viernes, 26 de abril de 2013

28 de abril: Santa Gianna Beretta Molla, por Pedro Mas, S.F.




El día 16 de mayo del 2004, en la plaza de San Pedro, en el Vaticano, en una mañana resplandeciente y primaveral, fui testigo de la canonización de seis beatos. El santo Padre Juan Pablo II, ante más de 80,000 personas, declaró santa a Gianna Beretta, madre de familia, ante su esposo, Pedro Molla, y tres de sus cuatro hijos.

El 4 de octubre de 1922 nacía en Magenta (Milán), Gianna, la décima de trece hijos del matrimonio formado por Alberto Beretta y María de Micheli.

La infancia y la adolescencia fue la de una niña que crece en el seno de una familia cristiana. De ella recibe una espiritualidad que marca una vida.

Durante los estudios medios y universitarios, a los que se dedica con responsabilidad, inicia su apostolado en la Acción Católica, ejerciendo su caridad en la sociedad de San Vicente de Paúl, dedicándose a los jóvenes y ancianos necesitados.

Obtiene el título de doctor en Medicina y Cirugía en la Universidad de Pavía el año 1949. En el 1952 se especializa en pediatría en la Universidad de Milán. Centra su profesión en las madres, niños y ancianos pobres.

Su trabajo es para ella una “misión” que no impide su apostolado entre las jóvenes de Acción Católica. Practica sus deportes favoritos: esquí y alpinismo que le acercan al encanto de la creación.

Después de un discernimiento profundo sobre elección de estado, llega a la conclusión de que Dios la llama al matrimonio y a formar una familia cristiana. Conoce al ingeniero Pedro Molla y comienza su noviazgo con gozo y acción de gracias al Señor. El día 24 de septiembre de 1855 contrae matrimonio en la basílica de San Martín de su ciudad natal. Son padres de Pedro Luis (1956), Mariolina (1957) y Laura (1959).

Gianna armoniza con simplicidad y equilibrio los deberes de esposa, madre y profesión médica.

En el segundo mes del cuarto embarazo se le diagnostica un tumor en el útero. Es intervenida y poco antes suplica al cirujano que salve, a toda costa, la vida que lleva en su seno. Ella se confía a la oración. Se salva la vida de la criatura y se lo agradece al cirujano y a Dios. Los siete meses que transcurren hasta el parto los vive con entereza y plena dedicación a sus deberes familiares y profesionales.

Algunos días antes del parto le dice a su esposo: “Si hay que decidir entre mi vida y la del niño, no dudéis; elegid —lo exijo— la suya. Salvadlo”. El 21 de abril de 1962 da a luz a Juana Manuela y siete días después entre dolores y orando, muere santamente. Contaba 39 años.

En el rezo del Ángelus del domingo 23 de septiembre de 1973 el papa Pablo VI hablaba de “una joven madre de la diócesis de Milán que, por dar la vida a su hija, sacrificaba, con meditada inmolación, la propia”.

Se celebra su fiesta el 28 de abril.

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