Huida a Egipto
Basílica de la Sagrada Familia, Barcelona
En realidad no es una huida. Es un “echar palante”. José y María estaban comprometidos de los pies a la cabeza con la voluntad de Dios y la voluntad de Dios pasaba por Egipto. En el fondo fueron a llevar la luz a la tierra de los faraones que también estaba en las tinieblas.
La leyenda dice que la Sagrada Familia viajó a Egipto, huyendo del rey Herodes, a lomos de un burrito sabanero y acompañada por una garza blanca que iba borrando las huellas dejadas en la arena del desierto para que nadie les descubriera.
Bonita historia pero leyenda al fin y al cabo, la realidad es que la Sagrada Familia anduvo siempre por el camino del bien y por eso tuvo que huir del camino del mal representado por Herodes, hacia Egipto, para volver sobre sus pasos más tarde porque su destino no era Egipto, ni Belén, ni Jerusalén. Su destino son los hogares de las familias del mundo entero para iluminarnos y llevarnos a todos al Nazareth del Cielo a través del desierto de este mundo.
La fiesta de hoy nos hace presente, pues, que ser cristiano es estar siempre caminando tras las huellas de Cristo que nos invita a seguirle. Santiago nos lo recuerda “la fe sin obras es una fe muerta” o lo que es lo mismo, si no caminamos con Jesús, José y María, repartiendo alegría, paz, justicia… amor, estamos en la olla.
También celebramos hoy a los siete santos fundadores de la Orden de los Siervos de María. Son sus nombres Bonfilio, Bartolomé, Juan, Benito, Gerardino, Ricovero y Alejo, mercaderes de Florencia que lo dejaron todo para retirarse al monte Senario a fin de servir a la Virgen María. Tal día como hoy murió el último de ellos, Alejo, que tenía ya más de cien años.
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