viernes, 24 de mayo de 2013

SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD, C, por Mons. Francisco González, S.F.

Altar (detalle)
Centro de Espiritualidad San José Manyanet
Barcelona, España

Proverbios 8, 22-31
Salmo 8: Señor, dueño nuestro, 
¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Romanos 5, 1-5
Juan 16, 12-15


Proverbios 8, 22-31

Así dice la sabiduría de Dios: "El Señor me estableció al principio de sus tareas, "al comienzo de sus obras antiquísimas. En un tiempo remotísimo fui formada, antes de comenzar la tierra. Antes de los abismos fui engendrada, antes de los manantiales de las aguas. Todavía no estaban aplomados los montes, antes de las montañas fui engendrada. No había hecho aún la tierra y la hierba, ni los primeros terrones del orbe. Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba la bóveda sobre la faz del abismo; cuando sujetaba el cielo en la altura, y fijaba las fuentes abismales. Cuando ponía un límite al mar, cuyas aguas no traspasan su mandato; cuando asentaba los cimientos de la tierra, yo estaba junto a él, como aprendiz, yo era su encanto cotidiano, todo el tiempo jugaba en su presencia: jugaba con la bola de la tierra, gozaba con los hijos de los hombres."

Salmo 8: Señor, dueño nuestro, 
¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!

Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
el ser humano, para darle poder?
R. Señor, dueño nuestro, 
¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos.
R. Señor, dueño nuestro, 
¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!

Todo lo sometiste bajo sus pies:
rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar.
R. Señor, dueño nuestro, 
¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!

Romanos 5, 1-5

Hermanos: Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos; y nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios. Más aún, hasta nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce constancia, la constancia, virtud probada, la virtud, esperanza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.

Juan 16, 12-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará."

Comentario por Mons. Francisco González, S.F.

En todas las culturas se trata de facilitar al individuo a que entre a participar en su colectivo de acuerdo con unas normas que le guíen a tener una existencia digna y sin grandes sobresaltos. En los pueblos encontramos esos dichos, esa "sabiduría popular" que enseña al individuo, ya desde la infancia, a integrarse en su medioambiente.

Esos proverbios o refranes corresponden a una visión determinada del cosmos y de la vida. El Pueblo de Dios que también tiene su sabiduría popular, ha llegado a discernir también la Sabiduría con mayúscula, la que viene de Dios y que la primera lectura describe como procedente de Dios; posteriormente se declara estar junto a Él, y divirtiéndose en medio de la creación. La sabiduría, al proceder de Dios, imparte sensatez al hombre para que éste pueda integrarse sabiamente en la creación que Dios originó.

La fiesta de la Santísima Trinidad que hoy celebramos, es una de las mejores ocasiones para darnos cuenta, como muy bien se ha dicho, de que hablar de Dios y de su misterio equivale a balbucear. El balbucear, muy propio de los niños, es tal vez una de las mejores formas de acercarnos a Dios, de no tratar tanto de hablar de Él, sino más bien de contemplarlo, para dejarse envolver y penetrar por esa luz que viene de Él.

En la primera lectura se nos habla de la sabiduría; en el evangelio, parte todavía del "discurso de despedida" de Jesús, habla del "Espíritu de la Verdad que les revelará toda la verdad" podría uno pensar que este Espíritu va a facilitar simplemente una abundancia de conocimientos acerca de Dios, de hechos y verdades, sin embargo creo que hay algo más, mucho más, pues en la segunda lectura encontramos que San Pablo, al escribir a los Romanos hace una precisión muy importante: "…Porque el amor que Dios nos tiene se ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que Él nos ha dado". En otras palabras, el Espíritu más que ha de llenarnos la cabeza de ideas, ha venido para inflamar nuestros corazones con el fuego del amor.

Tal vez la sabiduría popular, la devoción del pueblo nos puedan hacer reflexionar al haber desarrollado, aceptado y practicado la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.

Por la fe, nos dice San Pablo, conseguimos la salvación. ¿Qué quiere decir el apóstol en este pasaje que hoy leemos? El cristiano que por la fe tiene acceso a la salvación disfruta de paz, no solamente tranquilidad y serenidad de espíritu, sino más bien una positiva relación con Dios; adquiere la esperanza para no desesperar ante las dificultades presentes y está abierto a un futuro glorioso y por último señala Pablo el amor de Dios al hombre, el cristiano se sabe amado por Dios y como prueba de ello conoce muy bien el hecho de que Dios mandó a su Hijo para redimir a ese hombre y volverlo al círculo de amistad con Dios mismo.

En la fiesta de la Santísima Trinidad podemos muy bien proclamar ese tema también trinitario: fe, esperanza y amor.

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