sábado, 13 de febrero de 2016

Deuteronomio 26,4-10: Profesión de fe

Deuteronomio 26,4-10

Dijo Moisés al pueblo: "El sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias y la pondrá ante el altar del Señor, tu Dios. Entonces tú dirás ante el Señor, tu Dios: "Mi padre fue un arameo errante, que bajó a Egipto, y se estableció allí, con unas pocas personas. Pero luego creció, hasta convertirse en una raza grande, potente y numerosa. Los egipcios nos maltrataron y nos oprimieron, y nos impusieron una dura esclavitud. Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestra voz, miró nuestra opresión, nuestro trabajo y nuestra angustia. El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en medio de gran terror, con signos y portentos. Nos introdujo en este lugar, y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel. Por eso, ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me has dado." Lo pondrás ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios."

— Comentario por Reflexiones Católicas

Este fragmento, uno de los más importantes del Antiguo Testamento, contiene la profesión de fe que proclamaba todo israelita al acercarse al santuario con motivo de la celebración anual de la fiesta de la recolección y ofrecimiento de las primicias de la tierra.

Pero hay que advertir que en los pubelos paganos la presentación de ofrendas iba acompañada de la recitación de un mito de fecundidad; el hebreo, por el contrario, recordaba, actualizándola, la historia de las intervenciones salvíficas del Dios de los Padres en favor de su pueblo.

El credo de Israel se desarrollaba en un movimiento alternativo de sufrimiento y salvación: el arameo errante —es decir, en condición de abandono y peligro— se ha convertido por gracia de Dios en una nación numerosa (v. 5) según la promesa hecha a Abrahán. Este pueblo grande y fuerte experimentó la opresión y la humillación, pero Dios escuchó la oración e intervino para sacar a Israel de Egipto y hacerle entrar en un país fértil y agradable “que mana leche y miel”, es decir, abundante en pastos para los rebaños y flores para las abejas.

La palabra clave del texto pertenece a la raíz “entrar” o “llegar”. La utilización frecuente del término quiere significar que la entrada histórica en la tierra prometida se actualiza año tras año con la “entrada” de la cosecha. Por medio de la “cosecha” el hombre “entra” nuevamente en posesión de la tierra.

En la liturgia se repite en un ámbito sacro el movimiento histórico: el pueblo entró en la tierra, ahora entra en el santuario. El hombre responde a Dios con la profesión de fe, con la ofrenda de una parte de lo que de él ha recibido, con la acción de gracias, la adoración, el culto y la obediencia manifestados en el gesto de la postración. 

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