Celebramos hoy a Santa Brígida de Siena, una de las tres santas mujeres a las que el también santo papa Juan Pablo II declaró patrona de Europa junto a Santa Catalina de Siena y a Teresa Benedicta de la Cruz el 1 de octubre del año 1999 mediante carta apostólica en forma motu proprio, engrosando así una nómina en la que ya militaban San Benito de Nursia y los hermanos San Cirilo y San Metodio.
Deja claro el papa el hecho de que la elección es personal: “El motivo que ha orientado específicamente mi opción por estas tres santas se halla en su vida misma”. Y destaca que se haya dirigido su elección hacia tres mujeres:
“Considero particularmente significativa la opción por esta santidad de rostro femenino, en el marco de la tendencia providencial que, en la Iglesia y en la sociedad de nuestro tiempo, se ha venido afirmando, con un reconocimiento cada vez más claro de la dignidad y de los dones propios de la mujer. En realidad, la Iglesia, desde sus albores, no ha dejado de reconocer el papel y la misión de la mujer, aun bajo la influencia, a veces, de los condicionamientos de una cultura que no siempre la tenía en la debida consideración”.
Por lo que hace a la que hoy festejamos, Brígida nace en Uppland 1303, en el seno de una aristocrática familia. Es su padre Birger Persson, gobernador de Uppland, pariente del rey y uno de los grandes terratenientes del país. Es su madre Ingeborg Bengtsdotter, a la que pierde a la temprana edad de doce años. Brígida recibe una piadosa educación que dirige su tía y que continuará toda su vida gracias al contacto con los hombres más importantes de su época y de su entorno, así el teólogo Nicolás Hermanni, después obispo de Linköping, así Matías, canónigo de Linköping, así Pedro de Alvastrâ o Pedro Magister, exhibiendo ya desde su infancia una acendrada religiosidad que le lleva a tener incluso apariciones. Tan pronto como a los trece años de edad, Brígida es unida en matrimonio con Ulf Gudmarsson, al que dará hasta ocho hijos, la cuarta de ellos nada menos que Santa Catalina de Suecia.
Trasladada a la corte de Magnus Eriksson, Brígida va a ejercer sobre el rey una gran influencia. Con unos cuarenta años, hace la peregrinación a Santiago de Compostela en compañía de su marido, que enferma durante la misma y morirá poco después, en 1344, en el monasterio cistercense de Alvastrâ en Gothland del este.
Una vez viuda, Brígida se da por entero a la vida religiosa. Se reiteran sus apariciones, entre las cuales la del mismísimo Jesucristo. Escribe las revelaciones que recibe, traducidas al latín por Matías Magister y el Prior Pedro. Y funda una congregación religiosa, las Brigitas u Orden del Santo Salvador, confirmada por el Papa Urbano V en 1370.
En 1349 viaja a Roma, donde va a residir ya hasta su muerte, no sin realizar una nueva peregrinación, esta vez a Tierra Santa, en 1373. A las gestiones de Brígida cabe atribuir buena parte del regreso del papado desde Avignon a Roma, en tiempos de Gregorio XI (1370-1378).
Fallecida en 1373 a la edad de setenta años, Brígida no tardará en ser canonizada, cosa que lleva a cabo el 7 de octubre de 1391 el Papa Bonifacio IX.
Fuente: religionenlibertad.com
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