viernes, 30 de octubre de 2015

Lucas 14,1-6 por Julio González, SF.

Lucas 14,1-6
Viernes de la 30 Semana del Tiempo Ordinario I y II,

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Se encontró delante un hombre enfermo de hidropesía y, dirigiéndose a los maestros de la Ley y fariseos, preguntó: «¿Es lícito curar los sábados, o no?» Ellos se quedaron callados. Jesús, tocando al enfermo, lo curó y lo despidió. Y a ellos les dijo: «Si a uno de vosotros se le cae al pozo el hijo o el buey, ¿no lo saca en seguida, aunque sea sábado?» Y se quedaron sin respuesta.

Comentario:

Cuando era niño los relatos de los milagros de Jesús acaparaban toda mi atención. Durante mucho tiempo pensé que el poder de Dios se mostraba principalmente a través de los milagros de Jesús. Los milagros eran para mí la prueba definitiva de que Jesús era el Hijo de Dios.

Pero cuando empece a leer los relatos de los milagros de Jesús prestando atención a los diálogos me di cuenta de que el milagro es sólo una anécdota en la narración, algo que Jesús hace para ilustrar un "gesto profético" más impactante para los testigos que el milagro mismo, especialmente si éstos son fariseos, letrados, maestros de la ley.

En el tiempo de Jesús había más curanderos y sanadores que galenos (médicos). La fama de algunos se extendía más alla de la región donde practicaban exorcismos y curaciones de diversa índole con hierbas, barro, cenizas, etc. Que Jesús era conocido también por su habilidad para expulsar espíritus inmundos y sanar enfermos, es algo que los evangelios repiten una y otra vez; sin embargo, las narraciones de los milagros de Jesús contienen unas enseñanzas que pueden pasar desapercibidas cuando nuestra atencion se centra solamente en el milagro.

Este episodio, por ejemplo, nos muestra un conflicto gravísimo entre Jesús y los expertos de la ley. El sábado es el día sagrado, por tanto, no se puede trabajar ni derrochar el tiempo ya que es un día dedicado a Dios. Curiosamente, a Jesús parece que le gusta ofender a los fariseos y expertos en la ley de Dios porque muchas de las curaciones las realiza el sábado. Para éstos, lo que Jesús hace va en contra de la ley de Dios.

Entonces nos damos cuenta de que Jesús y los fariseos tienen una manera muy diferente de entender lo sagrado, el respeto a Dios. Jesús no es menos religioso que los fariseos, pero, para éstos, Jesús no respeta a Dios y, demás, es un blasfemo.

Es evidente que la fe y la religiosidad de Jesús no es la de los fariseos y expertos en la ley divina.

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