Mateo 7,21-29
Sólo Jesús el fundamento seguro, las apariencias no ayudan, y esto se ve también en el confesionario, donde quien se reconoce pecador, débil y deseoso de salvación, demuestra que tienen una vida basada en la roca, porque cree que Jesús será su salvación.
El Papa puso un ejemplo muy conocido por los jesuitas y por los conocedores de la historia de España: la conversión en el siglo XVI de san Francisco de Borja ante el cadáver, ya maloliente, de la emperatriz Isabel a la que tanto había querido y a la que había prometido servir.
"Este ex caballero de la corte, ante el cuerpo ya deshecho de la emperatriz Isabel, tomó conciencia de la caducidad y de la vanidad de las cosas terrenales y eligió al Señor y llegó a ser santo", explicó el Papa. "Nunca más servir a señor que pueda morir", dice Francisco de Borja ante el cadáver de Isabel, como recoge la teleserie Carlos Rey Emperador
Jesús propone la roca firme
El texto bíblico del día era “el elogio de la solidez” (Mt 7, 21.24-27) en el que Jesús compara al hombre sabio con el necio. Uno pone al Señor como fundamento de su vida, construyendo su propia casa sobre la roca, mientras el otro no escucha la Palabra de Dios y vive de las apariencias, construyendo así su propia casa sobre un fundamento débil, como puede ser la arena.
¿Dónde está la roca y dónde está la arena? "La roca. Así es el Señor. Quien se encomienda al Señor siempre estará seguro, porque sus cimientos están en la roca. Es lo que Jesús dice en el Evangelio. Habla de un hombre sabio que construyó su casa sobre una roca, es decir, sobre la confianza en el Señor, sobre cosas serias. Y también esta confianza es un material noble, porque el fundamento de esta construcción de nuestra vida es seguro, es fuerte", exhortó.
Sabio es, por lo tanto, quien construye sobre la roca, a diferencia del necio –prosiguió explicando Francisco – que es aquel que elige la “arena que se mueve” y que es arrastrada por el viento y la lluvia. También es así en la vida cotidiana, en los edificios que se construyen sin buenos cimientos y luego se derrumban.
No basta con un retoque cosmético,
de maquillaje y apariencia
Nuestra vida también puede ser así, cuando mis cimientos no son fuertes. Llega la tempestad – y todos nosotros tenemos tempestades en nuestras vidas, todos, desde el Papa hasta el último, todos – y no somos capaces de resistir.
"Y muchos dicen: “No, yo cambiaré mi vida” y piensan que cambiar de vida es usar maquillaje. Cambiar de vida es ir a cambiar los fundamentos de la vida, es decir, poner la roca que es Jesús.
“Yo querría restaurar esta construcción, este edificio, porque es muy feo, muy feo y yo querría embellecerlo un poco y también asegurar los cimientos”. Pero si voy a maquillarme nuevamente, la cosa no va hacia adelante: caerá. Con las apariencias, la vida cristiana cae".
La oración a la que el Papa nos invita a cada uno de nosotros en este día de Adviento es pensar en el fundamento que damos a nuestra vida, ya sea la roca sólida o la arena vana, pidiendo al Señor la gracia de saber discernir.
Sólo Jesús el fundamento seguro, las apariencias no ayudan, y esto se ve también en el confesionario, donde quien se reconoce pecador, débil y deseoso de salvación, demuestra que tienen una vida basada en la roca, porque cree que Jesús será su salvación.
El Papa puso un ejemplo muy conocido por los jesuitas y por los conocedores de la historia de España: la conversión en el siglo XVI de san Francisco de Borja ante el cadáver, ya maloliente, de la emperatriz Isabel a la que tanto había querido y a la que había prometido servir.
"Este ex caballero de la corte, ante el cuerpo ya deshecho de la emperatriz Isabel, tomó conciencia de la caducidad y de la vanidad de las cosas terrenales y eligió al Señor y llegó a ser santo", explicó el Papa. "Nunca más servir a señor que pueda morir", dice Francisco de Borja ante el cadáver de Isabel, como recoge la teleserie Carlos Rey Emperador
Jesús propone la roca firme
El texto bíblico del día era “el elogio de la solidez” (Mt 7, 21.24-27) en el que Jesús compara al hombre sabio con el necio. Uno pone al Señor como fundamento de su vida, construyendo su propia casa sobre la roca, mientras el otro no escucha la Palabra de Dios y vive de las apariencias, construyendo así su propia casa sobre un fundamento débil, como puede ser la arena.
¿Dónde está la roca y dónde está la arena? "La roca. Así es el Señor. Quien se encomienda al Señor siempre estará seguro, porque sus cimientos están en la roca. Es lo que Jesús dice en el Evangelio. Habla de un hombre sabio que construyó su casa sobre una roca, es decir, sobre la confianza en el Señor, sobre cosas serias. Y también esta confianza es un material noble, porque el fundamento de esta construcción de nuestra vida es seguro, es fuerte", exhortó.
Sabio es, por lo tanto, quien construye sobre la roca, a diferencia del necio –prosiguió explicando Francisco – que es aquel que elige la “arena que se mueve” y que es arrastrada por el viento y la lluvia. También es así en la vida cotidiana, en los edificios que se construyen sin buenos cimientos y luego se derrumban.
No basta con un retoque cosmético,
de maquillaje y apariencia
Nuestra vida también puede ser así, cuando mis cimientos no son fuertes. Llega la tempestad – y todos nosotros tenemos tempestades en nuestras vidas, todos, desde el Papa hasta el último, todos – y no somos capaces de resistir.
"Y muchos dicen: “No, yo cambiaré mi vida” y piensan que cambiar de vida es usar maquillaje. Cambiar de vida es ir a cambiar los fundamentos de la vida, es decir, poner la roca que es Jesús.
“Yo querría restaurar esta construcción, este edificio, porque es muy feo, muy feo y yo querría embellecerlo un poco y también asegurar los cimientos”. Pero si voy a maquillarme nuevamente, la cosa no va hacia adelante: caerá. Con las apariencias, la vida cristiana cae".
La oración a la que el Papa nos invita a cada uno de nosotros en este día de Adviento es pensar en el fundamento que damos a nuestra vida, ya sea la roca sólida o la arena vana, pidiendo al Señor la gracia de saber discernir.
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