martes, 27 de septiembre de 2022

San VIcente de Paúl: fundador y organizador de las ayudas a los pobres



Varios sacerdotes de París, seducidos por su ejemplo, se unen a Vicente.

Organizador de las ayudas a los pobres:

Vicente vive en una época marcada por las guerras, las epidemias y la hambruna. Los pobres son la población mayoritaria. Las pocas ayudas que reciben provienen de nobles altruistas que dedican parte de su patrimonio a ayudarles. Estos aristócratas les ayudan de forma individual y desorganizada. Ante esta situación, Vicente funda cuatro instituciones:

- la Congregación de los Sacerdotes de la Misión (1625)
- Companía de las Hijas de la Caridad (1633)
- la Confraternidad de las Damas de la Caridad (1634)
- los Siervos de los Pobres

La Sociedad de la Misión (1625)

Vicente había aprendido que el bien que hacían las misiones no podía durar a menos que hubiera sacerdotes que se ocuparan de ello, pero en esa época había pocos en Francia. Desde el Concilio de Trento los obispos se habían esforzado en fundar seminarios para la formación del clero, pero estos seminarios encontraron muchos obstáculos, el mayor de los cuales eran las guerras de religión. De los veinte fundados, en 1625 no sobrevivían ni diez. Por eso, con la ayuda de la señora de Gondi, funda un instituto religioso de sacerdotes dedicado a la evangelización del pueblo: la Sociedad de la Misión. Vicente fundó esta congregación para ayudar a formar al clero y servir a los pobres a través de las misiones Ad Gentes (misiones populares).

Algunas de las características de esta congregación son:

• Su misión de evangelización está dirigida preferentemente a los pobres.
• Actúan sobre las causas de la distribución desigual de bienes en el mundo.
• Procuran no sólo evangelizar, sino también ser evangelizados por los pobres.
• Actúan de forma comunitaria a fin de fortalecer su vocación unos a otros.
• Buscan una continua adaptación a las necesidades cambiantes.

Los Siervos de los Pobres

A raíz de un sermón que conmovió el corazón de sus oyentes, Vicente creó una cofradía eclesiástica llamada “los Siervos de los Pobres”, compuesta por sus propios feligreses que se dedicaban al cuidado personal de los enfermos y a las visitas a los pobres con los que compartían sus bienes.

Compañía de la Hijas de la Caridad (1633)

Vicente de Paúl, al principio, establece las Hijas de la Caridad para ayudar a las conferencias de caridad. En 1629, cuando estas conferencias se establecieron en París, las damas estaban ansiosas por dar limosnas y visitar a los pobres, pero a menudo no sabían cómo ocuparse de ellos y enviaban a sus criados para que hicieran lo que fuera necesario. Por eso, Vicente concibió la idea de reclutar a jóvenes piadosas para este servicio.

Al principio fueron distribuidas individualmente por las diversas parroquias en que estaban establecidas las conferencias y visitaban a los pobres con estas damas de las conferencias o, cuando era necesario, se ocupaban de ellas en su ausencia. En el reclutamiento, la formación y la dirección de estas servidoras de los pobres, Vicente encontró una gran ayuda en Luisa de Marillac. Cuando su número aumentó, las agrupó en una comunidad bajo su dirección, pronunciando él una conferencia semanal apropiada a su condición.

De este modo, Vicente y Luisa fundaron el primer grupo de mujeres consagradas dedicadas a obras de caridad fuera del claustro. Éstas, además de los votos de pobreza, castidad y obediencia, hacen un voto especial de servicio a los pobres. Es una Sociedad de vida Apostólica en comunidad hoy extendida por todo el mundo.

El servicio que actualmente realizan está dirigido a: personas sin techo, mayores, enfermos, niños, educación y trabajo con jóvenes, promoción de la mujer, personas con problemas de adicción, prisioneros y sus familias, inmigrantes, discapacitados.

Las Damas de la Caridad (1634)

Vicente de Paúl también convenció a varias mujeres de la aristocracia francesa para que dedicaran tiempo y dinero a ayudar a los muchos pobres que había en París. En 1634 agrupó a las que se habían mostrado decididas en una organización católica –las Damas de la Caridad–.

Estas mujeres atendían a los pobres enfermos y visitan las cárceles. Entre ellas había hasta 200 damas del más alto rango. Al principio, comenzaron sus actividades de ayuda en París pero las Damas de la Caridad se extendieron por toda Francia

Vicente redactó para ellas una regla, apoyando y estimulando su celo caritativo. Gracias a ellas, fue capaz de recoger las enormes sumas que distribuían en socorro de todos los desgraciados.

