En cuanto a la doctrina de la justificación, la Didaché rechaza por un lado y con antelación al pelagianismo, herejía que surgió formalmente en el siglo V donde el hombre se justifica por sus propios méritos y no por la gracia de Dios mediante la fe:
“Luego, tampoco nosotros, que fuimos por su voluntad llamados en Jesucristo, nos justificamos por nuestros propios méritos, ni por nuestra sabiduría, inteligencia y piedad, o por las obras que hacemos en santidad de corazón, sino por la fe, por la que el Dios omnipotente justificó a todos desde el principio.” (Didaché 32,4)
Y rechaza con antelación la herejía adoptada por Lutero y el protestantismo en donde sólo la fe basta para salvarse (“Sola Fides”) aunque no esté acompañada de la obediencia a los mandamientos y a una vida conforme a la voluntad de Dios. Rechaza también la idea de que la salvación no se pueda perder (doctrina protestante “Salvo siempre salvo”) señalando que de nada sirve haber tenido fe durante mucho tiempo si la muerte no sorprende al creyente en gracia de Dios.
“Reuníos con frecuencia, inquiriendo lo que conviene a vuestras almas. Porque de nada os servirá todo el tiempo de vuestra fe, si no sois perfectos en el último momento.” (Didaché 16,2-3)
Fuente: Apologética Católica, Juan Miguel Arráiz
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