viernes, 24 de febrero de 2017

VIERNES DE LA SÉPTIMA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año I (lecturas)

Eclesiástico 6,5-17
Salmo 118: Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos
Marcos 10,1-12

Eclesiástico 6,5-17

Una voz suave aumenta los amigos, unos labios amables aumentan los saludos. Sean muchos los que te saludan, pero confidente, uno entre mil; si adquieres un amigo, hazlo con tiento, no te fíes en seguida de él; porque hay amigos de un momento que no duran en tiempo de peligro; hay amigos que se vuelven enemigos y te afrentan descubriendo tus riñas; hay amigos que acompañan en la mesa y no aparecen a la hora de la desgracia; cuando te va bien, están contigo, cuando te va mal, huyen de ti; si te alcanza la desgracia, cambian de actitud y se esconden de tu vista. Apártate de tu enemigo y sé cauto con tu amigo. Al amigo fiel tenlo por amigo, el que lo encuentra encuentra un tesoro; un amigo fiel no tiene precio ni se puede pagar su valor; un amigo fiel es un talismán, el que teme a Dios lo alcanza; su camarada será como él, y sus acciones como su fama.

Salmo 118: Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos

Bendito eres, Señor,
enséñame tus leyes.
R. Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos

Tu voluntad es mi delicia,
no olvidaré tus palabras.
R. Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos

Ábreme los ojos, y contemplaré
las maravillas de tu voluntad.
R. Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos

Instrúyeme en el camino de tus decretos,
y meditaré tus maravillas.
R. Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos

Enséñame a cumplir tu voluntad
y a guardarla de todo corazón.
R. Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos

Guíame por la senda de tus mandatos,
porque ella es mi gozo.
R. Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos

Marcos 10,1-12

En aquel tiempo, Jesús se marchó a Judea y a Transjordania; otra vez se le fue reuniendo gente por el camino, y según costumbre les enseñaba. Se acercaron unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: "¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?" Él les replicó: "¿Qué os ha mandado Moisés?" Contestaron: "Moisés permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio." Jesús les dijo: "Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación Dios "los creó hombre y mujer. Por eso abandorá el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne." De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre." En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo: "Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio."

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