El humanismo cristiano es una concepción de la persona humana y de la sociedad que se basa en los valores y principios del cristianismo.
Constituye, en ese sentido, una corriente de pensamiento que proyecta hacia la sociedad humana dichos valores y principios, a fin de que estos inspiren las relaciones entre los seres humanos y los orienten en su labor de construir un orden social justo, solidario y ético.
Las fuentes del humanismo cristiano son, principalmente, la filosofía cristiana y la Doctrina Social de la Iglesia, las cuales establecen orientaciones fundamentales sobre la concepción de la persona, los valores del orden social, la justicia en las relaciones humanas y entre los Estados, el bien común como finalidad de la acción política y la ética como sustento de ésta.
Filosofía cristiana
Podemos definir el humanismo cristiano como la corriente filosófica que tiene como centro a la persona en el seno de la comunidad, donde ésta se humaniza plenamente y se realiza, haciendo suyas las propuestas de Jesucristo con su mensaje de amor como valor principal. En esta definición encontramos los elementos clave del humanismo cristiano, que serían:
• Una visión positiva de la persona, es una corriente que opta por la persona, que cree en la persona,
en sus capacidades, en la posibilidad de mejora, de aprender, de ir construyéndose a lo largo de la
vida.
• Entiende a la persona como un ser digno, libre y social. Que tiene sentido en sí misma
y que crece en la sociedad mediante la solidaridad con los otros.
• La felicidad de la persona se encuentra en desarrollar todas sus dimensiones,
por ello la educación es un elemento clave, para que cada uno pueda llegar a ser
plenamente uno mismo.
• Esta construcción/desarrollo de la persona a lo largo de la vida hace que no pueda ser comprendida,
etiquetada y, mucho menos, poseída en su totalidad.
"Tratar al prójimo como un sujeto es reconocer que no puedo definirlo, clasificarlo, que es inagotable, que está pleno de esperanzas, y que solo él dispone de ellas". (Emmanuel Mounier).
Doctrina Social de la Iglesia
• La comunidad/sociedad es el espacio donde la persona se desarrolla y encuentra las condiciones
necesarias para su progreso. Para que esto sea posible, la función que tiene el Estado es el de:
• Promover el bien común favoreciendo el desarrollo de la persona, haciendo que todo el mundo
tenga acceso a los bienes materiales, culturales y morales necesarios para su desarrollo.
• Asegurar con la justicia social y los derechos humanos, la igualdad de oportunidades,
la eliminación de la discriminación y exclusión social, y promover el bienestar.
Hablar de cristianismo es hablar de la persona de Jesús, que con sus hechos y palabras nos muestra la potencialidad de cada persona. Algunos aspectos a destacar de la vida de Jesús:
• la acogida a todos
• la capacidad de devolver la dignidad a los más vulnerables
• el anuncio del Reino como propuesta de una sociedad más justa y humana,
donde todos somos o seamos hermanos y hermanas y podamos vivir dignamente.
El amor es el valor principal para hacer un mundo más humano, este amor se concreta en la compasión y la solidaridad. Compasión como capacidad de percibir el sufrimiento del oltro y la solidaridad como la capacidad de actuar para cambiar el sufrimiento del otro, y hacerlo porque nos sentimos hermanos y hermanos.
Partiendo de los puntos centrales del humanismo cristiano lo que pretende es hacer posible la construcción de un mundo más humano. ¿Cómo estamos viviendo estos elementos en lo que hacemos? ¿Estamos construyendo un mundo justo y en paz? ¿Es la persona el centro? ¿Ayudamos a las personas a ser más libres y vivir en la verdad? ¿Lo hacemos todo desde el amor?
La Doctrina Social de la Iglesia, iniciada con la célebre Encíclica Rérum Novarum (1891) que denunció los excesos e injusticias del capitalismo y del liberalismo,- como luego otras lo hicieron respecto del socialismo y del comunismo y, también, del neoliberalismo -, traza las grandes líneas de la acción de los cristianos en la vida social y política, promoviendo su participación para realizar el bien común, la justicia social, la solidaridad y la ética.
El humanismo cristiano también se nutre del valioso aporte de filósofos y pensadores cristianos, que desde la laicidad y la experiencia social y política, han desarrollado importantes concepciones sobre diversos aspectos de la sociedad y del Estado, contribuyendo a conformar un pensamiento homogéneo, integrado y global sobre estas materias.
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