domingo, 28 de febrero de 2016

1 Corintios 10,1-6.10-12: por Reflexiones Católicas

1 Corintios 10,1-6.10-12

No quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar y todos fueron bautizados en Moisés por la nube y el mar; y todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que los seguía; y la roca era Cristo. Pero la mayoría de ellos no agradaron a Dios, pues sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto. Estas cosas sucedieron en figura para nosotros, para que no codiciemos el mal como lo hicieron aquéllos. No protestéis, como protestaron algunos de ellos, y perecieron a manos del Exterminador. Todo esto les sucedía como un ejemplo y fue escrito para escarmiento nuestro, a quienes nos ha tocado vivir en la última de las edades. Por lo tanto, el que se cree seguro, ¡cuidado!, no caiga.

— Comentario por Reflexiones Católicas

La comunidad de Corinto es viva e inquieta; de conversión reciente, experimenta la peligrosa insidia de un contexto pagano con costumbres relajadas.

Tomando posición en las diversas cuestiones que se plantean, Pablo propone en este fragmento una reflexión acerca de los acontecimientos del Éxodo. De estos hechos se desprende claramente que la gracia se ofrece a todos -y el apóstol lo repite insistentemente con la clara alusión al bautismo y a la eucaristía (vv 1-4a)-, pero Dios pide a cada uno que no resulte infructuosa.

Un fideísmo casi mágico en la eficacia de los sacramentos o una cierta euforia espiritual inducen a prescindir de las exigencias morales que comporta una vida auténticamente cristiana para que Dios pueda contemplarla con agrado (v 5s).

También se condena la murmuración que suscita divisiones (vv. 1.3), considerándola como un repetir el descontento del pueblo en su camino del desierto (v. 10).

El ejemplo de los israelitas es emblemático y debe evitar que otros se precipiten en el mismo abismo incurriendo en un castigo análogo (v. 11). “Hemos llegado a la plenitud”, no hay que vivir irreflexivamente. Que cada uno pregunte a su conciencia y mida sus propias fuerzas (v. 12): es preciso mantenerse firmes y bien cimentados. 

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