Era Romana y de familia rica. Rica en dinero y, sobre todo, en valores cristianos que Inés hizo suyos desde chiquitina, de tal manera que con doce años se consagró a Cristo.
Todo iba viento en popa pero, según nos cuenta la leyenda dorada, el diablo metió la cola e hizo que el hijo del prefecto quedara prendado de la belleza de Inés y la pidiera para esposa. Inés dijo que nones, que ya tenía un esposo que valía un potosí y, de ninguna manera le iba a ser infiel. Su nombre era Cristo.
Los padres de la santa tampoco estaban por la labor y dieron largas al asunto. El prefecto se cansó de esperar y, viendo que no había nada que hacer, acusó a Inés de ser una hechicera cristiana y la condenó a pasar una temporadita en una casa de prostitución, por haberse negado a dar culto a la diosa Vesta.
Allá la llevaron pero no contaban con que Inés tenía al mejor de los defensores, el Dios de Cielo y tierra en quien puso toda su confianza, que no permitió que nadie le tocase un pelo.
El siguiente paso fue el martirio que intentaron llevar a cabo primero a través del fuego, pero les falló la jugada por que sopló un viento de mil demonios que llevaba las llamas hacia los verdugos y los mirones que también salieron chamuscados. El único fuego que le llegó hasta el fondo del corazón fue el del Espíritu Santo que habitaba en ella. Finalmente el filo de una espada le dio a Inés la corona del martirio y la inmortalidad.
Sobre su tumba rezaba poco después, Emerenciana, su hermana de leche y allí también murió mártir. Su fiesta se celebra el día 23.
Inés significa corderita, pero las corderitas inmoladas, como hemos visto, fueron dos, por ello un rito antiguo perpetúa su memoria: en la mañana del 21 de Enero sobre el altar de la basílica se bendicen dos corderitos con cuya lana se harán los palios que el Papa impondrá a los nuevos arzobispos.
Todo iba viento en popa pero, según nos cuenta la leyenda dorada, el diablo metió la cola e hizo que el hijo del prefecto quedara prendado de la belleza de Inés y la pidiera para esposa. Inés dijo que nones, que ya tenía un esposo que valía un potosí y, de ninguna manera le iba a ser infiel. Su nombre era Cristo.
Los padres de la santa tampoco estaban por la labor y dieron largas al asunto. El prefecto se cansó de esperar y, viendo que no había nada que hacer, acusó a Inés de ser una hechicera cristiana y la condenó a pasar una temporadita en una casa de prostitución, por haberse negado a dar culto a la diosa Vesta.
Allá la llevaron pero no contaban con que Inés tenía al mejor de los defensores, el Dios de Cielo y tierra en quien puso toda su confianza, que no permitió que nadie le tocase un pelo.
El siguiente paso fue el martirio que intentaron llevar a cabo primero a través del fuego, pero les falló la jugada por que sopló un viento de mil demonios que llevaba las llamas hacia los verdugos y los mirones que también salieron chamuscados. El único fuego que le llegó hasta el fondo del corazón fue el del Espíritu Santo que habitaba en ella. Finalmente el filo de una espada le dio a Inés la corona del martirio y la inmortalidad.
Sobre su tumba rezaba poco después, Emerenciana, su hermana de leche y allí también murió mártir. Su fiesta se celebra el día 23.
Inés significa corderita, pero las corderitas inmoladas, como hemos visto, fueron dos, por ello un rito antiguo perpetúa su memoria: en la mañana del 21 de Enero sobre el altar de la basílica se bendicen dos corderitos con cuya lana se harán los palios que el Papa impondrá a los nuevos arzobispos.
Autor: Tino
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