La Dignidad
Este sería el primer valor: la dignidad. El ser humano es hijo de Dios y está hecho a su imagen y semejanza. Y de este hecho, brota su dignidad y su inviolabilidad. Esto significa que el ser humano tiene una serie de derechos fundamentales adquiridos desde el momento de la concepción hasta la muerte.
La Libertad
El segundo valor del humanismo cristiano es la libertad. Las personas somos libres y, en ese sentido, podemos orientar nuestra vida como deseemos, pero conviene tener en cuenta que la libertad no es hacer lo que a uno le venga en gana; la libertad no es aséptica, tiene una orientación hacia el bien. Esta libertad de la que hablamos nos la da Dios y nos la damos también entre nosotros. Por eso estamos llamados a salvaguardar y a potenciar la libertad de los demás.
La Solidaridad
El tercer valor del humanismo cristiano es la solidaridad. No somos personas individualistas creadas para vivir solas y aisladas, sino en comunidad. Y esto significa que el límite de libertad propia es la libertad de los demás.
La fraternidad que el humanismo cristiano propone brota de un hecho: no hay hermanos sino hay padre. Nosotros somos hermanos porque consideramos que tenemos un mismo padre, Dios. Y eso es lo que nos hace dignos, libres y hermanos de los demás. “Caín, ¿dónde está tu hermano?” Es una pregunta fundamental para entender que no podemos desentendernos de los demás, pues somos responsables de ellos.
A grandes rasgos, estos son los tres valores del humanismo cristiano:
• Dignidad porque somos hijos de Dios
• Libertad para hacer el bien
• Solidaridad y fraternidad porque somos hijos del mismo Dios
• Libertad para hacer el bien
• Solidaridad y fraternidad porque somos hijos del mismo Dios
y eso nos hace responsables unos de otros.
Todos caminamos en búsqueda de la felicidad, quizás si tomamos conciencia de que tenemos dignidad, de que somos libres y de que vivimos en comunidad, hallemos el camino.
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