideas del gnosticismo. El Protanthropos o Primer-hombre (de la cultura iraní), encontró su lugar en los sistemas gnósticos, convirtiéndose en la figura central del maniqueísmo. Igualmente, el mito del origen del mundo a partir de los miembros de un gigante muerto (=Ur-hombre) es muy antiguo (especulaciones iraníes, mitología india).

Según Manes, del Primer-Hombre emanan cinco hijos: los cinco elementos opuestos a los cinco eones de oscuridad: aire claro, viento refrescante, luz brillante, aguas vivificantes y fuego calefactor. El Primer-hombre proyecta su luz delante de él, y el Rey de la Oscuridad pensó: "Lo que he buscado desde lejos, lo encuentro cerca de mí.” 

El Rey de la Oscuridad, con sus cinco hijos o eones, combatió contra el Primer-hombre. La lucha se decantó a favor del la Oscuridad. Al ser derrotado, el Primer-hombre se dio a sí mismo y a sus cinco hijos como alimento a los cinco hijos de la oscuridad. Las cinco deidades de la Luz perdieron la razón al ser absorbidas por los hijos de la Oscuridad. Pero el Primer-hombre recuperó su razón y oró al Padre de la Luz siete veces. Éste, movido por la misericordia, emanó una segunda creación: el Amigo de Luz, del cual emanó el Gran Edicto, y de éste emanó el Espíritu de Vida. Así vino a la existencia una Segunda Trinidad paralela a la primera (Padre de Luz, Madre de Luz, Primer-Hombre; Amigo de la Luz, Gran Edicto, Espíritu de Vida).

Al igual que en la Primera Trinidad, la Tercera Persona o Espíritu de Vida (To Zon Pneuma) hace el trabajo real. Del Espíritu de Vida emanan cinco personalidades: inteligencia, razón, pensamiento, autorreflexión, voluntad. Estas cinco deidades eran objetos de culto entre los maniqueos. San Agustín las describe en su obra Contra Faustum, XV.

Las cinco deidades descienden al reino de la oscuridad, encuentran al Primer-hombre totalmente degradado y lo rescatan por el poder de su palabra. Ahora comienza la formación del mundo. Los hijos del Espíritu de Vida matan y desuellan a los arcontes (hijos de la oscuridad), y los llevan a la Madre de la Vida. Ella extiende sus pieles y forma doce cielos. Sus cadáveres son arrojados al reino de la oscuridad y se forman ocho mundos. Atlas lleva a todos sobre sus hombros. El Espíritu de Vida obliga a los hijos de la oscuridad a entregar la luz que habían absorbido de los cinco elementos y, con esa luz, forma el sol, la luna y las estrellas. El Espíritu de Vida hace las ruedas del viento debajo de la tierra. El texto de Theodore Bar Khoni se muestra aquí tan confuso que es difícil captar su significado; probablemente, el viento, el agua, el aire y el fuego sean revestimientos de protección, que giran alrededor de la tierra.

La Madre de la Vida, el Primer-hombre y el Espíritu de Vida suplican al Rey de la Luz una creación adicional y, de esta tercera creación, emana el Mensajero. En fuentes latinas es llamado Legatus Tertius

Del Mensajero emanan doce vírgenes: realeza, sabiduría, victoria, persuasión, pureza, verdad, fe, paciencia, rectitud, bondad, justicia y luz. El Mensajero, que mora en el sol, sale al encuentro de las doce vírgenes y ordena a sus tres asistentes hacerlas girar hasta que alcanzan la altura de los cielos. Esta especulación maniquea es, en realidad, una metáfora del sistema planetario y los signos del zodiaco. 

Tan pronto como hace girar los cielos y se montan las grandes ruedas (aire, fuego y agua), el universo comienza a moverse pero todavía no hay vida. La vida en la tierra es consecuencia de la obscenidad, el canibalismo, el combate entre el Mensajero y los hijos e hijas de la oscuridad.

Por último, Naimrael, una mujer, y Ashaklun, un diablo, engendran dos hijos, Adán y Eva. En el cuerpo de Adán fueron aprisionadas muchas semillas de luz. Pero los poderes de la luz, movidos por la misericordia, enviaron a un Salvador, Jesús, el Luminoso. Jesús despertó a Adán del letargo de la muerte y alejó al demonio seductor. 

Adán reflexionó sobre sí mismo y supo que existía. Entonces Jesús instruyó a Adán y le mostró la morada del Padre en las alturas celestes. Adán descubre que también Jesús está expuesto a los dientes de la pantera, a los malos olores de la oscuridad, a los codiciosos, a los glotones, a los perros, en definitiva, a todo lo que existe. Manes crea un “Salvador Sufriente” y le da el nombre de Jesús. Este Salvador es la personificación de la luz cósmica aprisionada en la materia, por lo tanto, nace, sufre y muere todos los días; es crucificado en cada árbol; es comido todos los días en cada comida. 

Jesús hizo que Adán probara del árbol de la vida, después de los cual, Adán miró a su alrededor y lloró. Se golpeó el pecho y dijo: "Maldito el creador de mi cuerpo y el que ató mi alma y me ha hecho su esclavo." En adelante, el deber del hombre es mantener su cuerpo limpio mediante la práctica de la auto-negación.

Escatología maniquea

Llegará el día en que se reunirán todas las partículas de luz. También el Mensajero (Legatus Tertius) y el Espíritu de Vida vendrán del oeste, el Primer-hombre con sus anfitriones vendrán desde el norte, sur y este. A ellos se juntarán todos los eones de luz y los maniqueos perfectos. Entonces, el Atlas lanzará su carga, y el cielo y la tierra se hundirán en el abismo. Todo arderá hasta que sólo queden cenizas (sin luz). Este fuego durará 1,486 años, durante los cuales los tormentos de los impíos serán las delicias de los justos. Cuando se complete la separación de la luz y de la oscuridad, los ángeles de luz regresarán a lo alto. Entonces, el oscuro mundo-alma se hundirá en la profundidad y reinará la tranquilidad eterna en el Reino de la Luz, que ya no volverá a ser invadido por la oscuridad.

Después de la muerte del individuo

El maniqueísmo predicó un (triple) estado para los perfectos, los oyentes y los pecadores (=no maniqueos). 

Las almas de los perfectos son recibidas después de la muerte por Jesús acompañado por tres eones de luz y la Doncella de Luz, que dan al difunto una vasija con agua, ropa, un turbante, una corona y una guirnalda de luz. Entonces, el difunto sube a la luna, luego al Primer-hombre, al sol, a la Madre de la Vida y, finalmente, a la Luz Suprema. Los cuerpos de los perfectos son purificados por el sol, la luna y las estrellas; entonces, sus partículas de luz suben al Primer-hombre y se convierten en deidades menores, rodeando su persona. 

El destino de los oyentes es el mismo que el de los perfectos, pero pasan por el purgatorio antes de llegar a la bienaventuranza eterna. 

Los pecadores deambulan rodeados de demonios hasta que llega el fin del mundo y son arrojados en cuerpo y alma al infierno.

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