Entre las obras que Vicente podía llevar a cabo gracias a esa colaboración era el auxilio a los niños expósitos (1638), que en esta época eran deliberadamente deformados por personas sin escrúpulos para explotar la piedad de la gente. Las Damas de la Caridad empezaron a hacerse cargo de un grupo de doce niños, que fueron acogidos en una casa para tal fin confiada a las Hijas de la Caridad y cuatro enfermeras. Años más tarde, el número de niños alcanzó los 4 mil; su mantenimiento costaba 30 mil libras, que ascendió a 40 mil con el incremento en el número de niños.

Las Damas de la Caridad fue la primera organización en la que se formaba a mujeres para ayudar a los necesitados.

El Hospital General

Con la ayuda de un generoso desconocido, que puso a su disposición la suma de 10 mil libras, Vicente fundó el Hospicio del Nombre de Jesús, donde cuarenta ancianos y ancianas hallaron un refugio y trabajo adecuado para ellos. En la actualidad se llama Hospital de los Incurables.

La misma beneficencia se extendió a todos los pobres de París, pero la creación del Hospital General fue una idea de las Damas de la Caridad, en particular de la duquesa de Aiguillon. Vicente hizo suya la idea y contribuyó como nadie a la realización de una de las mayores obras de caridad del siglo XVII; la acogida de 40 mil pobres en un asilo donde encontrarían un trabajo útil. En respuesta a la petición de Vicente, las contribuciones llegaron a raudales. El Rey cedió los terrenos de la Salpétrière para la construcción del hospital, con un capital de 50 mil libras y una dotación de 3 mil. El cardenal Mazarino envió 100 mil libras; el presidente de Lamoignon, 20 mil coronas; y la señora de Bullion, 60 mil libras. San Vicente encargó la tarea a las Hijas de la Caridad y las apoyó con todo su poder.

Organiza la ayuda a la región de Lorena, entre otras (1639)

La caridad de San Vicente no se limitaba a París, sino que llegaba a todas las provincias desoladas por la miseria. Durante el periodo francés de la guerra de los Treinta Años, Lorena, Trois-Évêchés, el Franco Condado y Champaña padecieron durante casi un cuarto de siglo todos los horrores y los azotes de la guerra.

Vicente solicitó a las Damas de la Caridad su ayuda urgente; se estima que con sus reiteradas peticiones consiguió 12 mil libras. Cuando se acabó el dinero, volvió a recoger limosnas, que enviaba a los distritos más afectados. Cuando las contribuciones empezaron a disminuir, Vicente decidió imprimir y divulgar las cuentas que le enviaban de esos distritos desolados; esto tuvo mucho éxito, llegando a publicar un periódico llamado “Le magasin charitable”. Vicente lo aprovechó para fundar en las provincias arruinadas los “potages économiques”, una tradición que permanece en nuestras modernas cocinas económicas.

Incansable organizador de la Caridad

Apoyó la fundación de congregaciones que se encargaban de enterrar a los muertos y de eliminar la suciedad, permanente causa de enfermedades. Frecuentemente las dirigían misioneros y Hermanas de la Caridad. Al mismo tiempo, con el propósito de apartarlas de la brutalidad de los soldados, llevó a París a 200 jóvenes, que alojó en varios conventos, y numerosos niños, que acogió en St.-Lazare. Tras la paz general, dirigió su preocupación y sus limosnas a los católicos irlandeses e ingleses que habían sido expulsados de su país.

Se extiende la fama de Vicente de Paúl

Todas estas actividades habían hecho famoso a Vicente de Paúl en París e incluso en la Corte. Richelieu a veces lo recibía y escuchaba favorablemente sus peticiones; lo ayudó en sus primeras fundaciones de seminarios y estableció una casa para sus misioneros en el pueblo de Richelieu.

En su lecho de muerte Luis XIII (1643) deseaba ser asistido por él: “Oh, señor Vicente”, decía, “si recupero la salud, no nombraré a ningún obispo que no haya pasado tres años con vos”. Su viuda, Ana de Austria, nombró a Vicente miembro del Consejo de Conciencia, encargado de las propuestas de beneficios.

Estos honores no alteraron la modestia y la sencillez de Vicente. Sólo iba a la Corte por necesidad, vistiendo un sencillo atuendo. No empleaba su influencia más que para el bienestar de los pobres y en interés de la Iglesia.

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