sábado, 4 de febrero de 2017

Mateo 5,13-16: La misión de la comunidad

Mateo 5,13-16

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo."

— Comentario por la Orden Carmelita
“La misión de la comunidad”

Las bienaventuranzas aparecen al principio del Sermón de la Montaña y describen las ocho puertas de entrada en el Reino de Dios para una vida en comunidad (Mt 5,1-12). Ahora meditamos la parte siguiente, que presenta dos parábolas muy conocidas, la de la luz y la de la sal, con las que Jesús describe la misión de la comunidad.

La comunidad debe ser sal de la tierra y luz del mundo. La sal no existe para sí, sino para dar sabor al alimento. La luz no existe para sí, sino para iluminar el camino. Nosotros, nuestra comunidad, no existimos para nosotros mismos, sino para los otros, para Dios.

Casi todas las veces que Jesús quiere comunicar un mensaje importante recurre a una parábola o comparación, sacado de la vida de cada día. En general, no explica las parábolas, porque tratan de cosas que todos conocen por experiencia. Una parábola es una provocación. Jesús provoca a los oyentes para que usen su propia experiencia personal para entender el mensaje que Él quiere comunicar.

Jesús quiere que analicemos la experiencia que se tiene de la sal y de la luz para entender la misión de nosotros los cristianos. ¿Habrá alguno en este mundo que no sepa qué cosa es la sal o la luz? Jesús parte de cosas muy comunes y universales para comunicar su mensaje.

• División del texto para ayudar en la lectura:

Mateo 5,13: La parábola de la sal
Mateo 5,14-15: La parábola de la luz
Mateo 5,16: Aplicación de la parábola de la luz

• Contexto literario: 

Los cuatro versículos del evangelio de este domingo (Mt 5,13-16) se encuentran entre las ocho bienaventuranzas (Mt 5,1-12) y la explicación de cómo hace falta entender la Ley transmitida por Moisés (Mt 5,17-19).

Después viene la nueva lectura que Jesús hace de los mandamientos de la Ley de Dios (Mt 5,20-48). Jesús pide considerar la finalidad de la ley que según Él se contiene en estas palabras: “Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial” (Mt 5,48) ¡Jesús nos pide imitar a Dios!

A la raíz de esta nueva enseñanza de Jesús, se encuentra la nueva experiencia que Él tiene del Padre. Observando así la ley, seremos Sal de la tierra y Luz del mundo.

• Contexto histórico: 

Muchos judíos convertidos continuaban siendo fieles a la observancia de la ley como hacían desde la infancia. Pero ahora, habiendo aceptado a Jesús como Mesías y siendo fieles al mismo tiempo a las enseñanzas recibidas de sus padres y de los rabinos, ellos estaban colocándose fuera de su pasado hebreo, eran expulsados de las sinagogas por los antiguos maestros y hasta por sus padres (Mt 10,21-22).

En la comunidad cristiana, escuchaban decir a los paganos convertidos, que la Ley de Moisés estaba superada y que no era necesario observarla. Se encontraban entre dos fuegos. De un lado, los antiguos maestros y compañeros que los excomulgaban. Por otro lado, los nuevos compañeros que les criticaban. Todo esto causaba en ellos tensiones e inseguridades. La apertura de unos criticaba la cerrazón de los otros y viceversa.

Este conflicto generó una crisis que llevó a encerrarse cada uno en sus posiciones. Algunos querían seguir adelante, otros querían colocar la luz bajo la mesa. Y muchos se preguntaban: “Pero en definitiva ¿Cuál es nuestra misión?”. Las parábolas de la sal y de la luz nos ayudan a reflexionar sobre la misión.

• Comentario del texto:
– La parábola de la sal

Usando imágenes de la vida cotidiana, con palabras sencillas y directas, Jesús hace saber cuál es la misión y la razón de ser de la comunidad: ¡ser sal!

En aquel tiempo, con el caldo que se hacía, la gente y los animales tenían necesidad de tomar mucha sal. La sal se expendía por los vendedores en grandes bloques y estos bloques se colocaban en la plaza para poder ser consumidos por la gente. La sal que quedaba caía a tierra, no servía ya para nada y era pisada por todos. Jesús evoca este uso para aclarar a los discípulos la misión que deben realizar. Sin sal no se podía vivir, pero lo que restaba de la sal no servía para nada.

– La parábola de la luz

La comparación es obvia. Nadie enciende un candelabro para colocarlo bajo un celemín. Una ciudad puesta en lo alto de un monte no consigue permanecer oculta. La comunidad debe ser luz, debe iluminar. No debe tener miedo de mostrar el bien que hace. No lo hace para ser vista, pero lo que hace, puede y debe ser visto. La sal no existe para sí. La luz no existe para sí. Así debe ser una comunidad: no puede encerrase en sí misma.

• Ampliar la visión de las Bienaventuranzas:
I. Las Bienaventuranzas en el contexto de las comunidades de la época

Entre los judíos convertidos existían dos tendencias. Algunos pensaban que no era necesario observar las leyes del Antiguo Testamento, porque la fe en Jesús y no la observancia de la ley, es la que nos justifica (Rom 3,21-26). Otros pensaban que ellos, siendo judíos, debían seguir observando las leyes del Antiguo Testamento (Act 15,1-2).

En cada una de estas dos tendencias existían grupos radicales. Ante este conflicto, Mateo intenta un equilibrio para unir los dos extremos. La comunidad debe ser un espacio donde este equilibrio se pueda conseguir y pueda ser vivido. La comunidad debe mostrar a todos el verdadero significado y objetivo de la Ley de Dios.

La comunidad no quiere abolir la ley, sino que quiere llevarla a cumplimiento (Mt 5,17). Las comunidades no pueden andar contra las leyes, ni pueden encerrarse en sí mismas en la observancia de la ley. Como Jesús, deben dar un paso y mostrar en la práctica el objetivo que la ley quiere conseguir, o sea la práctica perfecta del amor. Viviendo así serán “Sal de la Tierra y Luz del Mundo”

II. Las varias tendencias en las comunidades de los primeros cristianos

* Los fariseos no reconocían en Jesús el Mesías y aceptaban sólo el Antiguo Testamento. En las comunidades existían personas que simpatizaban con la línea de los fariseos. (Act 15,5).

* Algunos judíos convertidos aceptaban a Jesús como Mesías, pero no aceptaban la libertad de Espíritu con el que las comunidades vivían la presencia de Jesús resucitado (Act 15,1).

* Otros, lo mismo judíos que paganos convertidos, pensaban que con Jesús había llegado el final del Antiguo Testamento y que, por tanto, no era necesario conservar, ni leer los libros del Antiguo Testamento. De ahora en adelante, ¡sólo Jesús y la vida en el Espíritu! Santiago critica esta tendencia (Ac 15,21).

* Otros cristianos que vivían tan plenamente la vida en la comunidad en la libertad de Espíritu, que no tenían ya en cuenta ni la vida de Jesús de Nazaret, ni el Antiguo Testamento. Querían sólo el ¡Cristo del Espíritu! Decían: “¡Jesús es anatema!” (1Cor 12,3).

* La gran preocupación del evangelio de Mateo es demostrar que estas tres unidades: (1) Antiguo Testamento (2) Jesús de Nazaret y (3) la vida en el Espíritu, no pueden estar separadas. Las tres forman parte del mismo y único proyecto de Dios y nos comunican la certeza central de la fe: El Dios de Abrahán y de Sara está presente en las comunidades gracias a la fe en Jesús de Nazaret.

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