Hechos 22,1-21: Discurso de Pablo a los judíos de Jerusalén
1 —Hermanos y padres, escuchen mi defensa.
2 Al oír que les hablaba en hebreo, se estuvieron más quietos. Él dijo:
2 Al oír que les hablaba en hebreo, se estuvieron más quietos. Él dijo:
Hechos 22,3-16
25 de enero: Fiesta de la Conversión de San Pablo
25 de enero: Fiesta de la Conversión de San Pablo
3 —Soy judío, natural de Tarso de Cilicia, aunque educado en esta ciudad, instruido con toda exactitud
en la ley de nuestros antepasados, a los pies de Gamaliel, entusiasta de Dios como lo son todos
ustedes actualmente.
4 Yo perseguí a muerte a quienes seguían ese Camino, arrestando y metiendo en la cárcel a hombres y
mujeres,
5 como pueden atestiguarlo el sumo sacerdote y el senado en pleno. De ellos recibí carta para los
5 como pueden atestiguarlo el sumo sacerdote y el senado en pleno. De ellos recibí carta para los
hermanos y me puse en camino hacia Damasco para arrestar a los de allí y conducirlos a Jerusalén
para que fuesen castigados.
6 Yendo de camino, cerca ya de Damasco, hacia el mediodía, de repente una luz celeste, intensa,
6 Yendo de camino, cerca ya de Damasco, hacia el mediodía, de repente una luz celeste, intensa,
resplandeció en torno a mí.
7 Caí en tierra y escuché una voz que me decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
8 Contesté: ¿Quién eres, Señor? Contestó la voz: Yo soy Jesús Nazareno, a quien tú persigues.
9 Los acompañantes veían la luz, pero no oían la voz del que hablaba conmigo.
10 Yo le dije: ¿Qué debo hacer, Señor? Contestó el Señor: Levántate y ve a Damasco; allí te dirán lo
7 Caí en tierra y escuché una voz que me decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
8 Contesté: ¿Quién eres, Señor? Contestó la voz: Yo soy Jesús Nazareno, a quien tú persigues.
9 Los acompañantes veían la luz, pero no oían la voz del que hablaba conmigo.
10 Yo le dije: ¿Qué debo hacer, Señor? Contestó el Señor: Levántate y ve a Damasco; allí te dirán lo
que debes hacer.
11 Como no veía, deslumbrado por el brillo de aquella luz, los acompañantes me llevaron de la mano
11 Como no veía, deslumbrado por el brillo de aquella luz, los acompañantes me llevaron de la mano
y así llegué a Damasco.
12 Un tal Ananías, hombre piadoso y observante de la ley, de buena reputación entre todos los judíos
12 Un tal Ananías, hombre piadoso y observante de la ley, de buena reputación entre todos los judíos
de la ciudad,
13 vino a visitarme, se presentó y me dijo: Hermano Saulo, recobra la vista.
13 vino a visitarme, se presentó y me dijo: Hermano Saulo, recobra la vista.
En aquel momento pude verlo a él.
14 Me dijo: El Dios de nuestros padres te ha destinado a conocer su designio, a ver al Justo
14 Me dijo: El Dios de nuestros padres te ha destinado a conocer su designio, a ver al Justo
y a escuchar directamente su voz;
15 porque serás su testigo ante todo el mundo de lo que has visto y oído.
16 Por tanto no tardes: bautízate y lávate de los pecados invocando su nombre.
15 porque serás su testigo ante todo el mundo de lo que has visto y oído.
16 Por tanto no tardes: bautízate y lávate de los pecados invocando su nombre.
17 Cuando volví a Jerusalén, estando en oración en el templo, caí en éxtasis
18 y vi al Señor que me decía: Sal pronto de Jerusalén, porque no van a aceptar tu testimonio acerca
18 y vi al Señor que me decía: Sal pronto de Jerusalén, porque no van a aceptar tu testimonio acerca
de mí.
19 Repliqué: Señor, ellos saben que yo arrestaba a los que creían en ti y los azotaba en las sinagogas.
20 También que, cuando se derramaba la sangre de tu testigo Esteban, yo estaba allí, aprobando
19 Repliqué: Señor, ellos saben que yo arrestaba a los que creían en ti y los azotaba en las sinagogas.
20 También que, cuando se derramaba la sangre de tu testigo Esteban, yo estaba allí, aprobando
y guardando la ropa de los que lo mataban.
21 Él me dijo: Ve, que yo te envío a pueblos lejanos.
21 Él me dijo: Ve, que yo te envío a pueblos lejanos.
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