Esta festividad, hoy eliminada del Calendario Universal de la Iglesia, nació en el siglo XV cuando un canónigo de Chartres, devotísimo de San José, logró se incluyera en el propio de su iglesia local.
En 1537 los franciscanos obtuvieron la facultad de celebrarla como fiesta propia y la propagaron durante los siglos XVII y XVIII, principalmente.
Las iglesias locales la fueron asumiendo, aunque en diversas fechas, para no interferir en sus calendarios particulares. Por ejemplo, en Flandes era a 6 de febrero, o en Alemania a 22 de diciembre.
Los carmelitas, devotos josefinos, también la tomaron como fiesta. Como no podía ser menos, cuando la devoción se extendió, aparecieron las reliquias, y en algunos sitios se veneraba "el anillo de compromiso" que san José habría dado a María.
En 1725 Benedicto XIII extendió la Fiesta de los Desposorios de Nuestra Señora a toda la Iglesia.
En el misal de 1962, reformado por San Juan XXIII (11 de octubre) ya no aparece.
Pero, ¿de dónde se tomó material devocional y litúrgico para establecer esta festividad? Pues de los Evangelios Apócrifos, puesto que las Sagradas Escrituras no dicen nada sobre este misterio de la vida de los padres de Jesús.
Existen varias versiones del tema en libros antiquísimos que, si bien no son canónicos, su antigüedad los hace venerables. Estos libros muestran lo que los cristianos primitivos tomaron como tradiciones y creyeron.
Primera Versión:
La más antigua es del "Proto Evangelio de Santiago", un escrito a finales del siglo II, aunque hay que recordar que está mezclado con una obra de igual nombre mucho más tardía, de los siglos VII u VIII. Según este, cuando María llegó a los 12 años, los sacerdotes del Templo se dijeron: "María ha cumplido doce años y aún sirve en el templo del Señor. ¿Qué debemos hacer para evitar que ella contamine el Santuario del Señor?" (se referían a que aún no menstruaba, sabemos que la sangre era algo contaminante para los judíos). El Sumo Sacerdote, que era san Zacarías en ese momento, entonces oró por ello, y estando en el Templo, se le apareció un ángel que le dijo: "Zacarías, sal fuera y llama a los viudos del pueblo, y que cada uno de ellos lleve consigo un cayado Aquel a quien el Señor dará una señal, será su marido".
Se avisó a todos los viudos, y se acercaron todos al Templo de Jerusalén. Entre ellos estaba san José, quien también entregó su bastón a Zacarías. Entonces apareció una paloma blanca que voló sobre la cabeza de san José. Zacarías le dijo: "Tú has sido designado por el destino para tomar a la Virgen del Señor bajo tu cuidado". José protestó diciendo que era anciano y con varios hijos, mientras que María era joven. Pero Zacarías le recodó que debía obedecer a la elección divina. Entonces san José tomó a María y la desposó.
Segunda versión:
Esta versión aparece en la "Historia de José el Carpintero", una leyenda de origen egipcio, del siglo IV. Relata que san José, además de carpintero, era sacerdote del Templo del Señor. Tenía varios hijos llamados Justo, Santiago y Simón, y dos hijas llamadas Asia y Lidia. Cuando enviudó, dejó el Templo para trabajar de carpintero y mantener a sus hijos. Llegó el momento antes descrito de los doce años de la Virgen, y entonces los sacerdotes echaron suertes entre los hombres viudos, uno de cada una de las tribus de Israel. Fue José, de la tribu de Judá, el elegido. Entonces los sacerdotes dijeron a María: "Únete a José y quédate con él hasta el tiempo de tu matrimonio". San José la tomó, la dejó en su casa y volvió a su taller de carpintería.
Tercera versión:
La hallamos en el "Evangelio de la Natividad de María", datado a finales del siglo V. Este texto dice que María, llegando a la pubertad, fue enviada a su casa, como las otras niñas del Templo. Pero si bien las otras tenían a sus padres para recibirlas, María no, así que dijo que no podía hacerlo, pues sus padres vivían dedicados al Señor y que, además, ella había prometido vivir eternamente como virgen del Señor. ¿Acaso quería el Sacerdote que ella rompiera un voto a Dios? El Sumo Sacerdote, ante esta novedad (el autor admite que un voto de virginidad es algo inaudito en la cultura judía), consultó a los otros sacerdotes y todos acordaron pedir un oráculo al Señor. Se postraron todos en oración y cuando el Sumo Sacerdote entró al "Sancta Sanctorum" se escuchó una voz que clamó el texto de Isaías: "Y saldrá una vara del tronco de Jessé, y un renuevo retoñará de sus raíces. Y reposará sobre él el Espíritu del Señor, Espíritu de sabiduría y de inteligencia, Espíritu de consejo, y de fortaleza, Espíritu de conocimiento y de temor del Señor" (Isaías 11, 1-2).
