sábado, 21 de enero de 2017

Hebreos 9:2-3.11-14: Sacrificio perfecto de Cristo

Hebreos 9:2-3.11-14
Sábado de la 2 Semana del Tiempo Ordinario, Año I

La tienda tenía un primer recinto, llamado “santo”, donde se hallaban el candelabro y la mesa con los panes presentados. Detrás de la segunda cortina se hallaba el recinto llamado “Santo de los Santos”. Pero Cristo ha venido como Sumo Sacerdote de los bienes definitivos. Su templo es más grande y más perfecto, no fabricado por mano de hombre, es decir, no de este mundo. Y penetró en el santuario una vez para siempre, no con sangre de machos cabríos ni de novillos, sino con su propia sangre, consiguiendo una liberación definitiva. Pues si la sangre de machos cabríos y de toros y la ceniza de una becerra santifican con su aspersión a los contaminados, en orden a la purificación de la carne, ¡cuánto más la sangre de Cristo, que por el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios, purificará de las obras muertas nuestra conciencia para rendir culto al Dios vivo!

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