Jeremías 38:4-6.8-10
Salmo 40: “Señor, date prisa en socorrerme”
Hebreos 12:1-4
Lucas 12:49-53
Jeremías 38,4-6.8-10
Salmo 39: Señor, date prisa en socorrerme
Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito.
R. Señor, date prisa en socorrerme
Me levantó de la fosa fatal, de la charca fangosa;
afianzó mis pies sobre roca, y aseguró mis pasos.
R. Señor, date prisa en socorrerme
Me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios.
Muchos, al verlo, quedaron sobrecogidos y confiaron en el Señor.
R. Señor, date prisa en socorrerme
Yo soy pobre y desgraciado, pero el Señor se cuida de mí;
tú eres mi auxilio y mi liberación: Dios mío, no tardes.
R. Señor, date prisa en socorrerme
Hermanos: Una nube ingente de testigos nos rodea: por tanto, quitémonos lo que nos estorba y el pecado que nos ata, y corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús, que, renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Recordad al que soportó la oposición de los pecadores, y no os canséis ni perdáis el ánimo. Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra."
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