jueves, 9 de diciembre de 2021

Isaías 33,1-24: Esperanza en el Señor

Isaías 33,1-24:
Esperanza en el Señor


1 ¡Ay de ti, devastador, nunca devastado; saqueador, nunca saqueado! Cuando acabes de devastar 
   te devastarán a ti, cuando termines de saquear te saquearán a ti. 
2 ¡Piedad, Señor, que esperamos en ti!, sé nuestro brazo por la mañana y nuestra salvación 
   en el peligro. 
3 A tu voz atronadora se desbandaron los pueblos, al levantarte tú se dispersaron las naciones, 
4 y se recogía botín como se recoge la langosta, se abalanzaban a él como avalancha de saltamontes. 
5 El Señor es sublime, porque habita en lo alto, él ha llenado a Sión de justicia y derecho; 
6 la fidelidad será su adorno, la sabiduría y el conocimiento serán su provisión salvadora, 
   el respeto del Señor será su tesoro. 
7 Oigan, los enviados gimen en la calle, los mensajeros de paz lloran amargamente: 
8 están destruidas las calzadas y ya no transitan caminantes. 
   Ha roto la alianza, despreciando a los testigos y no respetando al hombre. 
9 Languidece y se marchita el país, el Líbano se decolora y queda mustio, 
   el Sarón está hecho una estepa, están pelados el Basán y el Carmelo. 
10 Ahora me pongo de pie, dice el Señor; ahora me yergo, ahora me alzo: 
11 Concebirán paja y darán a luz polvo, y mi aliento como fuego los consumirá; 
12 los pueblos serán calcinados, como cardos segados arderán.
13 Los lejanos, escuchen lo que he hecho; los cercanos, reconozcan mi valor. 
14 Temen en Sión los pecadores, un temblor se apodera de los perversos: 
     ¿Quién de nosotros habitará en un fuego devorador, quién de nosotros habitará 
     en una hoguera perpetua? 
15 –El que procede con justicia, habla con rectitud y rehúsa el lucro de la opresión; 
    el que sacude la mano rechazando el soborno y tapa su oído a propuestas sanguinarias; 
    el que cierra los ojos para no complacerse en el mal,
16 ése morará en las alturas: picachos rocosos serán su fortificación, 
     con abundancia de pan y provisión de agua. 
17 Un rey en su esplendor contemplarán tus ojos, verán un país dilatado, 
18 y te dirás sobrecogido: 
     ¿Dónde está el que contaba, dónde está el que pesaba, dónde el que contaba las torres?
19 Ya no verás al pueblo violento, cuya lengua es oscura y no se entiende, 
     que pronuncia de modo extraño e incomprensible. 
20 Contempla a Sión, ciudad de nuestras fiestas: tus ojos verán a Jerusalén, morada tranquila,
     tienda permanente, cuyas estacas no se arrancarán, cuyas cuerdas no se soltarán. 
21 Que allí el Señor es nuestro capitán, en un lugar de ríos y canales anchísimos, 
     que no surcan barcas de remo ni la nave capitana los cruza: 
23a están flojas sus cuerdas, no sujetan el mástil ni despliegan las velas. 
22 Porque el Señor es nuestro juez, el Señor nuestro gobernador, el Señor nuestro rey; él nos salvará: 
23b entonces el ciego repartirá enorme botín y hasta los cojos se darán al saqueo;
24 y ningún vecino dirá:  Me siento mal, porque al pueblo que allí habita le han perdonado la culpa.

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