Comentario de Julio González, S.F.
"Vayan a presentarse a los sacerdotes"
Muchos cristianos piensan que Jesús era un sacerdote, pero para las gentes de Nazaret, Cafarnaúm, Betsaida, Betania, Jerusalén, Jesús de Nazaret no fue un sacerdote. Para ser sacerdote tenía que haber nacido en una familia sacerdotal y sabemos que José de Nazaret no era sacerdote como lo era, por ejemplo, Zacarías, el padre de Juan Bautista.
No, Jesús de Nazaret no era sacerdote y, sin embargo, la Iglesia lo ha reconocido no sólo sacerdote sino Sumo y Eterno Sacerdote. Con ello, los cristianos desafiaban la manera de entender el sacerdocio tradicional del pueblo de Israel. El sacerdocio de Jesús era una novedad que hubiera escandalizado a los sacerdotes de su tiempo.
Reconocer que Jesús de Nazaret no pertenecía a la clase sacerdotal pero que su vida un verdadero sacerdote debe ayudarnos a descubrir nuestro propio sacerdocio.
Todos los bautizados participamos del sacerdocio de Jesús. Erróneamente, algunos piensan que los únicos sacerdotes de la Iglesia son los sacerdotes ordenados; de este modo, tenemos una iglesia de sacerdotes y laicos. Esta manera de pensar pone en evidencia una comprensión del sacerdocio que nada tiene que ver con el sacerdocio de Jesús. Si hacemos una Iglesia de clérigos y laicos, entonces, no podemos decir que Jesús era clérigo porque no lo fue; Jesús fue un laico.
Todos los bautizados participamos del único sacerdocio de Cristo; ahora bien, hay diferentes maneras de vivir nuestro sacerdocio. Permitidme esta extrapolación: los hombres tradicionalmente han vivido su masculinidad de dos maneras diferentes: como casados o como célibes. Nadie niega que ambos grupos, los casados y los célibes, sean hombres, sin embargo, la manera como los hombres vivimos nuestra condición es diferente: los casados como casados y los célibes como célibes; de igual manera ocurre con los bautizados: por el bautismo que hemos recibido todos participamos del sacerdocio de Cristo pero unos viven su sacerdocio desde su condición de casados, otros desde su condición de ordenados y otros desde su opción de célibes sin estar ordenados.
Decir que Jesús es Sacerdote sin explicar que para sus contemporáneos no lo fue puede llevar a algunos a creer que perteneció a una institución sacerdotal de la que, en realidad, nunca formó parte.
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