Al hombre que presento hoy podrían tenerlo como patrón los banqueros. No era un ricachón de la época. No; sino todo lo contrario, era un esclavo, pero un esclavo con un corazón tan grande que su amo lo nombró administrador de sus bienes.
La cosa pintó en bastos y perdió media fortuna de su dueño. Y, como era de esperar, fue a dar con sus huesos en la cárcel. Cuando salió consiguió recuperar todo lo perdido y su dueño Carpóforo le dio la libertad y se convirtió en un gran administrador de todo lo que se puso en sus manos. Y en un gran creyente y administrador de la fe.
Lo nombraron Papa y se convirtió en el Papa Francisco del siglo III. Lo que el alma es para el cuerpo fue Calixto para el mundo. Por eso lo odiaban los gerifaltes y quienes tenían ínfulas de grandeza.
Tertuliano e Hipólito (los sabihondos de la época) lo condenaron por perdonar a los adúlteros arrepentidos. Finalmente los enemigos de la fe y las buenas obras lo arrojaron de cabeza a un pozo. Lo que no sabían es que en el fondo había una escalera que iba derechita al cielo. Por ella subió San Calixto.
+ SOBRE SAN CALIXTO I
No hay comentarios:
Publicar un comentario