Sufrimiento y confianza
Domingo de Ramos: ciclos A, B y C
4 Mi Señor me ha dado una lengua de discípulo, para saber decir al abatido una palabra de aliento.
Cada mañana me despierta el oído, para que escuche como un discípulo.
5 El Señor me abrió el oído: yo no me resistí ni me eché atrás:
6 ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que me arrancaban la barba;
no me tapé el rostro ante ultrajes y salivazos.
7 El Señor me ayuda, por eso no me acobardaba; por eso endurecí el rostro como piedra,
sabiendo que no quedaría defraudado.
8 Tengo cerca a mi defensor, ¿quién pleiteará contra mí? Comparezcamos juntos.
¿Quién tiene algo contra mí? Que se me acerque.
9 Miren, el Señor me ayuda, ¿quién me condenará?
Miren, todos se gastan como ropa, los roe la polilla.
10 ¿Quién de ustedes respeta al Señor y obedece a su siervo?
Aunque camine en tinieblas, sin un rayo de luz, que confíe en el Señor y se apoye en su Dios.
11 Atención, ustedes, los que atizan el fuego y preparan flechas encendidas:
caerán a la hoguera de su fuego, bajo las flechas que han encendido.
Así los tratará mi mano, quedarán tendidos en el tormento.
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