La ética mandea se distingue de la ética de las restantes comunidades gnósticas por su orientación positiva ante la vida, la cual se debe al origen judío del mandeísmo. Así, el mandeísmo tiene un mandato que obliga al matrimonio.
Los mandeos obedecen diecisiete mandamientos:
1. No blasfemar.
2. No asesinar.
2. No asesinar.
3. Abstenerse de todo adulterio.
4. No robar.
5. No mentir.
6. No prestar falso testimonio.
7. Abstenerse de deslealtad y deshonestidad.
8. Abstenerse de toda lujuria.
9. No practicar magia y brujería.
10. No circuncidarse.
11. Abstenerse de bebidas alcohólicas.
12. No practicar la usura.
13. No llorar la muerte.
14. No comer animales muertos, embarazados o atacados por otros animales furiosos ni sangre.
15. No divorciarse (salvo en casos excepcionales).
16. No suicidarse ni abortar.
17. No autotorturarse ni practicar abstinencia.
7. Abstenerse de deslealtad y deshonestidad.
8. Abstenerse de toda lujuria.
9. No practicar magia y brujería.
10. No circuncidarse.
11. Abstenerse de bebidas alcohólicas.
12. No practicar la usura.
13. No llorar la muerte.
14. No comer animales muertos, embarazados o atacados por otros animales furiosos ni sangre.
15. No divorciarse (salvo en casos excepcionales).
16. No suicidarse ni abortar.
17. No autotorturarse ni practicar abstinencia.
Un rasgo curioso es que la continencia se considera impiedad. Quien no engendra hijos no tendrá un lugar en el cielo, por lo cual el matrimonio es obligatorio y la poligamia está permitida. En el mandeísmo, la mujer merece el mismo rango y respeto que el hombre.
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