viernes, 26 de febrero de 2016

Génesis 37,3-28: La historia de José prefigura la de Jesús

Génesis 37,3-28

José era el preferido de Israel, porque le había nacido en la vejez, y le hizo una túnica con mangas. Al ver sus hermanos que su padre lo prefería a los demás, empezaron a odiarlo y le negaban el saludo. Sus hermanos trashumaron a Siquén con los rebaños de su padre. Israel dijo a José: "Tus hermanos deben estar con los rebaños en Siquén; ven, que te voy a mandar donde están ellos." José fue tras sus hermanos y los encontró en Dotán. Ellos lo vieron desde lejos. Antes de que se acercara, maquinaron su muerte. Se decían unos a otros: "Ahí viene el de los sueños. Vamos a matarlo y a echarlo en un aljibe; luego diremos que una fiera lo ha devorado; veremos en qué paran sus sueños." Oyó esto Rubén, e intentando salvarlo de sus manos, dijo: "No le quitemos la vida." Y añadió: "No derraméis sangre; echadlo en este aljibe, aquí en la estepa; pero no pongáis las manos en él." Lo decía para librarlo de sus manos y devolverlo a su padre. Cuando llegó José al lugar donde estaban sus hermanos, lo sujetaron, le quitaron la túnica con mangas, lo cogieron y lo echaron en un pozo vacío, sin agua. Y se sentaron a comer. Levantando la vista, vieron una caravana de ismaelitas que transportaban en camellos goma, bálsamo y resina de Galaad a Egipto. Judá propuso a sus hermanos: "¿Qué sacaremos con matar a nuestro hermano y con tapar su sangre? Vamos a venderlo a los ismaelitas y no pondremos nuestras manos en él, que al fin es hermano nuestro y carne nuestra." Los hermanos aceptaron. Al pasar unos comerciantes madianitas, tiraron de su hermano, lo sacaron del pozo y se lo vendieron a los ismaelitas por veinte monedas. Éstos se llevaron a José a Egipto.

— Comentario por Reflexiones Católicas
"José, salvación del pueblo a través de la mortificación"

Esta narración quiere explicar simbólicamente la historia de la tribu de José y de su preeminencia sobre las demás tribus, y cómo en los planes de Dios, José estaba destinado a ser la salvación del pueblo. Y todo tiene que pasar por la prueba y la mortificación.

La providencia de Dios:
La historia de José prefigura la de Jesús

Esta historia de José tiene un hilo teológico que le da sentido y unidad: la providencia del Señor lleva de la mano la vida de José y la de todo el pueblo: "Aunque vosotros pensasteis hacerme daño -dice José a sus hermanos al final de todo el episodio- Dios lo pensó para bien, para hacer sobrevivir a un pueblo numeroso".

Desde esta afirmación hemos de leer toda la narración de José y en concreto el texto de la lectura de hoy.

Existe la envidia de los hermanos de José, pero el camino que traza el odio es también camino providente por el que Dios salva a toda la familia de José. Y no es que Dios necesite ese odio para realizar esa salvación, pero, una vez que el odio existe y actúa, en eso -y a pesar de eso- actúa Dios.

En el evangelio de hoy, Jesús habla de un «hijo» enviado para cosechar los frutos de una viña, y que los viñadores matan para desembarazarse de él. Es el anuncio de su propia muerte. «Venid. Matémosle». Encontramos las mismas palabras en la página del Antiguo Testamento. La historia de José prefigura la de Jesús.

-Le vendieron por veinte monedas de plata... Por dinero, Judas vendió a Jesús a los sumos sacerdotes. Y éstos se llevaron a José a Egipto. Dios escribe recto sobre líneas torcidas. Dios se sirve de acontecimientos aparentemente contrarios a su proyecto.

Los once hermanos de José creían "haber llevado bien su asunto", al desembarazarse de ese importuno... de hecho favorecerán el "asunto de Dios". Sin que ellos lo sepan contribuyen a realizar un episodio importante de esa Historia sagrada, en la cual Dios desarrolla su designio: el pueblo hebreo se instalará durante algunos siglos en Egipto... para vivir allí un cierto número de experiencias que serán decisivas.

Asimismo, el complot y la muerte de Jesús... En apariencia, un fracaso absoluto de Dios. De hecho, su victoria absoluta. Ayúdame, Señor, a ver tu designio en los acontecimientos que me suceden y en los que suceden a tu Iglesia. Incluso en las situaciones desfavorables, creo que Tú sigues dirigiendo la historia.

«La piedra que desecharon los constructores es ahora piedra angular». José, traicionado por sus hermanos, será quien les salvará, dentro de unos años, cuando venga el hambre y ellos mismos vayan a Egipto donde encontrarán a su hermano, al que acaban de «vender». 

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