Entonces los sacerdotes convocaron a todos los hombres solteros de la Casa de David a que trajeran una rama seca para ponerla en el altar del Señor. Aquel cuya vara floreciera sería el elegido. Entre ellos estaba san José, un anciano viudo, quien dejó que todos los otros pusieran su propia vara en el altar. Al no haber portento, José fue conminado a poner su propio bastón en el altar. Así lo hizo y enseguida floreció, con lo que todos supieron era el elegido. Además, aquí también se repite la presencia de la paloma. Después del Desposorio, José regresó a su casa para preparar todo para la próxima boda. La Virgen del Señor, María, volvió a la casa de sus padres en Galilea, acompañada por otras siete vírgenes a esperar el matrimonio.
Esta es la versión que más ha influido en la iconografía josefina en Occidente, pues la vara florecida ha pasado a ser el atributo típico de San José.
Cuarta versión:
La hallamos en el "Evangelio de Pseudo-Mateo", igualmente tardío y nacido entre cristianos provenientes de ambientes judíos.
Llegada María a los 12 años, el sacerdote Abiatar quiso casarla con su hijo. Pero María objetó: "No puede ser que un hombre me posea". Pero los sumos sacerdotes y la familia de la Virgen le replicaron: "Dios es servido por los hijos y honrado por los descendientes; así ha sido siempre entre los hijos de Israel". A esto María contestó: "Dios es sobre todo servido y alabado por la castidad. Mirad si no a Abel. Antes de él no había justos entre los hombres. Complacía a Dios a través de los sacrificios y fue asesinado despiadadamente por el hombre que no agradaba a Dios. Recibió así dos coronas al mismo tiempo: la corona del sacrificio y la corona de la virginidad, porque hasta entonces todavía no había manchado su carne. Como Elías está vivo y en carne del cielo, pues hasta ser arrebatado había logrado conservar su carne en estado virgen. Desde temprana edad aprendí en el templo de Dios que la virginidad agrada a Dios en particular. Precisamente por esta razón quiero ofrecer a Dios lo que le agrada particularmente, por eso estoy decidida a no ofrecerme nunca a un hombre".
Entonces Abiatar convocó a todo el pueblo y clamó: "Hijos de Israel, escuchadme y abrid bien los oídos. Desde el momento en que Salomón construyó este templo, vivieron allí vírgenes, hijas de reyes, profetas, y sacerdotes. Pero cuando alcanzaban la mayoría de edad, se les daba a un hombre en matrimonio para que siguiera nuestro estilo de vida habitual. Así agradaban a Dios. Pero María ha inventado una nueva forma de vida. Ella ha prometido a Dios que siempre querrá permanecer virgen. Es por eso que ahora debemos pedir consejo a Dios y Él tendrá que responder a nuestra pregunta, sobre a quién podremos confiársela de manera segura".
Entonces, como en las anteriores versiones, se convocó a los varones de Israel, quienes pusieron sus bastones junto al altar. Pero el Sumo Sacerdote olvidó el de san José fuera, por lo cual, ninguna vara floreció. Entonces apareció un ángel y le avisó que no había tomado la vara de José. El sacerdote salió fuera, tomó la vara y la entregó a San José, y en ese momento, una paloma salió del bastón y se perdió en el cielo. Todo el pueblo felicitó a san José, aunque este protestó por ser viejo y tener hijos, incluso mayores que la esposa que se le daba. José admitió llevarla consigo, pero "hasta que Dios me aclare con quién de mis hijos debe casarse". El sacerdote dio a María 5 vírgenes para que la acompañaran hasta el matrimonio, advirtiendo a José que María sólo se casaría con él.
Aspecto fundamental
Como vemos, las versiones del hecho varían en numerosos detalles, como nombres o diálogos, pero coinciden en el aspecto fundamental: Aquella que Dios había elegido como Madre del Redentor debía ser protegida y casada con un hombre excepcional. Siendo María el Arca de la Nueva Alianza, correspondía que un Nuevo Patriarca la custodiase.
En la iconografía, el tema de los Desposorios ha sido recurrente desde el siglo XVI en adelante, normalmente en deliciosos anacronismos. Suelen aparecer ambos contrayentes entregándose anillos. Los símbolos de la vara florecida y la paloma igualmente son frecuentes. Como detalle curioso, en el siglo XVII los carmelitas recrearon la leyenda de san Agabo, un supuesto pretendiente de María, que habría roto su vara al no ser elegido para esposo de la Virgen Santísima. Ante esto, para consolarse, subió al Carmelo, donde levantó un templo para venerar a la Madre del Mesías.
+ SOBRE LOS DESPOSORIOS DE MARÍA Y JOSÉ
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