martes, 12 de julio de 2022

Mateo 11:25-27: Hijo y Profeta, por Julio González, SF


En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.»

Comentario por Julio González, SF:
"Hijo y Profeta"

Estas palabras nos muestran al Jesús, Hijo (“Te doy gracias, Padre...”), y al Jesús, profeta (“... porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños”). Los bautizados no podemos adorar al Hijo y no seguir al profeta. A veces, podemos dar la impresión de adorar al Hijo, sin prestar atención al profeta; y, también, lo contrario: los conflictos inmediatos nos absorben de tal manera que olvidamos que nuestras soluciones y expectativas no van más allá de una perspectiva temporal y pasajera.

Algunos "sabios e inteligentes" se escandalizaron al escuchar las palabras de Jesús. ¿Por qué?

La sociedad en la que vivió Jesús entendía la sabiduría y la inteligencia como dones de Dios. Los maestros de la ley, sacerdotes, escribas, etc., se veían a sí mismos más cerca de Dios que de sus conciudadanos porque muchos de ellos eran ignorantes e idólatras.

“Te doy gracias, Padre, (...) porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños”, con estas palabras Jesús muestra la tensión que existía en la sociedad en que vive.

A veces rezamos a Dios como si las solución a los conflictos del mundo dependiera de Él..., y de un grupo muy reducido de personas influyentes. La solución a los males de nuestra sociedad —nos dice Jesús—, está en todos nosotros, sobre todo, en la gran mayoría de gente humilde y sencilla: los pequeños del evangelio.

En aquella sociedad los inteligentes y sabios eran también los poderosos; es decir, los que aparentemente podían presionar para terminar con las injusticias; sin embargo, la sabiduría e inteligencia que dicen tener están cegadas por sus propios intereses, derechos y privilegios. Por eso, la sabiduría de Dios no se dirije hacia ellos sino hacia los pequeños que deben vivir día a día confiando en la misericordia de Dios.

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