El culto auténtico
(Jr 7; Sal 50)
1 Así dice el Señor: El cielo es mi trono, y la tierra, el estrado de mis pies:
¿Qué templo podrán construirme o qué lugar para mi descanso?
2 Todo esto lo hicieron mis manos, y así existió todo esto –oráculo del Señor–.
2 Todo esto lo hicieron mis manos, y así existió todo esto –oráculo del Señor–.
Pero en ése pondré mis ojos: en el humilde y en el abatido que se estremece ante mis palabras.
3 Hay quien inmola un toro, y es como si matara a un hombre; hay quien sacrifica una oveja,
3 Hay quien inmola un toro, y es como si matara a un hombre; hay quien sacrifica una oveja,
y es como si desnucara un perro; hay quien trae una ofrenda, y es como si fuera sangre de cerdo;
hay quien inciensa invocando, y es como si bendijera a un ídolo.
Todos ellos eligieron su camino y escogieron sus prácticas idolátricas,
4 pues yo también elegiré sus castigos y les mandaré lo que más temen;
4 pues yo también elegiré sus castigos y les mandaré lo que más temen;
porque llamé, y nadie contestó; hablé, y no escucharon;
hicieron lo que no me agrada, escogieron lo que no quería.
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