lunes, 19 de agosto de 2024

Libro de Josué 8,1-35: Conquista de Ay

Libro de Josué 
LA CONQUISTA DE AY
Eclo 46,2

Capítulo 8
Orden dada a Josué

1 El Señor dijo a Josué: –No temas ni te acobardes. 
    Vete con tu ejército a atacar Ay, que yo te pongo en las manos a su rey, 
    su gente, la ciudad y sus campos. 
2 Trata a la ciudad y a su rey como trataste a Jericó y a su rey. 
   Sólo se llevarán el botín y el ganado. Pon emboscadas al otro lado del pueblo. 
3 Josué y su ejército prepararon el ataque de Ay. 
   Josué escogió treinta mil soldados y los envió durante la noche 
4 con estas instrucciones: –Presten atención, ustedes estarán emboscados detrás del pueblo, 
   pero sin alejarse mucho, manténganse alerta; 
5 yo y los míos nos acercaremos. Cuando el enemigo salga contra nosotros, 
   como la primera vez, huiremos ante ellos; 
6 ellos saldrán detrás, pensando que huimos como la primera vez, 
   y así lograremos alejarlos del pueblo. 
7 Entonces salgan de la emboscada y apodérense de la ciudad –el Señor se las entregará– 
8 y en cuanto la ocupen, la incendiarán. Hagan lo que ha dicho el Señor. Éstas son mis órdenes. 
9 Los despachó, y fueron a ubicarse en el lugar de la emboscada entre Betel y Ay, al oeste de Ay. 
   Josué pasó aquella noche entre la tropa. 
10 Se levantó temprano, pasó revista a la tropa y marchó contra Ay. 
     El iba a la cabeza, con los ancianos de Israel. 
11 Todos los soldados que los acompañaban fueron acercándose a Ay, hasta llegar frente a ella, 
     y acamparon al norte, dejando el valle entre ellos y el pueblo. 
12 Josué había tomado unos cinco mil hombres y los había emboscado entre Betel y Ay, 
     al oeste de la villa. 
13 El grueso del ejército acampó al norte, la retaguardia al oeste de la villa. 
     Josué fue aquella noche hasta la mitad del valle. 

Batalla de Ay

14 Cuando el rey de Ay lo descubrió, despertó a toda prisa a la gente 
     y salió con su ejército a presentar batalla a Israel, en la bajada frente al desierto, 
     sin saber que le habían tendido una emboscada detrás de la ciudad. 
15 Josué y los israelitas cedieron ante ellos y emprendieron la fuga camino del desierto. 
16 Los de Ay salieron gritando tras ellos y persiguieron a Josué, alejándose de la ciudad; 
17 no quedó uno en Ay que no saliera en persecución de los israelitas 
     y por perseguirlos dejaron la ciudad desguarnecida. 
18 El Señor dijo a Josué: –Extiende en dirección de Ay la lanza que llevas en la mano, 
     porque la entrego en tu poder. 
19 Josué extendió en dirección de Ay la lanza que llevaba en la mano, 
     y los de la emboscada salieron corriendo de sus posiciones, entraron en la ciudad, 
     la ocuparon y la incendiaron en seguida. 

Desastre de la gente de Ay

20 Los de Ay se volvieron a mirar y vieron que subía de la ciudad una humareda hasta el cielo 
     y que no tenían escapatoria por ninguna parte, porque los que habían huido hacia el desierto 
     se volvieron contra sus perseguidores. 
21 Ya que Josué y los israelitas, viendo que los de la emboscada habían incendiado la ciudad, 
     por la humareda que subía, se dieron la vuelta y atacaron a los de Ay 
22 y por su parte los de la emboscada salieron de Ay a su encuentro, 
     y así se vieron encerrados entre dos ejércitos israelitas. 
     Israel los derrotó hasta no dejarles un superviviente ni un fugitivo. 
23 Al rey de Ay lo apresaron vivo y se lo llevaron a Josué. 
24 Cuando los israelitas acabaron de matar a todos los de Ay que habían salido a campo abierto 
     en su persecución, haciéndolos caer a todos a filo de cuchillo, hasta el último, 
     se volvieron contra Ay y pasaron a cuchillo a sus habitantes. 
25 Las bajas de aquel día fueron doce mil entre hombres y mujeres, toda gente de Ay. 

El anatema y la ruina

26 Josué tuvo extendido el brazo con la lanza hasta que exterminaron a todos los de Ay. 
27 Los israelitas se llevaron sólo el ganado y el botín, como había ordenado el Señor a Josué. 
28 Josué incendió la ciudad, reduciéndola a un montón de escombros, que dura hasta hoy. 
29 Al rey de Ay lo ahorcó de un árbol y lo dejó allí hasta la tarde; 
     al ponerse el sol mandó bajar del árbol el cadáver, 
     lo tiraron junto a la puerta de la ciudad y lo cubrieron con un montón enorme de piedras, 
     que se conserva hasta hoy. 

SACRIFICIO Y LECTURA DE LA LEY SOBRE EL MONTE EBAL
El altar de piedras sin labrar

30 Entonces levantó Josué un altar al Señor, Dios de Israel, en el monte Ebal, 
31 como había mandado Moisés, siervo del Señor, a los israelitas 
     –está escrito en el libro de la ley de Moisés–: un altar de piedras enteras, no labradas a hierro, 
     y ofrecieron sobre él holocaustos y sacrificios de comunión. 

Lectura de la Ley

32 Allí escribió Josué sobre las piedras una copia de la ley 
     que Moisés había escrito en presencia de los israelitas. 
33 Todo Israel, los ancianos, los escribas y los jueces estaban a ambos lados del arca, 
     frente a los sacerdotes levitas portadores del arca de la alianza del Señor. 
     Tanto el extranjero como el nativo: la mitad hacia el monte Garizín, 
     la otra mitad hacia el monte Ebal, 
     como había mandado Moisés, siervo del Señor, 
     cuando bendijo por primera vez al pueblo israelita. 
34 Josué leyó todo el texto de la ley, bendiciones y maldiciones, 
     tal como está escrito en el libro de la Ley. 
35 De cuanto prescribió Moisés no quedó ni una palabra 
     que Josué no leyera ante la asamblea de Israel, 
     incluidos niños, mujeres y los extranjeros que iban con ellos. 

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