Fin del exclusivismo
1 Así dice el Señor: Observen el derecho, practiquen la justicia,
que mi salvación está para llegar y se va a revelar mi victoria.
2 Dichoso el hombre que obra así, dichoso el mortal que persevera en ello,
2 Dichoso el hombre que obra así, dichoso el mortal que persevera en ello,
que guarda el sábado sin profanarlo y guarda su mano de hacer cualquier mal.
3 No diga el extranjero que se ha unido al Señor: El Señor me excluirá de su pueblo.
3 No diga el extranjero que se ha unido al Señor: El Señor me excluirá de su pueblo.
No diga el eunuco: Yo soy un árbol seco.
4 Porque así dice el Señor: A los eunucos que guarden mis sábados,
4 Porque así dice el Señor: A los eunucos que guarden mis sábados,
que escojan lo que me agrada y perseveren en mi alianza,
5 les daré en mi casa y en mis murallas un monumento y un nombre mejores que hijos e hijas;
5 les daré en mi casa y en mis murallas un monumento y un nombre mejores que hijos e hijas;
nombre eterno les daré que no se extinguirá.
6 A los extranjeros que se hayan unido al Señor, para servirlo, para amar al Señor y ser sus servidores,
6 A los extranjeros que se hayan unido al Señor, para servirlo, para amar al Señor y ser sus servidores,
que guarden el sábado sin profanarlo y perseveren en mi alianza,
7 los traeré a mi Monte Santo, los alegraré en mi casa de oración;
7 los traeré a mi Monte Santo, los alegraré en mi casa de oración;
aceptaré sobre mi altar sus holocaustos y sacrificios; porque mi casa es casa de oración,
y a mi casa la llamarán todos los pueblos Casa de Oración.
8 Oráculo del Señor, que reúne a los dispersos de Israel, y reunirá otros a los ya reunidos.
8 Oráculo del Señor, que reúne a los dispersos de Israel, y reunirá otros a los ya reunidos.
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