lunes, 1 de febrero de 2016

Marcos 5,1-20: El sistema del bienestar y el bienestar de las personas, por la Orden Carmelita

Marcos 5,1-20

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la orilla del lago, en la región de los gerasenos. Apenas desembarcó, le salió al encuentro, desde el cementerio, donde vivía en los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para domarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras. Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó a voz en cuello:
— ¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes.
Porque Jesús le estaba diciendo:
— Espíritu inmundo, sal de este hombre.
Jesús le preguntó:
— ¿Cómo te llamas?
Él respondió:
— Me llamo Legión, porque somos muchos.
Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca. Había cerca una gran piara de cerdos hozando en la falda del monte. Los espíritus le rogaron:
— Déjanos ir y meternos en los cerdos.
Él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al lago y se ahogó en el lago. Los porquerizos echaron a correr y dieron la noticia en el pueblo y en los cortijos. Y la gente fue a ver qué había pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Se quedaron espantados. Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su país. Mientras se embarcaba, el endemoniado le pidió que lo admitiese en su compañía. Pero no se lo permitió, sino que le dijo:
— Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo por su misericordia. El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.

— Comentario por la Orden Carmelita

En el Evangelio de hoy, vamos a meditar un largo texto sobre la expulsión de un demonio que se llamaba Legión y que oprimía y maltrataba a una persona.

Hoy, hay mucha gente que se sirve de estos textos del evangelio sobre la expulsión de los demonios, para dar miedo a la gente. ¡Es una lástima! Marcos hace lo contrario.

Marcos asocia la acción del poder del mal a cuatro cosas:

a) Al cementerio, o lugar de los muertos: ¡la muerte que mata la vida!
b) Al puerco, animal impuro: ¡la impureza que separa de Dios!
c) Al mar, símbolo del caos de antes de la creación: el caos que destruye la naturaleza.
d) Al nombre Legión, nombre de los ejércitos del imperio romano: el imperio que oprime y explota a la gente.

Jesús vence el poder del mal en estos cuatro puntos. La victoria de Jesús tiene un enorme alcance para las comunidades de los años setenta, época en la que Marcos escribe su evangelio.

¡Las comunidades vivían perseguidas por las legiones romanas, cuya ideología manipulaba las creencias populares relativas a los demonios para dar miedo a la gente y someterlos.

El poder del mal oprime y maltrata. Los versos iniciales muestran la situación de la gente antes de la llegada de Jesús. Marcos describe el comportamiento del endemoniado, y asocia el poder del mal al cementerio y a la muerte. Es un poder sin rumbo, descontrolado y destructor, que da miedo a todos. Priva a la persona de conciencia, de autocontrol y de autonomía.

Ante la presencia de Jesús el poder del mal se desmorona. Es la manera de describir el primer contacto entre Jesús y el hombre poseído. El hombre cae de rodillas, pide que no se le expulse de la región y entrega hasta su nombre: Legión. A través de este nombre, Marcos asocia el poder del mal al poder político y militar del imperio romano que dominaba el mundo a través de sus Legiones.

El poder del mal es impuro y no tiene autonomía ni consistencia. Sólo consigue ir dentro de los puercos con el permiso de Jesús. Una vez dentro de los puercos, éstos se precipitan a la mar. ¡Eran 2000 puercos! El puerco era símbolo de impureza que impedía al ser humano relacionarse con Dios. El mar era símbolo del caos que existía antes de la creación.

Este episodio de los cerdos que se precipitaban al mar es extraño y difícil de entender. Pero el mensaje es muy claro: ante Jesús, el poder del mal no tiene autonomía ni consistencia. ¡Quien cree en Jesús no debe tener miedo!

La gente del lugar reacciona alertada por los porqueros. Ven al hombre libre del mal pero sus puercos han desaparecido precipitándose al mar. Por esto piden a Jesús que se aleje. Para ellos, los puercos son más importantes que la sanación del ser humano. Lo mismo nos ocurre hoy: puede ser que nos preocupe más el sistema del bienestar que el bienestar de las personas.

Anunciar la Buena Nueva es anunciar “¡lo que el Señor ha hecho para ti!” El hombre liberado quiere “seguir a Jesús”, pero Jesús le dice: “Vete a tu casa, con los tuyos, y cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido compasión de ti.” Esta frase de Jesús, Marcos la dirige a las comunidades y a todos nosotros. Para la mayoría de nosotros “seguir a Jesús” significa: “¡Ve a tu casa y anuncia a los tuyos lo que el Señor te hizo!”

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