viernes, 23 de febrero de 2018

SAN POLICARPO, por Celestino Hueso, SF


Hay santos que desde niños tienen la ilusión de ser mártires y no se les da, por ejemplo Santa Teresa; a san Policarpo le pasaba justamente lo contrario, sentía pavor a morir entre los dientes de las fieras, por eso prefirió siempre esconderse prudentemente. Era anciano y no quería fallar en un momento de debilidad.

Como era de esperar en una época de persecución al cristianismo, no tuvo suerte, fue detenido y se le invitó a adorar a los dioses. La respuesta de nuestro santo fue de valiente “He servido a Cristo durante 86 años y nunca me ha hecho ningún mal ¿cómo podría traicionar ahora a mi rey que me ha redimido?”

Fue condenado a la hoguera. Dice la leyenda aurea que las llamas hicieron un círculo a su alrededor mientras oraba diciendo “Bendito seas siempre, oh Señor; que tu nombre adorable sea glorificado por todos los siglos, por Jesucristo pontífice eterno y omnipotente, y que se te rinda todo el honor con él y con el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos"

Como la hoguera no estaba por la labor de churrascarlo, finalmente, tuvo que ser rematado con una lanzada. Ocurría el 23 de Febrero del año 155.

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