Debido a la gran variedad y divergencias de las doctrinas gnósticas, ofrecer una exposición detallada y breve de todas ellas no es posible, por eso, nos vamos a concentrar en un núcleo estable, una especie de depositum fidei en el que podemos agrupar los distintos herejías y sectas.
Podemos obtener una primera idea de las doctrinas gnósticas partiendo de sus líderes; por ejemplo, Basilides, Valentiniano, Marción. En este artículo se exponen similitudes doctrinales que, aunque no encajan en todos los misterios de la gnosis, están presentes en todos los sistemas gnósticos.
Cosmogonía
La gnosis es un panteísmo apenas disimulado. Al principio estaba lo Profundo, la plenitud del Ser, el primer Padre, la Monada, la primera Fuente, el Dios desconocido (Bythos pleroma, ouk on theos, propator, monas, anthropos, proarche, hagnostos theos). Este Indefinido Infinito "Algo", aunque se le pueda llamar Dios Bueno, no era un dios personal, sino “El Gran desconocido”. En el principio, el Dios Desconocido era puro Espiritu y aún no existía la materia.
El origen de todos los seres se produce a causa de las emanaciones de este Espíritu puro. En los diferentes sistemas gnósticos, estas emanaciones tienen nombres distintos pero la teoría de la emanación está presente en todas las formas de gnosticismo. En la gnosis de Basílides se las llama filiaciones, en el Valentinianismo forman pares antitéticos o syzygies (syzygoi): por ejemplo, la Profundidad y Silencio producen la Mente y la Verdad; éstas producen la Razón y la Vida, y éstas al Hombre y al Estado (ekklesia).
Para Marción estas emanaciones tienen nombres y sonidos. Son las raíces primigenias de los eones. Los eones se reproducen con asombrosa fertilidad. Todavía pertenecen al mundo puramente ideal, noumenal, inteligible o suprasensible. Los eones son inmateriales, ideas hipostáticas. Junto con la fuente de la que emanan, forman el pleroma. La transición de lo inmaterial a lo material, de lo noumenal a lo sensible, es consecuencia de una falta, pasión o pecado, en uno de los eones.
El fin último de la gnosis es la metanoia, el cambio de mente o arrepentimiento, para de este modo deshacer el pecado de la existencia material y el retorno al pleroma.
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