jueves, 18 de julio de 2013

La doctrina social de la Iglesia y el capitalismo. Actitudes de los papas por Agustín Ortega , Centro Loyola e ISTIC (artículo resumido)


Ha causado revuelo el mensaje moral y social de la iglesia, en este caso, del papa Francisco sobre "el capitalismo salvaje como causante de la crisis"(21 de Mayo 2013, Roma).

No es la primera vez que un papa crítica el capitalismo. En 1931, en el contexto de la grave crisis de 1929, Pío XI decía sobre el capitalismo: "Hemos examinado la economía actual y la hemos encontrado plagada de vicios" (Quadragesimo Anno, n. 28). Esta enseñanza la profundizaría Pablo VI en su encíclica Populorum Progressio, en el año 1967.

Como señalan estudiosos de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), la Iglesia ha criticado los sistemas injustos. Muchas veces se ha manipulado esta DSI. La iglesia se ha opuesto a los principios del comunismo y también del capitalismo.

En la encíclica social de Juan Pablo, en 1991, la Centesimus Annus (CA), se tergiversó un pasaje, (el n. 42), para decir que el papa justificaba el capitalismo. Nada más lejos de la realidad. Algunos mezclaron cosas como que la iglesia y el papa acepta la economía de libre mercado —que es cierto—, confundiendo esta libertad económica con el capitalismo, que es muy distinto.

Juan Pablo II, en el n. 42 de la CA, se resiste a identificar capitalismo con economía libre. Al final del n. 42, Juan Pablo II se opone al capitalismo y a su fanatismo de mercado. Aunque haya fracasado el comunismo, que según el papa es un capitalismo de estado, Juan Pablo II no acepta tampoco el capitalismo como alternativa (CA 35).

El capitalismo es inhumano porque da prioridad a las cosas sobre las personas y margina a los pobres (CA 34). El papa Juan Pablo II denuncia que la ideología liberal-burguesa antepone el individualismo a la dignidad del ser humano (CA 33, 35 y 42).

Benedicto XVI sigue el mismo camino y nos dice que "tanto el capitalismo como el marxismo prometieron encontrar el camino para crear de estructuras justas y afirmaron que éstas, una vez establecidas, funcionarían por sí mismas. Esta promesa ideológica se ha demostrado que es falsa" (Aparecida, 4).

En su último Mensaje de la Paz, Benedicto XVI denunciaba el descontrol del capitalismo, hoy sobre todo financiero, que causa "alarma por la creciente desigualdad entre ricos y pobres, por el predominio de una mentalidad egoísta e individualista" (n. 1). El papa clamaba por "un nuevo modelo económico, ya que el que ha prevalecido en los últimos decenios valora a las personas sólo por su capacidad de responder a las exigencias de la competitividad" (n. 5). El Catecismo de la Iglesia rechaza el capitalismo ya que promueve "el individualismo y la primacía de la ley de mercado sobre el trabajo humano" (n. 2425).

Los principios y valores de la DSI van en contra del capitalismo. La DSI enseña que no se puede vivir en la codicia y en la riqueza. La solidaridad no es solo compartir y distribuir lo superfluo, lo que nos sobra, sino incluso lo que necesitamos para vivir, como nos recuerda el Vaticano II (GS 69) y Juan Pablo II (SRS 31).

El individualismo neo-liberal es una falsificación de la libertad cristiana, la cual consiste en comprometerse por la solidaridad con los pobres. La economía y el mercado se deben situar en el marco moral del bien común, la solidaridad y la justicia con los pobres (Catecismo, 2425).

El destino universal de los bienes está por encima de la propiedad privada, que es para todos y tiene un carácter social, como nos enseña el Vaticano II (GS 69) y Juan Pablo II (LE 14). De ahí una clave esencial de la DSI, como es el trabajo y un salario digno para las personas y sus familias (LE 19) porque el trabajo, la realización y dignidad del trabajador tiene prioridad sobre el capital (beneficio, medios de producción..., LE 13).

La economía financiera especulativa y usurera es inmoral, con sus créditos e intereses abusivos y nada éticos. Por eso, debe dejar paso a una economía que sirva al trabajo, al empleo y al desarrollo integral, como ya manifestaba León XIII (RN 1), Juan Pablo II (CA 43), el reciente compendio de DSI (369-72) y continuaría enseñando Benedicto XVI (CIV 65).

La DSI pertenece a la misión evangelizadora de la iglesia, a la enseñanza de la iglesia sobre el ser humano. La DSI no es solo una teoría o enseñanza sino un estimulo en el compromiso por el bien común y la justicia con los pobres. Los pobres son los principales protagonistas de la misión, tal como nos enseña la tradición de la iglesia, el Vaticano II (LG 8, AA 8) y los obispos españoles (IP 9 y 132). La vida y dignidad de toda persona se enraíza en el Dios Trinitario. La Trinidad es la fuente y modelo de solidaridad, de compromiso por el bien común, la paz y la justicia con los pobres.

Es posible otro mundo si creemos en la esperanza. Si los cristianos, tenemos fe en la Pascua y Resurrección de Jesús, en la vida eterna. Si seguimos a Jesús acogiendo el don de su salvación liberadora en el amor fraterno, en la paz y la justicia que se anticipa ya en la historia y que vencerá a toda injusticia, mal y muerte.

Como testimoniaron lo santos y testigos de la fe, como nos testificaron todos estos queridos Papas, sucesores de Pedro, hasta llegar al Papa Francisco, Pastor y Profeta del Pueblo de Dios.

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