sábado, 4 de enero de 2014

Juan 1,1-18: El prólogo de Juan, por M Dolors Gaja, MN


Juan 1,1-18
Misa del día de Navidad
Navidad: 31 de diciembre
2 Domingo de Navidad

En principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. [Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.] La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. [Juan da testimonio de él y grita diciendo: "Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."" Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.]

— Comentario de M. Dolors Gaja, MN.

Para acercarnos al evangelio de este domingo es preciso cambiar el chip. No se nos va a narrar ninguna parábola, no se nos va a explicar ningún hecho de Jesús. Se nos va a invitar a cantar, con los primeros cristianos, nuestra fe en Jesús.

Lo que se llama “prólogo de Juan” pues está al comienzo de su evangelio es un himno antiquísimo de la primera comunidad cristiana.

Dice Bouyer: El prólogo de san Juan es el más bello de los himnos cristianos primitivos. Una belleza que no es sino el resplandor de la verdad; una belleza que une el tiempo con la eternidad, porque nos muestra en una sola visión el estado eterno del Verbo y el hecho temporal de su venida.

Este precioso himno se rezaba sobre enfermos y recién bautizados y muchos llevaban un fragmento del texto en su pecho, a modo de filacteria judía. Es un texto amado por los cristianos. Amado y cantado, sentido y vivido. Resume solemnemente toda la teología pues se alude al Génesis, a las etapas de la Revelación y a la plenitud de los tiempos, que llega con Jesús.

ETERNIDAD E HISTORIA SE ENTRELAZAN. Una de las características que más llaman la atención es la capacidad de “mezclar” conceptos sublimes con hechos cronológicos. Tras situarnos en el principio, en el origen, se contrapone luz y tinieblas y, a continuación, se aterriza en la historia humana: hubo un hombre, llamado Juan…

En mi vida cotidiana se derrama también la más alta teología. Me bastaría saborear cada día este evangelio para vivir mi oficina, mi aula o mi hospital como un nuevo Sinaí al que La Palabra viene constantemente.

NUESTRA MISIÓN: DAR TESTIMONIO.  Como Juan, los cristianos vivimos a diario la sorpresa de Dios. Es tarea nuestra no creernos luz sino mecha. La grandeza de Dios ha querido necesitar mi debilidad para poder encenderse y brillar. Un niño, que había visto vitrales que representaban santos, definió los santos como “hombres luminosos”. Hoy se me llama a ser testimonio de la luz, persona luminosa…

ACOGER/ RECHAZAR. La experiencia de los primeros cristianos cuando cantan este himno es que la Luz, poderosa e invencible, ha sido rechazada por muchos y acogida por pocos. Quizá porque para que la Luz empape las tinieblas y las ahuyente tengo que reconocer primero mis tinieblas. Sólo esa actitud abre la puerta a la Luz.

ANGELUS. Es costumbre cristiana hacer memoria cada día, tres veces de la Encarnación. Lo conocemos con el nombre de Angelus y repetimos las palabras de hoy: El verbo se hizo carne// Y acampó entre nosotros

Nada hay más contrapuesto que la palabra Verbo (Logos en griego) y carne. Como diría San Agustín es como encerrar en un hoyo hecho en la arena toda la inmensidad del mar…

Pero ese es el gran misterio que hoy canta toda la Iglesia. Este evangelio no debería leerse sino cantarse y danzarse. A falta de esa “liturgia” sería bueno que después de misa no nos fuéramos rapiditos a casa sino que nos quedáramos en la iglesia y, ante el Santísimo, lo volviéramos a saborear. Hasta que sea música en nuestro corazón.

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