sábado, 17 de diciembre de 2011

Cuarto domingo de Adviento, B: "¿Me vas a edificar tú una casa para que yo habite?" (2Sam 7,5), por Mons. Francisco Gonzalez, Obispo Auxiliar de Washington D.C.

2 Samuel 7,1-5.8b-12.14a.16
Salmo 88,2-5.27.29
Romanos 16,25-27
Lucas 1,26-38



Tenemos una interesante lectura para el comienzo de nuestra Liturgia de la Palabra. Encontramos a David y su consejero Natán dialogando. David informa al profeta que ha decidido construir un gran templo a Yahvé pues no es justo que él viva en una casa de cedro y el arca del Señor en una tienda. El profeta le anima a que así lo haga.

Pero las cosas no terminan ahí. Aquella noche Dios habla a Natán y le pide que informe a David que eso no sucederá, que de templo nada por ahora, y le recuerda que si David es algo, no ha sido por propios méritos, sino porque Dios así lo ha querido, Dios es el que lo ha hecho grande, famoso y victorioso.

Construimos casas a Dios, como si quisiéramos señalarle el lugar exacto dónde debe quedarse, cuando lo que a Dios parece gustarle más es residir en las actitudes de los hombres y mujeres de siempre, Él quiere que le veamos en la sencillez de los pequeños, en el entendimiento de la gente, en el perdonarse entre los mayores, en la sonrisa de los bebés, en las lágrimas de los enfermos, en las caras tristes de los rechazados, en las inquietudes de los ricos, en las fatigas de los políticos trabajando por la paz y la justicia, en las manos callosas del trabajador.

¿Permitimos a Dios residir aquí en su mundo, en cada una de sus criaturas?

En varias ocasiones he leído en los periódicos locales y visto noticieros durante esta época que hablan sobre la depresión, algo que parece darse con cierta frecuencia durante estos tiempos de preparación y celebración de las Navidades. Gracias a Dios estos reportajes no solo se quedan en el diagnóstico, porque también ofrecen algunas sugerencias para combatir dicho estado de ánimo cuando entrevistan a los expertos en estas materias.

Hoy, al leer el evangelio de este domingo me doy cuenta de que su lectura y reflexión nos puede ser de gran consolación.

Dios cumple la promesa que había hecho a David (1 lectura). El relato de la Encarnación ha sido uno de los temas religiosos que ha servido de inspiración a un gran número de artistas. Como muy bien dice Juan Apecechea, este relato de Lucas "está lleno de emoción, belleza, armonía y trascendente profundidad". Yo añadiría y "desbordante de esperanza para la humanidad".

Dios se declara solidario del ser humano al hacerse uno de ellos, uno con ellos. Dios se hace nuestro compañero, nuestro hermano.

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